miércoles, 27 de marzo de 2019

VOLVER A EVANGELIZAR A "LOS NUESTROS"

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"Id, pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos, 
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 
y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. 
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" 
(Mateo 28, 19-20)


A lo largo de su historia, la Iglesia se ha ocupado de cumplir el mandato de Jesús de ir, hacer discípulos, bautizar y enseñar la fe cristiana hasta los confines de la tierra. 

Sin embargo, en los últimos tiempos nos hemos "olvidado" (o nos hemos despreocupado) de hacer discípulos dentro de nuestras parroquias, llevados por la inercia de pensar que "todo estaba hecho", que "todos estaban evangelizados", "que "todos estaban convertidos". 

Poco a poco, la Iglesia Católica ha ido convirtiéndose (en el sentido equivocado del término) en una "Iglesia de llegada", que acogía a los cristianos de conversión o a los cristianos de nacimiento. Hemos hecho "cristianos" pero no discípulos, hemos nacido católicos pero no nos hemos convertido, y muchas personas que estábamos dentro de la Iglesia, nos hemos ido.

Ahora, tenemos que "volver a ser una Iglesia en salida", como dice el Papa Francisco, para recuperar su esencia evangelizadora, para volver a su origenNo para romper ni cambiar la Iglesia sino para redescubrirla, para reiniciarla

Así pues, nos encontramos de vuelta a 'la Iglesia primitiva' del siglo I, para que reiniciemos la misión que Cristo nos encomendó. Tenemos que "volver a evangelizar a los nuestros". Pero ¿cómo hacerlo? ¿a qué problemas nos enfrentamos? ¿cuáles son nuestras debilidades y fortalezas?
Resultado de imagen de un mundo sin esperanza

Debilidades

1-Falta de discipulado
Nos hemos dejado la fe por el camino porque la hemos dado "por supuesta" y ahora no sabemos qué hacer. No sabemos cómo evangelizar. No sabemos como "convertir". No sabemos cómo hacer discípulos. Nos hemos olvidado de cómo hacerlo.

2- Falta de enfoque.
La evangelización comienza siempre con cercanía, empatía e interés genuino hacia las personas a las que nos dirigimos y esto se hace a través de la acogida, la escucha y la construcción de relaciones auténticas. 

3-Falta de comunidad real
Es triste admitirlo, pero en nuestras parroquias casi nadie nos conocemos, casi nadie nos saludamos, casi nadie nos interesamos por el que se sienta delante o detrás nuestro y casi nadie comparte su fe. 

Vamos a la iglesia, "consumimos" sacramentos y nos vamos a casa.

4-Falta de "herramientas".
Necesitamos herramientas para que todos podamos compartir la fe, es decir, evangelizar. 

Obviamente, la formación es una parte importante de equipar a las personas para el apostolado. 

Dios ya ha provisto a su Iglesia todo lo que necesita para hacerlo. Él ha dado dones y talentos para evangelizar a laicos, hombres y mujeres, y les ha dotado con celosos sacerdotes para que proclamen y enseñen la fe. 

5-Falta de motivación
Tendemos a pensar que la evangelización es sólo labor de unos pocos. Pero no es cierto. 

Los dones del Espíritu Santo son repartidos por Dios con un propósito: la edificación del cuerpo místico (Efesios 4, 11-16).  

Por lo tanto, es labor de todos descubrir y liberar los dones inherentes al apostolado en nuestras comunidades para formar, motivar y dirigir a todos en el servicio misionero y la evangelización. 

Fortalezas

1-Visión. 
Ante todo, tenemos que saber lo que debemos hacer y, a continuación, hacerlo. Se trata de fomentar el modelo de vida cristiana para motivar a todos los católicos y a los que no lo son: "enseñamos lo que sabemos, pero expresamos lo que somos".

Tenemos que cambiar la inercia y darnos cuenta que el problema no está fuera, sino dentro de la misma Iglesia. Reconstruir una Iglesia de "primer momento", de "primer anuncio" para que nuestras las parroquias vuelvan a ser verdaderas comunidades cristianas del siglo XXI. 

2- Mensaje que señale a la Fuente.
Toda la vida parroquial ha de estar enfocada en y hacia Jesús. Nuestras parroquias deben ser, ante todo, "cristocéntricas.

No se trata de enseñar o imponer una moral, una doctrina o una religión, sino de favorecer un encuentro íntimo y personal con Jesús. Porque sólo puede amarse lo que se conoce. Y conocer a Jesús nos lleva a amarle. 

Nuestro testimonio, nuestro mensaje no trata sobre nosotros ni de normas, sino de una persona: Dios. Se trata de mostrar que somos gente de Jesús, que camina junto a Jesús y que transforma su vida por medio de Jesús. Jesús es atractivo incluso para las personas que han sido heridas por los pecados de la Iglesia o que rechazan la religión. 

