miércoles, 28 de agosto de 2024

JUDAS ISCARIOTE, EL QUE TRAICIONÓ A JESÚS

"El Hijo del hombre se va como está escrito de él; 
pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, 
¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!"
(Mt 26,24)

Judas (del hebreo 'Judá', Yəhûḏāh) Iscariote ('hombre de Keriot'), hijo de Simón y oriundo de Kerioth (Judea) a 30 kms de Jerusalén, era un judío nacionalista y codicioso, y el apóstol que traicionó a Jesús por treinta monedas revelando a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturarlo, tal como había anunciado el propio Jesús durante la Última Cena (Mt 26,14-75; Lc 22,20). 

Su nombre aparece en tres listas de los 12 Apóstoles (Mt 10,4; Mc 3,19; Lc 6,19), siempre en último lugar, mientras que el Evangelio de Juan menciona que era el tesorero del grupo y que era un 'ladrón', porque se apropiaba del dinero destinado a los pobres (Jn 12,6).

Los tres evangelios sinópticos exponen de la misma forma la traición de Judas aunque Mateo es el único que menciona el precio de 'treinta monedas', además del dominio que tenía Jesús sobre la situación en el huerto de los Olivos, sabedor que todo ello daba cumplimiento al plan de Dios anunciado en la Escritura (Sal 41,6-9; 69,1-37; 109,8).

Judas devolvió las treinta monedas de su traición a los sacerdotes, que fueron consideradas 'dinero ensangrentado' y fueron destinadas a comprar un 'campo de tierra roja' (arcillosa) entre el monte Sión y la ciudad de David, que fue llamado 'hacéldama', que quiere decir 'campo de sangre' (Hch 1,19).
Sobre la muerte de Judas, existen dos versiones en la Escrituras: 
  • que se suicidóahorcándose, desesperado por la magnitud de haber denunciado a Jesús (Mt 27,5)
  • que cayó de cabeza, reventó por medio, y se esparcieron todas sus entrañas, en el campo comprado con las monedas de la traición (Hch 1,18)
Y dos interpretaciones:
  • que Mateo pone el foco en la asfixia espiritual que le produce a Judas la traición a Jesús, mientras que Lucas lo hace en su codicia y su vacío interior. 
  • que Mateo, que se dirige a un público judío, muestra la muerte de Ajitofel (2 Sa 17,23), mientras que Lucas, que escribe para un público de origen pagano (griego), se inspira en la muerte de Nabot (1 Re 21 y 2 Re 9,25-26). Ambas muertes tipifican a la de Cristo.
Para Lucas, la traición de Judas representa la acción del injusto sobre el justo (Lc 20,9-18; 11,47-51). 

Igual que Nabot (dueño de la viña, como Cristo es dueño de la 'viña' de Israel), a causa de la insidia de Jezabel, esposa de Acab, fue calumniado por dos testigos falsos y llevado fuera de la ciudad por sus acusadores, donde experimentó una muerte ignominiosa, Jesús fue vejado y asesinado con la misma clase de suerte: una muerte ignominiosa en la cruz.
 
Por otro lado, el libro apócrifo y herético, el "Evangelio de Judas", escrito en el s. II d.C. por gnósticos cainitas (que veneraban a Caín por haber sido reprobado por el Dios de los judíos), propone una versión alternativa y tergiversada de la traición de Judas, desechada y condenada por la Iglesia.

Para los cainitas, Judas es el único (iluminado) de los discípulos que ha entendido las enseñanzas de Jesús y el único (gnóstico) que conoce el significado de acusar a Jesús. Su traición es un acto de obediencia a la voluntad de Dios para que se cumpla la Escritura y, con su muerte en la cruz, redimir al mundo. 

Lo cierto es que todos, en algún momento de nuestra vida, somos o hemos sido Judas. 

¡Cuántas infidelidades y traiciones son el resultado de nuestro corazón materialista, avaricioso y egoísta que se aleja del Señor y que le lleva a morir por nuestros pecados! 

¡Cuántas veces nos dejamos seducir por el Tentador y le somos desleales e infieles aunque nos encontremos en el círculo íntimo de amigos de Cristo! 

¡Cuántas veces 'regateamos' el precio de nuestra fe y le 'robamos' tiempo al Señor porque queremos que sea un Dios a nuestra medida y según nuestro parecer!

Sin embargo, la paciencia y la misericordia de Dios nos llama 'amigos' (Mt 26,50) en  el huerto de Getsemaní (nuestra vida) cuando le traicionamos con un 'beso' hipócrita (Lc 22-48).

La traición de Judas nos muestra a los cristianos la necesidad de:
  • ser auténticos, coherentes e íntegros en nuestra relación con Dios, porque si no, seremos unos hipócritas y unos 'Judas'. 
  • no dejarnos seducir por la codicia materialista o el interés egoísta, porque nuestro tesoro está en el cielo.
  • arrepentirnos sinceramente cuando caigamos, y buscar la reconciliación y el perdón de Dios, porque lejos de Dios no hay vida.

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