sábado, 29 de abril de 2017

EL PAPEL ARRUGADO



Pedir perdón no siempre significa que estemos equivocados, que seamos culpables ni que el otro está en lo cierto, sino que amamos mucho más al otro que a nuestro ego.

Cuando nos enfadamos con alguien, cuando liberamos nuestra ira, sacamos lo peor de nosotros mismos y lastimamos al otro. Después, nos sentimos avergonzados por el daño causado y tratamos de enmendarlo.

Hay una historia que ejemplifica de forma sencilla las consecuencias de la ira:

"Un día, un padre, ante una explosión de ira de su hijo, le entregó un papel liso y le dijo: 
-Estrújalo!
Asombrado, obedeció e hizo una bola con el papel.
Luego, el padre le dijo a su hijo:
-Ahora déjalo como estaba antes de arrugarlo. 
Por supuesto, no pudo dejarlo como antes. Por más que lo intentó, el papel quedó lleno de arrugas.
Entonces el padre le dijo:
El corazón de las personas es como ese papel. La impresión que dejas en ese corazón que heriste, será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel. Aunque intentes enmendar el error, ya estará “marcado”.

Por impulso no nos controlamos y sin pensar, lanzamos palabras llenas de odio y rencor. Luego, cuando recapacitamos, nos arrepentimos. Pero ya no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó marcado. Y lo mas triste es que dejamos “arrugas” en muchos corazones.

Desde hoy, seamos más compresivos y más pacientes, pero en especial, aprendamos a dejar el orgullo a un lado y tener la valentía de pedir perdón y reconocer nuestro error.

Cuando sintamos ganas de estallar recordemos “El papel arrugado”.

viernes, 21 de abril de 2017

II.FRANCISCO: UNA MIRADA EXTROVERTIDA

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El Papa Francisco, para cada una de las seis tentaciones de los agentes pastorales que reflexionábamos en el anterior artículo, propone una alternativa sanadora: el entusiasmo misionero, la alegría evangelizadora, la esperanza, la comunidad, el Evangelio y el ideal del amor fraterno, respectivamente. 

Entusiasmo misionero

El primer antídoto que Francisco ofrece a "la cultura globalizada actual que, sin dejar de mostrarnos valores y nuevas posibilidades, también puede limitarnos, condicionarnos e incluso enfermarnos" (EG 77) es el de una espiritualidad misionera que facilite la salida de la Iglesia y de todos sus agentes pastorales: "¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!" (EG 80)

El Papa no es pesimista, sino que nos ofrece su medicina espiritual: "Por todo esto, me permito insistir: ¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!" (EG 83)

Alegría evangelizadora

La alegría del Evangelio es esa que nada ni nadie nos podrá quitar (Juan 16,22). "Los males de nuestro mundo —y los de la Iglesia— no deberían ser excusas para reducir nuestra entrega y nuestro fervor. Mirémoslos como desafíos para crecer(EG 84)

"Precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir; así, en el mundo contemporáneo, son muchos los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida, a menudo manifestados de forma implícita o negativa. Y en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza"(Benedicto XVI en la Homilía durante la Santa Misa de apertura del Año de la Fe el 11 octubre 2012).

"En todo caso, allí estamos llamados a ser personas-cántaros para dar de beber a los demás. A veces el cántaro se convierte en una pesada cruz, pero fue precisamente en la cruz donde, traspasado, el Señor se nos entregó como fuente de agua viva" (EG 86)

Esperanza 

En fin, frente a "la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre" (EG 85), Francisco anima: "¡No nos dejemos robar la esperanza!" (EG 86)

Comunidad

En este elenco de medicinas para superar las tentaciones que afectan a los agentes pastorales actuales, Francisco hace un alto para describir otro antídoto que ofrece a "la cultura globalizada actual": "Sí a las relaciones nuevas que genera Jesucristo". Se trata de la mística de la comunidad y del encuentro

Hoy más que nunca, a pesar del desarrollo de las redes sociales y demás instrumentos de comunicación, "sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de participar de esa marea." Benedicto XVI, Homilía durante la Santa Misa de apertura del Año de la Fe (11 octubre 2012).

Imagen relacionadaEl antídoto que Francisco nos ofrece es una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación. De este modo, las mayores posibilidades de comunicación se traducirán en más posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos.

