viernes, 30 de agosto de 2024

SANTIAGO EL MENOR, EL PRIMER OBISPO DE JERUSALÉN

"Había unas mujeres que miraban de lejos,
entre ellas María Magdalena, María,
madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé.
(Mc 15, 40)

Santiago (Iakōbos en griego; Ya'akov ben Halfay en hebreo), también conocido como San Jacobo o Yago, es hijo de Cleofás (Alfeo) y de María de Cleofás (Mc 10,3) y hermano del Apóstol Judas Tadeo, de Simón el Zelote y de José. Nació en Galilea y aparece en noveno lugar en todas las listas de los Doce.

Apodado "Santiago el Menor" (Mc 15, 40), probablemente porque era de baja estatura y para distinguirlo de Santiago el Mayor, el hijo de Zebedeo y hermano de Juan. Predicó en Palestina y Egipto.

Como ya hemos dicho en otros artículos, en la sociedad judía y patriarcal, el término "hermano" abarcaba un amplio número de parientes cercanos, y no necesariamente implicaba el ser "hermano de sangre", es decir, hijo de los mismos padres. 

Según algunos autores, Santiago tenía un gran parecido con Jesús, motivo por el que Judas besó a Cristo en Getsemaní para que sus perseguidores arrestaran a la persona correcta.

De carácter fuerte y ardiente, Santiago es "el hermano del Señor" (Mc 6, 3) que se entrevistó con Pablo (Gal 1, 9), el considerado "una de las columnas de la Iglesia" (Gal 2, 9); el que tomó la palabra durante el Concilio de Jerusalén (Hch 15, 13); el que quedó a cargo de la Iglesia de Jerusalén cuando se dispersaron los apóstoles por el mundo y fue su primer obispo (Hch 12,17); a quien (según San Pablo) se le apareció Jesús resucitado (1 Co 15,7); a quien Judas menciona como su hermano al inicio de su carta y el autor de la Carta de Santiago.
La Carta 'Católica' que lleva su nombre es una carta universal dirigida a las 'doce tribus de la diáspora', es decir, al nuevo pueblo de Israel, a toda la Iglesia. Es una 'Encíclica' que guarda muchas similitudes con el Sermón de la Montaña de Mt 5, en la que Santiago nos presenta un cristianismo muy concreto, didáctico y práctico. 

Nos insiste en la necesidad de vivir una fe auténtica y coherente, a no reducirla a una declaración verbal o abstracta, sino a expresarla de forma concreta y con buenas obras (Stg 2, 26), sobre todo, en el amor al prójimo y particularmente con el compromiso con los pobres.

Nos invita a perseverar en las pruebas y a aceptarlas gozosamente, a la oración para obtener de Dios el don de la sabiduría y a comprender que los verdaderos valores de la vida no están en las riquezas transitorias, sino en compartir las propias capacidades con los pobres y necesitados (Stg 1, 27).

Según el historiador Flavio Josefo, mientras predicaba en Jerusalén en el 62 d.C., fue arrojado desde el pináculo del Templo por orden del sumo sacerdote Anás II, y aunque sobrevivió, fue apedreado y, como tardaba en morir, fu rematado por un batanero que le aplastó el cráneo de un mazazo.

jueves, 29 de agosto de 2024

SIMÓN EL ZELOTE, EL "HERMANO" DE JESÚS


El apóstol Simón (del hebreo 'Shim’On', 'el que ha escuchado a Dios'), de oficio pescador, era hijo de Alfeo y de María, hermano de Judas Tadeo y de Santiago el menor (Mc 6,3). 

Según Lc 4,22 y otros textos apócrifos del s. II d.C. (Protoevangelio de Santiago, Evangelio de la infancia de Tomás, Evangelio de Pedro), los tres eran hijos biológicos (además de un cuarto, José, que no fue apóstol), concebidos de un matrimonio anterior de san José (a su vez, hermano de Cleofás), quien al enviudar y en edad avanzada (unos 80 años), tomó por esposa a la Virgen María (a su vez, cuñada de María de Cleofás). 

La Enciclopedia Católica, citando los textos contenidos en los libros apócrifos, afirma que san José tuvo seis hijos (2 mujeres: Salomé y María; y 4 hombres: Simón, Judas, Santiago y José) de un matrimonio anterior a María, quien al quedar viudo, desposó a María:
Cuando contaba con cuarenta años de edad, José desposó a una mujer llamada Melcha o Escha para algunos, Salomé para otros, con quien convivió cuarenta y nueve años y con quien tuvo seis chicos, dos hijas y cuatro hijos, el menor de los cuales fue Santiago (el Menor, llamado “el hermano del Señor”). Un año después de la muerte de su esposa, cuando los sacerdotes anunciaron por toda la Judea que ellos deseaban encontrar en la tribu de Judá algún hombre respetable para desposar a María, de entonces doce a catorce años de edad, José, quien ya tenía en dicho momento noventa años, fue a Jerusalén entre los candidatos, un milagro manifestó la elección de José realizada por Dios, y dos años después la Anunciación tuvo lugar.
Por tanto, los apóstoles Simón el Zelote, Judas Tadeo y Santiago el menor eran hermanastros de Jesús, quienes son mencionados como 'hermanos' (adelphoide Jesús (Mc 3,31-35; 6,3; Mt 12,47-50; Lc 8,19-21; Jn 7,3-10, Hch 1,14; 1 Co 9,5: Gal 1,19) en el sentido de 'familiares cercanos'

Este dato explica y rebate categóricamente las controversias en contra del dogma de la virginidad de María y a favor de la posibilidad de que Cristo hubiera tenido hermanos carnales. 

Simón, llamado el Zelote ('celoso', 'apasionado', 'fanático'), por pertenecer a esa secta político-religiosa integrista-nacionalista judía (Lc 6,15; Hch 1,13). Los zelotes eran nacionalistas judíos fanáticos que conformaban la resistencia armada y violenta contra la ocupación romana en Palestina. 

