jueves, 20 de agosto de 2015

BATALLA ESPIRITUAL




“No es nuestra lucha contra la carne y la sangre, 
sino contra los espíritus del mal”. 
(Efesios 6,12)

El diablo ya ha empezado a actuar contra nosotros, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar (1Pedro 5,8), con sus perspicaces ataques y sus sutiles tentaciones, persigue muy especialmente a todos aquellos que nos atrevemos a "dar testimonio de la verdad en el mundo" (Juan 18,37). 

Sabe bien que nosotros somos sus enemigos más poderosos, los más capaces de neutralizar sus engaños con la luz evangélica, de disminuir o eliminar su poder sobre los hombres.

Como Padre de la mentira (Juan 8,44), para seducir a los hombres, sus artimañas son la astucia, la mentira, el engaño (Génesis 3; 2 Cor 2,11). 

Lobo con piel de oveja (Mateo 7,15), reviste las mejores apariencias, y hasta llega a disfrazarse como ángel de luz (2 Corintios 11,14). 

Por medio de sus mentiras extravía a las naciones y a la tierra entera (Apocalipsis 12,9; 20).

Como Príncipe de las tinieblas, se opone frontal y continuamente a Cristo, que es la Verdad y la Luz del mundo. Trata de inclinarnos al pecado, a los malos sentimientos, a la desunión, a la envidia y a la crispación.

Debemos estar muy alerta y defendernos de él, vistiendo la "armadura de Dios" (Efesios 6, 11-18) y sobre todo, con nuestra arma más poderosa: la oración.




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