¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

miércoles, 19 de marzo de 2025

LO QUE NOS DEFINE SON NUESTROS ACTOS

"Este pueblo me honra con los labios, 
pero su corazón está lejos de mí. 
El culto que me dan está vacío, 
porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos” 
(Mt 15,8-9)

Es muy triste constatar a diario la falta de compromiso de católicos que se conforman con una vida espiritual tibia, superficial, mediocre, infantil. 

Desgraciadamente, ocurre en muchos grupos cristianos y en muchas actividades pastorales y/o evangelizadoras de la Iglesia, en las que muchos interiorizan y hacen suya la mentalidad mundana de la "corrección política": dicen muchas cosas y muy bonitas (buenismo), hablan elevadamente (espiritualismo) y se autodefinen como buenos cristianos (fariseísmo) pero todo eso se contradice con lo que luego hacen. 

No son nuestras palabras las que nos definen...son nuestros actos los que, muchas veces, nos delatan...

Existen muchos ejemplos bíblicos que nos advierten de ello:
  • Ap 3,14-22: la Iglesia de Laodicea muestra su tibieza y su mediocridad espiritual: no es fría ni caliente. Su fe es una mera rutina sin profundidad.
  • Mt 25,24-30: el siervo negligente ilustra su falta de compromiso y de responsabilidad, su inacción cristiana y su escasa iniciativa.
  • Mc 10,17-22: el joven rico es cumplidor pero se aferra a las cosas materiales, incapaz de renunciar a ellas para seguir a Jesús y establecer prioridades espirituales. 
  • Lc 15,11-32: el hermano mayor es obediente al Padre, se declara "buen hijo" pero lo hace por interés y egoísmo. En realidad está más alejado del Padre que su hermano menor, como demuestra su envidia y su falta de caridad hacia él.
Así que no es nada nuevo creerse buenos cristianos y estrictos cumplidores de la ley de Dios de "cara a la galería" ...el Pueblo de Israel lo hacía con demasiada frecuencia y por ello, Jesús les increpó: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos” (Mt 15,8-9; Mc 7,6-7; Is 29,13).
Por eso es preciso preguntarse, ¿es mi vida coherente con lo que digo ser? o ¿digo una cosa y hago la contraria? ¿soy un cristiano comprometido o soy un creyente mediocre? 

Para saberlo, es necesario conocer si tengo alguna de los rasgos característicos que definen a un mediocre:
  • Falta de compromiso: ¿me entrego plenamente a Dios o mantengo una equidistancia emocional y práctica con la fe?
  • Indiferencia: ¿tengo un deseo genuino de crecer espiritualmente y de buscar la voluntad de Dios en mi vida cotidiana o simplemente me da igual?
  • Superficialidad: ¿mi  vida espiritual se reduce a prácticas rutinarias sin profundidad y carentes de significado o realmente busco sorprenderme con la novedad de Cristo?
  • Falta de sacrificio: ¿tengo una clara disposición a renunciar a mis comodidades o deseos personales por el servicio a los demás?
  • Conformismo: ¿acepto mi situación actual sin buscar una mejora espiritual o soy cristiano en ámbitos favorables?
Es importante reflexionar sobre las consecuencias negativas, tanto para uno como individuo como para la comunidad, que resulta de la mediocridad:
  • Estancamiento espiritual: ¿se produce en mí crecimiento en la fe o mantengo distancias prudenciales en mi desarrollo cristiano?
  • Debilidad ante la tentación: ¿mi falta de compromiso espiritual facilita mi caída en el pecado y  mi alejamiento de Dios?
  • Falta de testimonio: ¿irradio la luz de Cristo a mi entorno, refleja mi vida aquello que creo y digo?
  • Disminución del fervor en la comunidad: ¿contagio mi mediocridad a otros creyentes, afectando negativamente a su entusiasmo y a su crecimiento?
  • Falta de impacto en el entorno: ¿cumplo con mi misión y mi vocación cristianas de evangelizar y transformar la sociedad o eso es competencia de otros?
La lucha contra la mediocridad espiritual es un proceso continuo que requiere esfuerzo y compromiso. 

Se trata de cultivar una relación personal con Dios a través de la oración personal, no solo como un ritual, sino como una conversación profunda con Dios; de profundizar en la Palabra de Dios para conocer su voluntad y aplicar sus enseñanzas a mi vida diaria; de participar activamente en los cultos y celebraciones sacramentales de la comunidad cristiana.

Un cristiano coherente busca la santidad con un anhelo genuino de asemejarse más como Cristo, de crecer espiritualmente y de vivir una vida de santidad; con un deseo auténtico de reconocer sus propios errores y pedir perdón a Dios, buscando una transformación personal; de tener una disciplina espiritual y practicar todo aquello que Dios ha establecido para fortalecer su fe.

Un cristiano auténtico sirve a Dios y a los demás a través de un compromiso con su comunidad, participando activamente en la vida parroquial, sirviendo a los demás y compartiendo la fe; buscando la voluntad de Dios para su propia vida y servirle en el ámbito donde Él le ha llamado; manifestando su amor de Cristo a través de actos de caridad, de servicio, de generosidad, de compasión, de acogida...pero siempre coherentes y auténticos, y no forzados.

Ser cristiano no es lo que decimos ser sino lo que realmente somos. 

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