Una de las ramas más extremistas de los zelotes fueron los sicarios, o hombres de la daga, un grupo de asesinos que se mezclaban con la multitud durante los festivales para cometer su matanzas con su 'Sicari', o cuchillo corto y curvo. El historiador Josefo decía que los zelotes eran personas imprudentes, celosos en buenas prácticas y extravagantes en las peores clases de acciones.

Simón, llamado el Cananeo, por provenir de Caná de Galilea (Mt 10,4; Mc 3,18).  La tradición afirma que Simón era el novio de las 'bodas de Caná', a las que asistieron Jesús, su madre y sus discípulos (Jn 2,12). Aparece en todas las listas de apóstoles del Nuevo Testamento: en décimo en las de Mt 10,1; Lc 6,15; Hch 1,13y en undécimo lugar en la lista de Mc 3, 18.

Cuando Jesús lo llamó a seguirlo, Simón experimentó una transformación radical: Simón dejó atrás su postura radical, sus ideales revolucionarios y sus integrismos violentos para abrazar un mensaje de redención y reconciliación. 

Se convirtió en un hombre de fe y comprometido con Cristo, y estuvo muy cercano a Mateo, paradójicamente, extremo opuesto a Simón, dado su pasado pro romano como recaudador de impuestos del Imperio. 

Predicó el Evangelio en Egipto, Armenia y Persia con su hermano Judas Tadeo, donde fueron martirizados (el primero, cortado con una sierra por la mitad, y el segundo decapitado con un hacha) y sepultados, según San Fortunato, obispo de Poitiers (s. VI).

Existe una curiosidad en la escena del arresto de Jesús en el Huerto de los Olivos que leemos en Lc 22,38: "Señor, aquí hay dos espadas". Una evidentemente, era la de Pedro, quien la desenvainó cortándole la oreja a Malco, el sirviente del sumo sacerdote; y la otra, probablemente, la de Simón el Zelote, quien la mantuvo envainada, prueba de su abandono de toda violencia.

La figura de Simón el Zelote es, para todos los cristianos, un símbolo de fervor y compromiso inquebrantable, y u signo de inspiración para vivir nuestra fe con intensidad y determinación, con unidad y comunión, independientemente de nuestros orígenes, ideas o diversidades.

miércoles, 28 de agosto de 2024

JUDAS ISCARIOTE, EL QUE TRAICIONÓ A JESÚS

"El Hijo del hombre se va como está escrito de él; 
pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, 
¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!"
(Mt 26,24)

Judas (del hebreo 'Judá', Yəhûḏāh) Iscariote ('hombre de Keriot'), hijo de Simón y oriundo de Kerioth (Judea) a 30 kms de Jerusalén, era un judío nacionalista y codicioso, y el apóstol que traicionó a Jesús por treinta monedas revelando a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturarlo, tal como había anunciado el propio Jesús durante la Última Cena (Mt 26,14-75; Lc 22,20). 

Su nombre aparece en tres listas de los 12 Apóstoles (Mt 10,4; Mc 3,19; Lc 6,19), siempre en último lugar, mientras que el Evangelio de Juan menciona que era el tesorero del grupo y que era un 'ladrón', porque se apropiaba del dinero destinado a los pobres (Jn 12,6).

Los tres evangelios sinópticos exponen de la misma forma la traición de Judas aunque Mateo es el único que menciona el precio de 'treinta monedas', además del dominio que tenía Jesús sobre la situación en el huerto de los Olivos, sabedor que todo ello daba cumplimiento al plan de Dios anunciado en la Escritura (Sal 41,6-9; 69,1-37; 109,8).

Judas devolvió las treinta monedas de su traición a los sacerdotes, que fueron consideradas 'dinero ensangrentado' y fueron destinadas a comprar un 'campo de tierra roja' (arcillosa) entre el monte Sión y la ciudad de David, que fue llamado 'hacéldama', que quiere decir 'campo de sangre' (Hch 1,19).
Sobre la muerte de Judas, existen dos versiones en la Escrituras: 
  • que se suicidóahorcándose, desesperado por la magnitud de haber denunciado a Jesús (Mt 27,5)
  • que cayó de cabeza, reventó por medio, y se esparcieron todas sus entrañas, en el campo comprado con las monedas de la traición (Hch 1,18)
Y dos interpretaciones:
  • que Mateo pone el foco en la asfixia espiritual que le produce a Judas la traición a Jesús, mientras que Lucas lo hace en su codicia y su vacío interior. 
  • que Mateo, que se dirige a un público judío, muestra la muerte de Ajitofel (2 Sa 17,23), mientras que Lucas, que escribe para un público de origen pagano (griego), se inspira en la muerte de Nabot (1 Re 21 y 2 Re 9,25-26). Ambas muertes tipifican a la de Cristo.
Para Lucas, la traición de Judas representa la acción del injusto sobre el justo (Lc 20,9-18; 11,47-51). 

Igual que Nabot (dueño de la viña, como Cristo es dueño de la 'viña' de Israel), a causa de la insidia de Jezabel, esposa de Acab, fue calumniado por dos testigos falsos y llevado fuera de la ciudad por sus acusadores, donde experimentó una muerte ignominiosa, Jesús fue vejado y asesinado con la misma clase de suerte: una muerte ignominiosa en la cruz.
 
Por otro lado, el libro apócrifo y herético, el "Evangelio de Judas", escrito en el s. II d.C. por gnósticos cainitas (que veneraban a Caín por haber sido reprobado por el Dios de los judíos), propone una versión alternativa y tergiversada de la traición de Judas, desechada y condenada por la Iglesia.

Para los cainitas, Judas es el único (iluminado) de los discípulos que ha entendido las enseñanzas de Jesús y el único (gnóstico) que conoce el significado de acusar a Jesús. Su traición es un acto de obediencia a la voluntad de Dios para que se cumpla la Escritura y, con su muerte en la cruz, redimir al mundo. 

