miércoles, 2 de enero de 2019

AS TIME GOES BY (MIENTRAS PASA EL TIEMPO)

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"Las cosas fundamentales suceden mientras pasa el tiempo".
(As Time Goes By- Frank Sinatra)


La vida es un río siempre en movimiento, en continuo cambio y progreso, que fluye inexorablemente hacia el mar. Su cauce discurre fugazmente por lugares no marcados. A veces, tranquilos y otras, sinuosos o agitados. Un río que se bifurca en afluentes para dejar parte de su esencia, que elude obstáculos y amplía su caudal, para seguir su devenir. Y al final, en su desembocadura, se insinúa el mar, su destino final: el cielo.

Hoy quiero volver la mirada atrás hacia la eternidad de los instantes importantes de mi río

Hoy quiero recordar las cosas fundamentales que me han sucedido mientras ha pasado el tiempo. 

Hoy quiero evocar aquel instante en el que encontré a mi ángel. Hoy quiero rememorar aquel momento en el que unimos nuestras almas ante Dios, y del que más tarde, como regalos del cielo, nacieron nuestros queridos hijos.

Pero, sobre todo, quiero revivir aquel encuentro cara a cara con Dios, "fuente de agua viva", cuando parecía que mi río dejaba de fuir, estancándose en los problemas y que, sin embargo, emergió con renacida serenidad y confianza, creciendo en caudal y profundidad.

Miro hacia atrás y el pasado se revela ante mí. No me detengo. Mi río sigue hacia adelante y el futuro se vislumbra ante mí, sosegando mi conciencia en el presente, al descubrir el misterio de la luz, que abrasa mi corazón, ante la manifestación del fuego insondable del amor de Dios. 

Aquí, es donde no es posible perder el tiempo. Aquí, en la profundidad de los instantes de amor, es donde aparece un atisbo de eternidad. Aquí, es donde aparece Dios.

¿Cómo fue mi pasado? 
De mí depende no quedarme estancado en el pasado y hacer de mi curso fluvial un deseo de amar siempre. Porque el tiempo siempre pasa, aunque casi siempre pase inadvertido. Su huella será aprendizaje, unas veces. Sufrimiento, otras. Pero Amor, siempre. En todo caso, dejo mi pasado en manos de Su misericordia.

Imagen relacionada¿Cómo será mi futuro? 
Será corriente, cascada o remolino. Será como Dios lo haya escrito en su mapa geográfico, pero siempre abandonado a su ProvidenciaSon tantas las variables que pueden llegar a ser a lo largo de mi cauce que, si me dedicara a intentar visualizarlas, o aún, a tratar de controlarlas, no tendría tiempo de fluir, de vivir, de amar. 

¿Cómo es mi presente? 
Mi presente es asunto enteramente mío, y de mi libre voluntad depende dar la vida para recibirla. De mí, depende abrazar todo lo que a mi paso encuentro, como un regalo de Dios. En cada instante, voy muriendo en mí y naciendo en Dios.  En cada segundo, voy dejando de ser río para convertirme, poco a poco, en parte del mar.

Envejezco y a la vez, rejuvenezco al amar. Muero y renazco al conectarme con mi Creador. Soy consciente de que debo morir para vivir. Sé que debo encontrar el sentido de mi vida en cada renuncia, en cada abandono, en cada experiencia de Dios.

¡Cuánto he vivido! ¡Cuánto he surcado! Un "cuánto" que se disuelve en el Quién, y que es lo que importa. Un "cuánto" que se diluye en un "cómo" vivo cada día, en un "para quién" vivo cada instante, en un "a Quién" le ofrezco cada segundo.

Me queda mucho terreno que surcar en mi proceso continuo de búsqueda. ¿Cómo compaginar alegría y tristeza, gracia y desgracia, reposo y actividad, luz y oscuridad? ¿Vivir es acaso durar? o ¿Es amar mientras tanto?

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La vida es corta y lo importante es aquello que haga con el tiempo que se me ha dado. Podría Dios prolongar mis años, podría alargar mi cauce, y no por ello sería "más río". 

Lo que al final cuenta no es cuánto he durado, cuánto he vivido, sino cuánto he amado. Lo que importa es la profundidad e intensidad del amor con el que he regado los terrenos que he surcado.

Si no ejercito el amor, mi corazón se jubila, mi río se detiene y se seca. Si no aumento mi caudal adecuadamente, no podré llegar a mi meta. Si me detengo en los apegos que me estancan, arruino mi propio devenir. 

Si no conecto la cabeza al corazón, no comprenderé el sentido de mi vida. Si no renazco encendido por el fuego interior que Dios ha puesto en mí, no podré saborear las primicias del "Mar". 

Si no vivo esa presencia Suya, no podré experimentar la gratuidad de la Gracia, la infinidad de su Amor incondicional, que en cada recodo, en cada curva, en cada recoveco, me hace ser más libre para amar y fluir hacia el anhelo de la felicidad plena.

Mientras pasa el tiempo... mi amor permanece. 

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