¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

lunes, 31 de octubre de 2016

EVANGELIZAR CONTEMPORANEAMENTE: ODRES NUEVOS

Resultado de imagen de iglesia comunidad
"El Mundo ha cambiado.
Lo siento en el agua.
Lo siento en la tierra.
Lo huelo en el aire"
(El Señor de los Anillos)

Nuestro mundo cambia constantemente. Y cambia a pasos agigantados. Lo que hoy vale, mañana, no. 

Y de la misma forma, la forma de evangelizar , es decir, transmitir el mensaje mesiánico de salvación, también debe cambiar, tal y como ya exhortó San Juan Pablo II hace más de treinta años, al hablar de "nueva evangelización".

En otros artículos ya hemos hablado de lo que es y significa la "nueva evangelización" y por eso, reiteramos, una vez más, que:

- el mensaje de Cristo no es negociable, nunca cambia, es para siempre. Debe transmitirse igual que nos lo enseñó nuestro Señor o no será la voluntad de Dios. Será otra cosa pero no Su mensaje.

Sin embargo, debe ir dirigido a la gente de nuestra época y lugar, tanto a los que nunca han oído de Cristo, como a los cristianos bautizados, para quienes la fe cristiana ha perdido su significado personal y su poder transformador.

- los cinco propósitos de Cristo para su Iglesia (adoración, comunión, discipulado, servicio y evangelización) tampoco son negociables. Deben estar en equilibrio o no será una iglesia sana. Será otra cosa pero no Su Iglesia. 

Sin embargo, la forma en el que cumplimos los eternos propósitos de Dios y el estilo en el que lo mostramos al mundo, deben actualizarse constantemente para llegar a cada nueva generación. Deben ser continuamente ajustados y modificados porque la cultura humana y su lenguaje siempre están cambiando.
La Iglesia contemporánea

La palabra contemporáneo significa literalmente con-temporalidad. Por naturaleza, nada contemporáneo está destinado a durar para siempre! Sólo es eficaz por un tiempo y sólo es relevante en ese momento particular, que es lo que lo hace contemporáneo.

Lo que se considera contemporáneo y relevante hoy, y en los próximos 10 años, inevitablemente, estará anticuado y obsoleto dentro de 20 años. Los ciclos de cambio son cada vez más cortos, impulsados, fundamentalmente, por la tecnología y los medios de comunicación. Nuevos estilos, preferencias y modas, surgen cada día, continuamente.
Resultado de imagen de iglesia contemporanea
Por eso, nunca podemos mantener un estilo eterno de parroquia, porque pronto estará pasada de moda y obsoleta, sino estar constantemente adaptándonos, cambiado estilos de adoración, nuevos programas y métodos, nuevas formas de divulgación porque el mundo sigue cambiando.

La única manera de que la Iglesia permanezca sólida al qué, es decir, la voluntad de Dios, es anclarla a sus verdades inmutables y propósitos eternos, y a la vez, adaptar continuamente el cómo comunicamos esas verdades y propósitos.

Debemos estar constantemente dispuestos a traer a nuestros amigos y vecinos a Dios, a llegar a alejados y a tibios, cantando canciones que puedan abrazar, expresando oraciones que les ayuden a relacionarse y comunicando, de forma que puedan entender. 

Podríamos atraer a más gente si diluyéramos el Evangelio, si lo adaptáramos a gusto del consumidor, pero no lo hacemos. Simplemente, lo comunicamos de manera que el hombre contemporáneo lo entienda! 

Jesús atrajo multitudes sin comprometer el mensaje de Su Padre. Era claro, práctico, tierno y presentaba su mensaje atemporal de una manera contemporánea.

El hombre contemporáneo

Propósito

El hombre contemporáneo busca un propósito. Se encuentra perdido y tiene una necesidad de encontrar el sentido de su vida, de propósito, de perdón, de amor. 

Quiere saber cómo tomar decisiones correctas, cómo proteger a su familia, cómo manejar el sufrimiento y cómo tener esperanza en nuestro mundo. 

Desconoce el mensaje de Cristo, porque algunos cristianos (sacerdotes y laicos) insisten en comunicar de una manera que ya no tiene mucho sentido o, sencillamente, que no llega.

Debemos explicar cuál es el plan de Dios para todos y cada uno de nosotros, y debemos hacerlo de forma que se entienda.

