¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

jueves, 25 de junio de 2020

LA AUTÉNTICA FE Y SU PROCESO

"Todo es posible para el que tiene fe"
(Marcos 9,23)

Nuestro mundo está literalmente invadido por productos falsos. Hoy no es difícil obtener falsificaciones de casi todo (ropa, relojes, bolsos, etc.), incluso noticias (fake news), que, a simple vista parecen originales y verdaderas pero que no lo son.

En nuestra sociedad global, accedemos a muchas versiones engañosas y aparentes. Con la fe ocurre lo mismo, muchas veces no es una fe auténtica sino falseada.

En tiempos de prueba como los que vivimos, la fe "aparente" no nos sirve de nada salvo para confundirnos. Es la fe auténtica la que nos vale de todo.

La auténtica fe

Entonces, ¿qué es la fe auténtica? No pretendo dar una definición, porque para eso tenemos la de la propia Sagrada Escritura: "La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve" (Hebreos 11,1) o la del diccionario de la Real Academia de la Lengua: "Virtud teologal del cristianismo que consiste en creer en la palabra de Dios y en la doctrina de la Iglesia." 

Más bien, mi propósito es añadir significados. Por tanto, la fe auténtica es:

Más que palabras

La auténtica fe no se basa en palabras sino en obras coherentes con lo que Cristo nos dice: "No todos los que me dicen: 'Señor, Señor' entrarán en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7,21). 
Hablar es gratis. Las palabras son baratas. Podemos usar mucha palabrería y adornar toda nuestra oratoria de espiritualidad, pero si nuestros actos no son coherentes con lo que decimos, rápidamente será evidente que se trata de una falsificación.

Más que emociones

La auténtica fe no se basa en emociones, deseos o sentimientos. Pero son nuestras acciones, no nuestros sentimientos, las que demuestran una fe verdadera. 
El apóstol Santiago nos dice: “¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: 'Id en paz, abrigaos y saciaos', pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro.” (Santiago 2,14-17). 

Si nos acercamos a alguien que tiene necesidades pero simplemente compartimos un lugar común o una relación de amistad, nuestra fe será una mera falsificación de la auténtica.

Más que ideas 

Para algunos cristianos, la fe es sólo unas cuantas buenas ideas que se exponen en el plano intelectual: una teología para estudiar y una doctrina para debatir. 
Podemos pasarnos el día hablando de Dios sin dejar que ello afecte a nuestras vidas. 
Podemos decir lo que hay que hacer pero si no lo ponemos en práctica, no sirve de nada. Podemos impactar a los demás con ideas y conocimientos pero si Dios no se ve en nuestras vidas, de nada vale.

Cuando Dios entra en nuestra vida se nota. La cambia y la transforma por completo. Y eso se ve.
 
Más que creencias

Podemos estar muy seguros de todo lo que creemos, pero también, podemos estar a años luz de la fe auténtica. 
El apóstol Santiago nos dice: “Tú crees que hay un solo Dios. Haces bien. Hasta los demonios lo creen y tiemblan. ¿Quieres enterarte, insensato, de que la fe sin las obras es inútil?" (Santiago 2, 19-20). Creer, por sí mismo, no es significativo. Te pone a la altura de los demonios. Ellos creen en Dios pero no siguen su voluntad.

La auténtica fe es más de lo que decimos, sentimos, debatimos o creemos. 

La auténtica fe es lo que hacemos. 

Pero, ¡cuidado! no es sólo eso, porque podemos caer en la tentación de convertir la fe en activismo. Es necesario que nuestras obras sean coherentes con la voluntad de Dios:“Si creéis, que os suceda conforme a vuestra fe” (Mateo 9,29). 

La coherencia es la clave de nuestra fe y de nuestro seguimiento a Jesucristo.

Pero la fe no es magia ni se consigue inmediatamente. Es necesario conocer y seguir un proceso:

El proceso de la fe

La fe es un proceso en nuestra vida. A veces, la pedimos y otras nos viene dada. La fe, cuando la recibimos de Dios, es como un músculo: tiene que desarrollarse. Se puede fortalecer o se puede debilitar, dependiendo de cómo y cuánto la pongamos en práctica. 

