martes, 20 de noviembre de 2018

¡CÓMO NOS CUESTA OBEDECER!


"He aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad"
(Hebreos 10, 9) 

Desde nuestra humanidad herida, lo que más difícil nos resulta, lo que más nos irrita, lo que más nos fastidia es cumplir una voluntad que no sea la nuestra, provenga de donde provenga. 

Nos rebelamos y rechazamos todo aquello que frene nuestra libertad individual. Es, en definitiva, la misma historia que se repite desde el principio del universo: desobedecer por causa de una libertad mal entendida. 

¿Por qué? Porque entendemos mal la libertad que, amorosa y misericordiosamente, Dios nos regala, para obedecerle con confianza plena, sabiendo que todo es para nuestro bien.

Y es que, muy a pesar de nuestro empecinamiento orgulloso, todo el un
iverso gira en torno a  leyes que están sujetas a la obediencia:

Leyes fí
sicas 
Rigen toda la creación, que regulan nuestra relación con la naturaleza. Por ejemplo, la de la gravedad o de la inercia. Se acatan y punto. No hay otra opción. Por mucho que deseáramos obviarlas o saltárnoslas, estamos sujetos a ellas. Sí o sí. Nuestra libertad poco tiene que decir.

Leyes socia
les y políticas 
Regulan nuestras relaciones entre los hombres. Por ejemplo, el código de circulación o el código penal. Podemos obviarlas en base a nuestro criterio y en aras de nuestra libertad individual, aunque debemos asumir la responsabilidad de desobedecerlas (sanciones, multas, juicios, prisión, etc.).

Leyes religiosas
Regulan nue
stras relaciones dentro de la Iglesia. Por ejemplo, comulgar en Gracia o guardar celibato en el sacerdocio. Podemos saltárnoslas pero entonces no estaremos siendo consecuentes con la Doctrina y Tradición de la Iglesia.

Leyes morales
Regulan nuestra relación con Dios. Podemos obedecer a Dios por miedo a un castigo, por conseguir un premio (el cielo), es decir, por una actitud quizás algo egoísta, o podemos obedecer por amor incondicional y con confianza plena. 


¿Por qué obedecer a Dios?

Sabemos qué debemos obedecer porque Jesús nos lo dijo: "Ya sabes los mandamientos: no cometerás adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre" (Lucas 18, 20); y además nuestro interior, nuestra conciencia nos lo dicta: hacer el bien y evitar el mal.

Y además porque obedecer sólo tiene sentido y plenitud cuando las intenciones se traducen en hechos que nos llevan a la paz y a la felicidad. 

La virtud de la obediencia a Dios supone confianza en el que acata y responsabilidad en el que manda, observancia en el que cumple y justicia en el que dicta, docilidad en el que obedece y misericordia en el que ordena.

Modelos de obediencia y actitudes

Dios jamás pedirá algo que esté fuera de nuestro alcance, algo que no podamos darle. Podrá parecernos humanamente imposible pero Dios, que nos ama infinitamente sólo nos pide más amor. Un padre no le pide a un hijo aquello de lo que no es capaz.

Resultado de imagen de obediencia a diosTodos los modelos de obediencia que aparecen en la Escritura tienen las mismas actitudes: fe, amor, humildad, confianza y servicio; y un denominador común: obedecieron libremente.

Abraham y Moisés tuvieron una fe inquebrantable. María es el paradigma de humildad, la confianza y el amor a Dios: su sí no era u
no cualquiera, porque gracias a su fiat, Dios se hizo hombre.

Y qué decir de Jesucristo, quien se humilló, dejó su trono celestial, vino al mundo para hacer la voluntad de su Padre y servir a la humanidad. Y además, lo hizo regalándonos el Amor más grande: aquel que da la vida por sus amigos.

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