La Iglesia necesita ofrecer al mundo espacios buenos, sanadores, liberadores, esperanzadores... "Salir de sí mismo para unirse a otros hace bien. Encerrarse en sí mismo es probar el amargo veneno de la inmanencia, y la humanidad saldrá perdiendo con cada opción egoísta que hagamos" (EG 87)

Aquí Francisco recuerda sus reflexiones sobre "la revolución de la ternura", a la que el Hijo de Dios nos invita con su encarnación: "La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros" (EG 88)

Evangelio

Por eso, dice Francisco, el Evangelio es siempre un encuentro con el otro"Muchos tratan de escapar de los demás hacia la privacidad cómoda o hacia el reducido círculo de los más íntimos, y renuncian al realismo de la dimensión social del Evangelio. Porque, así como algunos quisieran un Cristo puramente espiritual, sin carne y sin cruz, también se pretenden relaciones interpersonales sólo mediadas por aparatos sofisticados, por pantallas y sistemas que se puedan encender y apagar a voluntad. Mientras tanto, el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo"(EG 88)

Ciertamente más que el ateísmo, el desafío que se presenta actualmente a la Iglesia es el de "responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro. Si no encuentran en la Iglesia una espiritualidad que los sane, los libere, los llene de vida y de paz al mismo tiempo que los convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad misionera, terminarán engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios" (EG 89)

Frente a esta tentación de individualismo espiritual, el Papa Francisco contrapone la religiosidad popular, cuyas formas "son encarnadas, porque han brotado de la encarnación de la fe cristiana en una cultura popular. Por eso mismo incluyen una relación personal, no con energías armonizadoras sino con Dios, Jesucristo, María, un santo. Tienen carne, tienen rostros. Son aptas para alimentar potencialidades relacionales y no tanto fugas individualistas" (EG 90)

La solución que Francisco ofrece y que marca un desafío para la Iglesia es mostrar que la relación personal y comprometida con Dios no pude separarse al mismo tiempo de una relación comprometida con los otros"Hace falta ayudar a reconocer que el único camino consiste en aprender a encontrarse con los demás con la actitud adecuada, que es valorarlos y aceptarlos como compañeros de camino, sin resistencias internas. Mejor todavía, se trata de aprender a descubrir a Jesús en el rostro de los demás, en su voz, en sus reclamos. También es aprender a sufrir en un abrazo con Jesús crucificado cuando recibimos agresiones injustas o ingratitudes, sin cansarnos jamás de optar por la fraternidad "(EG 91)

A diferencia de lo que piensa nuestra sociedad, en el encuentro con los demás se halla "la verdadera sanación, ya que el modo de relacionarnos con los demás que realmente nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano…" (EG 92). 

Francisco es categórico en este tema de la comunidad, como lo ha sido en el de la misión: "Los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (Mateo 5,1316). Son llamados a dar testimonio de una pertenencia evangelizadora de manera siempre nueva. ¡No nos dejemos robar la comunidad!" (EG 92). 

Francisco propone la medicina de la "salida misionera" contra la mundanidad espiritual: "Hay que evitarla poniendo a la Iglesia en movimiento de salida de sí, de misión centrada en Jesucristo, de entrega a los pobres. ¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales!" (EG 97)

Para sanarse de esta "mundanidad asfixiante" hay que tomarle "el gusto al aire puro del Espíritu Santo, que nos libera de estar centrados en nosotros mismos, escondidos en una apariencia religiosa vacía de Dios" (EG 97)

La conclusión y la advertencia del Papa no puede ser más dura y más sencilla: "¡No nos dejemos robar el Evangelio!" (EG 97)

Es evidente que el cambio de perspectiva realizado por el Magisterio del Papa Francisco es de 180 grados: Francisco no se queja tanto del pecado del mundo (secularización, laicismo, relativismo moral…), cuanto de la mundanidad interior de la Iglesia y de los agentes pastorales, porque "si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente" (Mateo 5,13). 