La fe que Dios nos da, suscita en nosotros:

- Imperiosa necesidad de Dios
- Discernimiento del sentido de nuestra vida
- Llamada a nuestra vocación
- Abandono de la necesidad de éxito y auto-referencialidad
- Pertenencia a la Iglesia (grupos, movimientos, parroquias, etc.) 
- Asistencia a los sacramentos
- Búsqueda de respuestas, de orientación y formación 
- Administración y Despliegue de los dones de Dios 
- Responsabilidad en el servicio por amor a Dios y a los demás
- Crecimiento personal y profundidad en la relación con Dios
- Aceptación, sometimiento y abandono en Dios
- Paso del “hacer” al “ser”  
- Preocupación por las cosas de Dios y por las de los demás
- Intensa vida interior y de oración
- Visión mística 
- Presencia de Dios en todo
- Paz profunda y Serenidad
- Obediencia y Confianza
- Misericordia y Perdón
- Desapego a las cosas materiales y a las tensiones del mundo
- Gratitud plena 
- Profunda alegría y felicidad

Todas estas cosas que Dios nos concede en el desarrollo de nuestra fe, lo realiza a través de un proceso muy sencillo de seis etapas:

1-Reconocimiento: Dios nos muestra el sueño para que se cumpla en nuestras vidas, bien porque se la hemos pedido o porque Dios se anticipa. Y le reconocemos a nuestro alrededor.
Es el momento del encuentro y el descubrimiento, del reconocimiento y de la aceptación. 

Pregunta: ¿Reconozco y necesito a Dios? 
Respuesta: ¡Te necesito, Señor!

La fe no es para indiferentes o insensibles. Requiere aceptación y apertura de corazón. Si queremos y necesitamos a Dios, tenemos que ser dóciles a lo que nos suscita y crecer en conocimiento de su persona y de su voluntad.
 
"Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; 
que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; 
de modo que así, con todos los santos, 
logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, 
comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. 
Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios 
(Efesios 3,17-19)

2-Decisión: Dios, por amor verdadero, deja que nuestra libertad actúe. Nunca la quebrantará, bajo ninguna circunstancia.
Es el momento de la verdad y del compromiso, del discipulado y la formación. 

Pregunta: ¿Qué me pide Dios? 
Respuesta: ¡Quiero saber más de ti, Señor!

La fe no es para dudosos o inconstantes. Requiere tomar una decisión y comprometerse: invertir tiempo, dinero y energía, y dejar de lado la seguridad y la comodidad. Si queremos caminar sobre el agua, tenemos que mojarnos los pies. 

"Y si alguno de vosotros carece de sabiduría, pídesela a Dios, 
que da a todos generosamente y sin reproche alguno, 
y él te la concederá. 
Pero que pidas con fe, sin titubear nada, 
pues el que titubea se parece a una ola del mar agitada y sacudida por el viento. 
No se crea un individuo así que va a recibir algo del Señor; 
es un hombre inconstante, indeciso en todos sus caminos" 
(Santiago 1,5-8).

3-Espera: Dios obra según sus tiempos y concede lo que es mejor para nosotros, no siempre lo que esperamos.
Es el momento de la paciencia y el abandono en Dios, del servicio y la entrega activa a los demás. 

Pregunta: ¿Espero con confianza en Dios?
Respuesta: ¡Quiero servirte, Señor!

La fe no es para impacientes o ansiosos. Siempre se requiere algún tiempo antes que todo ocurra. Dios usa este período de espera, para enseñarnos a confiar en Él. Una espera no es una negación. 

El crecimiento y la madurez en nuestra fe es discernir la diferencia entre el “no” y el “todavía no.” Por eso, debemos pedirle a Dios que aumente nuestra fe, mientras servimos esperando.

