"Mujer, qué grande es tu fe"
(Mateo 15, 21-28)
La mujer cananea del pasaje de Mateo, es pagana, hostil a los judíos y alejada de Dios pero demuestra una fe tan grande, que la mueve a interceder ante Jesús por la curación de su hija. Y Él se la concede.
Es una oración de intercesión magistral que me enseña la necesidad de:
-Perseverancia y determinación: ni el enfado de los discípulos ni la brusquedad del Señor la desaniman.
-Decisión y confianza: Ella sabía lo que quería (la curación de su hija) y tenía la certeza de que Jesús la ayudaría.
-Humildad e ingenio: No pide mucho, tan sólo "migajas", reconociéndose pecadora e indigna de recibir la gracia que pide, y a la vez, replicando con creatividad a Jesús.
Jesús, Tú siempre te dejas “tocar” por el sufrimiento humano, venga de quien venga; Tú siempre "abres" tu corazón a quien persevera; Tú siempre "donas" tu amor a quien ama; Tú siempre "regalas" tu gracia a quien cree.
Por ello, Señor, enséñame a revisar mis prejuicios y mis esquemas cerrados, a mostrarme comprensivo con el "diferente", compasivo con el "ajeno", sensible con el que no es de los "míos".
María, Madre mía, ayúdame a no sentirme importunado por otros, a estar siempre abierto y disponible a todos, sean creyentes o no, para acogerles en todas sus situaciones y ayudarles en todas sus necesidades.
Señor, purifica mis intenciones, purga mis peticiones, ten compasión de mis miserias y muéstrame Tu corazón de Misericordia infinita.
Padre Nuestro, hazme ver en "tus silencios", la manera de acrecentar mi fe, en "tus distancias", la forma de hacerla más insistente, y en "tus pruebas", el modo de aumentar mi perseverancia...
Porque Tu misericordia es más grande que mis pecados.
JHR
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