"Vosotros
seréis mis discípulos si perseveráis en mi palabra; entonces conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres.
Juan
8, 31-32
La libertad espiritual es la libertad de tus
propios miedos, adicciones, preocupaciones y comportamientos auto-destructivos.
Sólo Dios puede dártela.
Hoy en día, nuestra
cultura define la libertad como "hacer
cualquier cosa que me apetezca." Vivimos
en la era de sentimientos, donde los sentimientos prevalecen sobre todo lo
demás. Si algo te hace sentirte bien, entonces asumes que es bueno.
Pero "hacer lo que me apetece":
·
a
nivel personal
no
es más que egoísmo.
·
a
nivel familiar, genera conflictos.
·
a
nivel social, es la anarquía.
·
a
nivel espiritual, es rebelión contra Dios.
Los sentimientos se
han convertido en un “dios” para muchos. Todo lo que siento se convierte en el
fundamento de toda mi conducta, incluso si me perjudica a mí mismo, o a otros.
Sin embargo,
limitar lo que me apetece es el camino a la responsabilidad, a la madurez, e
incluso al amor. El verdadero amor no es egoísta.
¿Cómo podemos vivir
libres en un mundo esclavo de su propio egocentrismo? El primer paso para la
madurez espiritual es darse cuenta de que Dios
te diseñó para una vida infinitamente mejor a la que estás viviendo en
estos momentos. Hay más. Mucho más.
La intención que Dios tiene para ti es
mucho mayor de lo que te puedas imaginar.
La vida que Dios creó
para que vivieras...es rica en amor,
compasión y gracia, llena de energía y vitalidad, profundamente conectada a Dios
y a los demás, sensible a la guía divina y a las necesidades de las personas
que te rodean, llena de paz, basada en la alegría y la confianza, perceptiva
de que este mundo no es todo lo que hay.
Jesús nos enseñó el
camino hacia la madurez espiritual, hacia la verdadera libertad: "...si perseveráis en mi palabra; entonces conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."
P. Rick Warren
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