"Por sus frutos los conoceréis.
¿Acaso se cosechan uvas de los espinos o higos de los cardos?
Así también, todo árbol bueno da frutos buenos,
pero el árbol malo da frutos malos.
Un árbol bueno no puede dar frutos malos,
ni un árbol malo frutos buenos."
(Mateo 7, 16-18)
Parece que los cristianos de hoy somos más conocidos por las cosas que no somos que por las que somos (o deberíamos ser). Y creo firmemente que deberían reconocernos por nuestros frutos.
Como sabemos, los frutos del Espíritu "son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna". Son los frutos que todo cristiano debería dar, cualidades que todo cristiano debería mostrar.
La Biblia, en la carta del Apóstol Pablo a los Gálatas 5, 22-23 los enumera: "amor, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad".
Amor/Caridad
"El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor."
(1 Juan 4, 8)
En realidad, no creo que nadie pueda llamarse verdaderamente cristiano y no mostrar amor.
No importan las circunstancias a las que nos enfrentemos, amar a los demás es lo que nos distingue del resto del mundo.
San Agustín decía que "la caridad fraterna es la única que distingue a los hijos de Dios de los hijos del diablo. Pueden todos hacer la señal de la cruz, responder amén, hacerse bautizar, entrar en la iglesia, edificar templos. Pero los hijos de Dios sólo se distinguen de los del diablo por la caridad. Puedes tener todo lo que quieras; si te falta el amor, de nada te vale todo lo demás."
Alegría/Gozo
(2 Corintios 13, 11a)
Es el fruto que emana, de forma natural, del amor. Es una alegría que no se apaga ante los problemas; todo lo contrario, crece y se fortalece cuando nos enfrentamos a ellos y que se hace más necesaria que nunca.
Cuando se está en comunión con Dios amor, el cristiano es feliz y busca hacer felices a los demás.
Es un gozo que supera cualquiera otro fundado en las cosas del mundo.
Paz/Serenidad
(2 Corintios 13, 11b)
La paz es la perfección que armoniza la alegría, porque supone el gozo de ser amado por Dios y que brota del corazón.
La paz aporta al cristiano serenidad y le mantiene en una constante alegría a pesar de cualquier dificultad o problema.
Benignidad/Indulgencia
Es una disposición permanente a la indulgencia y a la afabilidad. Es un fruto que nos ayuda a ser gentiles y ayuda a defender la verdad sabiendo ‘discutir’.
Aporta una dulzura especial en el trato con los demás.
Aporta una dulzura especial en el trato con los demás.
La benignidad no critica ni condena a los demás; no grita ni insulta; no se amarga ni se enoja.
Bondad/Misericordia
como Dios os ha perdonado por medio de Cristo.
(Efesios 4, 31-32)
Los hombres hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, por lo que tenemos la capacidad de ser bondadosos.
La bondad es la compasión que nos mueve a preocuparnos por los demás y a buscar su bienestar.
Es la benignidad dirigida a los que sufren y necesitan ayuda.
Paciencia/ Templanza
En este acelerado mundo de hoy, la paciencia es la clave. Mientras el mundo ansía la inmediatez, la Palabra de Dios nos llama a ser pacientes en todas las cosas.
Y aunque no siempre es tarea fácil, es el camino correcto para un cristiano.
Y aunque no siempre es tarea fácil, es el camino correcto para un cristiano.
Un cristiano paciente supera las turbaciones que implica la lucha permanente contra las fuerzas invisibles y visibles.
La paciencia facilita un encuentro armonioso con quienes nos relacionamos. nos ayuda a controlar las situaciones difíciles e impide el resentimiento y la venganza.
Longanimidad/Perseverancia
Es el coraje o el ánimo cuando hay dificultades que se oponen al bien; es un ánimo sobrenatural para concebir y ejecutar las obras de la verdad.
Este fruto permite al cristiano saber esperar la acción de la Divina Providencia, cuando ve que, según la lógica humana, se retrasa el cumplimiento de sus designios.
Es un fruto que permite superar las dificultades.
Mansedumbre/Humildad
Un cristiano evita la cólera, el resentimiento y las reacciones violentas.
La mansedumbre hace al cristiano suave en sus palabras, en el trato con los demás y frente a la prepotencia.
La mansedumbre hace al cristiano suave en sus palabras, en el trato con los demás y frente a la prepotencia.
Es el fruto que nos asemeja a Jesús, manso y humilde de corazón.
Fidelidad/Lealtad
(Apocalipsis 2,10)
Un cristiano defiende la fe en público y no la oculta por miedo o vergüenza.
La fidelidad es la facilidad para aceptar todo lo que creemos, la firmeza para afianzarnos en ello y la seguridad de su cumplimiento sin sentir dudas.
Modestia/Discreción
Un cristiano evita todo lo que sea áspero y mal educado; este fruto se aprecia en su forma de vestir, en su forma de hablar, en su comportamiento, etc..
El que da este fruto no se fija en cosas indecorosas y vulgares. Es discreto y cuidadoso en todo.
El mayor ejemplo de modestia y discreción (como de todos los frutos del espíritu) es la "Llena de Gracia", la Santísima Virgen María.
Pureza/Limpieza
"Hermanos, considerad lo que hay de verdadero, de noble, de justo,
de puro, de amable, de buena fama, de virtuoso, de laudable.
Un cristiano se contiene y mantiene a raya la concupiscencia en lo que concierne al comer, al beber, al divertirse y en los otros placeres de la vida terrenal.
La contingencia ordena los instintos es como consecuencia de la dignidad de los hijos de Dios que tenemos y mantiene el orden en el interior del hombre.
Castidad/ Continencia
"Que cada uno sepa usar de su cuerpo con santidad y respeto
sin dejarse arrastrar por los malos deseos, como hacen los paganos que no conocen a Dios."
(1 Tesalonicenses 4, 4-5)
Quien da este fruto es cuidadoso y delicado en todo lo que se refiere al uso de la sexualidad.
Quien es casto (ya sea virgen o casado) experimenta la alegría de la íntima amistad de Dios: "felices los limpios de corazón, porque verán a Dios."
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