"Estos son los que no se contaminaron con mujeres,
porque son vírgenes.
Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que vaya.
Estos fueron rescatados como primicias de los hombres
para Dios y el Cordero.
En su boca no se halló mentira: son intachables."
(Apocalipsis 14,4-5)
Cuando escuchamos la palabra "Apocalipsis", pensamos en calamidades y desastres. Pensamos en un fin catastrófico. Creemos que es un período de tiempo que nos toca vivir a nosotros, los hombres del siglo XXI .
Sin embargo, las Revelaciones o Apocalipsis de San Juan nos muestran algo muy distinto. Se trata de una gran exhortación a la conversión, a la perseverancia, a la firmeza en la fe.
Jesucristo, por medio de San Juan, nos habla a cada uno de sus seguidores y nos revela la identidad del cristiano apocalíptico, es decir, el cristiano desde la Resurrección de Cristo hasta su segunda venida.
El cristiano apocalíptico es aquel que ha aceptado a Cristo y lleva el sello del Cordero en la frente. Tiene oídos y escucha lo que Jesucristo dice a su Iglesia.
El cristiano apocalíptico es un hombre de oración y de intensa vida interior. Se deja traspasar por la espada afilada de la Palabra de Dios y la mantiene viva. Ve y sabe distinguir los signos de los tiempos. Mira los acontecimientos de la tierra "desde arriba".
El cristiano apocalíptico es aquel que mira con los ojos de Dios, habla con las palabras de Cristo, camina con los dones del Espíritu. Vive en el misterio de la Trinidad y es divinizado. Es hijo de la luz, vive íntegramente su esclavitud de amor a María Santísima y está consagrado a su Inmaculado Corazón.
El cristiano apocalíptico lleva una vida eucarística, se nutre de la liturgia como su pan de cada día. Ha sido purificado y busca con denuedo la santidad. Alaba a Dios continuamente con todo su ser, con palabras y con obras.
El cristiano apocalíptico está dispuesto a seguir al Cordero allí donde vaya, hasta la cruz, hasta el martirio y a ofrecer su vida por los demás y si ha de morir, lo hace por amor. Es valiente y no teme nada porque Dios está con él.
El cristiano apocalíptico muestra alegría y gozo por haber sido rescatado de las fauces del Dragón. Ha reconocido su error y su pecado, y se siente salvado por Dios. Se mantiene firme en la doctrina y persevera hasta el final.
El cristiano apocalíptico ama y se mantiene fiel al amor primero. Distingue el bien y el mal. Desenmascara al Enemigo y su engaño, anunciando la verdad y obrando el bien. Se arma de la paciencia de los santos y guarda los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
El cristiano apocalíptico es consciente que su vida es una continua batalla espiritual contra el Mal, ya sea interior o exterior. Está pertrechado con firmeza y coraje para poder afrontar la última batalla.
No lucha contra el Enemigo porque Cristo ya le ha vencido. Tan sólo se mantiene fiel y persevera sabiendo que no debe luchar con las armas del mundo, del Dragón y de la Bestia, que son el engaño y la mentira.
Las armas del cristiano apocalíptico son espirituales:
- la plegaria. Su oración es el eco de los ángeles, es la comunión con la liturgia celeste.
- la pureza. Sus ropas han sido lavadas con los méritos del Cordero y ya no está contaminado.
- la fidelidad. Su perseverancia le hace ser firme y fuerte para hacer frente a la Bestia.
- la verdad. Su refugio está bajo las alas del Espíritu Santo y ama la verdad, que le hace libre.
El cristiano apocalíptico es Simón Pedro y Pablo de Tarso, es Agustín de Hipona e Ignacio de Loyola, es Juan de la Cruz y Francisco Javier, es Luis María Grignion y Maximiliano Kolbe, es Domingo de Guzmán y Juan Bosco, es Francisco de Asis y Teresa de Jesús, es Juana de Arco y Teresa de Calcuta, es Isidro y María de la Cabeza, es Martín de Porres y Pio de Pietrelcina, es Alfonso María de Ligorio y Benito Abad, es Juan Pablo II y José María Escrivá, es Lucía y Jacinto...y los santos de la puerta de al lado...eres tú... soy yo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Tienes preguntas o dudas?
Este es tu espacio libre y sin censura