Comunidad

El hombre contemporáneo busca una comunidad pero sólo ve en la Iglesia una interminable lista de normas y mandamientos, en lugar de una comunidad amorosa y acogedora. 

Debemos dejar de pensar en la iglesia como una institución

El hombre contemporáneo busca desesperadamente una comunidad. Y eso es lo que es la Iglesia, una comunidad cristiana que acoge a todos, pero, por desgracia, las personas de hoy no lo ven de esta manera. 

Experiencia

El hombre contemporáneo busca una experiencia y sólo se centra en lo testimonial y experiencial. Y eso significa que tenemos que ajustar la forma en que enseñamos y evangelizamos, porque la mayoría de las iglesias tradicionales se centran casi exclusivamente en el intelecto. En la iglesia del siglo XXI, no sólo queremos que las personas conozcan acerca de Dios, sino que también encuentren a Dios y le experimenten en su vida.

Por supuesto, esto implica ir más allá de comunicar simplemente por información, sino hacerlo para la acciónNuestro mensaje no tiene por objeto sólo informar, sino transformar las vidas de aquellos a quienes nos dirigimos. 

En cierto sentido, hemos hecho que el Evangelio sea demasiado hermético para que una cultura extremadamente cambiante lo entienda. 

Esto es lo que muchas veces escuchamos en algunas parroquias: "Quiero mostrarte a Cristo, pero primero debes aprender a hablar mi idioma, aprender mis costumbres y reglas, cantar mi estilo de música...". Esta estrategia no funciona!

Este es un excelente ejemplo de una oportunidad para reafirmar las verdades eternas de la Biblia de una manera fresca y contemporánea.

Espiritualidad

El hombre contemporáneo busca desesperadamente espiritualidad. Busca símbolos, metáforas, experiencias e historias que revelen la grandeza de Dios. 

Hoy son muchos más que antes los que buscan espiritualidad y están por todas partes! Nunca ha habido más gente tan hambrienta por descubrir y desarrollar una dimensión espiritual en sus vidas que en la actualidad. De ahí el creciente y gran interés en el pensamiento oriental, las prácticas de la Nueva Era, el misticismo y lo trascendental.

Por ello, debemos ser sensibles, tal y  como Jesús lo fue en su tiempo, y estar dispuestos a encontrarlos en su propio terreno y hablarles de maneras que entiendan.


Estos son algunos de los temas para los que los cristianos tenemos respuestas. Si queremos llegar a la gente en el siglo XXI, debemos comenzar a pensar de manera diferenteJesús nos dice en Lucas 5, 37-38, "¡Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo reventaría los odres, el vino se derramaría y los odres se perderían;sino que el vino nuevo se echa en odres nuevos."

En el mensaje de Dios, cada oración principal tiene un verbo que mueve a la acción. Dios nos que seamos "hacedores de la palabra, no sólo oidores"

Todo nuestro servicio debe estar dirigido y diseñado para mover a las personas, no sólo a la presencia y a la comunión íntima con Dios, sino también a cumplir Su Voluntad, donde experimentarán un profundo y amplio sentido de comunidad y servicio.

Dios nos llama a ser una Iglesia atemporal en su identidad y contemporánea en su forma al mismo tiempo! 

jueves, 27 de octubre de 2016

LO QUE NO HAY QUE DECIR EN UN DUELO


Cuando un amigo o familiar sufre la muerte de un ser querido, por lo general, buscamos palabras adecuadas para dar ánimo. Generalmente intentamos ofrecer apoyo, pero a veces se convierten en palabras vacías que no acompañan. Sin querer, derivan hacia el efecto contrario de lo que intentamos expresar. Casi ninguna palabra recobra el ánimo de quien ha perdido a alguien y menos una sugerencia "gratuita".

Por lo tanto, debemos ser cuidadosos y no tratar de alentar ofreciendo nuestros consejos. Lo que debemos hacer es acompañar y acoger. Tan sólo tenemos que estar presentes con ellos en la oscuridad. El dolor, el lamento y la tristeza son parte de la vida, pero los cristianos tenemos algo que otros no tienen: nuestra fe. Una fe que acoge, que acompaña, que abraza.

Existen tres frases que deberíamos dejar de decir a alguien que ha perdido recientemente a un ser querido. Estas frases simples, tal vez, suenen reconfortantes en la superficie, pero por lo general sirven de poco como bálsamo para el sufrimiento.

