jueves, 5 de noviembre de 2020

EL MISTERIO DE INIQUIDAD: EL ECLIPSE DE LA IGLESIA

"Vi una bestia que salía del mar...
El dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad...
Todo el mundo, admirado, seguía a la bestia; 
y adoraron al dragón por haber dado su autoridad a la bestia,
 y adoraron a la bestia...
Y se le dio una boca grandilocuente y blasfema
y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. 
Abrió su boca para blasfemar contra Dios, 
para blasfemar contra su nombre 
y contra su morada 
y contra los que habitan en el cielo. 
Y se le dio combatir contra los santos y vencerlos, 
y se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. 
Lo adorarán todos los habitantes de la tierra, 
cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero degollado, 
desde la creación del mundo. 
Quien tenga oídos, que oiga...
 ¡Aquí se requiere la paciencia y la fe de los santos! 
(Apocalipsis 13,1-9)

Continuamos en este segundo artículo con las reflexiones sobre el misterio de la iniquidad: el eclipse de la Iglesia.

Según el cardenal Viganó, durante los últimos sesenta años, hemos asistido (atónitos o impasibles) al eclipse de la verdadera Iglesia, oscurecida por el "humo de Satanás" (anunciado por el Papa Pablo VI en 1972), corrompiendo y convirtiéndolo en una anti-iglesia que se ha apropiado progresivamente de su nombre; que ha ocupado la Curia Romana y sus Dicasterios, Diócesis y Parroquias, Seminarios y Universidades, Conventos y Monasterios; que ha usurpado su autoridad y que su prestigio para apropiarse de sus tesoros, sus activos y sus finanzas.

Un eclipse que, como ocurre en la naturaleza, no sucede de repente, sino que es un proceso relativamente lento pero inexorable, en el que la luna anti-iglesia sigue su propia órbita hasta que se superpone con la luz del sol Dios, generando un cono tenebroso de sombra doctrinal, moral, litúrgica y disciplinaria, que se proyecta sobre la tierra, sobre la humanidad. 

Todavía no es un eclipse total (que veremos al final de los tiempos, bajo el reinado del Anticristo) sino solo un eclipse parcial, que nos permite ver la corona luminosa del sol sobre la que se superpone el disco negro de la luna, pero que ha ido aumentando gradualmente desde el Concilio Vaticano II.

La Santa Iglesia, según las promesas de Cristo, nunca será derrotada por el poder del infierno (Mateo 1,18), pero esto no significa que no pueda o esté ya oscurecida por su infernal falsificación. 

San Jerónimo nos recuerda que el poder del infierno son pecados y vicios, especialmente las enseñanzas de los herejes, pero éstos nunca podrán oscurecer completa ni definitivamente el esplendor de la Esposa de Cristo, sino sólo durante el breve período del eclipse que, la Providencia, en su infinita sabiduría, ha decidido permitir para sacar un mayor beneficio de ella.

El abandono de la dimensión sobrenatural

Otra clara evidencia del eclipse de la Iglesia es el abandono desde lo más alto de la jerarquía eclesiástica de su dimensión sobrenatural y de su papel escatológico

Tras el Concilio, los "innovadores" borraron por completo el origen divino de la Iglesia de su horizonte teológico, transformándola en una entidad de origen humano similar a una organización filantrópica o no gubernamental. 
Se trataba de un intento de "actualizarla" desde su realidad sobrenatural y trascendental hasta una dimensión más natural, de adecuarla a una dimensión más terrenal, negando y contradiciendo las palabras del Señor en (Mateo 5, 18), y poniendo en entredicho los mandamientos de Dios y la doctrina de la Iglesia de Cristo. 

Se trataba de establecer "el cielo en la tierra" desde un horizonte humano completamente estéril. Se trataba de alcanzar una utopía terrenal que se adaptara a los tiempos. Se trataba de lograr una redención global por el hombre.