Amor fraterno

En un mundo lleno de divisiones y guerras, Francisco hace a todos los cristianos una petición sentida de "un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente"

El mundo está lacerado por las guerras y la violencia, o herido por un difuso individualismo que divide a los seres humanos y los enfrenta unos contra otros en pos del propio bienestar […] A los cristianos de todas las comunidades del mundo, quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis: "En esto reconocerán que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis unos a otros" (Juan 13,35). Es lo que con tantos deseos pedía Jesús al Padre: "Que sean uno en nosotros […] para que el mundo crea" (Juan 17,21) (EG 99). 

Francisco se muestra como un padre, que habla con cariño a sus hijos y los anima a quererse y a ayudarse: "¡Atención a la tentación de la envidia! ¡Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto! Pidamos la gracia de alegrarnos con los frutos ajenos, que son de todos" (EG 99)

Es cierto que a veces cuesta perdonar, porque existen dolores y heridas profundas, pero la Iglesia debe dar un testimonio nítido en este tema, porque así lo enseñó y pidió el mismo Señor: "Si ven el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae" (EG 100).

Para concluir con su elenco de luchas contra las tentaciones, Francisco propone cosas concretas para vivir la ley del amor

"Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! […] Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: Señor, yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella. Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy!" (EG 101)

En fin, frente a la tentación de la envidia y de las divisiones, Francisco nos invita: "¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!" (EG 101).

I. FRANCISCO: UNA MIRADA INTROSPECTIVA



El Papa Francisco siempre habla muy claro y de forma sencilla para que todos puedan entender. 

Hoy reflexionamos sobre su exhortación a ser una "Iglesia en salida". En su encíclica Evangelii Gaudium propone una mirada autocrítica e introspectiva, enumerando algunas tentaciones o pecados "que particularmente hoy afectan a los agentes pastorales"(EG 17): una espiritualidad sin apostolado, la tristeza egoísta, el pesimismo estéril, el individualismo enfermizo, la mundanidad espiritual y la envidia que divide. 

Con el término "agentes pastorales" incluye a "todos los que trabajan en la Iglesia […] desde los obispos hasta el más sencillo y desconocido de los servicios eclesiales" (EG 67)

No obstante, el Papa establece una distinción entre agentes pastorales, ya sean pastores, consagrados o laicos, que forman una pequeña parte de la Iglesia (los que realmente trabajan en y para la Iglesia), y discípulos misioneros, que representan a toda la Iglesia y donde cada bautizado es un agente evangelizador, el ideal al que aspira con la reforma de la Iglesia a través de su conversión pastoral y misionera.

Esta distinción nos recuerda que la evangelización es la principal tarea de la Iglesia y que atañe a cada bautizado por esencia, independientemente de que desempeñe o no un cargo pastoral en la Iglesia.

Pero la evangelización presenta una serie de problemas que el Papa Francisco detalla:



Espiritualidad cómoda, individualista y relativista

Muchos agentes pastorales, incluso sacerdotes, desarrollan una falsa espiritualidad, sin entrega, individualista y cómoda "Manteniendo una preocupación exacerbada por los espacios personales de autonomía y de distensión, que lleva a vivir las tareas de la Iglesia como un si no fueran parte de su propia identidad " (EG 78)

Debido a una crisis de identidad, causada por la desconfianza hacia la Iglesia y su mensaje, muchos agentes pastorales desarrollen una especie de complejo de inferioridad que les lleva a relativizar u ocultar su identidad cristiana y sus convicciones. 

Ello provoca un círculo vicioso que lleva a una entrega muy débilAhogan su alegría misionera en una obsesión por ser como todos y por tener lo que poseen los demás. Así, las tareas evangelizadoras se vuelven forzadas y se dedican a ellas pocos esfuerzos y un tiempo muy limitado (EG 79)

También se desarrolla un relativismo individualista que lleva a un estilo de vida aferrado a "aferrarse a seguridades económicas o a espacios de poder y de gloria humana, a actuar como si Dios no existiera ni los demás, tampoco" (EG 80)

Acedia egoísta y paralizante

La consecuencia de esa espiritualidad individualista, cómoda y relativista es una segunda tentación peor aún: la "acedia paralizante", una tristeza profunda en las cosas de Dios, de la que ya hablaban los padres del desierto y que todos los místicos han descrito: 