Lo cierto es que todos, en algún momento de nuestra vida, somos o hemos sido Judas. 

¡Cuántas infidelidades y traiciones son el resultado de nuestro corazón materialista, avaricioso y egoísta que se aleja del Señor y que le lleva a morir por nuestros pecados! 

¡Cuántas veces nos dejamos seducir por el Tentador y le somos desleales e infieles aunque nos encontremos en el círculo íntimo de amigos de Cristo! 

¡Cuántas veces 'regateamos' el precio de nuestra fe y le 'robamos' tiempo al Señor porque queremos que sea un Dios a nuestra medida y según nuestro parecer!

Sin embargo, la paciencia y la misericordia de Dios nos llama 'amigos' (Mt 26,50) en  el huerto de Getsemaní (nuestra vida) cuando le traicionamos con un 'beso' hipócrita (Lc 22-48).

La traición de Judas nos muestra a los cristianos la necesidad de:
  • ser auténticos, coherentes e íntegros en nuestra relación con Dios, porque si no, seremos unos hipócritas y unos 'Judas'. 
  • no dejarnos seducir por la codicia materialista o el interés egoísta, porque nuestro tesoro está en el cielo.
  • arrepentirnos sinceramente cuando caigamos, y buscar la reconciliación y el perdón de Dios, porque lejos de Dios no hay vida.

lunes, 26 de agosto de 2024

TOMÁS, EL QUE DUDÓ Y CREYÓ

"¿Porque me has visto has creído?
Bienaventurados los que crean sin haber visto"
(Jn 20,19)

Tomás "el mellizo", como se conoce al apóstol Tomás, no es un nombre propio sino tautológico, es decir, repetido innecesariamente, que proviene de "Ta'uma" (en arameo, "gemelo") y "Dídimos" (en griego, "mellizo"). Lo curioso es que desconocemos de quién era mellizo (Jn 11, 16; 20, 24; 21, 2)

Según la tradición, era primo segundo de Jesús (igual que san Juan el Bautista) y su verdadero nombre, Judas. Era oriundo de Galilea y de oficio pescador, y partió en el 52 d.C. hacia Partia, Persia e India, donde tuvo una importante labor evangelizadora. 

Murió mártir en Calamina (actual Malipur), cerca de Madrás, en el Monte Santo Tomás (India) donde fue traspasado con una lanza por el rey de la India, quien le había encargado construir un palacio.

Los Evangelios Sinópticos sólo nos cuentan su nombre pero en el Evangelio de san Juan aparece en cinco ocasiones como Tomás el Dídimo ('el Mellizo'):
  • cuando le dicen a Jesús que su amigo Lázaro ha muerto, Tomás dice: "Vamos también nosotros y muramos con él". Fue testigo presencial de la resurrección de Lázaro (Jn 11,2-16)
  • cuando en la Última Cena, Jesús dice: "adonde yo voy, ya sabéis el camino", Tomás le pregunta: "Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn 14,1-6)
  • cuando los apóstoles le anuncian la resurrección de Jesús (1ª aparición, en la que no estaba presente), Tomás se niega a admitirla: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo" (Jn 20,24-25)
  • cuando, ocho días después, Jesús vuelve a aparecerse a los apóstoles, estando presente Tomás (2ª aparición), le invita a poner su dedo en las llagas que dejaron los clavos en sus manos y la herida de la lanza en su costado. Entonces, Tomás hace la más grande profesión de fe: “Mi Señor y mi Dios”  y Jesús le contesta: "¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto"(Jn 20, 26-29)
  • cuando Jesús vuelve a a aparecerse a los apóstoles en el lago Tiberíades (3ª aparición) está junto a Pedro, Natanael, los Zebedeos (Santiago y Juan) y otros dos discípulos suyos de los que no menciona su nombre (Jn 21,2)
Como vemos, Tomás era pesimista y desconfiado por naturalezaSu primera reacción era siempre no hacer lo que le decían que hiciera y no creer lo que le decían que creyera. Las buenas nuevas para él eran siempre demasiado buenas para ser verdad. Aún así, era un hombre de valor, de devoción y de fe, aunque como la de un niño pequeño. 
Además de las menciones en la Sagrada Escritura, Tomás aparece en varios libros apócrifos:
  • Evangelio de Tomás: atribuido al apóstol por gnósticos y maniqueos del primer siglo, pero considerado herético por los Padres de la Iglesia y por varios escritores cristianos de los primeros siglos como Hipólito de Roma, Orígenes, Eusebio de Cesarea, Cirilo de Jerusalén, etc.. Algunos biblistas actuales dicen que san Juan escribió su Evangelio como respuesta a este apócrifo.
  • Hechos de Tomás: escrito a principios del s. III d.C., es también un texto gnóstico y maniqueo que narra la obra evangelizadora del apóstol en la India noroccidental y que lo identifica como Judas, uno de los cuatro 'hermanos' de Jesús mencionados en Mc 6,3.​ 
  • Evangelio del Pseudo Tomás: distinto al primero y escrito probablemente a finales del siglo II, tal vez en Siria, y encuadrado en el grupo de los apócrifos de la infancia de Jesús. 
  • Pistis Sophia: texto gnóstico escrito en el siglo III, menciona a Tomás como uno de los tres testigos encargados de transmitir las enseñanzas de Jesús, junto a los apóstoles Felipe y Mateo.
La figura de Tomás nos enseña una gran lección: aunque dudemos o no entendamos, lo importante es estar siempre cerca del Señor para pedirle, como hicieron los apóstoles, que aumente nuestra fe (Lc 17,5). 

Tengo la certeza de que la verdadera fe es una obediencia inquebrantable a Dios, incluso sin "ver", aún sin "entender", porque nuestra naturaleza humana está demasiado caída y alejada de la divina como para ser capaces de ver, conocer y de entender todo. 

