viernes, 25 de agosto de 2017

"VEN Y VERÁS", MI RESPUESTA A SU LLAMADA

"Ven y verás"
(Jn 1, 46)

Siempre me he sentido muy identificado con el apóstol Pablo por la similitud de mi conversión y la suya. No obstante, ayer durante la misa en la que celebrábamos la fiesta de San Bartolomé, me di cuenta de que los inicios de mi camino de evangelizador se asemejan bastante a los de este apóstol.

Poco conocía yo de Bartolomé, cuyo nombre (en griego, Βαρθολομαίος) procede del arameo bar-Tôlmay, "hijo de Tôlmay" o "hijo de Ptolomeo", y quien es mencionado en los tres evangelios sinópticos, siempre en compañía de Felipe.

Sin embargo, en el Evangelio de Juan no aparece con el nombre de Bartolomé, sino con el de Natanael porque para los galileos del siglo I era habitual adoptar nombres griegos.

Natanael fue uno de los discípulos a los que Jesús se apareció en el Mar de Tiberiades después de su resurrección y según se narra en los Hechos de los Apóstoles, fue testigo de la ascensión de Jesús (Hch 1, 13).

Bartolomé marchó a predicar el evangelio a la India y, más tarde a Armenia, junto a San Judas Tadeo, donde encontró el martirio y la muerte por Astiages, rey de Armenia y hermano del rey Polimio, a quien Bartolomé había convertido al cristianismo.

Bartolomé fue llamado por Jesús a través de Felipe según relata el Evangelio de Jn 1, 45- 51. Es aquí donde me identifico plenamente con él.

Hace dos años, una persona (cuál Felipe) me dijo algo parecido a lo que éste le dijo a Natanael, según narra el Evangelio de Juan. Invitándome a asistir a un retiro me dijo: "Hemos descubierto a Jesús en Emaús". A lo que entonces yo, respondí escéptico: "¿Puede salir algo bueno de un retiro?" Y él me respondió exactamente con las mismas palabras: "Ven y verás".

Lo que ocurrió después...se parece tanto a lo que le dijo Jesús a Natanael... que no salgo de mi asombro, ahora que lo reflexiono.

Yo vivía mi apostolado debajo de una higuera (mi parroquia), evangelizando sí...pero desde mi zona de confort, a la sombra, pensando que allí era un sitio ideal desde el que poder ver a Jesús, aunque desde lejos.

Cuando, durante el retiro, me encontré cara a cara con Él, me dijo: "Te quiero a mi lado como un auténtico cristiano". 

A lo que yo le respondí:"¿De qué me conoces?".

Él me dijo: "Yo ya te había visto antes de que tú me vieras".

En ese momento, le reconocí y sí...como dice el Señor en el Evangelio de Juan, "he visto mayores milagros después de que el me dijera eso".

Fui y vi. Y le di mi "sí ".

Cada uno de nosotros hemos conocido a Cristo gracias a otra persona. El "sí" de otros nos lleva a nuestro "sí". Por eso, en cada cristiano, a lo largo de los siglos, se repite el pasaje de Felipe, Natanael y Jesús.

"Gracias, Señor, por todos aquellos que me han llevado a Ti.
 ¿Qué sería de mí sin la ayuda de mis hermanos en la fe? 

Gracias, Jesús, por ser ese tesoro que he recibido de otros. 
Gracias, por la oportunidad de venir y verte, 
de conocerte más de cerca y de descubrir tu amor.

¡Cuánta gente no ha escuchado hablar de Cristo! 
¡Cuántos saben de Él, pero no lo conocen en realidad, y por eso no lo aman! 
Y cuántos de ellos viven a nuestro lado, trabajan junto a nosotros,
 pasan por nuestras mismas calles. 
No podemos guardarnos el mayor tesoro de la humanidad para nosotros mismos. Tenemos que compartirlo, transmitir la gran noticia: 
¡hemos encontrado a Aquél que tanto anhela el corazón humano!

Dios nos ha escogido y bendecido con un propósito: 
para ser testigos de su verdad y su justicia en este mundo."

(Homilía de S.S. Francisco, 18 de enero de 2015).


Ahora, soy un poco más "auténtico" apóstol de Cristo. 
Ahora, soy también un poco más "Bartolomé".

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