La amistad con el mundo

Sigue Viganó diciendo que las propuestas revolucionarias de la Nouvelle Théologie, liderada por la masonería en el ámbito civil, político y cultural, irrumpió en la élite católica encontrando un terreno fértil en los Padres conciliares, al percibir un cierto sentimiento de inferioridad ante el mundo y de insuficiencia ante los nuevos desafíos

Avergonzándose por ese "complejo" asumido, la élite de obispos, teólogos e intelectuales atribuyeron imprudentemente la responsabilidad del fracaso inminente de la Iglesia a su estructura jerárquica granítica, a la intransigencia del Papado en la solidez doctrinal, a la rigidez de los pastores y su moral monolítica. Y la Iglesia se acusó así misma de no querer reconciliarse con la mentalidad del siglo, de no querer “abrirse”. 
La falsa suposición de que entre la Iglesia y el mundo contemporáneo pudiera existir una alianza, una consonancia de propósitos, una amistad, contradice la Palabra de Dios de Génesis 3, 15, refuta la hostilidad entre la Mujer y la serpiente, desmiente la lucha entre Dios y Satanás e impugna el antagonismo entre la Luz y las tinieblas. 

Una enemistad establecida por Dios mismo, que coloca a María Santísima (y a la Iglesia) en oposición eterna al mundo, a la carne y al demonio.  El mundo tiene su propio príncipe (Juan 12,31), que es "enemigo" (Mateo 13,28), "homicida desde el principio", "mentiroso" y "padre de la mentira" (Juan 8,44). Por tanto, buscar un pacto no beligerante con el mundo significa tener que llegar a un acuerdo con Satanás

Revolución y Concilio

Con un poco de discernimiento, podemos comprender cómo las ideas cospiradoras y heréticas de los "innovadores" postconciliares coinciden completamente con las demandas del Nuevo Orden Mundial, que paradojicamente, son las mismas de la Reforma Protestante, de la Revolución Francesa y de la Revolución bolchevique:

-la imposición del principio democrático como una fuente legítima de poder, frente al derecho divino y jerárquico de la Monarquía Católica y del Papado.

-la cancelación del pasado histórico, evaluado y redefinido con parámetros actuales, frente a la tradición y el patrimonio cultural. 

-el énfasis en la libertad de las personas frente al debilitamiento del concepto de responsabilidad y deber.

-la eterna provisionalidad de la moral y la ética, que debe estar en continua evolución frente a la inmutabilidad y trascendencia.

-el establecimiento del estado laico frente a la sumisión de los asuntos públicos a Jesucristo y a la superioridad ontológica de la misión de la Iglesia.

-la anhelada igualdad de las religiones no sólo ante el Estado, sino también como concepto general al que debe adecuarsela Iglesia, frente a la objetiva y necesaria defensa de la Verdad y la condena del error.

-la falsa y blasfema dignidad del hombre basada en la negación del pecado original frente a la necesidad de la Redención como premisa para agradar a Dios, merecer Su Gracia y alcanzar la bienaventuranza eterna.

-la subversión jerárquica del papel de la mujer frente al desprecio y disolución del privilegio de la maternidad.

-la primacía de la materia sobre el espíritu.

-la relación fideísta con la ciencia frente a una crítica despiadada de la religión sobre una base falsamente científica.
Según Viganó, todos estos principios promocionados por los ideólogos de la masonería y por los proponentes del Nuevo Orden Mundial encuentran su inquietante correspondencia en las ideas revolucionarias del Concilio:

-la democratización de la Iglesia, que comenzó con Lumen Gentium y hoy se encuentra declinada en la vía sinodal del Fratelli Tutti.

-la asamblea de los órganos de poder se logró con la atribución de un papel decisorio a las Conferencias Episcopales, los Sínodos de Obispos, las Comisiones, los Consejos Pastorales, etc.

-el pasado de la Iglesia (Cruzadas, Inquisición, etc.) es juzgado según la mentalidad moderna y condenado a agradar al mundo;

-la “libertad de los hijos de Dios” teorizada por el Vaticano II es independiente de los deberes morales de los individuos, siendo todos ellos, seguros y merecedores de perdón, sin tener en cuenta sus propias disposiciones interiores y del estado de sus almas.

-el oscurecimiento de las perennes referencias morales permiten la revisión de la doctrina sobre la pena capital y, con Amoris Laetitia, la admisión de las concubinarias a los sacramentos, resquebrajando ruinosamente el edificio sacramental.