"Está en un lugar mejor"

Esta frase tiende a hacer que la persona que está de duelo sienta que lo que decimos no es creíble. En otro momento, esta frase tiene sentido, pero en un duelo puede percibirse como un cierto abuso espiritual

Cuando Jesús fue a ver a María y Marta después de la muerte de su amigo Lázaro, él hizo algo muy sencillo: Lloró. Él no dijo: "Lázaro está en un lugar mejor", sino que se unió a ellas en duelo. 

Ante una situación de dolor y pérdida, la empatía es la respuesta. Es mejor que nosotros seamos percibidos también como seres vulnerables, en lugar de soltar una frase espiritual. Debemos resistir la tentación de dar una dosis rápida de esperanza y en su lugar, ofrecer nuestra solidaridad.

"Ya no está sufriendo más"

Cuando alguien sufre una pérdida, no está buscando consuelo en el sufrimiento o no de la persona que se ha ido. 

Nadie quiere que su ser querido sufra. Quien sufre es el que queda porque lo que quisiera desesperadamente es que el que se ha ido, estuviera aún presente. 

Si volvemos a fijarnos en Jesús ante la tumba de Lázaro, no podemos imaginarle diciendo a María o Marta: "Bueno, al menos él no está sufriendo más". 

Sonaría como "salir del paso", como "borrón y cuenta nueva", como decir "da igual". Jesús sufría el mismo dolor que ellas, y entre lágrimas, conectó con ellas, se unió a su sufrimiento.

"El tiempo cura todas las heridas"

Esto es cierto, pero es un terrible cliché y se trivializa el agudo dolor que se siente en ese momento. 

Una persona que pierde un ser querido está conectado a ellos a través de su dolor. Es difícil separar el dolor del amor, durante los primeros momentos de la pérdida. 

Debemos evitar tópicos y frases manidas. Suenan siempre artificiales, poco naturales. No expresan realmente un sentimiento real.

Recuerda que nuestra labor nos es tratar de curarlos o sanarlos, sino sentir profundamente la pérdida con ellos en el contexto de nuestra fe. 

Llorar, abrazar, orar y estar presente en la pérdida. No nos apresuremos a tratar de eliminar el dolor, porque al hacerlo, es posible que pasemos por alto que el consuelo siempre viene de Dios.










LA LEY DEL CULTIVO: CÓMO SER FRUCTÍFEROS


En el mundo empresarial, lo más importante es la productividad. 

En el mundo espiritual, también. Pero la Biblia no usa la palabra "productividad" sino la palabra "fruto". Dios quiere que seamos fructíferos, pero ¿cómo lograrlo? 

Plantar las semillas

Lo primero a lo que Dios nos llama es a
plantar las semillas y para ello, debemos seleccionar el tipo de semillas que vamos a utilizar. No se puede pretender sembrar todo tipo de plantas. 

Otras veces, en lugar de sembrar directamente en la tierra, tendremos que hacerlo en semilleros para controlar mejor las condiciones ambientales. Cuando esto se logra, se realiza el trasplante a otro sitio.

Muchas personas que se acercan a Dios no pueden pasar directamente del estado inicial a la madurez espiritual en la comunidad. 

Para ello, disponemos de semilleros, los grupos pequeños, que son espacios destinados de forma específica para su desarrollo y con los cuidados especiales que éstas necesitan para poder germinar. El paso de ahí a la comunidad es mucho más fácil y menos traumático.

Debemos saber qué también cuándo hacerlo, es decir, en qué momento o qué época del año es la más idónea o no obtendremos éxito.

Después de la siembra, debemos abonar el terreno y regarlas abundantemente.


Fijar las raíces

Resultado de imagen de fijar raicesDios dice que no puede haber fruto si no hay raíces fijadas a la tierra. Sobre todo, para cuando lleguen los tiempos de sequía. 

La sequía es un largo período sin lluvia.

Una sequía espiritual se produce cada vez que tenemos que prescindir de algo que necesitamos: tiempo, energía, dinero o apoyo. 

Seguro que habrá momentos de sequía a lo largo de nuestra vida, y por tanto, nuestras raíces deben estar bien fijadas a la tierra para buscar agua bajo de la superficie.

Arrancar las malas hierbas 

Las malas hierbas son las cosas que impiden o limitan nuestro crecimiento espiritual. Las malas hierbas son las cosas que ahogan nuestra relación con Cristo.

Resultado de imagen de malas hierbasLas malas hierbas crecen con una facilidad asombrosa. No necesitan cuidados ni agua. Sencillamente, crecen. 

