"A la sombra del Antiguo Testamento,
sucede la imagen de Cristo y de su Iglesia del Nuevo Testamento,
la cual se consumará en la verdad del Reino en el fin de los tiempos."
(Orígenes)
Reconozco que, para muchos de nosotros, no es costumbre ni muy habitual, conocer o leer a los padres de la Iglesia que, sin embargo, tienen tanto que decirnos y tanto que enseñarnos. Por eso, hoy, quiero adentrarme en la teología de uno de ellos, Orígenes.
Orígenes (Alejandría, 185 - Tiro o Cesárea Marítima, 254 d. C.) es considerado uno de los más grandes conocedores de las Escrituras, padre y exégeta de la Iglesia Católica oriental y, junto con San Agustín y Santo Tomás, uno de los tres pilares de la teología cristiana.
En su célebre tratado Peri Archôn, o Tratado de los Principios, redactado antes de su partida de Alejandría, hacia los años 220-231, expone las normas de su interpretación de las Sagradas Escrituras con el objetivo de descubrir el significado profundo representado en ellas, su sentido alegórico y espiritual.
Toda su pensamiento gira en torno a la Teología de los tres sentidos o tres planos: sombra, imagen y verdad. El cristiano, con la lectura de la Escritura, pasa de las sombras, a través de las imágenes, a la verdad.
Toda su gran preocupación está dirigida hacia la necesidad de aplicar un método exegético cristiano, apostólico y eclesial a las Escrituras, dado el carácter divinamente inspirado de la Biblia: “un modo correcto de comprensión, observando la regla y la enseñanza que Jesucristo transmitió a los Apóstoles y que ellos transmitieron por sucesión a su posteridad, los maestros de la Iglesia celeste”.
Es en los Proverbios de Salomón, donde encuentra el método para el examen atento de la Sagrada Escritura: “Y tú, escríbelas tres veces con reflexión y conocimiento, para que respondas con palabras de verdad a aquellos que te han interrogado” (Proverbios 22, 20-21).
A partir de aquí, establece tres sentidos distintos en la Escritura “Tal como el hombre está compuesto de un cuerpo, de un alma y de un espíritu (1 Tesalonicenses 5, 23), así también está compuesta la Sagrada Escritura, dada para la salvación de los hombres por la generosidad de Dios”, que son percibidos respectivamente por tres niveles de lectores: los principiantes, que ven el cuerpo de la Escritura, los avanzados, que ven el alma de la Escritura, y los perfectos, que ven el espíritu de la Escritura (Romanos 7, 14).
Sentido corporal o literal
Es la "sombra", el “sentido histórico” y literal de la Escritura, que aunque siempre es digno de Dios y útil al hombre, no podemos aplicarlo para comprenderla. Por ejemplo, los siete días de la creación no deben ser tomados en sentido propio, sino como expresión de un orden.
Cuando el sentido literal resulta ser imposible, absurdo o falso, es porque se trata de un sentido figurado. No es que sea falso, sino que es incompleto.
Sentido espiritual o místico
Para Orígenes, cada una de las líneas de la Palabra de Dios contiene un sentido oculto o "imagen", que es necesario descubrir y que revela la plena "verdad" a aquellos que son capaces de escucharla:"el Espíritu Santo quiso envolver y ocultar en palabras ordinarias, bajo el velo de una historia y del relato de cosas visibles, misterios secretos... No hay cuerpo sin alma, no hay letra sin espíritu".
La exégesis espiritual de Orígenes consta de tres elementos:
1-Platónico (ideal). Toda la naturaleza visible no es más que el símbolo del mundo invisible y cada individuo tiene su correspondiente, su tipo, su modelo en el ideal.
2-Alegórico (figura). Todos los datos escritos son alegorías de las realidades morales:los árboles del Paraíso son las virtudes; el arca del diluvio es el alma; Agar representa la cultura profana; Sara la Sabiduría, etc.
Ambos elementos, platónico y alegórico, conforman lo él que llama la "imagen".
3-Anagógico (tipo). Es la esfera superior de la exégesis, donde se halla la Divinidad. Es la interpretación mística y que él denomina la "verdad". Así, por ejemplo:
-La salida de Egipto representa la liberación bautismal.
-El templo de Jerusalén prefigura el Cuerpo de Cristo, la Iglesia.
