domingo, 6 de septiembre de 2015

LAS BATALLAS DE UN CRISTIANO


La vida de un cristiano es una lucha continua, con muchos momentos difíciles, llenos de desafíos, retos y obstáculos, y muy pocos períodos de paz y tranquilidad.

En primer lugar, nos enfrentamos a nuestras batallas internas, contra la carne, "el enemigo dentro de nosotros”: la tentación, la duda, el miedo, la ansiedad, la tristeza, el dolor, la salud, el dinero, el trabajo, las relaciones, la envidia y la crítica.
En segundo lugar, están las batallas externas, que son contra el mundo, "el enemigo fuera de nosotros" y contra el diablo, "el enemigo por encima de nosotros".
“Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba”.
 (Efesios 6:12).
¿Cómo vencerlas?
1. Confianza en Dios. La clave para ganar nuestras batallas no es que confiar en nuestra propia fuerza o capacidad, sino en poner la confianza en Dios. Dios da la victoria a los que confían en él y se dejan guiar. Dependemos de Dios; él es todo lo que necesitamos. 

2. Unidos alrededor del rey. Las batallas teológicas del siglo XXI no son las del siglo XI, que dividió a las iglesias católica y ortodoxa. Tampoco son las batallas de la reforma del siglo XVI, que dividió a las iglesias católica y protestante. La batalla de hoy es la misma que la batalla del primer siglo: La batalla hoy está teniendo lugar alrededor del rey...
Jesucristo, que es nuestro Salvador, el Mesías y el Hijo de Dios.
Los cristianos de todas las iglesias (católicos, ortodoxos, protestantes y pentecostales) creemos en Jesús como nuestro Salvador, el Mesías y el Hijo de Dios. Esto es lo que nos une como cristianos. Por lo tanto, la batalla nunca debe estar con nuestros hermanos y hermanas en Cristo, que nos distrae y nos destruye. Tenemos que centrarnos en la batalla real, que es alrededor del rey: "Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mateo 28, 20). 

3. Orar y escuchar a Dios. Nuestras batallas no tienen por qué intimidarnos si oramos y escuchamos lo que Dios nos tiene que decir. Cualquier obstáculo o desafío debemos ponerlo en oración con nuestro Padre. Él nos enviará al Espíritu Santo, que nos guiará y nos llevará al triunfo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Tienes preguntas o dudas?
Este es tu espacio libre y sin censura