Son un signo de abandono. Si nos descuidamos, las malezas comienzan a crecer y ahogan a las buenas.

Debemos eliminarlas en cuanto empiecen a aflorar.

Podar las ramas

La poda no sólo consiste en cortar las ramas muertas, sino las vivas también, con el fin de mejorar la forma de la planta y estimular su crecimiento. 

La poda es esencial para una mayor productividad. No es opcional. Si queremos ser productivos, Dios nos indicará los momentos de poda.

Dios nos llama a la fecundidad. En nuestra vida, Dios no es sólo arranca la madera muerta, también recorta las áreas de éxito, incluso las que están dando frutos maravillosos.

Cuando lo hace, es posible que no lleguemos a comprender por qué, pero la razón es que Él nos prepara para algo aún mayor.

Esperar la cosecha

Fructificar lleva tiempo. La cosecha no viene automáticamente: No siembras una semilla en el suelo y la cosechas al día siguiente.

Resultado de imagen de cosechaEs de sentido común: Las semillas deben ser plantadas. Uno tiene que cubrirlas con tierra, abonarlas, regarlas y luego esperar. 

Así como la semilla crea nueva vida de la muerte de un fruto, para que nosotros podamos ser más fructíferos, debemos dejar morir nuestra vieja naturaleza, una muerte de nuestros propios deseos y ambiciones, mientras esperamos. El crecimiento requiere tiempo, pero no debemos darnos por vencidos sino estar conectados a Jesucristo.

"Señor, quiero trabajar en estas cinco partes del cultivo: plantar las semillas, fijar las raíces, eliminar las malas hierbas, podar las ramas y esperar la cosecha. Dios, confío en lo que he plantado y en lo que he sembrado, para que Tú recojas".







miércoles, 26 de octubre de 2016

ORANDO CON LOS SALMOS. SALMO 27: EL SEÑOR ES MI LUZ Y MI SALVACIÓN

Resultado de imagen de salmo 27 10

“El Señor es mi luz y mi salvación.”
(Salmo 27)

En el ultimo retiro de Emaús, Dios me dijo, de forma contundente (como siempre), que me contentara con lo que tengo, porque Él no me dejará ni me abandonará (Hebreos 13, 5-6).

Hoy, abro el portátil y leo el correo. Y, de nuevo, vuelve a hablarme: “Aunque tu padre y tu madre te hayan abandonado, Yo te he recogido” (Salmo 27, 10). Asombroso!!! Un hecho que, particularmente, hago mío. Es una herida sin cicatrizar que arrastro desde pequeño: el "sentirme" abandonado y poco querido por mis padres. 

¿Casualidad o Providencia? Nada es casualidad. Dios no para de sorprenderme. Él, en su Plan perfecto, obra día a día, minuto a minuto en mi vida. No puedo más que darle gracias, porque Él nunca me desampara. 

Siempre ha estado y está a mi lado para ayudarme a levantarme si caigo, para iluminar mi senda cuando la oscuridad se cierne sobre mí, o simplemente, para llevarme en sus brazos. Aunque me ha costado darme cuenta casi 50 años.

A sus pies, reconozco mi debilidad, mi fragilidad y mi torpeza, y quizás por interés (debido al carácter egoísta del ser humano) busco su rostro, sí…quizás, por interés... pero con humildad, sintiéndome muy pequeño ante Su majestuosidad, y con la absoluta certeza que me ofrece mi fe cristiana, que solo no puedo, que sin Él nada puedo, nada hay.

Por eso hoy, Dios me interpela a analizar, o más bien, a orar el Salmo 27, tan conocido y tan profundamente espiritual y que podemos dividirlo en dos partes principales:
  1. Versículos 1 al 6. Dios nos da aliento, estímulo y confianza.
  2. Versículos 7-14. Dios nos ofrece la oración como ayuda y sustento. 
Este salmo contiene un mensaje para todos los corazones que necesitan profundizar en la fe y alcanzar la madurez espiritual. Es una oración del rey David que comienza con una afirmación maravillosa que enfatiza la relación entre Dios y el hombre,que nos introduce a una meditación sobre el fundamento para la oración y los sacramentos.

Versículos 1-6

(1) Guía, Salvación y Fortaleza: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién podré temer? El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿ante quién puedo temblar?"

