lunes, 17 de agosto de 2015

AYUDAR, ARREGLAR O SERVIR








 Arreglar, ayudar y servir son tres modos diferentes de relacionarte con los demás. Veamos las diferencias:

"Cuando ayudas ves a los demás como débiles. Cuando arreglas, los ves rotos. Y cuando sirves ves a los demás completos. Más aún, el arreglar y el ayudar son energías que emergen del ego; por el contrario, el servir es una energía que emerge del alma.

El servir parte de la premisa de que la naturaleza de la vida es sagrada, que todos nosotros y la vida somos un misterio con un propósito desconocido. Cuando servimos sabemos que pertenecemos a ese misterio, a la vida y su propósito. Desde esta perspectiva todos estamos conectados: todo sufrimiento es mi sufrimiento y toda alegría es mi alegría. Desde esta perspectiva el impulso de servir emerge de modo natural e inevitable.


Servir es muy diferente a ayudar. La ayuda no existe en una relación entre iguales. Un ayudador suele ver a los demás como más débiles que a sí mismo, más necesitados. Y este desequilibrio se percibe con frecuencia. El verdadero peligro con la ayuda es que, sin querer, podemos estar tomando más de lo que damos. Podemos reducir la autoestima del otro, su valía percibida e incluso su integridad.

Cuando ayudamos nos damos cuenta de nuestras fortalezas. Pero cuando servimos, no lo hacemos desde nuestras fortalezas, sino desde todo nuestro ser, desde toda nuestra experiencia como ser humano. Servimos desde nuestras limitaciones y nuestras heridas; incluso desde nuestro lado más oscuro. Mi dolor es la fuente de mi compasión, mis heridas son la fuente de mi empatía.

El servir nos hace conscientes de nuestra completitud como humanos y de nuestro verdadero poder. Todo nuestro yo sirve al todo en los demás y a la totalidad de la vida. Tu totalidad y la mía son lo mismo. Servir es una relación entre iguales: cuando sirvo fortalezco a los demás y también a mí mismo.

Arreglar y ayudar nos agotan, y con el tiempo nos consumen. Sin embargo servir nos renueva, nos refresca y nos reafirma. Cuando ayudamos podemos experimentar satisfacción; pero cuando servimos experimentamos gratitud.

Cuando arreglamos vemos al otro como roto, y respondemos ante esa percepción con nuestros conocimientos, con nuestros saberes y experiencia. Los que van arreglando a los demás confían mucho en sus conocimientos y experiencia pero no ven la totalidad de la otra persona, no confían en que toda la vida están en ellos. Cuando servimos vemos y confiamos de verdad en que esa persona está completa, que la vida misteriosa que habita en nosotros también habita en ella. Y de este modo la fortalecemos y nos fortalecemos nosotros. De este modo incluso podemos conseguir que esa persona se vea completa y con confianza quizá por primera vez.

Arreglar y ayudar crean distancia entre las personas, y la experiencia de ser diferentes. No es posible servir desde esa distancia. Solo podemos servir aquellos con los que conectamos profundamente, y ello requiere coraje, valentía. Porque servir requiere confiar más en nuestra humanidad que en nuestros conocimientos, saberes y experiencia.

Arreglar y ayudar son estrategias para reparar la vida. Cuando servimos no hay nada que reparar porque no hay nada roto, todo está completo. Paradójicamente quizá, cuando nos ayudan o nos arreglan nos dañan. Solo el servir es sanador.

¿Y tú qué haces? ¿Cómo te relacionas con los demás? Como padre o madre, como maestro o como profesor, como médico o como enfermero, como psicólogo o como trabajador social, como policía o como bombero, como consultor, como directivo, como político o como banquero, como empleado público o como empleado en general, ¿arreglas, ayudas o sirves?"


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