" Duc in altum "
(Lucas 5,4)
Ante a la grave situación que vive nuestra sociedad occidental descristianizada, estamos llamados a poner en práctica una pastoral misionera, volviendo a las fuentes y al espíritu de la primera evangelización, para “reavivar en nosotros el impulso de los orígenes”. (Juan Pablo II, Carta apostólica Novo MillennioIneunte, n. 40.).
La nueva evangelización de Europa necesita de una pastoral misionera con los siguientes rasgos significativos e irrenunciables:
-Dirigida a todos los sectores de nuestra sociedad plural. También los que son hostiles a lo religioso y, en concreto, a lo católico.
-Realizada por todos los miembros de la Iglesia.
-Iniciada desde la propia conversión personal, comunitaria y eclesial.
-Edificada desde la oración, el testimonio de palabra y vida, y el servicio a los demás.
-Desarrollada con un renovado impulso misionero, abierto a la Gracia y dócil al Espíritu Santo.
-Interiorizada desde una nueva experiencia íntima y profunda del amor de Dios que haga arder el corazón con la escucha contemplativa de la Palabra de Dios, como a los discípulos de Emaús.
-Iniciada desde la propia conversión personal, comunitaria y eclesial.
-Edificada desde la oración, el testimonio de palabra y vida, y el servicio a los demás.
-Desarrollada con un renovado impulso misionero, abierto a la Gracia y dócil al Espíritu Santo.
-Interiorizada desde una nueva experiencia íntima y profunda del amor de Dios que haga arder el corazón con la escucha contemplativa de la Palabra de Dios, como a los discípulos de Emaús.
-Anunciada como si se tratase de la primera vez, con toda la fuerza de su novedad, con todo su atractivo, sin temores ni complejos, con sencillez y sin privilegios.
-Elaborada desde un conocimiento del corazón del hombre de hoy, participando en sus alegrías y tristezas, y al mismo tiempo, enamorados de Dios.
-Cumplida desde la presencia y el compromiso con los más necesitados, signo inequívoco de nuestro seguimiento a Jesucristo.
-Abierta al mundo y sin encerrarnos en “clubes privados”, en el “calor del hogar”, "en la afectividad de los nuestros", sino saliendo de nuestras zonas de confort, a la intemperie, al encuentro, al diálogo, a la escucha del mundo actual.
-Abierta al mundo y sin encerrarnos en “clubes privados”, en el “calor del hogar”, "en la afectividad de los nuestros", sino saliendo de nuestras zonas de confort, a la intemperie, al encuentro, al diálogo, a la escucha del mundo actual.
-Viviendo en el mundo, sin ser parte de él. Inmersos en su corazón, en su tejido social y humano, en su pensamiento, en sus sufrimientos y en sus anhelos.
-Atrayendo con la "verdad", la "bondad" y la "belleza" de Jesucristo, viviendo “alegres” para atraer a los que están fuera y para que participen de ese "encanto".
-Formando comunidades vivas y maduras, llenas del Espíritu, inmersas como levadura en el mundo, que sean luz en la oscuridad de este mundo.
-Replanteando estructuras: las parroquias, las órdenes religiosas, los movimientos laicales, las catequesis...), para ser eficaces y efectivos.
-Integrando a cristianos comprometidos, testigos con experiencia de Dios, con creatividad y dinamismo apostólico.
-Integrando a cristianos comprometidos, testigos con experiencia de Dios, con creatividad y dinamismo apostólico.
-Saliendo al encuentro de los que vuelven a casa por el camino de Emaús, con un estilo cercano, de acompañamiento y de escucha.
-Despertando la fe de los demás con un carácter valiente, alegre y sin "caras de acelga".
-Utilizando un lenguaje comprensivo y actualizado a los tiempos, al "estilo" de Jesús: hablando a la gentes en su “lengua”, en su experiencia, con relatos/parábolas que empaticen con sus realidades, con imágenes y gestos en sintonía y en conexión con la mentalidad de las personas a las que se evangeliza.
Para concluir, decir que no existen recetas ni fórmulas mágicas para los grandes desafíos de nuestro tiempo. Sólo es necesaria una Persona: Cristo.
La nueva evangelización implica la responsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios en esta evangelización "a la inversa" que se sostiene, fundamentalmente, sobre cinco pilares:
La nueva evangelización implica la responsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios en esta evangelización "a la inversa" que se sostiene, fundamentalmente, sobre cinco pilares:
Servicio
Nuestras manos deben ser como las de Jesús: servidoras, dispuestas para tocar al leproso y lavar los pies a los discípulos.
Anuncio
Nuestra boca debe hablar de forma comprensible y auténtica de Jesucristo.
Comunión
Nuestra vida debe desarrollarse en comunión fraterna, en corresponsabilidad de tareas y servicios.
Testimonio
Nuestras palabras y obras deben testificar a Cristo. A nadie más.
Sacramentos
Nuestro compromiso con Dios debe conducirnos a celebrar todo a través de la Eucaristía, los sacramentos y la oración.
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