A los cristianos no nos hace falta seguir el dicho de "ver para creer". La obediencia a Dios es:
  • signo del amor cristiano: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" (Jn 14,15) 
  • fruto de la acción del Espíritu Santo: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él" (Jn 14,23)
  • medio de bendiciones: "Si observas y cumples todos los preceptos, el Señor, tu Dios, enviará bendiciones" (cfr. Dt 28,1-2).
No obstante, y si Jesús quiere, de la misma forma que le dió a Tomás "pruebas" de su resurrección, nos dará señales para que sepamos cuál es el camino. 

Y si no nos las da, tan fácil como escuchar lo que Él mismo nos dice: "Bienaventurados los que crean sin haber visto" (Jn 20, 29). 

domingo, 25 de agosto de 2024

FELIPE, EL QUE CONFIABA EN JESÚS

"Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea.
Se encontró con Felipe y le dijo: 'Sígueme'.
Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro.
Felipe se encontró con Natanael y le dijo:
Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley 
y también los profetas.
Es Jesús, el hijo de José de Nazaret. "
(Jn 1, 43-45)

San Juan nos dice que Felipe era oriundo de Betsaida y de oficio pescador, como Pedro y Andrés; que era amigo de Natanael de Caná; que había conocido a Jesús; que fue también discípulo de Juan el Bautista (como todos los apóstoles galileos) y que fue de los primeros a quien Jesús le dijo “Sígueme.

Las listas de los Evangelios Sinópticos y los Hechos de los Apóstoles registran a Felipe en quinto lugardespués de  Pedro, Andrés, Santiago y Juan (Mt 10,3; Mc 3,18; Lc 6,14; Hch 1,13), pero es en el Evangelio de san Juan donde se le nombra y donde se relata cómo cuando Felipe conoció a Cristo, inmediatamente fue a buscar a Natanael y le dijo: “lo hemos encontrado, de quien Moisés... y los profetas, escribieron.”  Natanael recibió la noticia con reticencia y desconfianza pero Felipe no le argumentó nada ni trató de convencerlo, simplemente le dijo: “Ven y verás” (Jn 1, 43). 

Este pasaje joánico nos dice tres cosas importantes sobre Felipe: primero, muestra el correcto acercamiento hacia el que recela de Cristo, indicándole el camino pero sin quebrantar su libertad; segundo, su total confianza en Cristo; y tercero, su vocación misionera.

San Juan menciona también la participación del apóstol en la multiplicación de los panes, como el hombre encargado de la logística y a quien Jesús, para probarlo, le pregunta: “¿Con qué compraremos panes para que coman estos?(Jn 6, 5-7). También, narra su intervención durante la Última Cena cuando le dice a Cristo:"Muéstranos al Padre" (Jn 14, 8).
             
Los estudiosos no están muy de acuerdo sobre la figura de Felipe. En Hch 6,5 se presenta a Felipe como uno de los siete diáconos ordenados. Algunos dicen que éste es otro Felipe. Otros, que realmente éste es el apóstol. 

Si es el mismo Felipe, entonces su personalidad cobra más importancia porque significa que tuvo una fructífera campaña misionera en Samaria, dirigiendo al eunuco etíope a Cristo (Hch 8,26), quedándose con Pablo en Cesarea (Hch 21,8) y siendo una de las figuras importantes de la iglesia primitiva. 

El Evangelio señala expresamente que "era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro" (Jn 1, 44), lo que unido al hecho de que Andrés y él son los únicos apóstoles que tienen nombres griegos, y a la intercesión conjunta de ambos por los griegos que querían ver a Jesús (Jn 12, 21-22), hace suponer que Felipe y Andrés eran parientes o amigos.

Pero tras su mención junto a los demás apóstoles en Pentecostés, no vuelve a ser nombrado, y poco sabemos a ciencia cierta acerca de su vida, salvo por la literatura apócrifa: 
  • "Hechos de Felipe" (s. IV)​ narra su predicación en Grecia, Siria y Frigia junto a Bartolomé (Natanael), sus predicciones y milagros, y su martirio en Hierápolis (Frigia).
  • "Leyenda dorada"(compilada en los s. XIV y XV) afirma también que fue martirizado en Hierápolis, siendo crucificado tras haber sido lapidado.
  • "Evangelio de Felipe" dice que María Magdalena era su 'compañera', 'hotre', que en copro se refiere a una compañera sentimental (mujer), espiritual (discípula) o una simple acompañante.
Hombre práctico y normativo, de hechos y números, de corazón caliente y cabeza pesimista, este sencillo galileo fue quien marcó la cruz como signo de cristiandad y de victoria.

Su símbolo apostólico es una canasta, por su participación en el milagro de la multiplicación de los peces y los panes. También, se le representa con una cruz en forma de "T", instrumento con el que obró durante su vida muchos milagros.

sábado, 24 de agosto de 2024

BARTOLOMÉ, EL QUE ESTABA DEBAJO DE UNA HIGUERA

 
"Felipe se encontró con Natanael y le dijo: '
Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés
en la Ley y también los profetas.
Es Jesús, el hijo de José de Nazaret'.
Natanael le replicó: '¿Puede salir algo bueno de Nazaret?'
Felipe le contestó: 'Ven y verás'.
Cuando Jesús vio venir a Natanael, dijo de él:
'Ahí viene un verdadero israelita: éste no sabría engañar'.
Natanael le preguntó: '¿Cómo me conoces?.
Jesús le respondió: «'Antes de que Felipe te llamara,
cuando estabas bajo la higuera, yo te vi'.
Natanael exclamó:
Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel"
(Jn 1, 45-49)

Celebrábamos ayer, 24 de agosto, la festividad de san Bartolomé, de quien sólo sabemos su nombre (Natanael), su procedencia (Caná de Galilea) y que fue el único discípulo de familia noble, pues hay muy pocos datos de él en los textos neotestamentarios.