  • "El Señor es mi luz", es el que me dirige y me guía a la luz de Su Palabra. Más adelante, en el Salmo 119,105 nos dice: "Tu palabra es una luz para mis pies, y una antorcha para mi camino". 
  • "El Señor es mi salvación", lo cual nos habla del amor de Dios, porque fue Su amor el que pensó una salvación para nosotros, por medio de Jesucristo. Juan 3,16: " Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna." 
  • "El Señor es la fortaleza de mi vida". Dios no sólo me da la vida, sino que me da el poder y la fuerza para vivirla en este mundo. 
  • "¿Ante quién puedo temblar?" Cuando uno teme a Dios, ya no hay nada ni nadie a quién temer. El Temor de Dios como don del espíritu, significa, no miedo, sino que todo nuestro ser se alinea para obrar según su voluntad.
(2) Protección: "Cuando me asaltan los criminales para destrozarme, son ellos, mis opresores y enemigos, los que tropiezan y sucumben. 

El Rey David rememora una época pasada de su vida en la que corrió grave peligro. Como un joven pastor de ovejas tuvo que proteger a sus ovejas de un león y un oso. Todos nos encontramos a diario con un león o un oso, que intentan devorarnos. San Pedro, en su primera carta 5,8 también nos habla del león rugiente, el diablo, que anda alrededor buscando a quién devorar.  Pero Dios nos protege haciéndoles sucumbir.

(3) Confianza: "Aunque un ejército acampe contra mí, mi corazón no teme; aunque una guerra estalle contra mí, estoy tranquilo."

La confianza de David estaba depositada en Dios, y la nuestra, también debe estarlo. Cada vez que Jesucristo hablaba a sus discípulos tras su resurrección les decía: "No temáis". Con Cristo resucitado, nada debemos temer.

(4) Eucaristía: "Una cosa pido al Señor, sólo eso busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida para gustar la dulzura del Señor y contemplar la belleza de su templo."

Resultado de imagen de adoracion eucaristicaEl Rey David había reducido su vida a pedirle al Señor una sola cosa: vivir la presencia y la comunión con Cristo. El apóstol Pablo hizo lo mismo con su vida. Filipenses 3, 13-14: "Hermanos, yo no creo haberla alcanzado ya; de una cosa me ocupo: olvidando lo que queda atrás, me lanzo en persecución de lo que está delante; corro hacia la meta, hacia la vocación celeste de Dios en Cristo Jesús."

En nuestros días, nos sentimos frustrados una y otra vez por la tensión y presión de la sociedad. 

Necesitamos misericordia, compasión y piedad, por lo que debemos reducir nuestra existencia a aquello que es realmente importante: a vivir eucarísticamente. Accedemos a Dios y a su Gracia en la Eucaristía, donde Cristo se hace presente, y por ello, debemos alegrarnos y dar gracias (eucaristía, del griego εὐχαριστία, eucharistía, "acción de gracias").

(5) Santísimo: "Él me dará cobijo el día de la desgracia, me esconderá en lo oculto de su tienda, me subirá a lo alto de la roca".


¿Cuál era ese lugar reservado, secreto, en el tabernáculo? El Santísimo. Nadie podía entrar en ese lugar excepto el sumo sacerdote. Allí estaba el arca revestida de oro y sobre ella, en la parte superior, había una tapa elaborada, que Dios designó como el propiciatorio para que la sangre fuera rociada sobre él. Hoy día, por el sacrificio de Cristo, tenemos un propiciatorio al cual podemos ir: el Santísimo. Y allí es donde está ÉL. allí es donde nos esconde. ¡Qué lugar tan seguro!.

(6) Adoración y Alabanza: "así mi cabeza dominará a los enemigos que me cercan, en su tienda podré ofrecer sacrificios entre aclamaciones, cantando y ensalzando al Señor."


Cuando contemplamos este hermoso cuadro y reconocemos lo que Él ha hecho por nosotros, surgirán canciones y alabanzas en nuestro corazón. Es en la Adoración Eucarística donde le aclamamos, le bendecimos y le glorificamos.

Versículos 7-14

.
(7) Confesión: "Escucha, Señor, mi grito suplicante, ten compasión de mí, respóndeme

En este lugar secreto hay compasión, hay misericordia. Y Dios ha preparado este lugar reservado para nosotros hoy, donde podemos recibir la misericordia de Dios, a través del sacramento de la reconciliación.

(8) Oración: "De ti mi corazón me ha dicho: "Busca su rostro"; es tu rostro, Señor, lo que yo busco".