Cuando más necesario es un dinamismo misionero que lleve sal y luz al mundo, muchos laicos sienten el temor de que alguien les invite a realizar alguna tarea apostólica, y tratan de escapar de cualquier compromiso que les pueda quitar su tiempo libre

"Algo semejante sucede con los sacerdotes, que cuidan con obsesión su tiempo personal. Necesitan imperiosamente preservar sus espacios de autonomía, como si una tarea evangelizadora fuera un veneno peligroso y no una alegre respuesta al amor de Dios que nos convoca a la misión y nos vuelve plenos y fecundos. Algunos se resisten a probar hasta el fondo el gusto de la misión y quedan sumidos en una acedia paralizante" (EG 81)

Resultado de imagen de acediaEs lo que todos conocemos como el síndrome de burn-out ("estar quemado") a causa del exceso de actividades. "Pero el problema no es siempre el exceso, sino las propias actividades mal vividas, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable. De ahí que las tareas cansen más de lo razonable, y a veces enfermen. No se trata de un cansancio feliz, sino tenso, pesado, insatisfecho y, en definitiva, no aceptado" (EG 82)

El cambio profundo vivido en la Iglesia en las últimas décadas ha provocado una elevada sobrecarga de trabajo a los agentes pastorales: somos menos y tenemos que hacer más cosas: las de siempre y las nuevas. 

La dilación de las reformas necesarias provoca que los agentes pastorales continúen realizando las mismas tareas pastorales de siempre, a veces sin apenas frutos, y además las nuevas actividades, en teoría, evangelizadoras, aunque sin una motivación y una visión claras. 

En fin, los sacerdotes se sienten presionados por sus obispos, que les exigen más responsabilidades y más frutos; y los laicos comprometidos son, a su vez, utilizados por sus sacerdotes con la misma lógica diabólica:

-Tratan de llevar a cabo proyectos irrealizables o no los viven con ilusión.

-No aceptan la costosa evolución de los procesos o quieren que todo caiga del cielo. 

-Se apegan a sueños de éxitos imaginados por su vanidad. 

-Pierden el contacto real con el pueblo y prestan más atención a la organización que a las personas, les entusiasma más la "hoja de ruta" que la ruta misma

-El inmediatismo ansioso de estos tiempos hace que no toleren fácilmente alguna contradicción, algún aparente fracaso, alguna crítica, alguna cruz 

El primer paso para expulsar un demonio es discernirlo y ponerle nombre. La mayor amenaza para la Iglesia es sucumbir a la trampa de la mentira, de fingir que no pasa nada: "Es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad" .(EG 82)

Se desarrolla la psicología de la tumba, que poco a poco convierte a los cristianos en momias de museo, desilusionados con la realidad, con la Iglesia o consigo mismos, viven la constante tentación de apegarse a una tristeza dulzona, sin esperanza, que se apodera del corazón como "el más preciado de los elixires del demonio". 

Pesimismo estéril

La tercera tentación, que ahoga el fervor y la audacia, es "la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre" . Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar pierde de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos. Aun con la dolorosa conciencia de las propias fragilidades, hay que seguir adelante sin declararse vencidos (2 Cor 12,9). 
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El triunfo cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria, que se lleva con una ternura combativa ante los embates del mal. El mal espíritu de la derrota es hermano de la tentación de separar antes de tiempo el trigo de la cizaña, producto de una desconfianza ansiosa y egocéntrica" (EG 85)

En algunos lugares se ha producido una desertificación espiritual, "fruto del proyecto de sociedades que quieren construirse sin Dios o que destruyen sus raíces cristianas, o a vivir su fe casi a escondidas. Ésta es otra forma muy dolorosa de desierto. También la propia familia o el propio lugar de trabajo puede ser ese ambiente árido donde hay que conservar la fe y tratar de irradiarla" (EG 86). 

Individualismo enfermizo

En el contexto de una sociedad hedonista e individualista, Francisco desenmascara la tentación del individualismo enfermizo: "la sospecha, la desconfianza permanente, el temor a ser invadidos, las actitudes defensivas que nos impone el mundo actual"

La sociedad ha optado por una "modernidad líquida" que fomenta la fragilidad en las relaciones, que huye de las ataduras y de los compromisos, que busca contactos de "amor líquido", pero evita calculadamente las relaciones profundas.