-La caída de Jericó representa el derrumbamiento del paganismo por la predicación del Evangelio; es la caída de nuestra Jericó interior mediante la conversión a la Palabra de Dios; es en definitiva, la destrucción del Reino de Satanás en la Parusía.
-La entrada de Josué en Jericó representa la entrada de Cristo en nuestro mundo pecador, su victoria pascual sobre la idolatría, la conquista de nuestra alma, arrancada a los vicios por sus virtudes, para ser conducida de esta manera a la verdad de su triunfo final durante su último día.
-"Caballo" es voz; "levadura", enseñanza; "plata" y "trompeta", palabra; "nubes", santos; "pies", consejo; "pozo", enseñanza; "hilo", castidad; "muslo", comienzo; "vino puro", infortunio; "botella", cuerpo; "secreto" y "tesoro", razón.
Un claro ejemplo de su interpretación mística o espiritual lo encontramos en el paralelismo que hace entre las diez plagas de Egipto y los diez mandamientos, entre la figura de Moisés, que llega portando la vara para castigar a Egipto con las diez plagas y la entrega de los preceptos de la ley de Dios en el Sinaí.
-Las aguas convertidas en sangre son las falsas doctrinas y las filosofías engañosas.
-Las ranas son los gnosticismos que, con un ritmo vacío y ampuloso, traen al mundo fábulas engañosas.
-Los mosquitos son las falsas ideologías, que taladran las almas con los aguijones menudos y sutiles de las palabras, y las rodea con tanta astucia que el que es engañado, no ve ni entiende por
dónde le han engañado.
-Los tábanos son los placeres del mundo y las pasiones desordenadas.
-La muerte de animales y ganados son los ídolos del mundo que dan culto de idolatría a figuras de animales (Júpiter Ammon= carnero, Anubis=perro, Apis=toro, etc.).
-Las úlceras y picores son las maldades engañosas e infectas: las pústulas son la soberbia hinchada y la vanagloria orgullosa, y los picores, la
ira y el furor.
-El granizo y los rayos son la corrección
divina: granizo para que sean devastados los tiernos brotes de
los vicios, y rayos para devorar las espinas y los abrojos del placer y de las pasiones.
-Las langostas son la inconstancia del hombre y su disidencia consigo mismo. El hombre no puede gobernarse así mismo ni mantener el orden en la tierra, asolando todo a su paso.
-Las tinieblas son la ceguera de espíritu,
la oscuridad del error y la tenebrosidad del pecado.
-La muerte de los primogénitos son los que llamamos principados y potestades, herejes que rigen este
mundo de tinieblas con sus falsas doctrinas, a los que Cristo con su llegada, expone al desprecio, esto es, los hace cautivos y los derrota en el leño de la
cruz.
Sin embargo, sólo la fe nos da la inteligencia, la gnosis de la Escritura y de sus misterios. La exégesis se vuelve aquí contemplación, a través de las palabras de Dios, de su Palabra Única, el Logos, oculto bajo la apariencia de la Letra.
Sentido moral
La exégesis moral de Orígenes la encontramos, sobre todo, en sus homilías y no siempre es posible distinguirla de la espiritual o mística.
Se trata de una interpretación, fundamentalmente alegórica, cuyo propósito es dirigir a los cristianos en su vida moral y de fe.
Siguiendo el paralelismo de las plagas y los mandamientos, bajo la interpretación moral, Orígenes se refiere a que las almas que están en el error e ignoran la verdad, están en
Egipto. Estar en Egipto es estar lejos de Dios.
Por ello, es necesario enviar plagas, es decir, preceptos, mandamientos. Se trata de un proceso
de acercamiento del alma a Dios, a su Ley. Es un proceso purificador que explica el Éxodo del pueblo de Dios, el deambular de Israel por el desierto, lugar de prueba y de encuentro con Dios. Un proceso que nos representa a todos nosotros.
Cuando las almas que están en Egipto reciben la Ley de Dios:
-las aguas convertidas en sangre nos enseñan a transformar la vida infiel y lujuriosa pasada por los méritos de la sangre de Cristo.
-el croar de las ranas nos muestran el estéril y vacío discurso humano y la queja contra la providencia divina.
-las picaduras de los mosquitos nos indican los malos pensamientos y los aguijones
de la carne.
-los aguijones de los tábanos nos señalan las bajas pasiones.
-la muerte de los animales nos presentan la necedad de la inteligencia humana.
