viernes, 29 de julio de 2016

SIGNOS DE MADUREZ ESPIRITUAL





Tengo tres hijos, de 24, 22 y 15 años de edad. Cada uno de ellos se encuentra en diferentes etapas de sus procesos de madurez. Mi hija mayor (Raquel) es independiente, trabaja y vive fuera de casa. Es capaz de enfrentarse a la vida y manejar situaciones que mi hijo Alberto, que vive en casa, no puede. Y Alberto, desarrolla más responsabilidades que mi hijo menor, Jorge. 

Sería absurdo pretender que Jorge tenga un nivel de madurez como el de Alberto, ni Alberto como el de Raquel.

La vida es un viaje hacia la madurez desde nuestro primer aliento al último. A lo largo de este camino, hay señales que nos ayudan a determinar si estamos en una curva o en una recta, si podemos adelantar o no, si vamos en la dirección correcta o hacia nuestro destino. 

Al igual que nos desarrollamos como seres humanos, también nos desarrollamos como cristianos. Y de la misma forma que existen señales de madurez física y mental, también las hay para la madurez espiritual. 

Sin embargo, la madurez espiritual no es una cuestión de edad. Necesita tiempo, energía y esfuerzo, pero también es posible ser un bebé espiritual de 50 ó 60 años de edad. La edad no implica por sí misma un alto grado de madurez.

La madurez espiritual no es una cuestión de conocimiento. Saberse el ritual de la misa o los libros de la Biblia no implica necesariamente madurez espiritual. Recordemos que  los escribas y los fariseos conocían a la perfección la Ley y la Escritura, lo que no significaba que fueran maduros puesto que se quedaban en los detalles, en lugar de ir al fondo.

La madurez espiritual no es una cuestión de apariencias. Recordemos el dicho:"el hábito no hace al monje". Del mismo modo, hay muchos cristianos que "pasan la prueba de los ojos" y que aparentemente, son maduros. Pero la apariencia no es una indicación exclusiva de la madurez espiritual.

Entonces, ¿qué es la madurez espiritual? Hay muchos evidencias (aparte de las anteriores) que proporcionan un marco de madurez espiritual, pero no por ello, son axiomas.

Nadie puede decir que ha alcanzado la madurez espiritual plena. La vida es un camino constante de conversión hacia la madurez espiritual y la santidad, donde existen señales que nos pueden ayudar a determinar dónde estamos. 

Relación con Dios

La vida es como una montaña rusa: subimos lentamente para bajar en caída libre a toda velocidad, para enseguida, volver a subir o para hacer varios "loopings". 

Lo que hace de las montañas rusas una experiencia impresionante son los ascensos y la caídas constantes. 

Sin embargo, las subidas y caídas no son lo que hace del cristianismo una vivencia apasionante. Muchas personas, cuando están en lo alto de la cima de la montaña (conversión, retiro de fin de semana, experiencia del Espíritu Santo, JMJ, etc.), disfrutan de una experiencia espiritual de relación con Dios maravillosa, pero cuando inician la bajada, su relación con Dios decae o desaparece.

Los cristianos maduros, sin embargo, impiden que los altibajos de la vida afecten a su relación con Dios. Desde luego, celebran los "momentos cima", pero no se basan en esos momentos para sostener su fe. Su fe está sostenida por Dios, en todo momento.

Hacia la Santidad

Dios está continuamente trabajando en las actividades cotidianas de nuestra vida. Cualquier cosa que hacemos en secreto, Dios lo revela en público.

Algunas personas creen alcanzar la madurez espiritual porque aman su parroquia o las actividades que allí se hacen mientras ocurren cosas increíbles... pero cuando no sucede nada "increíble", muchos cristianos abandonan y se rinden. 

Creen que todos los días van a ver la acción clara de Dios o van a ser respondidos de la forma que ellos quieren y en el tiempo en que ellos lo necesitan. 

Los cristianos maduros entienden el valor de su fe y la importancia de buscar la santidad (madurez) en todo momento.

Dios controla

Esta es una de las marcas más importantes que denotan un alto nivel de madurez espiritual. Los cristianos maduros no permiten que las situaciones "fuera de control" o desoladoras hagan descarriar sus vidas. No pierden el tiempo preocupándose y discutiendo sobre situaciones fuera de su control: sencillamente, rezan mucho. 

Sólo actúan en situaciones que puedan controlar. Dios es el Creador del Universo, es soberano y es quien controla todo.

Alimento espiritual

El alimento espiritual del cristiano maduro son los sacramentos. Nunca fallan. Si alguna vez no nos sentimos cerca de Dios, es porque no le damos a los sacramentos la importancia que requieren (Eucaristía, Confesión, etc.). 

Sin sacramentos, el resto de las actividades que nos encaminan hacia la madurez (Oración, Comunidad, Adoración, etc.), sencillamente, "no apetecen".

