viernes, 6 de abril de 2018

¿VOCACIONES? ¿QUÉ VOCACIONES?


Resultado de imagen de oracion por las vocaciones
"Antes de formarte en el vientre de tu madre te conocí; 
antes que salieras del seno te consagré; 
como profeta de las gentes te constituí. 
Yo dije: '¡Ah, Señor Dios, mira que yo no sé hablar; soy joven!'. 
Pero el Señor me respondió: 'No digas: ¡soy joven!, 
porque adonde yo te envíe, irás; 
y todo lo que yo te ordene, dirás. 
No tengas miedo de ellos, 
porque yo estoy contigo para protegerte', dice el Señor"." 
(Jeremías 1, 5-8)

La Iglesia nos anima a reflexionar y a orar constantemente por la falta de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa en España.

Sin embargo, no parece que sea por falta de oración: muchos rezan continuamente para suscitar vocaciones, pero la pregunta que se plantea es ¿existen comunidades suficientes que susciten vocaciones?¿existen jóvenes comprometidos con Dios y con la Iglesia? ¿existen jóvenes que responden a la llamada de Dios? 

Resultado de imagen de olmeda de la cuestaAlgunos, justifican esta escasez de vocaciones por el descenso demográfico

Es cierto que España envejece a ritmo acelerado: en la actualidad, la media de edad de los españoles se sitúa en los 43,5 años. 

Nuestra población envejece, lo mismo que nuestra Iglesia. Sin embargo, no creo que el descenso de los jóvenes sea una razón vital para la ausencia de vocaciones. 

El núcleo del problema es de mayor y de más profundo calado. Vuelvo al tema de la Revolución (aunque parezca cansino). La Revolución ataca y ejerce su dominio siempre en tres fases: primero en las tendencias; luego, en las ideas; y finalmente, en los hechos.

Podemos negar la Revolución o combatirla. Podemos mirar hacia otro lado o "coger el toro por los cuernos". Podemos seguir lamentándonos de la falta de vocaciones o estudiar las causas para revertir la situación. Podemos seguir hablando del "tema" o acometerlo definitivamente. Y lo debemos hacer "desde dentro" y con "auto-crítica".


"No puedo amar lo que no conozco"

Yo creo que la pregunta correcta que debemos hacernos no es tanto ¿cuánto? sino ¿cómo? No es cuestión de cuántos jóvenes hay en España que puedan llegar a tener una vocación de vida sacerdotal o consagrada. Se trata de cómo los jóvenes pueden llegar a ella. 

Resultado de imagen de religion en los colegios¿Cómo puedo amar algo que no sé ni que existe? ¿Cómo puedo apreciar algo que no conozco? ¿Cómo puedo querer algo si no me enseñan a hacerlo?

Y es que en la mayoría de las casas españolas ya no se enseña a rezar, a santiguarse. Ya no se enseñan los mandamientos, ni el Padrenuestro, ni los temas trascendentales que conciernen a nuestra vida. En los colegios, tampoco.


Nuestros niños no conocen a Dios porque sus padres no les llevan a misa. Tan sólo el día de su "primera y última" comunión. No les explican que ese día no consiste sólo en una fiesta donde estrenar un bonito traje; no les enseñan que no se trata de recibir sólo regalos. No les muestran a Dios.

Nuestros jóvenes españoles no conocen a Cristo porque no van a la Iglesia. Se niegan a ir con sus padres. Apenas pisan una parroquia, ni siquiera para casarse. Piensan que ir a misa o ser católico "está pasado de moda". Para la mayoría, ser "católico", "cura" o "monja" no es trending topic. Ni siquiera pasa sus cabezas. Y los hechos lo atestiguan.

"No me interesa"

Los jóvenes españoles (y occidentales) no están interesados en Dios. Y lo no lo están por varias razones, tanto externas como internas: 

- porque la Iglesia está continuamente denostada, maltratada e insultada desde todos los ámbitos de la sociedad. Así, ¿qué joven va a tener vocación por algo "políticamente incorrecto" o "mal visto" en la sociedad?

Resultado de imagen- porque este mundo "descristianizado" les incita a no comprometerse con nada ni con nadie. "Lo que hoy ya no te sirve, se tira y se reemplaza por otra cosa, por otra persona". Así, ¿qué joven se va a plantear dedicar su vida a servir a Dios y al prójimo?

- porque muchos jóvenes piensan que ir a misa es "cosa de viejos" y que lo que "allí" se dice es aburrido y "no va con ellos". Así, ¿qué  joven va a sentirse "como en casa"?

- porque muchos sacerdotes se han "acomodado" a un público plácido, que no les pide mucho esfuerzo ni tiempo y se han "distanciado" del Pueblo hablando un "idioma" ininteligible para los jóvenes, quienes no han sido enseñados ni discipulados. Incluso se esconden tras un "cleriman" o ni eso. Así ¿qué joven se va a sentir a gusto escuchando un idioma que no entiende porque jamás lo ha escuchado o poniéndose un uniforme que no entiende?

 - porque muchos jóvenes no se sienten acogidos por personas que no les escuchan, que no les respetan, que no les valoran o que ni siquiera les miran. Así, ¿qué joven va a integrarse en una comunidad parroquial donde no es "necesario", donde no es "querido"? 

- porque muchos jóvenes ven un futuro poco prometedor y ni siquiera se plantean que les deparará el día de mañana. Así, ¿qué joven va a plantearse vocación alguna si ni se plantea el futuro corto plazo?

- porque muchos jóvenes carecen de "ideales", de "valores", de "principios" que les guíen en sus vidas. Así, ¿qué joven va a luchar por nada ni por nadie?

Nuestros hijos no quieren saber mucho de Dios porque este mundo les invita al grito del "carpe diem" a vivir una vida egoísta, hedonista y relativista, donde "lo primero soy yo y el resto, es relativo". Les animan a vivir el "hoy y ahora" sin preocuparse más allá (ni del más allá). Les motivan a "buscarse la vida" por el camino del individualismo egoísta (muchos son hijos únicos) y a no ser solidarios con nadie (no formar parte de nada).

La clara evidencia es que si nuestra juventud no asiste a la Iglesia, nuest
ra población católica envejece. Y si nuestra "población activa" escasea, envejece y muere, es casi imposible que florezcan vocaciones.

¿Qué podemos hacer?

No tengo en mi mano todas las soluciones, pero podríamos empezar rezando más, acogiendo más, haciéndoles más atractivo todo lo que Dios nos inspira con su Espíritu, preguntando más a los jóvenes, escuchándoles más, amándoles más...

Imagen relacionadaNuestros jóvenes son el futuro de la sociedad y por tanto, de la Iglesia. Si les relegamos,  ignoramos o no velamos por sus necesidades, no sólo no habrá vocaciones en la Iglesia a corto/medio plazo sino que no habrá jóvenes en la Iglesia.

Es indispensable construir comunidades que lleven a los jóvenes (y a los menos jóvenes) hacia Cristo. Sólo así se suscitarán vocaciones. De todo tipo. 

Comunidades "propias", donde la pasión (como en el fútbol) nos inspire a decir "este es mi equipo", este es mi "jugador". Donde cada joven (y menos joven) diga "esta es mi "parroquia", "es lo más..."

Y para ello, hay muchas cosas que cambiar. Empezando por nosotros mismos.

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