-las úlceras nos manifiestan los pecados de la concupiscencia, los tumores de la arrogancia y el ardor de la ira.
-el granizo y los rayos nos guían para reprimir la lujuria y los placeres con la penitencia.
-las langostas nos instruyen a realizar todas las cosas con orden y equilibrio, sin devorarlo
todo con movimientos inquietos y agitados.
-las tinieblas nos enseñan que, cuando el alma comienza a reconocer el dedo de
Dios, ve las tinieblas de sus obras y reconoce la oscuridad de
sus errores.
-la muerte de los primogénitos nos da a entender que necesitamos destruir todos los movimientos desordenados primarios de nuestra alma.
Pablo, modelo de interpretación
Orígenes busca en la Escritura la coherencia, no a nivel de la letra, sino a nivel del espíritu y por ello, considera a San Pablo, el máximo apóstol, el maestro de la interpretación bíblica, el modelo de autoridad y justificación de la exégesis espiritual de la Palabra de Dios.
Afirma que es necesario comparar los mismos términos en diferentes pasajes de la Escritura (1 Corintios 2, 13), pero sólo si se posee el Espíritu que movió al autor o hagiógrafo, es posible comprender sus palabras.
Tomando como ejemplo la carta de San Pablo a la Iglesia de Roma, afirma que "la Ley es espiritual" (Romanos 7,14), y que sus relatos son alegóricos. Refiriéndose a la carta a la Iglesia de Corinto, afirma que "la letra mata, el espíritu da vida" (2 Corintios 3, 6), es decir, que la comprensión torpe de la Escritura mata la fe, impide creer.
Mencionando la carta a Timoteo, afirma que "toda escritura es útil" (2 Timoteo 3, 16), que todo la Biblia es edificante y beneficiosa para el lector. Pero esa utilidad no se manifiesta de forma inmediata, sino por una convicción de fe que se deduce de la inspiración que hace coherente, relevante y útil la lectura. Por tanto, rechazar algunos pasajes o libros de la Escritura, es negar que es inspirada y que es palabra de Dios, y por tanto, impropio de un cristiano.
Orígenes, como Pablo, afirma que "todo es gracia" y, por tanto, para comprender la Escritura es necesaria pedirla y dejarse guiar por el don del Espíritu, porque acceder a sus misterios no es una simple obra humana. Sólo quien pide la Gracia, la recibe. Y sólo quien la recibe, comprende lo que Dios quiere decirnos.
Exégesis trinitaria
Podríamos concluir que la exégesis de Orígenes es trinitaria: sombra (Padre), imagen (hijo) y verdad (Espíritu Santo).
El Antiguo Testamento habla del Padre, y del Hijo, y del Espíritu. Tanto los patriarcas como los profetas habían tenido ya, aunque imperfecta o velada, la revelación del misterio trinitario, cuando hablan de la Palabra y el Soplo de Dios.
La Escritura, considerada de forma global, nos habla de dos formas o condiciones del Verbo encarnado, al mismo tiempo que nos habla de la Trinidad por una parte, y del cosmos angélico, humano y material, por otro. El fin fundamental de la Escritura es la temática cristológica. Tenemos que levantar la "letra" para encontrar la "Verdad", es decir, a Cristo.
Pero la Palabra de Dios es también la manifestación de la “condescendencia” de la divinidad trascendente e inmaterial, respecto de la humanidad hundida en la materia. Condescendencia de la que, la Encarnación del Hijo, con su forma divina, en la forma de esclavo, es el punto culminante.
Para Orígenes, “la historia es el vestido exterior de la profecía". Para él, todo en la Escritura es figura y tipo, y así, los lugares descritos son la figura de los estados espirituales; subir y bajar corresponden a los pasos espirituales; los hermanos de Jesús figuran a las potencias angélicas; la bajada es una figura de la Encarnación donde el Verbo es acompañado por sus hermanos angélicos, que bajan con Él. La historia angélica repite la historia humana.
Orígenes defiende a ultranza la interpretación profunda o espiritual de la Palabra de Dios y critica la exégesis literal, afirmando que, debido a esta interpretación, los judíos rechazan a Jesús y el Nuevo Testamento, los herejes rechazan al Creador y el Antiguo Testamento, los "cristianos simples" ejercen una fe ciega y evitan una lectura profunda de la Escritura y los paganos rechazan tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento.
Todo en Orígenes es sentido místico.
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