"Esta tentación individualista se presenta tanto como una falsa autonomía de Dios, expresada por el aislamiento, que es una traducción del inmanentismo y que excluye al Creador, pero también como una forma de consumismo espiritual que pretende encontrar en lo religioso una forma de consumismo espiritual a la medida de su individualismo enfermizo. La vuelta a lo sagrado y las búsquedas espirituales que caracterizan a nuestra época son fenómenos ambiguos" (EG 89)

Francisco denuncia algunas otras expresiones de este individualismo espiritual: diversas formas de "espiritualidad del bienestar" sin comunidad, una "teología de la prosperidad" , sin compromisos fraternos o "experiencias subjetivas sin rostros", que se reducen a una búsqueda interior inmanentista

Mundanidad espiritual 

Existen dos imágenes de Iglesia: la Iglesia evangelizadora que sale de sí o la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para sí.

La Iglesia, cuando es autorreferencial, sin darse cuenta, cree que tiene luz propia; deja de ser el mysterium lunae y da lugar a ese mal tan grave que es la mundanidad espiritual, es decir, vivir para darse gloria a sí misma, en lugar de a Dios. 

"La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. 

Resultado de imagen de fariseos en la pasion de cristoEs lo que el Señor reprochaba a los fariseos: ¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios? (Juan 5,44). Es un modo sutil de buscar sus propios intereses y no los de Cristo Jesús (Filipenses 2,21). 


Toma muchas formas, de acuerdo con el tipo de personas y con los estamentos en los que se enquista. Por estar relacionada con el cuidado de la apariencia, no siempre se conecta con pecados públicos, y por fuera todo parece fariséicamente correcto. Se alimenta de dos maneras profundamente ligadas: 

-Una es la fascinación del gnosticismo, una fe encerrada en el subjetivismo, donde sólo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva, la persona queda clausurada en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos. 

-La otra es el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar (EG 94). 

"En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás interesan verdaderamente. Son manifestaciones de un inmanentismo antropocéntrico. No es posible imaginar que de estas formas desvirtuadas de cristianismo pueda brotar un auténtico dinamismo evangelizador". 

El Papa, sin nombrar a nadie, está realizando un diagnóstico de la situación interna de la Iglesia y de las actitudes de muchos agentes de pastoral, que impiden el "dinamismo evangelizador" que la Iglesia necesita. Habla expresamente de "formas desvirtuadas de cristianismo", de actitudes de mundanidad que pretenden "dominar el espacio de la Iglesia": 

-Cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fiel de Dios y en las necesidades concretas de la historia. Así, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos. 

-Fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, o en una vanagloria ligada a la gestión de asuntos prácticos, o en un embeleso por las dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial

-Densa vida social llena de salidas, reuniones, cenas, recepciones. 

-Funcionalismo empresarial, cargado de estadísticas, planificaciones y evaluaciones, donde el principal beneficiario no es el Pueblo de Dios sino la Iglesia como organización 

El Santo Padre es implacable a la hora de describir tantas situaciones frecuentes en la vida eclesiástica de las últimas décadas. En el fondo se intuye una crítica dura contra cierto aggiornamento superficial que ha degenerado en liturgismo, en mero compromiso social, en vida de sociedad, en planificaciones excesivas, etc. 

Las actitudes y manifestaciones varían, pero los efectos son los mismos: "En todos los casos, no lleva el sello de Cristo encarnado, crucificado y resucitado, se encierra en grupos elitistas, no sale realmente a buscar a los perdidos ni a las inmensas multitudes sedientas de Cristo. Ya no hay fervor evangélico, sino el disfrute espurio de una autocomplacencia egocéntrica" (EG 95).

Aquí ve el Papa Francisco
 la raíz de la pérdida de fervor evangélico de los agentes pastorales. La mundanidad pervierte al agente pastoral encerrándolo en su "autocomplacencia egocéntrica" y ésta, provoca la imposibilidad de cumplir con nuestra misión al dirigirnos hacia la ideologización del mensaje evangélico, el funcionalismo y el clericalismo. 

Resultado de imagen de rendicionHasta ahora el Papa ha hablado de los agentes pastorales en general, sin ninguna alusión personal y con bastante espíritu constructivo. 