Cristo cierra todas las cicatrices que nadie más puede. Señalamos a las personas a Jesús y nos damos cuenta de que la Iglesia es una herramienta, pero no la fuente. Jesucristo es la fuente de "agua viva" que hace todo nuevo, incluso en esta sociedad post-cristiana.

3-Celebrar vidas transformadas
Cuando las personas tienen un encuentro real con Jesucristo vivo y resucitado, sus vidas cambian y eso crea y aumenta el interés hacia lo que Jesús ha hecho por cada uno de nosotros. 

Nuestra Iglesia debe ser un espacio donde está bien "no estar bien", donde está bien no ser "perfectos", donde acoger personas que combaten luchas reales, que tienen grandes heridas abiertas y testimonios demoledores, que buscan una esperanza real que solo pueden encontrar en Jesús. 

Se trata de testimoniar cómo Dios actúa en nuestras vidas y celebrarlo con una fiesta, la Eucaristía, como hace el Padre cuando regresa el hijo pródigo.

4-Comunidades celulares. Nuestras parroquias deben estar formadas por grupos celulares y estructuradas en pequeñas comunidades de fe.

Al igual que los primeros cristianos se reunían en las casas y eran comunidades vivas que compartían todo, hoy tenemos que volver al lugar donde la gente se conoce y reza junta, donde comparte y testimonia su fe.

Necesitamos crear espacios de intimidad donde nuestra fe crezca, se desarrolle y se multiplique.

5-Al servicio a los demás
Nuestros principios evangelizadores deben estar orientados al servicio a los demás. 

Se trata de encontrar a personas que sufren y brindarles nuestra ayuda; personas desesperadas y darles el regalo de la esperanza; hombres y mujeres, adolescentes y niños para presentarles al Salvador, para que luego, ellos también puedan encontrar personas y hacer discípulos.

6-Crear un ambiente de autenticidad. 
La Iglesia debe ser también un espacio comunitario donde tomar conciencia de que todos corremos el riesgo de tropezar y caer una y otra vez en nuestro caminar hacia Dios. 

Una Iglesia donde todos somos pecadores y donde todos tenemos heridas. Una Iglesia donde Dios nos quiere a su lado para perdonarnos y sanarnos. 

Se trata de ser auténticos en un mundo de máscaras y estereotipos.

7- Una misión de todos y para todos
Buscar el Reino es tarea de todos. Dios nos llama a todos a contribuir en la instauración del Reino, no sólo a unos pocos. 

Necesitamos una "Iglesia de adultos", corresponsales en la misión, donde hace falta que todo el mundo reme y elimine las excusas para no evangelizar a amigos, familiares y vecinos. 

El apostolado parece haberse convertido en algo impersonal, etéreo. Algo que no va con todos. Algunos católicos no saben con qué ojos mirar a las personas que no creen.  No saben cómo ayudarles ni cómo escucharles. 

Hemos creado católicos "socialmente torpes" que viven una fe sin relación con los demás, sin preocupación por los demás, sin atención a los demás.

8- Nuevos métodos y lenguajes
Muchos de los problemas de la nueva evangelización vienen motivados porque "hablamos idiomas distintos" de los que habla la gente alejada de Dios, porque utilizamos métodos y catequesis que "no funcionan". 

Por tanto, es preciso ser audaces, valientes y creativos para replantear objetivos, estructuras, estilos y métodos para reconfigurar hacia donde ir y cómo hacerlo. 

Necesitamos cambiar el estilo, cambiar lo accesorio sin cambiar lo esencial. No se trata de cambiar las cosas, sino la manera de comunicarlas. 

Nuestra tarea es demostrar que nosotros somos tan "normales" como ellos. No somos "mejores" que ellos. Somos iguales pero con una diferencia: conocemos a Dios y queremos mostrarles cuánto nos ama.

9-Transformar el mundo
Evangelizar es algo más que una palabra "extraña". La Buena Nueva del Evangelio es un cometido que reúne recursos espirituales, humanos y materiales para cubrir necesidades y que trasciende la salvación y la santidad individuales. 

Incluye ambas, sin duda, pero también implica la transformación de comunidades fragmentadas, de sociedades perdidas y ciegas, de instituciones injustas, de sistemas opresivos y de medio-ambientes destruidos. 

El Evangelio es una buena noticia para toda la creación, para todo el mundo.

10-La única esperanza
El mundo, que camina en oscuridad, no puede darnos ninguna  luz de verdadera esperanza para una vida plena y eterna. 

Las personas anhelan una trascendencia que colme sus necesidades más profundas y que el mundo no puede ofrecer, aunque lo intente con espiritualidades que sólo conducen hacia un túnel existencial que genera personas solitarias, rotas y vacías. 

Sólo Dios puede cubrir ese espacio en lo más hondo del corazón humano y para ello, nos da más tiempo y una segunda oportunidad.  

En definitiva, sólo hacen falta tres cosas: rezar con esperanza, creer en el poder del Espíritu Santo y poner nuestra confianza plena en Dios.
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