Aparece en las cuatro 'listas' de Apóstoles: tanto en la de los Hechos (Hch 1,13) como en las de los Evangelios Sinópticos (Mt 10,3; Mc 3,18; Lc 6,14) pero nse le menciona más en el Nuevo Testamento ni se sabe nada con certeza acerca de su vida. 

Por otro lado, san Juan, que no menciona en su evangelio ninguna lista de apóstoles, tampoco lo nombra pero sí coloca a Natanael dentro del círculo íntimo de Jesús, nombrándolo en dos ocasiones, lo que puede ser un indicio de que se trate de Bartolomé:
  • La primera ocasión es el pasaje que nos ocupa y en el que después de cierto escepticismo por prejuicios, Natanael, por mediación de su amigo Felipe, y ante un elogio como pocos de Jesús, lo reconoce como el Mesías y realiza una rotunda confesión de fe. 
  • La segunda vez es en el episodio de la pesca milagrosa en el lago Tiberíades (Jn 21,1-14), ya como discípulo, testigo de Cristo Resucitado y perteneciente al grupo de los Doce. Estuvo presente en la venida del Espíritu Santo en Pentecostés (Hch 1,12-14).

La mayoría de los biblistas llegan a la conclusión de que Bartolomé y Natanael son la misma persona porque:

  • Bartolomé o “hijo de Talmay o Tolomeo" no es un nombre propio sino patronímico, como Barjona o "hijo de Jonás" para referirse a Pedro, o Barrabás, para referirse al "hijo del rabino", mientras que Natanael sí es un nombre propio que significa "don de Dios".
  • Bartolomé no aparece en el evangelio de san Juan, mientras que Natanael no aparece en los Sinópticos (lo mismo que Nicodemo, que sólo aparece en san Juan). 
  • Bartolomé sale siempre emparejado con Felipe en las "listas de apóstoles" de los sinópticos, y según san Juan, Felipe era un viejo amigo de Natanael que le guió a Jesús. 
  • Natanael era de Caná de Galilea donde Jesús eligió a la mayoría de los Doce Apóstoles (excepto a Mateo). 
  • En la aparición de Jesús a orillas del Mar de Tiberíades, Natanael está presente junto con algunos discípulos que se nombran y otros dos, que no. 
El libro apócrifo "Actas de Felipe", afirma que evangelizó en Licaonia y Frigia, y habla de su martirio en el Ponto y el Bósforo. 

Sin embargo, Eusebio (s. IV d.C.) afirma que predicó en la India y que dejó una copia del Evangelio de Mateo en arameo. 

Otros dicen que difundió el evangelio por Mesopotamia, Persia, Azerbaiyán y Armenia, junto a Judas Tadeo.

Unos dicen que murió degollado y decapitado, otros que desollado vivo y luego crucificado, con la cabeza hacia abajo, en Albanopolis (Armenia) por orden de Astiages, por haber convertido a su hermano Polimio, rey de Armenia. 
Bartolomé es representado en el arte (El Juicio Final, de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina) desollado, sosteniendo un cuchillo y su piel con sus propias manos que muestra que un apóstol que, literalmente, "se dejó la piel" por Cristo. Sus reliquias son veneradas en la iglesia de San Bartolomeo all'Isola, a orillas del Tíber en Roma. 

Algo importante para Bartolomé debió ocurrir "debajo de la higuera" para que el hombre de Caná pasase del escepticismo y los prejuicios a la completa adhesión y seguimiento a Cristo.

Lo mismo que nos ocurre a nosotros cuando albergamos ciertos prejuicios, aprensiones o escrúpulos hacia algunas personas, circunstancias o situaciones de  fe. Es entonces cuando el Señor nos sorprende con "sus casualidades", que nos desmontan completamente y nos hacen caer "rostro a tierra".

La historia de Natanael nos mueve a todos los cristianos a no contentarnos sólo con escuchar a otros decir quien fue Jesús, sino a "ir y ver", a tener una experiencia viva y real del Resucitado, a implicarnos personalmente en una relación íntima y profunda con Jesús. 

Sólo así podremos reconocerle y decirle: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel» (Jn 1, 49).

MATÍAS, EL ELEGIDO POR LAS "PIEDRAS SAGRADAS"

"Les repartieron suertes,
le tocó a Matías,
y lo asociaron a los once apóstoles"
(Hch 1, 26)

Matías es la gran excepción en el grupo de los apóstoles de Cristo. Es el único cuyo nombramiento no fue realizado personalmente por Jesús, sino que fue elegido "a suertes" por los Once "para desempeñar el ministerio del apostolado" en el lugar "dejado por Judas Iscariote", quien había prevaricado (Hch 1, 21-26).

Matías o Matatías (en hebreo "don de Dios" o "regalo de Yahvé") fue discípulo de Jesús desde el principio y testigo de su vida pública, pero después del relato de su elección apostólica, no vuelve a ser mencionado en la Escritura, y poco sabemos a ciencia cierta de su vida.

Clemente de Alejandrí­a lo identifica con Zaqueo, y otros con Bernabé o con Natanael. Eusebio afirma que fue uno de los setenta y dos discípulos de Lc 10, 1. 17, y Nicéforo Calixto dice que predicó el evangelio en Etiopía y que fue martirizado.

Se le "atribuyen" tres escritos apócrifos que narran cómo fue hecho prisionero por antropófagos, cegado, curado y liberado por Andrés, y finalmente decapitado: Evangelio de Matías, por Orígenes1, Tradiciones de Matías, por Clemente de Alejandría2 y Palabras secretas, por Clemente de Alejandría e Hipólito de Roma3.