-La adopción del concepto de laicismo llevó a la anulación de la Religión de Estado en las naciones católicas, a instancias de la Santa Sede y el Episcopado, con la consecuente pérdida de la identidad religiosa y el reconocimiento de los derechos de las sectas, así como la aprobación de normas que violan la ley de Dios y la ley natural.

-la libertad religiosa teorizada en Dignitatis Humanae se lleva hoy a sus lógicas y extremas consecuencias con la Declaración de Abu Dhabi y la última Encíclica Fratelli Tutti, haciendo vana la misión salvífica de la Iglesia y de la Encarnación misma.

-la teorización de la dignidad humana en el ámbito católico ha llevado a la confusión del papel del laicado con respecto al papel ministerial del clero, junto con un debilitamiento de la estructura jerárquica de la Iglesia, mientras que la aceptación de la ideología feminista es el preludio de la admisión de la mujer en el "Orden Sagrada".

-la preocupación desordenada por la pobreza y la mendicidad propia de la izquierda ha transformado a la Iglesia en una suerte de unión o asociación asistencial, limitando su actividad a la mera esfera material, descuidando la dimensión espiritual y el anuncio kerigmático.

-la confianza en la ciencia y el progreso tecnológico ha llevado a la Iglesia a repudiar ante el mundo su fe, a “desmitificar” los milagros, a negar la autoridad e inerrancia de la Sagrada Escritura, a explicar los misterios más sagrados de la fe católica como “símbolos”, “metáforas” o "fábulas", alcanzando sacrílegamente la definición de “mágico” del concepto católico de Transubstanciación, así como la realidad de la Resurrección, y calificando los sublimes dogmas marianos de "tonterías".

Una élite de tibios y moderados

El repliegue cobarde de los "tibios" jerárquicos eclesiales al pensamiento dominante, con su deseo de complacer a sus perseguidores y de hacerse servidor de sus enemigos, asume implícitamente que los obispos están irremediablemente obsoletos y destinados a su propia extinción.

Esta sumisión cortesana de los "obispos moderados" a lo políticamente correcto, con su intención equidistante, nace del miedo a ser ninguneados, de la cobardía a perder su poder y prestigio que, a pesar de todo, el mundo todavía los reconoce. No se dan cuenta, o no quieren admitir, que el reconocimiento y la autoridad que todavía poseen proviene de la propia potestad y el firmeza de la Iglesia de Cristo, y no de su miserable y lamentable falsificación de la que ellos mismos son los autores.

Cuando la anti-iglesia esté completamente establecida en el eclipse total de la Iglesia Católica, la autoridad de sus líderes se convertirá en esclava del Nuevo Orden Mundial y del pensamiento único, quien no tolerará ninguna derogación de sus postulados y aplicará sin piedad su dogmatismo fanático a quienes traten de mantenerse fieles al Magisterio. 

La "Babilonia la Grande", usurpadora del "Templo de Dios", obligará al Sanedrin al completo a volver a negar a Cristo como Rey, de la misma forma que los judíos ante Pilato: "Crucifícalo. No tenemos más rey que el César" (Juan 19,15), condenándose a sí mismos: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! (Mateo 27,25).

Hoy, el César ordena cerrar las iglesias, reducir los aforos de las iglesias, suspender las celebraciones o incluso cerrar los templos. El "Imperio" persigue a los católicos, destruye y quema templos, catedrales y basílicas, mientras, con su silencio cobarde, cómplice e interesado, la Jerarquía acata la situación sin actuar. 

Mañana Tito saqueará el templo conciliar y trasladará sus restos a algún museo, realizando una vez más la venganza divina a manos de los paganos.
Continuará...



Fuentes:

-Cómo la revolución del Vaticano II, sirve al Nuevo Orden Mundial (Arzobispo Carlo Maria Viganò, Conferencia sobre Identidad Católica, 23-25 ​​de octubre de 2020).

-Se hace tarde y anochece (Cardenal Robert Sarah, Editorial Palabra, 2019).

-Discurso radiofónico (Arzobispo Fulton Sheen, 26 de enero de 1947).


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