El Rey David puso esa invitación en boca del Señor, según le dictaba su corazón. Y eso es lo que David hizo, buscarle mediante la oración. Cuando Dios le dijo a David: "te amo", él le respondió,"yo también te amo, Señor". Cuando Dios le dijo: "quiero tener una relación íntima contigo", él respondió: "yo también quiero tener esa relación, Señor".

Dios tiene un anhelo por cada uno de nosotros. ¿Le responderemos? ¿Expresaremos nuestro amor por Él? ¿Nos comunicaremos con Él? ¿Tendremos una relación íntima con Él?

(9) Misericordia: "no me ocultes tu rostro, no rechaces con cólera a tu siervo; tú eres mi auxilio, no me abandones, no me dejes, oh Dios, salvador mío."

Cuando el Rey David pecó, experimentó lo que significaba que Dios escondiera Su rostro de él. Perdió su relación estrecha con El. Perdió su alegría. Fue entonces cuando oró en el Salmo 51: "Señor, ten piedad."

(10) Acogida: "Mi padre y mi madre me han abandonado, y el Señor me ha recogido."

David sabía que aún si existiera la posibilidad de que lo abandonaran sus padres, el Señor lo recogería. 

Dios siempre está dispuesto a extender su brazos y recogernos. Jamás nos abandonaría aunque todo el mundo nos diera la espalda.

(11) Palabra de Dios: "Enséñame, Señor, tus sendas y guíame por el camino recto, pues me están acechando."

El Rey David quería dar un buen testimonio, causar una buena impresión, ante el enemigo, porque sabía que le criticarían. Y quiso que Dios le guiara y le ayudara a no avergonzarle por lo que él hiciera.

Hoy, nosotros tenemos la Palabra de Dios para aprender las sendas del Señor y conocer cuál es el camino, Quién es el Camino.

(12) Apoyo y Paz: "no me entregues al capricho de mis perseguidores, pues se han alzado contra mí testigos falsos que respiran violencia."

El Rey David, acosado y rodeado de enemigos que buscaban su destrucción, le pide a Dios amparo, apoyo y paz ante ellos. Y su oración sería respondida, como lo será la nuestra, si nos sentimos acosados de tal forma que parezca que no tenemos apoyo de nadie. En el momento oportuno, Dios intervendrá.

(13) Fe: "Yo estoy seguro que he de ver los bienes del Señor en el mundo de los vivos."

El Rey David tenía una fe firme en la bondad y misericordia de Dios. Hoy, incluso en el mundo actual, nuestra fe nos hace ver la bondad de Dios a nuestro alrededor: en la creación, en las personas... Una certeza que podemos ver en la tierra, aquí mismo.

(14) Esperanza: "Espera en el Señor, ten ánimo, sé fuerte, espera en el Señor."

Hoy día, muchos cristianos en ocasiones nos sentimos débiles, desanimados, desesperanzados, descorazonados, o incluso tibios. ¿Y cómo puede uno curarse de ese estado? Pues, pidiéndole a Dios que nos de valor, fortaleza, y esperanza en sus promesas. Esperar en el Señor. ¿Y qué es lo que Él hará? Él fortalecerá nuestro corazón. Él es en realidad el mejor cardiólogo que existe.





Gracias, Señor, 
por las oscuridades que Tú transformas en luces,
por las noches que Tú vuelves en amaneceres,
por las luchas que Tú tornas en victorias,
por los anhelos que Tú haces realidades,
por los dones que Tú conviertes en bendiciones,
por la misericordia que Tú reviertes en perdón,
por el amor que Tú tornas en refugio 
por todo lo que me das,
Gracias, Padre Celestial.




martes, 25 de octubre de 2016

ESOS MARAVILLOSOS GRUPOS PEQUEÑOS

Resultado de imagen de grupos pequeños

Cuando se trata de formar una comunión cristiana auténtica, el tamaño importa: Cuánto más pequeño, mejor. 

Esto no quiere decir que asistiendo a una eucaristía, o en una adoración eucarística con una multitud no vayamos a formar comunidad, si no que es prácticamente imposible establecer una comunión completa con cada una de las personas que asistan. 

Cuando un grupo supera las 10 personas, la intimidad es difícil de conseguir. Y sin intimidad no se consigue crear comunidad. 