Pero no hay duda de que está pensado en los pastores cuando habla de "generales de ejércitos derrotados" y de "generales derrotados" a los que acusa de vanidosos y de hablar "como maestros espirituales y sabios pastorales que señalan desde afuera (EG 96).

Lo que está en el fondo de esta actitud mundana es una "pérdida de contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel", la vanagloria de "tener algún poder" y la negación de "nuestra historia de Iglesia", que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa, porque todo trabajo es “sudor de nuestra frente” .

No es fácil la sanación de quien ha sucumbido a esta tentación y Francisco no ahorra duros calificativos contra este pecado que ciega al que lo padece hasta el punto de que "mira desde arriba y de lejos, rechaza y descalifica a sus hermanos y "no aprende de sus pecados ni está auténticamente abierto al perdón. 

Es una tremenda corrupción con apariencia de bien" (EG 97). ¡Suena un poco duro, pero auténtico! 

Envidia que divide 

El Papa Francisco detecta otra consecuencia de la mundanidad espiritual, anteriormente descrita, pues según él "lleva a algunos cristianos a estar en guerra con otros cristianos que se interponen en su búsqueda de poder, prestigio, placer o seguridad económica".

Resultado de imagen de cain y abelSufre especialmente por las guerras internas en las comunidades cristianas y un sentimiento inadecuado de pertenencia: algunos "más que pertenecer a la Iglesia toda, con su rica diversidad, pertenecen a tal o cual grupo que se siente diferente o especial" (EG 98)

Y no esconde su dolor al constatar "cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?" (EG 100)

En definitiva, Francisco hace auto crítica: con estos comportamientos mundanos ¿a quién vamos a evangelizar?". Es cierto que la cultura actual está cerrada a lo trascendente y parece hermética al mensaje de la Iglesia, pero también es verdad que la Iglesia tiene que cambiar muchas cosas internas y estructurales si pretende tener una palabra para este mundo, y más aún una palabra evangélica. 


 

sábado, 15 de abril de 2017

CÓMO TRANSFORMAR OBSTÁCULOS EN OPORTUNIDADES


Cada día, un líder se enfrenta a muchos obstáculos que, a veces, parecen imposibles de superar.

Mucha gente cree que el liderazgo es  algo fácil, pero nada más lejos de la realidad. El liderazgo básicamente implica eliminar los obstáculos toda vez que todos los demás han tirado la toalla.

Mientras algunas personas sólo ven obstáculos, un líder ve oportunidades.

Entonces, ¿cómo transformar obstáculos en oportunidades? Los pasos son fáciles de entender, pero requieren determinación y compromiso para lograrlo:

Fuera opositores

Lo primero que debemos hacer es deshacernos de los opositores. Toda organización (y especialmente la iglesia) tiene gente negativa que se opone a todo por sistema.

Todos sabemos a lo que nos referimos. Las personas negativas son aquellas que ponen pegas a cada idea nueva, aquellas que siempre ponen peros a invertir, aquellas que dan mil excusas por las que algo no funcionará...

¿Necesitamos personas así en nuestro equipo de liderazgo? Realmente, no.

Una de las razones por las que la misión de la iglesia está tan deprimida hoy día es porque nuestros consejos parroquiales están llenos de personas que se oponen a casi todo.

¿Significa eso que no debemos tener ningún tipo de precaución en la toma de decisiones? Claro que no ... pero existe un mundo entre elevar una voz de precaución que quiere hacer que la parroquia se mueva, y una voz de condena que sólo hace que la parroquia se estanque.

Así pues... erradiquemos a los opositores. ¿Por qué? Porque no se puede construir un futuro positivo con personas negativas. ¿Cómo? Sacándolos del tablero de juego. Sacándolos del equipo y mirando hacia adelante con optimismo y sin pesimistas.

Recordemos que Jesús no siempre hacía milagros. ¿Por qué? Porque la gente en algunas ciudades no tenía fe o se oponían a Él.

Posibilidades vs. Probabilidades


Obviamente, alguna idea puede que no llegue a término en algún momento, pero demasiadas ideas mueren en el "limbo" de lo que mucha gente piensa que es la "realidad".

La realidad es algo que uno mismo crea. Y si no, no hay más que fijarse en genios como Albert Einstein, Michael Jordan, Thomas Edison o Steve Jobs.

