"Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo."
(Levítico 19, 2)
El dia 1 de abril de 2005 y tras su nombramiento como obispo de Roma, el Papa emérito Benedicto XVI nos habla de la necesidad de santos, de hombres que sean testigos de Dios y luz para el mundo:
"Lo que más necesitamos en este momento de la historia son hombres que, a través de una fe iluminada y vivida, hagan creíble a Dios en este mundo.
Tenemos necesidad de hombres que mantengan la mirada en Dios, aprendiendo desde allí la verdadera humanidad.
Tenemos necesidad de hombres cuya inteligencia esté iluminada por la luz de Dios y a los cuales Dios abra el corazón, de manera que su inteligencia pueda hablar a la inteligencia de los demás, y su corazón pueda abrir el corazón de los demás.
Sólo a través de hombres que han sido tocados por Dios, Dios puede regresar entre los hombres. "
Al Papa Francisco, durante la JMJ de río de Janeiro, se le atribuyen estas palabras sobre la necesidad que tiene el mundo de santos:
"Necesitamos santos sin velo, sin sotana. Necesitamos santos de jeans y zapatillas. Necesitamos santos que vayan al cine, escuchen música y paseen con sus amigos.
Necesitamos santos que coloquen a Dios en primer lugar y que sobresalgan en la Universidad. Necesitamos santos que busquen tiempo cada día para rezar y que sepan enamorar en la pureza y castidad, o que consagren su castidad.
Necesitamos santos que coloquen a Dios en primer lugar y que sobresalgan en la Universidad. Necesitamos santos que busquen tiempo cada día para rezar y que sepan enamorar en la pureza y castidad, o que consagren su castidad.
Necesitamos santos modernos, santos del siglo XXI con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo.
Necesitamos santos comprometidos con los pobres y los necesarios cambios sociales. Necesitamos santos que vivan en el mundo, se santifiquen en el mundo y que no tengan miedo de vivir en el mundo.
Necesitamos santos que beban Coca Cola y coman hot-dogs, que sean internautas, que escuchen iPod. Necesitamos santos que amen la Eucaristia y que no tengan vergüenza de tomar una cerveza o comer pizza el fin de semana con los amigos.
Necesitamos santos a los que les guste el cine, el teatro, la musica, la danza, el deporte. Necesitamos santos sociables, abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros. Necesitamos santos que estén en el mundo y que sepan saborear las cosas puras y buenas del mundo, pero sin ser mundanos".
Ser santo...
La santidad es el camino que nos lleva hacia el Señor. Por ello, todos estamos llamados a la santidad. Por eso, los Santos Padres, Benedicto y Francisco, y con ellos, toda la Iglesia de Cristo, "buscan ser santos".La santidad no es un estado inalcanzable ni utópico, como muchos creen. Dios nos pone a nuestra disposición muchos medios para serlo. Nos lo pone fácil pero hay que desearlo.
La santidad tampoco es competencia exclusiva de Papas, obispos, curas, frailes y monjas. Es tarea de todos. Tampoco significa ser un "supercristiano".
La santidad es más abandono que apego, más don que conquista, más gracia que mérito, más misericordia que empeño, más ser que hacer.
Ser santo es vivir abrazado y "acurrucado" por Dios, en cada momento, en cada gesto, en cada suspiro. Ser santo es llevar a Dios en el corazón y abrirlo al mundo.
Ser santo es cumplir la voluntad de Dios. Ser santo es ser "digno de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo". Ser santo es buscar apasionadamente a Dios y dejarse transformar por Su gracia.
Ser santo es ser "como un niño" confiando ciegamente en su padre. Amar sin esperar nada. Más aún... dejarse amar profundamente por el infinito amor de Dios.
Se buscan santos...
Se buscan santos, hombres y mujeres, que brillen y alumbren esta negra oscuridad que envuelve este mundo; que sean testigos de la Verdad en medio de tanta mentira.Se buscan santos que anuncien el Camino en medio de tanta confusión;que sean luz del mundo, con el testimonio de su palabra y de su vida diaria; que proclamen la Verdad que nos hace libres.
Se buscan hombres y mujeres que amen; que hagan presente a Cristo en nuestro mundo, que sean cauces de la misericordia y de la ternura de Dios; que sean contemplativos en la acción.
Se buscan santos enamorados y fieles; que tengan el "sí" grabado en sus corazones; que vivan despreocupados y desapegados de las cosas del mundo y de sus planes, sin ataduras terrenales ni agobios materiales.
Se buscan santos enamorados y fieles; que tengan el "sí" grabado en sus corazones; que vivan despreocupados y desapegados de las cosas del mundo y de sus planes, sin ataduras terrenales ni agobios materiales.
Para ser santo...
La historia de los Santos está repleta de hombres y mujeres que nos indican el camino hacia la santidad.Santo Tomás de Aquino decía que "para ser santo, tan sólo es necesario desearlo".
San Ignacio de Loyola con su principio y fundamento resumía la santidad así: "El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma".
Santo Tomás de Cori fue un franciscano que en 1684 pidió ingresar en un convento contemplativo con esta carta de presentación: “Soy fray Tomás de Cori y vengo para hacerme santo”.
Santa Teresita de Lisieux le decía en una carta a su Madre priora: "Bien sabe usted Madre que yo siempre he deseado ser santa (...) y me he dicho a mí misma: Dios no puede inspirar deseos irrealizables".
Santa Teresa de Ávila dijo: “Digo que importa mucho, y en todo una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella [la santidad], venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabajase lo que se trabajase, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo".
Quiero ser santo...
En la medida en que cada uno de nosotros deseemos caminar hacia la santidad, llegaremos a alcanzarla. Y mientras eso llega, el mundo será mejor porque Cristo está vivo y se hace presente en nosotros. Vive pero casi nadie lo proclama, casi nadie lo ve, casi nadie lo cree.Por eso...
Quiero ser santo con la mirada en lo alto,
con la mano en el corazón y una sonrisa en mi cara.
Quiero ser santo para revolucionar el mundo mostrando a Jesucristo,
para reflejar el rostro de Cristo, para configurarme a Él y llegar a ser como Él.
Quiero ser santo para poner alegría donde hay tristeza,
paz donde hay guerra, amor donde hay odio.
La verdadera renovación se consigue gracias a los santos. Con su alegría, con su pasión por la vida, por Dios y por el hombre, lo cambian todo. Son alegres, son libres, son felices...
Pidamos el don de la santidad cada día porque Dios quiere que seamos santos; porque queremos ser santos; porque hacen falta muchos santos.
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