¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

domingo, 22 de marzo de 2020

UNA CUARESMA MUY ESPECIAL

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El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. 

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. 

Preparas una mesa ante mi,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por los años sin término. 
(Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6)

Hoy es el IV domingo de Cuaresma y el segundo de esta cuarentena forzosa. Ocho días llevamos confinados en casa y, por momentos, se hace dura la convivencia en un espacio reducido, porque las noticias que escuchas no son esperanzadoras, porque la incertidumbre de la situación no te da tranquilidad y sobre todo, porque te das cuenta de lo que hace una semana tenías y ahora, te falta.

Dios sabrá por qué. Él nunca abandona a sus hijos. Mi confianza está puesta en su Divina Providencia que no desampara jamás a sus criaturas y mi seguridad, en la certeza de que todo sucede por el bien de los que aman a Dios.

Una Cuaresma muy especial que me impide acudir a la Iglesia a diario y recibir los sacramentos. Mi corazón está apenado porque no puedo comulgar ni confesar sacramentalmente.  Sólo mi confianza y mi fe en Dios me levantan el ánimo cada día y me invitan a la paciencia, a la perseverancia, a la contrición, al arrepentimiento y a la conversión. Porque me falta mucho por recorrer...

Resultado de imagen de cuaresma 2020 en cuarentenaUna Cuaresma muy particular, en la que, de una forma más intensa y real (quizás con mayor obligación que otras ocasiones), rezo para dar gracias a Dios por mi salud y la de los míos, y pedirle por los que no la tienen, ayuno para privarme, forzosa y voluntariamente, de las cosas que habitualmente realizo y hago penitencia para, confinado en casa con los que más quiero, velar por el bien común y el propio, y que ofrezco como sacrificio. 

Una Cuaresma muy singular que me entristece el corazón por las terribles noticias que veo y escucho en los medios de comunicación; por las situación de colapso que viven muchas personas que trabajan por nuestra salud y bienestar; por todas las personas que están angustiadas, que sufren y que mueren, incluso solas; por este momento lleno de renuncias y de ofrendas, pero idóneo para atender la llamada de Dios y volvernos a Él, con el corazón contrito y arrepentido, sabiéndonos  insignificantes, frágiles y vulnerables.

Una Cuaresma muy purificadora que me invita a buscar con anhelo una unión más estrecha con Dios en oración, a procurar una mayor cercanía con Él, a encontrar resguardo y guía en su Palabra, a pedirle una mayor confianza y una fe más firme, y así poder experimentar su misericordia y sentirme muy amado por un Padre que nos cuida y nos protege. 

Una Cuaresma muy peculiar que me propone un espacio que habitualmente, por falta de tiempo, de oportunidades o de "ganas", paso por alto. Un ámbito muy cercano donde poder entrenar y trabajar con más ahínco mi caridad y mi coherencia cristianas. Una tierra propia donde nadie es profeta. Me refiero a mi familia. 
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Una Cuaresma muy particular para seguir asistiendo diariamente a los sacramentos, Eucaristía y Confesión, aunque sea espiritualmente, online y a distancia. Desde la intimidad de mi casa o desde la profundidad de mi corazón hago propósito de enmienda, para cambiar todo aquello de mi carácter, de mis pensamientos o de mis actos que me impide ser un cristiano auténtico y conforme a la voluntad de Dios.

Una cuarentena para recapacitar sobre todas las cosas que doy por hecho y que ahora me faltan como la salud, el trabajo, el bienestar... y que son regalos de Dios, no derechos míos. 

Una cuarentena para reflexionar sobre las personas a las que critico y juzgo porque ponen su confianza en el hombre y no conocen a Dios, y rezar por su conversión...porque también son hijos de Dios y no enemigos míos.

Una cuarentena para meditar sobre las intenciones con las que me propongo cambiar la forma en que la vivo mi vida, para cambiar la forma en la que trato a mi familia, para cambiar la forma en la que me relaciono con los demás...porque es la voluntad de Dios y no la mía.

Una cuarentena para pensar más en los que sufren, en los que están solos, en los que menos tienen, en los que más necesitan, en los que son más vulnerables, en los que están enfermos y procurar su bien, dando la vida por ellos. No hay amor más grande.

Una cuarentena para, más que aplaudir, proclamar:

"Creo, Jesús mío,
que estás real
y verdaderamente en el cielo
y en el Santísimo Sacramento del Altar. 

Te amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte
dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo
ahora sacramentalmente,
ven al menos
espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido,
te abrazo y me uno del todo a Ti. 

Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti."
 Amén
(San Alfonso María de Ligorio)

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