lunes, 2 de enero de 2017

¿DEBO HABLAR A MIS HIJOS SOBRE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO?

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La pasada semana, escuché el caso de una amiga que se vio envuelta en una situación muy embarazosa cuando su hija pequeña, a la salida de un cumpleaños, le preguntó por qué su amiga tenía dos mamás, en lugar de un papá y una mamá.

Nos guste o no, nuestra sociedad actual, enferma y alejada de Dios, nos obliga a tener una conversación absolutamente necesaria con nuestros hijos acerca de la ideología de género.

Mientras algunos luchan contra viento y marea y se afanan por dar conocer una identidad elegida por ellos mismos, pregonarla a los cuatro vientos y obligarnos a los demás a aceptarla, mi familia no tiene que hacerlo. En casa, lo tenemos claro.

No obstante, alguien podría preguntarse por qué un padre cristiano debería abordar este problema con sus hijos. Aquí hay algunas razones:
  • Porque si no lo escuchan primero de nosotros, lo oirán tarde o temprano de otra persona y probablemente, no lo hará desde nuestra perspectiva cristiana.
  • Porque haciéndolo, nos anticipamos a una situación incómoda e inesperada cuando nuestros hijos vayan a un baño público, y salgan con más preguntas que en "pasapalabra".
  • Porque nos da una oportunidad como padres de enseñarles a nuestros hijos la perspectiva de Dios sobre la identidad de género y del ser humano.

Un DIOS absolutamente CLARO

Mientras el mundo que nos rodea se esfuerza por determinar la verdad de quién y de lo que es cada uno, Dios ya lo ha hecho. Y lo ha dejado escrito, perfectamente claro y fácilmente comprensible, incluso para un niño: 
  • Dios nos creó a Su imagen. (Génesis 1, 26-27)
  • Dios nos creó hombre y mujer. (Génesis 1,27)
  • Dios nos creó con un género específico para un único propósito.(Génesis 1,28 y 2, 15,18)
  • Sólo Dios decide el género de una persona y nos muestra innegables formas de identificar ese género desde el nacimiento. (Salmo 139, 14-16)
Al enseñarles a nuestros hijos las verdades bíblicas básicas, podrán identificar por sí mismos la verdad del error, cuando la oigan. 

Enseña a tus hijos que Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, y que Su Palabra nunca cambia, que es atemporal y eterna, independientemente de lo que haga o piense el mundo.

Un MUNDO totalmente CONFUNDIDO


Lamentablemente, vivimos en una sociedad muy confusa (en el mejor de los casos) que se ha permitido a sí misma ser moldeada por sus propios pecados en lugar de por las verdades absolutas.

Decir que cualquier persona puede ser cualquier cosa o elegir su propio género y que tiene derecho a que nadie diga lo contrario, es simplemente ingenuo y retorcido. No son pocos los médicos, psiquiatras y pediatras que argumentan en contra de la ideología de género y la definen como un trastorno mental




Pregúntale a cualquier niño y podrá decirte "la manera en que son las cosas"

Entonces, ¿por qué nuestra sociedad cree que debe empujar a tal confusión a nuestros hijos y a las generaciones futuras, e incluso a nosotros? ¿Por qué quiere obligarnos a pensar de un modo paranoico como ellos? ¿Acaso son los defensores de la ideología de genero responsables de educar y proteger a nuestros hijos o somos nosotros, sus propios padres?

La respuesta es muy simple: el mundo en que vivimos es un lugar perdido, engañado y confuso. El Diablo hace muy bien su trabajo.

Cuando el mundo que nos rodea decide hacer leyes que no sólo contradicen a Dios y a la Biblia, y que claramente van en contra del sentido común, no sólo está cumpliendo la voluntad de Satanás (quien le mantiene confundido), sino que pretende confundir a las generaciones futuras con su pensamiento único. Al contrario que Dios, el Demonio no otorga libertad ni concibe la tolerancia; por eso, sus seguidores son fieles reflejos suyos.

Hacemos bien en enseñar a nuestros niños que el mundo está confundido, y que Dios no es el autor de la confusión. (1 Corintios 14,33)

Pero lo más importante, no debemos dejar de enseñar a nuestros hijos este último punto ...

Un CRISTIANO amorosamente COMPASIVO 

Mientras, nosotros, como cristianos, debemos ponernos en pie y proclamar la verdad de la Palabra de Dios, y hacerlo siempre de una manera que refleje claramente a Cristo, en un mundo tan desesperadamente necesitado de Él.

En la manera en que hablamos con nuestros hijos sobre el tema, debemos transmitirles un amor por un mundo perdido que necesita la Verdad de Dios para ser libre; debemos prepararlos para que los retos futuros a los que se enfrentarán en sus propias vidas se basen en la Verdad de nuestro Creador y Dios.

A medida que el mundo se aleja cada vez más de la Verdad, odiarán cada vez más a aquellos que la proclamen. Pero que eso nunca cambie nuestro amor por la gente, incluso por los que caminan ciegos y atrapados por el pecado. Recuerda que la forma en que presentamos la Verdad afectará la forma en que nuestros hijos lo crean.

Resultado de imagen de compasion por el pecadorNuestros hijos necesitan oír hablar de este tema desde el punto de vista de Dios y de la Gracia, y los mejores para hablar con ellos acerca de ello no son ni nuestros dirigentes ni nuestros colegios, sino nosotros, los padres.

Nuestros hijos nos observan para ver cómo respondemos a este problema, y ​​la forma en que lo hacemos tiene la capacidad de impactarles de manera significativa en su mentalidad futura, ya sea positiva o negativamente. Podemos inculcarles, sin darnos cuenta, una animadversión hacia aquellos que rechazan la verdad, o simplemente, infundirles compasión y misericordia hacia esas mismas personas.

Todavía es posible enseñar a nuestros hijos a amar al pecador y, al mismo tiempo, odiar el pecado, ayudándolos a entender que el verdadero enemigo es Satanás, no las personas (Efesios 6,12). Pero debemos demostrar claramente el amor de Cristo en nuestro enfoque. Un amor que aborrece el pecado y perdona al pecador.

Dios nos brinda el privilegio de educar a las próximas generaciones para que llenos de fe, cambien el mundo, pero con compasión, llevados por la Gracia y por el Espíritu Santo.

Permitirme animaros a que habléis con vuestros hijos acerca de estas importantes verdades: 

  • defender a Cristo sin comprometer la Verdad
  • amar a los perdidos sin perder nuestro testimonio
  • educar a una generación que entienda cómo hacer ambas cosas".
La Verdad expresada en Juan 8,32 se aplica ahora más que nunca para nosotros, nuestros hijos y el mundo que nos rodea ...

"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres".




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