domingo, 16 de agosto de 2015

SANTIDAD Y SANIDAD A LA MEDIDA




Consciente de que las comparaciones son siempre odiosas, hoy me atrevo a escribir una parábola sobre la santidad/sanidad.

En los últimos años, la Sanidad Pública española ha ido perdiendo, poco a poco, “pacientes” en favor de la privada. Los reputados e inmutables hospitales se han quedado relegados a lugares de mero mantenimiento y casi exclusivamente, utilizados para casos de extrema gravedad.

Los pacientes no dudan de que la preparación de los doctores sea excelente ni de que esos hospitales sean el lugar idóneo para curarse o para “salvar su vida”, nadie pone en duda la profesionalidad de los médicos sólo porque existan algunos casos de negligencia.

Pero además, buscan menos burocracia y menos rutina, menos reglas y menos imposiciones, menos requisitos y más cercanía, más atención personal, más disponibilidad de tiempo para ser escuchados, más paciencia, más caridad y ser tratados con dignidad, no como rebaño; en definitiva, sentirse dignos y bien atendidos. Quieren una "Sanidad a la medida".

Las clínicas privadas pretenden transformar a los “pacientes en parientes”, a los “ingresados en interesados” sin cambiar el contenido de la Medicina.

La inmediatez, la efectividad, el resultado, la cuidada atención, el trato más humanizado y la cercanía de estas clínicas privadas han traído como resultado un resurgir de la confianza en la Medicina, a la par que un símbolo de modernidad, felicidad y paz. Se ha puesto en práctica una nueva metodología, un nuevo entusiasmo y un nuevo trato.

Algo muy parecido ocurre con la Iglesia Católica española, que se ve arrollada por una impaciente sed de “privatización”, es decir, la Iglesia a la medida: elijo el lugar (dónde ir), el sacerdote (quien me cura) y el momento (cuándo ir), y si no me convence me voy a otro o, peor aún, me auto-receto en casa.

Para muchos “cristianos”, la Iglesia hoy es solo un lugar de mero mantenimiento, reservado para las grandes ocasiones: para celebrar bautizos, comuniones, bodas y funerales.

Nadie duda de que el mensaje salvífico sea verdadero, ni de que la preparación o capacidad de los sacerdotes sea la correcta, ni de que la acción social de la institución es incomparable, nadie pone en duda la santidad de los sacerdotes sólo porque existan algunos casos despreciables.

Pero además, buscan menos rutina y menos reglas, menos imposiciones, menos requisitos y más cercanía, más atención personal, más disponibilidad de tiempo para ser escuchados, más alegría, más paciencia, más caridad y ser tratados con más dignidad, no como rebaño; en definitiva, sentirse dignos y bien atendidos. Quieren una Santidad " a la medida".

Por eso es preciso un cambio de método, de ardor, de lenguaje. Los reputados e inmutables templos deben dejar de ser de mero mantenimiento para transformarse en “parroquias misioneras” para transformar a los “caóticos en católicos”, a “crispados en cristianos”, sin cambiar el contenido del Mensaje.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Tienes preguntas o dudas?
Este es tu espacio libre y sin censura