¿Por qué "era necesario" nombrar un sustituto de Judas?
Los Doce Apóstoles fueron elegidos por Jesús para "juzgar (como nuevos "doce" patriarcas) a las doce tribus de Israel" (Mt 19,28; Lc 22,31). 

Tras la deserción ("apartarse", "dejar su lugar desierto", parabáinein; Hch 1,20.25) y el suicidio de Judas, el número de los apóstoles se había reducido a once y, puesto que el número "doce" expresaba la plenitud del Pueblo de Dios, era necesario completar su número.

¿Por qué Matías fue elegido "a suertes"? 
San Pedro reunió a la comunidad cristiana en Jerusalén para explicarles que, según estaba previsto en las Escrituras (Sal 41,9), uno de los Apóstoles había traicionado a Jesús (Hch 1,17-25), y que otro debía reemplazarlo: "Suscita contra él un malvado (...) sean sus días pocos, tome otro su oficio" (Sal 109,6-8).

Se propusieron dos nombres: José, de sobrenombre Barsaba, llamado Justo, y Matías. Se pronunció una oración y se consultó a Dios echándolo a suertes para que manifestase su voluntad sobre quién debía ser el nuevo Apóstol.

Este procedimiento de consulta a Yahvé realizado por los Once parece insólito pero era ya utilizado en el Antiguo Testamento (cfr. Prv 16,33; Nm 26,55; Lv 16,8; Jos 7,14) mediante el Urim (en hebreo, luces o dar luces; en acadio, oráculos) y el Tumim (en hebreo, perfecciones, totalidades o inocencias; en acadio, instrucciones).

El Urim y el Tumim eran las piedras de ónice (Urim, la negra y Tumim, la blanca) colocadas en las hombreras del efod o en el "pectoral del juicio" o Jóshen del sumo sacerdote (cfr. Ex 28,30; Lv 8,7-8; Nm 27,21; Dt 33,8; 1 Sa 23,9.24)
                       
Podríamos decir que este "sorteo" era una especie de "cara o cruz" sobre una pregunta específica de un hecho concreto y susceptible de ser respondida por Dios con un  o con un no: las piedras se arrojaban, y si coincidían las dos caras blancas boca arriba, significaba “sí”; si las dos eran negras, “no”, y si una era negra y otra blanca, no había respuesta.

Este procedimiento oracular dejó de utilizarse cuando Nabucodonosor destruyó Jerusalén en el 587 a. C., cuando dejó de haber Templo y sumo sacerdote, según los libros de Esd 2,61-63 y Neh 7,63-95.

Las "piedras sagradas" se mencionan en el Antiguo Testamento en varias ocasiones: cuando Aarón fue nombrado sumo sacerdote por Moisés  “delante de Dios”, en el 'Santo de los Santos' (Ex 39,6-7); cuando el rey Saúl le preguntó a Dios si debía atacar o no a los filisteos (1 Sa 14,36-42); y también, cuando el rey David le pidió usarlas al sumo sacerdote Abiatar (1 Sa 22,19, 20; 23,6-15).

La piedra blanca es mencionada en el Nuevo Testamento: cuando Cristo, Sumo Sacerdote y Rey, se dirige a la Iglesia de Pérgamo, cuyo obispo, Antipas, es el primer mártir de Asia, y promete: "Al vencedor le daré el maná escondido, y una piedrecita blanca, y escrito en ella un nombre nuevo..." (Ap 2, 17), referencias a la Eucaristía, a la Confesión y al Bautismo.

Algunos estudiosos sostienen que Urim deriva del término hebreo Arrim, que significa ‘condenado’, de modo que Urim significaría ‘culpable’ y Tumim, significaría sin culpa’ o 'inocente', en referencia al juicio divino respecto de un acusado. 

Otros afirman que Urim servía para traer a la luz la culpabilidad del acusado, y Tumim para establecer su inocencia.

Y otros sostienen que en la mayoría de pasajes donde se usa la expresión “consulta a Yahvé” o similares, se está refiriendo al Urim y al Tumim (Jue 1,1-2; 20,27-28; 1 Sa 10,19-22; 2 Sa 2,1; Hch 1,12-26; Ap 2,17;  etc.).

Así pues, Matías fue elegido por Dios mediante este "sorteo de las piedras sagradas", procedimiento oracular atestiguado en toda la Escritura y que no muchos conocen.




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1 Hom. in Lucam, I: PG 13,1803
2 Stromata, 11,9.45: PG 8,981; 4.26: PG 8,1132; VII,13.82: PG 9,513; cfr. ib. IV,6.35: PG 8,1248
3 Stromata, VII,17.108: PG 9,552); Refutación, VII,20.1: PG (Orígenes) 16 (3 parte) 3.302
 

viernes, 23 de agosto de 2024

LOS SIETE SIGNOS DE JESÚS EN SAN JUAN

"Muchos otros signos, 
que no están escritos en este libro, 
hizo Jesús a la vista de los discípulos. 
Estos han sido escritos para que creáis 
que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, 
y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre" 
(Jn 20,30-31)

A lo largo del evangelio de san Juan, en particular, desde el capitulo 1 al 11 (llamado el "libro de los signos"), el "discípulo amadorelata muchos de los signos y milagros que Jesús realizó durante su vida pública para fortalecer la fe de los hombres y para que le reconozcan como el Mesías, el Hijo de Dios, aunque no todos los que hizo.