Los sacramentos no son negociables ni opcionales. sin ellos, no llegamos a la madurez ni a la intimidad con Dios. 

Las personas que son inconsistentes con los sacramentos son los que ponen constantemente excusas y cualquier cosa, antes que a Dios. 

Los cristianos maduros no buscan excusas en el ajetreo de la vida o en la falta de tiempo. Siempre encuentran tiempo y crean espacio para Dios

"Como niños"

Cuando nos convertimos en adultos solemos perder la maravillosa inocencia infantil de no maravillarnos ante las cosas pequeñas (y grandes) de la creación. Olvidamos la capacidad de asombrarnos y disfrutar de la vida. Dejamos de ser "Peter Pan" y nos convertimos en "Garfio".

Tal vez es por eso, Jesús nos dice que "debemos ser como niños pequeños para heredar el reino de los cielos" (Mateo 18, 3). Los niños asumen riesgos. Los niños son un poco inocentes, un poco "alocados", pero ven la belleza y la alegría de la vida. 

Los cristianos maduros poseen una cierta naturaleza infantil. Ellos no se aburren con facilidad. Se divierten, ríen, ven la vida como un regalo, ven oportunidades donde otros ven dificultades. Poseen una ingenuidad saludable.

Ser como niños" no significa ser inmaduros. Significa aceptar la vida con alegría e ilusión, como un magnífico regalo de Dios.

Mirada vertical

Vivimos en una cultura obsesionada por el culto al cuerpo, a las apariencias y a la posición en la vida. El mundo pretende llevarnos a ser más de lo que somos, en lugar de pretender ser la persona que Dios nos diseñó. Y esto produce vergüenza, amargura y frustración.

Los cristianos maduros no miran en horizontal para buscar aceptación o halagos. Entiende que para alcanzar la plenitud deben mirar verticalmente, hacia arriba, hacia Dios.

Escucha atenta

Habitualmente, la mayoría de nosotros escuchamos a otras personas que tienen un punto de vista diferente con el objetivo de criticarlas o de corregirlas.

Los cristianos maduros poseen una visión más amplia de lo que dicen las personas. Hablan con ateos, musulmanes, budistas, evangélicos, etc con el objetivo de compartir y, hasta de aprender.

Esto está en absoluto contraste con aquellos cristianos que creen que su trabajo consiste en solucionar todos los problemas según su idea y de cambiar a todos los que no piensan como ellos. Son los "pendencieros espirituales":  hombres (y mujeres) que nunca salen de casa sin su armadura y su espada, dispuestos a la batalla.

Los cristianos maduros no batallan, no condenan, no critican ni intentan convencer a otros. Saben que Dios no necesita fiscales de la fe o policías espirituales, sino seguidores apasionados. Y por ello, mantienen una escucha atenta, convencidos de su fe, pero no son tan cerrados de mente para pensar que todos los demás están equivocados. Entienden que escuchar otros puntos de vista no equivale a tolerarlos o aceptarlos, sino amar a la otra persona.

Buscando el corazón de Jesús

Jesús nos ama a todos. Pero Jesús ama especialmente a los sin voz. En la tierra, mostró un amor especial por los marginados y los pecadores. Por los enfermos y los pobres. Por los indefensos y los desvalidos.

Tal vez más que cualquier otra señal, ésta es la más clara de una madurez en la fe. Los cristianos maduros anhelan tener el corazón de Jesús. Sus corazones se rompen por los que no tienen voz. Sus corazones sufren por los desvalidos, los que aún no han nacido, los indefensos. Sus corazones se enternecen por los pobres, por los enfermos, por los incapacitados. Esos corazones son como el corazón de Cristo. 

Estilo de vida

La fe, para los cristianos maduros, va más allá de unas creencias y unas normas: es una forma de vida. Es un estilo, el de Cristo.

La vida cristiana no tiene un interruptor "on / off". Vivir para Dios supone 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 al año. No hay descanso.

Los cristianos maduros no se desconectan de Dios porque Él no sólo es parte de su vida ... Él es su vida (Romanos 12, 1-2).

Los cristianos maduros son conscientes de que Dios está continuamente trabajando sin descanso a su alrededor. Todas las ocasiones de la vida son oportunidades que Dios les ofrece para discipular, para amar y acoger: en el "super", en un restaurante, en la oficina, en la iglesia... 

Ritmo sostenible 

Los cristianos maduros no son adictos al trabajo pero tampoco perezosos. No son ni de bajo rendimiento o mérito superior. Saben que la salud es importante, valoran las vacaciones y el descanso.

Pero los cristianos maduros también trabajan duro, sirviendo a los demás. No dependen del éxito o del fracaso de lo que hacen ni que afecte a sus emociones o a sus estados de ánimo. Ellos ayudan a sembrar. Dios cosecha.

Seguro que me dejo muchos otros signos de madurez, ¿alguna idea?

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