lunes, 30 de agosto de 2021
NADIE NOS HA CONTRATADO
jueves, 26 de agosto de 2021
AFÁN DE PROTAGONISMO
lunes, 23 de agosto de 2021
LOS OCHO LAMENTOS DE JESÚS: ¡AY DE VOSOTROS!
Después de escuchar en los evangelios a Jesús hablando con signos y parábolas, con firmeza y claridad, tanto a la muchedumbre como a los discípulos, ahora, en el capítulo 23 del evangelio de San Mateo, el Señor se dirige a la clase dirigente religiosa, a los escribas y fariseos.
Ellos, doctores de la Ley, pastores del pueblo, administradores encargados de cubrir las necesidades materiales y espirituales del pueblo de Israel, se han convertido en guías ciegos, necios e hipócritas que "dicen pero no hacen", que cargan a la gente con normas pesadas que ellos no cumplen, que hacen todo "de cara a la galería" pero que no mueven un dedo, que se "elevan y se espiritualizan" pero no viven lo que predican y que sólo buscan honor, privilegios y poder.
Sin embargo, Jesucristo nos repite una y otra vez, con gestos y con palabras, que no ha venido a condenar sino a salvar, y nos advierte del enorme abismo que separa el Reino de Dios (justicia, verdad, misericordia, perdón) de la doctrina de los hombres (cumplimiento, formalismo, legalismo, incoherencia, hipocresía).
En el versículo 37 llora desconsoladamente por Jerusalén, la esposa infiel, que crucifica y que mata a todos los enviados de Dios. Es el corazón roto de un enamorado que se lamenta por el rechazo de su pueblo a la misericordia divina: "Cuántas veces intenté...y no habéis querido".
Pero Jesús no sólo se dirige a los responsables religiosos de su tiempo, sino también a todos nosotros los bautizados, consagrados y laicos...a toda su Iglesia y nos invita a hacer un profundo examen de conciencia:
¿Soy un escriba o un fariseo?domingo, 22 de agosto de 2021
¿TAMBIÉN VOSOTROS QUERÉIS MARCHAROS?
Aunque halla visto Sus milagros o incluso reconozca Su divinidad, ocurre que, en ocasiones, no quiero profundizar, no quiero moverme más allá de mis deseos, de mis comodidades o de mis necesidades materiales... y por eso, muchos le abandonamos.
En su estilo directo e impetuoso, Pedro responde por todos nosotros diciendo que no hay otro camino: “¿A quién iremos? ¡Tú sólo tienes palabras de vida eterna!” Aun sin entenderlo todo, Pedro acepta a Jesús y cree en Él. A pesar de todas sus limitaciones, Pedro "cree sin entender", como la Virgen María. Y yo...¿creo aún sin entender?
En la homilía de hoy, escuchaba al sacerdote decir: "Si os ofrecieran una pastilla que os diera la posibilidad de ser inmortales y de ser siempre jóvenes, ¿la rechazaríais?". En efecto, eso es lo que Dios nos ofrece en la Eucaristía, la vida eterna a través de la donación de su propio Hijo. Y yo... ¿me lo creo o lo rechazo?
Jesús me enseña a asimilar a Dios como asimilo la comida que ingiero para crecer y desarrollarme. Se trata de que Dios viva en mí y yo en Dios. Lo que da vida no es celebrar el maná del pasado, sino comer este nuevo pan que es Jesús, su carne y su sangre, participando en la Eucaristía, asimilando su vida, su entrega, su donación. Y yo...¿cargo mi cruz y le sigo?
Jesús me pide creer en Él como Hijo de Dios y enviado por el Padre para rescatarme y liberarme del pecado, para salvarme y darme vida eterna. Pero no basta con creer. Es necesario que asimile e interiorice a Cristo: comer su carne es alimentarme, crecer y desarrollarme en la voluntad de Dios, y beber su sangre es aprender a cargar la cruz y seguirlo.
domingo, 15 de agosto de 2021
MEDITANDO EN CHANCLAS (15): MARÍA, REINA MADRE
sábado, 14 de agosto de 2021
MEDITANDO EN CHANCLAS (14): HACER UNA ELECCIÓN
viernes, 13 de agosto de 2021
MEDITANDO EN CHANCLAS (13): UNA UNIÓN INDISOLUBLE
jueves, 12 de agosto de 2021
MEDITANDO EN CHANCLAS (12): TEN PACIENCIA
Ayer, el Señor me hablaba de corrección, reconciliación e intercesión. Hoy me invita al perdón, una de las claves para mi santidad, en la parábola del siervo despiadado de Mateo 18, donde los dos deudores ruegan paciencia a su señor y prometen pagarlo todo.
Es exactamente lo que yo hago cuando me acerco al Sacramento de la Confesión: experimento la paciencia misericordiosa de Dios y, aunque, es imposible pagarle todo, me perdona.
Jesús me llama a la perfección del amor, a ser como el Padre misericordioso, a "ser perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mateo 5,38), y me abre la puerta del perdón: la compasión.
En la Biblia, el número "siete" significa perfección y por tanto, perdonar "setenta veces siete" equivale a la perfección total, a perdonar siempre. "Siete", también, significa descanso: "Y al séptimo día, descansó" (Génesis 2, 2-3). Cuando perdono, descanso y encuentro paz.
Cuando perdono, mi mente descansa. Mi corazón queda en paz. Mi espíritu se llena de amor. Entonces, mi alma se perfecciona y me configuro plenamente con Jesús, con la misericordia divina del Padre.