" La visión tiene un plazo, 
pero llegará a su término sin defraudar. 
Si se atrasa, espera en ella, 
pues llegará y no tardará " 
(Habacuc 2,3).

4-Prueba. Dios prueba nuestra fe permitiendo que aparezcan obstáculos y problemas para que confiemos en Él.
Es el momento del discernimiento y la confianza, de la vida interior y del crecimiento espiritual. No es tanto preguntar ¡por qué? sino ¿para qué?

Pregunta: ¿Qué quieres de mí, Señor? 
Respuesta: ¡Hágase tu voluntad!

La fe no es para cómodos u oportunistas. Ahora es cuando parecen los problemas. ¡No tenemos que preocuparnos! Todo es parte del plan de Dios. ¡Confiemos en Dios!

"Por ello os alegráis, 
aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas; 
así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, 
que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, 
merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; 
sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, 
creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, 
alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas" 
(1 Pedro 1,6-9)

5-Perseverancia: Dios permite que aparezcan tentaciones y dificultades mayores para que nos mantengamos firmes.
Es el momento de la perseverancia y la valentía, de conjugar la fortaleza de la vida interior con las dificultades de la vida exterior. 

Pregunta: ¿Me mantengo firme
Respuesta: ¡Hasta el final, Señor! 

La fe no es para cobardes o miedosos. Es posible que nuestra situación se deteriore y llegue a ser difícil y complicada. Puede, incluso, que nos venga persecución y acoso. La situación se torna desesperada pero está a punto de producirse el milagro. Esperemos con ánimo en Dios.

"Espera en el Señor, 
sé valiente,ten ánimo, 
espera en el Señor
(Salmo 27,14)

6-Recompensa: Dios cumple su palabra y realiza el milagro: transformados en el Amor, nos concede la corona de la vida
Es el momento de la transformación y el cambio definitivo, del amor y la alegría, del agradecimiento y la alabanza.

Pregunta: ¿He amado como Dios ama?
Respuesta: ¡Gracias, Señor!

La fe no es para desagradecidos o ingratos. Dios provee siempre una respuesta sobrenatural. Milagrosamente, ¡todo cambia! ¡todo se renueva! Dios transforma odio en amor, resentimiento en agradecimiento, crucifixión en resurrección, de modo que podamos alcanzar y ver Su gloria.

"Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida" 
(Salmo 27,13)

miércoles, 24 de junio de 2020

LOS SACRAMENTOS EN LA PÁRABOLA DEL HIJO PRÓDIGO

"La palabra de Dios es viva y eficaz, 
más tajante que espada de doble filo; 
penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, 
coyunturas y tuétanos; 
juzga los deseos e intenciones del corazón. 
Nada se le oculta; 
todo está patente y descubierto a los ojos 
de aquel a quien hemos de rendir cuentas."
(Hb 4,12-13)

La Palabra de Dios no deja de sorprenderme cada día y aunque sé que una espada de doble filo que penetra hasta los tuétanos, siempre me maravilla y me suscita algo nuevo. 

Cuando uno cree (no sin una cierta dosis de orgullo) que ya sabe lo que dice un determinado pasaje porque lo ha leído muchas veces, llega Dios y te dice al oído: ¡Qué necio y torpe eres para creer lo que dijeron los profetas! Y yo le digo: ¡Cuánta razón tienes siempre, Señor, gracias, por modelarme cada día!
Hoy, leía de nuevo la parábola del hijo pródigo para redescubrir el amor misericordioso de Dios, que muestra la mirada compasiva de un padre que, por muchos fallos y rebeldías que vea en su hijo, no puede olvidar las necesidades de un hijo, y le da todo.

Y disfrutando de la lectura pausada, Dios me revela una nueva enseñanza "escondida". Poco a poco y según avanzaba en la meditación, he ido viendo aparecer algo que nunca había visto antes en el pasaje: los sacramentos. 
 