Resultado de imagen de obstaculosHace una década, casi nadie pensaba que un teléfono podría reproducir música, navegar por la web, fotografiar, pagar, aparcar, etc... Ahora es una realidad que ni siquiera nos planteamos.

Es tan fácil fijarse en los obstáculos que se requiere una profunda determinación de todos (incluso los optimistas) para mantenerse enfocados en las posibilidades, y no en las probabilidades.

El trabajo de un líder es dirigir continuamente al equipo hacia lo que puede suceder (en positivo), en lugar de hacia lo que podría suceder (en negativo) o lo que suele suceder (en negativo).

Los líderes que se centran en las posibilidades, en lugar de en las probabilidades, siempre progresan. 

Además, la audacia es más divertida que el temor.

Inasequibles al desaliento


El desaliento es una cualidad casi natural en el ser humano que se parece a la fuerza de la gravedad: tiende a llevarnos hasta el suelo.

Por eso, debemos permanecer inasequibles al desaliento, incansables en la tarea y centrados en lo positivo. 

Por ejemplo, en lugar de esgrimir razones por las que algo no funcionará, hagamos un "brainstorming" sobre maneras en las que algo podría funcionar: cuando alguien dice que no se puede, re-enfocarnos en el "yes, we can"; cuando alguien dice que no, re-dirigirlo hacia el sí.

Estos tres primeros puntos están todos centrados en la actitud porque, de todas las batallas que peleamos, las más grandes están en nuestra mente.

Nuestra actitud determina mucho más de lo que nos imaginamos. El líder con actitud positiva tiende a forjar futuros más brillantes.

Aprender de otros

Por supuesto, debemos buscar ejemplos de parroquias donde se producen "milagros". Las empresas estudian (y copian) a otras empresas; los entrenadores de fútbol se fijan en las estrategias de otros entrenadores de éxito; los programas de televisión se fijan en cómo otros consiguen más audiencia...

Sugerencia: leamos un poco de historia o biografías de los líderes que se enfrentaron a probabilidades aparentemente insuperables y triunfaron. 

O simplemente leamos la Biblia. Las Escrituras están llenas de líderes que habían perdido... hasta que Dios dio paso a una victoria.

Podemos mirar fuera de nuestro contexto, fijarnos y aprender de otros y así, ampliar nuestra mentalidad "pesimista", romper moldes y superar ideas que no conducen a nada. La mayoría de las veces, eso es precisamente lo que necesitamos.

Veteranía+Juventud

Miremos por un momento a las personas de nuestra parroquia o de nuestros consejos parroquiales ¿Cuál es la edad media?

Combinar veteranía con juventud complementará sabiamente la estructura y mentalidad de nuestros equipos de liderazgo. 

A la experiencia, podemos anadir ideas frescas y nuevas maneras de ver los problemas. A la sabiduría, se aportarán nuevos ojos, nuevas energías y un optimismo sin obstáculos .

Confianza

En última instancia, el verdadero liderazgo es una cuestión de fe. Abordar una tarea que nadie ha podido superar requiere confianza; requiere coraje; requiere fe. Fe en Dios.

El liderazgo audaz aumentará nuestra fe porque, al fin y al cabo, la fe es todo lo que tenemos. Por eso nos ponemos en la mejor compañía, en manos de Dios

Después de todo, Dios creó todo de la nada. Transformó la muerte en vida. El Señor es especialista en mover a las personas hacia circunstancias imposibles.

Honestamente creo que cuando estamos tratando de crear algo de la nada, haciendo lo imposible o enfrentándonos a un gran obstáculo, estamos ejercitando nuestra fe en el nivel más profundo, y Dios está encantado. Y en última instancia, recordemos que "para Dios, nada es imposible".

¿Qué separa la visión de la misión? Simplemente, la ejecución. Los verdaderos líderes hacen algo con sus ideas. Y no siempre "acertarán" a la primera: a veces, los experimentos fallan. Por eso son experimentos. Pero sin probar, sin asumir ciertos riesgos, nada cambiará nunca.

Pero si confiamos lo suficiente, imaginamos lo suficiente y soñamos lo suficiente, alcanzaremos más ideas de las que jamás hubiéramos pensado.