Por desgracia, la creación de grupos pequeños dentro de la parroquia no garantiza que las personas experimenten una verdadera comunidad. Muchas catequesis, grupos de Biblia o de cualquier otra cosa, pueden crear una comunidad a nivel superficial pero no será una comunidad genuina.

Sin embargo, en esos maravillosos grupos pequeños donde existe comunión e intimidad se comparte la vida, se genera un espacio donde las personas viven en una total comunión, centrándose en cuatro elementos esenciales: la autenticidad, la reciprocidad, la simpatía y piedad.

Autenticidad

La comunión auténtica no es superficial, sino genuina, de corazón a corazón, a veces visceral. Sucede cuando las personas honestas comparten lo que son y lo que está sucediendo en sus vidas, cuando comparten sus heridas, revelan sus sentimientos, confiesan sus fracasos, dan a conocer sus dudas, admiten sus temores, reconocen sus debilidades, y piden ayuda y oración.

Por supuesto, ser auténticos requiere coraje y humildad. Significa que nos enfrentamos a nuestro miedo a la exposición pública, al rechazo, y a ser herido de nuevo. 

¿Por qué alguien debe correr ese riesgo? Porque es la única manera de crecer espiritualmente y mantener la salud emocional. 

La Biblia dice: "Confesaos los pecados unos a otros y rezad unos por otros, para que os curéis. La oración fervorosa del justo tiene un gran poder." (Santiago 5, 16). 

Sólo creceremos si asumimos riesgos, y el más difícil de todos los riesgos es ser honestos con nosotros mismos y con los demás.

Reciprocidad

La reciprocidad es el arte de dar y recibir. Está en función de uno al otro. 

La Biblia dice: "Y es que Dios hizo el cuerpo, dando mayor honor a lo menos noble, para evitar divisiones en el cuerpo y para que todos los miembros se preocupen unos de otros. Así, si un miembro sufre, con él sufren todos los miembros; si un miembro recibe una atención especial, todos los miembros se alegran." (1 Corintios 12, 24-26). 


La reciprocidad es el corazón de la comunión. Es la construcción de relaciones de doble dirección, es compartir responsabilidades y ayudar a los demás. 

El apóstol Pablo dijo: "Así nos animaríamos mutuamente unos a otros con la fe."(Romanos 1,12). 

Todos somos más constantes en la fe cuando otros caminan junto a nosotros y nos animan. 

La Biblia nos exhorta más de 50 veces en el Nuevo Testamento a realizar diferentes tareas de "unos a otros": "busquemos la paz y la ayuda mutua." (Romanos 14,19).

Empatía

La empatía no es dar consejos u ofrecer ayuda rápida y cosmética; la empatía se demuestra entrando en el dolor de los demás y compartiendo el propio: "Ayudaos unos a otros a llevar las cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo." (Gálatas 6, 2).

La empatía dice "entiendo lo que te pasa, y lo que sientes no es ni extraño ni raro." 

La cercanía en el sufrimiento es el nivel más profundo de comunión más profunda. Es el lugar donde entramos en el dolor de los demás y somos capaces de llevar las cargas de los otros.

Nos necesitamos unos a otros, sobre todo, en tiempos de crisis profundas, de penas, y de pérdidas. 

Cuando las circunstancias nos aplastan hasta el punto que se tambalea nuestra fe, es cuando tenemos amigos que nos apoyan. En un grupo pequeño, el Cuerpo de Cristo es real y tangible.

Misericordia

La comunión es un lugar de gracia, un espacio donde los errores no se echan en cara sino que se borran. La comunión se produce cuando se antepone la misericordia a la justicia.

Todos necesitamos la misericordia, porque todos tropezamos y caemos, y requerimos ayuda para volver a levantarnos. 


Necesitamos ofrecer misericordia y estar dispuesto a recibir la misericordia de los demás. 

Cuando alguien peca, Dios dice: "que le perdonéis y le animéis no sea que se vea ése hundido en una excesiva tristeza." (2 Corintios 2, 7).

El perdón debe ser inmediato, con independencia de que una persona lo pida o no. No se puede tener comunión sin perdón. Y el mejor lugar para restablecer la confianza es dentro de un pequeño grupo que ofrece estímulo y disculpa.

La verdadera comunión es una parte esencial de la vida cristiana. No puede pasarse por alto. 

La construcción de pequeños grupos o células de fe en torno a la autenticidad, la reciprocidad, la empatía y la misericordia proporcionará un lugar donde sus miembros encontrarán la comunión entre ellos y con Cristo.