Gratuidad

El amor de Dios es gratuito, personal y sincero. No espera nada a cambio y se anticipa. Se entrega cuando se lo piden, aunque duela, como al hijo menor, que le da lo que le corresponde. Se da cuando no se lo piden, aunque sea obvio, como al hijo mayor, que le da todo lo suyo.

El Amor sale a nuestro encuentro y está siempre a nuestro lado, aunque ninguno de sus hijos lo agradezcamos, aunque ninguno lo veamos, aunque ninguno lo sintamos.

El Amor siempre se alegra de la vuelta a casa de un hijo. Siempre se alegra de encontrar la oveja que estaba perdida. Siempre se alegra de encontrar la moneda perdida. Siempre celebra fiesta por un hijo que estaba muerto (por el pecado) y ha resucitado.

Sacramento de la Eucaristía
Dignidad

La misericordia de Dios no es sólo una decisión de no juzgar; es un acto de amor que nos mantiene en el abrazo de Dios, a pesar de nuestros intentos de no sentirnos dignos de él.

Dios siempre nos considera muy valiosos porque nos creó a su imagen y semejanza, indicador de que el hombre es superior a los demás seres del universo.

Dios siempre nos encuentra dignos de amor y cuando lo aceptamos, ese amor nos transforma, nos viste de nuestra nueva naturaleza como hijos adoptivos de Dios.

La dignidad significa eminencia, superioridad, excelencia, grandeza. Eso es lo que nos devuelve Dios.

Una dignidad que se encuentra elevada y enriquecida por la gracia de la filiación divina y la correspondiente vocación del hombre al fin sobrenatural.

Sacramento del Bautismo
Perfección

En Mateo 5,48, Jesús nos dice: “Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.” Ser perfecto como Dios significa reflejar el amor de Dios en el mundo.
  • Es perdonar y disculpar de su error, a mi mujer, a mi hijo, a mi hermano, sin llevar cuenta del daño.
  • Es comprender al que no es como yo y empatizar con su situación.
  • Es compartir todo lo que Dios me ha dado con los que me rodean.
  • Es consolar a quien está triste y herido.
  • Es alimentar al que está hambriento de amor.
  • Es acompañar a quien está solo y me necesita.
  • Es dar la vida por los demás.
  • Es hacer salir el sol (mi sonrisa) sobre el bueno y el malo, el justo y el pecador.
  • Es rezar por quien me insulta, me persigue y me odia para que se convierta al amor.
  • Amar al amigo o al enemigo es el mayor signo de la gratuidad del verdadero amor y la mayor prueba del amor cristiano.
 La perfección es amar como ama Dios.

Sacramento del Matrimonio/Orden sacerdotal
Donación

El amor misericordioso que recibo de Dios se convierte en la fuerza motivadora para darlo a los demás. Amo (perdono) con esa misma gracia que he recibido. Es el Espíritu Santo que me guía y me santifica.

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5,7). Los misericordiosos somos quienes sabemos que Dios es misericordioso y, por lo tanto, somos igualmente misericordiosos con los demás.

Dios me llama a ser signo de su amor para mis prójimos, que, en la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10,25-37), son también los extranjeros, los distintos, o incluso los enemigos.
Sacramento de la Confirmación

Conversión/Sanación

La parábola del hijo pródigo simboliza el camino de conversión al que estoy llamado, como todos los cristianos. En ella, me veo reflejado en el:

-hijo menor: he usado mi libertad para alejarme del amor del Padre, buscando la felicidad en un lugar equivocado, encontrando solamente la amargura.

-hijo mayor: he permanecido junto a mi padre con un amor sin libertad, más como siervo distante, que como buen hijo y hermano.

Ambos necesitan convertirse. Ambos necesitan sanarse. Y yo, en alguna ocasión, soy uno y otro, o ambos a la vez.

La parábola no muestra un tercer hijo “perfecto” que no necesite conversión: el Señor quiere, con su amor, que me dé cuenta de que todos, sin excepción, tenemos que fomentar en nuestra alma la búsqueda del amor, el rechazo del yo egoísta y la donación libre y gratuita.

Mi conversión es un trabajo diario y continuo. