En la Biblia, el número "siete" significa perfección, plenitud. También es descanso ("Y al séptimo día, descansó"). "Setenta veces siete" equivale a decir la perfección de la perfección...
Cristo, que nos llama a ser "perfectos como el Padre es perfecto" (Mateo 5, 38), nos invita a perdonar siempre, a mostrar compasión, a tener misericordia, a tener paciencia. Eso es la máxima expresión del Amor.
Sin embargo, ¡cuánto me cuesta perdonar! ¡cuánto me cuesta amar de verdad¡ ¡cuánto me supone mirar a quien me ofende con los mismos ojos de Dios! ¡cuánto me cuesta mostrar paciencia y misericordia con quien me hace daño o me traiciona!
Perdonar no es fácil... requiere mucho amor. Pero si no perdono ¿cómo voy a ser perdonado? Si no doy confianza ¿cómo voy a ser digno de confianza? Si no soy compasivo ¿cómo voy a ser compadecido? Si no amo ¿cómo voy a ser amado?
Jesús, en la cruz, pidió compasión por todos nosotros: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen".
Esa es la actitud del amor: perdonar a otros ¡siempre! porque, muchas veces, no sabemos lo que hacemos. Debo perdonar, incluso aún sabiendo lo que me hacen...
Cuando perdono, mi mente descansa. Mi corazón queda en paz. Mi espíritu se llena de amor. Mi alma se perfecciona.
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