Los siete signos del Evangelio de Juan tienen una estrecha correlación y tipifican los siete sacramentos:

1º La conversión del agua en vino en las bodas de Caná (Jn 2,1-11)
El primer signo de Jesús, como inicio de su vida pública, muestra tres sacramentos:
  • Eucaristía: en torno a una celebración, Jesús transforma el agua en vino como símbolo de la nueva alianza eucarística. Las palabras de la Virgen María: "Haced lo que él os diga" anticipan lo que les dirá Jesús a sus apóstoles en la Última Cena: "Haced esto en conmemoración mía". 
  • Matrimonio: el "vino" necesario para mantener la unión entre el hombre y la mujer solo proviene de Cristo (esposo perfecto).
  • Orden sacerdotal: la misma unión entre el sacerdote y Dios. La imagen de la Virgen (esposa perfecta) tipifica la Iglesia y su obediencia a Dios, en contraste con la primera esposa y madre Eva que le desobedeció.
2º La sanación del hijo del funcionario real de Cafarnaúm (Jn 4,46-54)
Unción de enfermos: Eco de las palabras a Elías en el pasaje de la viuda de Sarepta (1Re 17, 43), que nos muestra el alcance universal de la salvación. Nicodemo representa a los judíos, la mujer a los samaritanos y el hijo del funcionario (Régulo) a los paganos.  

3º La curación del paralítico de la piscina de Betesda en Jerusalén (Jn 5,1-15)
Reconciliación/Penitencia: Jesús no sólo cura lo físico (piernas) sino también lo espiritual (corazón). En la confesión, obedecemos lo que Dios nos menda y hacemos propósito de enmienda, de conversión, de cambio de vida.

4º La multiplicación de los panes y los peces en el mar de Galilea (Jn 6,1-15)
Eucaristía: Jesús habla primero (ambón) con su discurso del" pan de vida" y luego da a todos de comer su cuerpo (altar). Las 12 canastas son los 12 apóstoles. El pasaje muestra cómo Jesús provee siempre, para que sus discípulos puedan distribuirnos la comunión a todos los que tenemos hambre de Dios.

5º La curación del ciego de nacimiento en la piscina de Siloé (Jn 9,1-41)
BautismoLa pregunta de los apóstoles, sobre el pecado heredado de los padres, da pie a Jesús para obrar otro signo mezclando barro y saliva a modo de "unción". Después, manda al ciego ir a la piscina a purificarse. El ciego obedece a Jesús y "ve" progresivamente (con fe), mientras que al mismo tiempo, los jefes judíos se ciegan y endurecen sus corazones (sin fe), también progresivamente.

6º La resurrección de Lázaro en Betania (Jn 11,1-45)
Confirmación:  Las palabras de Tomás muestran el deseo cristiano de morir al "hombre viejo" y despertar al "hombre nuevo", a la nueva vida en Cristo; las de Marta, la hermana de Lázaro, la profesión de fe en Cristo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo"; y la oración de Jesús. la confirmación de la fe: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado" .

7º El envío del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Jn 20,19-23)
Orden sacerdotal: Jesús Resucitado se aparece a los apóstoles al anochecer del primer día de la semana (el día del Señor) y les saluda dándoles la paz. Inmediatamente les envía en misión como el Padre le ha enviado a Él, insuflándoles el Espíritu Santo y les otorga la autoridad divina de perdonar los pecados.

El propósito de todos los signos realizados por Jesús va más allá de la sanación física, busca la conversión del corazón. 

La intención de Juan, al escribirlos, es mostrarlos como evidencias de la identidad mesiánica de Jesús, para que todos crean en Él como el Mesías.

Algunos otros signos narrados en el evangelio de Juan son:
  • Jesús caminando sobre el mar (Jn 6,15-25). Simboliza el poder y el triunfo de Cristo sobre el mal.
  • La salvación de la mujer adúltera que iba a ser apedreada en Jerusalén (Jn 8,1-12). Simboliza la redención de los pecados por Cristo en la Cruz.  
  • La aparición de Jesús Resucitado a María Magdalena en el sepulcro (Jn 20,11-18)a los apóstoles en Jerusalén (Jn 20,19-23) y a Tomás y los apóstoles (Jn 20,26-29). Evidencia clara de su resurrección y símbolo de la nuestra en el futuro.
  • La pesca milagrosa (Jn 21,1-14). Simboliza el Evangelio y la Iglesia. 
San Juan termina su evangelio diciendo: "Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir" (Jn 21,25).


jueves, 22 de agosto de 2024

EVANGELIZACIÓN: LO QUE FUNCIONA Y LO QUE NO


Desde hace poco más de una década, tras mi conversión, a pesar de mi inicial reticencia y de mi escaso conocimiento sobre la fe, el Señor me llamó, de una forma muy directa en un retiro de Emaús a evangelizar. 

Sin apenas darme cuenta, Dios ha ido preparándome y capacitándome para poder cumplir la misión a través de: formación teológica, mariológica, litúrgica y bíblica, discipulado, grupos de fe y de Lectio Divina, servicios pastorales parroquiales y diocesanos, peregrinaciones, lecturas espirituales, congregaciones religiosas, encuentros y métodos de nueva evangelización (ENE, Alpha, Emaús, Effetá)... 

Después de todos estos años, uno se da cuenta de que España, y Occidente en general, han dejado de ser eminentemente católicos y han pasado a ser religiosamente indiferentes, tibios o agnósticos, mientras la Iglesia sigue manteniendo métodos, estructuras y lenguajes que "no llegan", que "no funcionan" y que no producen "frutos". Casi todos los sacerdotes han sido formados como si estuviéramos en el antiguo régimen de la Cristiandad y dan por hecho muchas cuestiones de los fieles que no se corresponden con la realidad. 

Es sorprendente comprobar hasta qué punto las personas carecen de una mínima formación cristiana en lo relativo a la liturgia, los sacramentos, la oración, la Escritura, etc. Y es porque nadie se lo ha enseñado. Y es que todos hemos dado por hecho que la civilización occidental sigue siendo cristiana. Y eso ya no es así.

Un estudio científico llamado "Buenas Prácticas en Parroquias", de febrero de 2023 sobre cómo evangelizan las parroquias, qué prácticas tienen, como renuevan sus estructuras, etc. demuestra que de las 22.000 parroquias existentes en España, tan sólo 300 han empezado alguna forma de "conversión pastoral y renovación misionera", a través de métodos kerigmáticos, itinerarios de discipulado, cambios de estructuras que no favorecen la transmisión de la fe, grupos de liturgia y de Biblia, formación de evangelizadores...

