jueves, 10 de septiembre de 2020

DIOS NOS INVITA CONTINUAMENTE

 "Muchos son los llamados, 
pero pocos los elegidos"
(Mateo 22,14)

En el capítulo 22 del Evangelio de San Mateo, Jesús nos regala la parábola del Rey bueno, justo y misericordioso que celebra el banquete de bodas de su Hijo, envía las invitaciones y a sus emisarios a todo su pueblo, pero ningún invitado quiere asistir; o no hacen caso porque están ausentes u ocupados "en sus cosas", mientras que otros, maltratan y asesinan a los enviados. 

Dios nos envía una invitación personalizada (e inmerecida) a todos y cada uno de nosotros (buenos y malos) para asistir a su celebración, pero no todos queremos ir. 

Dios insiste y nos invita de nuevo, pero ponemos excusas, nos ausentamos, le despreciamos o le crucificamos. 

Dios, en su infinita paciencia, nos reúne de nuevo en torno a su mesa pero ¡cuántas veces somos indignos de tan sublime honor!

Desgraciadamente, esto es lo que uno encuentra muchas veces, en la Iglesia Católica: tres tipos de invitados, que corresponden a tres niveles de actitud espiritual muy distintos: los "creyentes", los "practicantes" y los "cristianos". 

A menudo, se suelen confundir o identificar estos tres niveles con el mismo nombre de "católicos", ya sean laicos o consagrados...pero ¿lo son de verdad? 

Creyentes

"Los que se quedan en tierra y esperan"
Son los invitados que reciben la invitación pero no quieren ir: sólo creen en Dios por interés egoísta, esperando recibir, desde la distancia y la "seguridad" de la orilla, algo que necesitan : salud, alimento, paz o consuelo

Por lo general, son "personas buenas" que no matan, no roban y no hacen daño a nadie, pero que, conscientes o no, incumplen realmente la voluntad de Dios, aunque participen ocasionalmente en algunas ceremonias religiosas, como por ejemplo, en bodas, bautizos, comuniones o funerales. 

Están convencidos de que pueden agradar a Dios "a su manera", es decir, viviendo en soledad una religiosidad al margen de la Iglesia, haciendo su voluntad sin "practicar", sin seguir a Cristo, sin comprometerse. 

Para ellos, la religión es sólo una activación, una forma de manifestar una espiritualidad propia e íntima, pasiva y sin fruto alguno


Practicantes

"Los que se meten en la barca y empujan"
Son los invitados que se excusan, que se ausentan o incluso, a veces, matan a los enviados. Algunos asisten, pero indebidamente: creen en Dios y sólo cumplen. Tienen una cierta, aunque lejana, relación con Él: le obedecen pero sólo dentro de los umbrales de la Iglesia.

Por lo general, son "personas religiosas" que piden poco y se conforman con menos, que "cumplen y mienten", que obran con doblez o hipocresía, como los fariseos.

Se "comportan aparentemente", participan en las misas dominicales (si les viene bien) y en algunas actividades religiosas (si les agradan).

Fuera del ámbito de la Iglesia, son capaces de matar (criticar), de robar (apropiarse del Evangelio) y de hacer daño o de matar a otros (acción u omisión). 

Para ellos, la religión es sólo un acto de aparente espiritualidaduna forma de manifestar públicamente, mediante un conjunto de ritos, actividades y eventos, una fe pseudo-activa, pero con escaso fruto.

Cristianos

"Los que reman mar adentro y caminan sobre el agua"
Son los invitados que reciben la invitación de buen grado y deciden asistir a la boda, intentando buscar el traje adecuado para la ocasión (la santidad).

Por lo general, son personas que creen, cumplen y viven lo que creen porque han tenido un encuentro intenso y personal con Jesucristo, y que han decidido seguirlo, a través de un continuo proceso de conversión transformador que dura todas su vidas.

Son personas que aman, confían y sirven a Dios de corazón. Nunca dan importancia a las apariencias y viven su fe tanto en público como en privado. 

Pudieran albergar alguna duda sobre alguna cuestión que puedan percibir, ver o escuchar en la Iglesia, o incluso, mostrar desacuerdos con las personas que la dirigen o que la visitan, pero en lugar de criticar, dividir y alejarse de ella, lo ofrecen todo como sacrificio reparador a Dios.

Para ellos, la fe es una actitud con la que manifiestan su religión, es la vivencia del amor de Dios, es la expresión de su libre obediencia a Dios por amor, es el testimonio de una conversión que ha transformado por completo su mentalidad y su voluntad.

"Señor, si me invitas a la boda
asistiré con presteza y alegría,
y si me visto adecuadamente,
Tú me saludarás.

Señor, si me llamas a pescar, 
te seguiré en tu barca,
remaré mar adentro y caminaré sobre el agua,
y si me hundo, 
Tú me levantarás."

JHR

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