Es cierto, que tras varios lustros de nueva evangelización, se aprecia esta renovación pastoral en algunas parroquias que crecen orgánicamente; quizás a paso lento, pero firme y seguro, con la guía del Señor. 

Sin embargo, aún queda mucha mies por trabajar y pocos son los obreros (cf Mt 9,37), pero no hay que perder la esperanza porque Dios nos ayuda: "El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho" (Jn 14,26).
Lo que no funciona
Lo más importante para un evangelizador es discernir lo que funciona y lo que no funciona en el terreno de misión. Lo que es cierto y seguro es que nada funciona sin el Espíritu Santo, sin una actitud de abandono en Dios y oración frecuente, de servicio y entrega altruista, y sin una disposición humilde y obediente.

No funcionan los intentos proselitistas de "convertir" a la fuerza, de convencer en lugar de contagiar, de forzar en lugar de respetar. Tampoco funcionan las antiguas pastorales de catequesis iniciáticas, sin antes entablar una relación personal con las personas que buscan a Dios. Nosotros nos interesamos por las personas pero no convertimos a nadie, es Dios quien lo hace.

La evangelización es infructuosa sin liderazgo, sin discipulado o sin acompañamiento. Esas son las claves y los frutos de la evangelización: organización, formación y caridad. 
Lo que sí funciona
Para que haya discipulado, lo primero que debe haber es una comunidad que acoja y acompañe, además de una corresponsabilidad entre sacerdotes y laicos que favorezca el crecimiento espiritual, uno liderando y otros sirviendo.

La evangelización funciona cuando nos interesamos de verdad por las personas, cuando las escuchamos. Muchos vienen con muchas dudas y preguntas sin contestar. Cuando las personas se sienten escuchadas (en una sociedad llena de ruido y que no escucha) es cuando se abren y preguntan. 

Es entonces cuando se puede empezar a hablarles, pero nosotros sólo mostramos a Cristo con nuestro testimonio de vida, para que Él responda sus dudas, mientras les acompañamos en el camino. Todo discípulo necesita un mentor, un acompañante que le sostenga y le ayude mientras "va de camino". Pero Maestro, sólo hay Uno.

Para que este discipulado sea duradero y de frutos, necesitamos colaborar con los sacerdotes, formar líderes y establecer grupos (que no coordinadores ni equipos) que utilicen todas las diferentes herramientas humanas y divinas que tenemos a nuestro alcance (cf Sal 78).

Dios nos pide un cambio de mentalidad, tanto en los sacerdotes como en los laicos. Nos pide dejar de estar aferrados a la vieja mentalidad de mantenimiento, de fe introspectiva y privada, de total inacción misionera y nulo compromiso evangelizador. 

Necesitamos directores de orquesta, no hombres-orquesta que intenten tocar a la vez todos los instrumentos. La evangelización requiere hoy una orquesta, compuesta por su director y sus solistas, sus instrumentos y sus intérpretes... formada por un líder, servidores y herramientas que "suenen" correcta y armónicamente.
Sacerdotes, laicos, diáconos, religiosos...todos "tocan", todos evangelizan. Pero en la evangelización es el párroco quien dirige y lidera la orquesta, desde la cercanía y la escucha, desde la corresponsabilidad y la delegación.

Lo que Dios nos pide
Jesús, que hace nuevas todas las cosas (cf Ap 21, 5), nos pide hacer cambios y utilizar nuevos métodos de evangelización. Nos pide hacer nueva la forma de tratar a las personas que se acercan a la Iglesia y a los sacramentos, la forma de vivir la fe comunitariamente. 

El Espíritu Santo, que ha derramado el amor de Dios en nuestros corazones (cf Rom 5,5), nos suscita, tanto a sacerdotes como a laicos, la imperiosa necesidad de cultivar la caridad: acoger, acompañar, formar y discipular, porque, por desgracia, al crecer la maldad (en el mundo), se ha enfriado el amor en la mayoría (cf Mt 24,12) de nuestras comunidades parroquiales. 

No se trata tanto de poner en marcha una pastoral de nuevos métodos que caigan en la tentación del activismo, sino de generar una nueva forma de construir auténticas comunidades cristianas.
Es nuestra misión reedificar una Iglesia que ha dejado de "salir" al mundo y que ha olvidado el "amor primero" (Ap 2,4); que se ha contagiado de los falsos ídolos del mundo (Ap 2,14-15;20-21); que se ha vuelto "autosuficiente" y "complaciente", y se cree a salvo (Ap 3,1); que se mantiene "cumpliendo" con tibieza y a duras penas (Ap 3,15-16); que sólo crece en incertidumbre, que se pone a la defensiva y no se deja corregir (Ap 3,19); que contagia compasión...más que pasión, que inspira pena...más que alegría (Ap 3,17).

Es nuestra tarea (de todos) rescatar esa mentalidad "evangelizadora" para "construir" discípulos y no para "mantener" reuniones y edificios.

Es nuestra labor (de todos) retomar esa mentalidad originaria de formar hombres apasionados de Cristo que contagien a otros y no para seguir haciendo lo que se ha hecho "siempre".

Un cristiano, por mucho que vaya a misa (más por lo que cree que debe hacer, que por creer que va al encuentro de Cristo), no es maduro hasta que no se convierte en discípulo, es decir, hasta que no está en misión, mientras se forma y contagia a otros su pasión evangelizadora

Un cristiano, por mucho que consuma sacramentos (más por inercia y tradición que por conocimiento de lo que ello supone) no es fructífero hasta que no se convierte en discípulo, es decir, hasta que no "se pone manos a la obra" y "sale" a evangelizar

Es nuestra misión (de todos) descartar lo que no funciona y asumir lo que funciona.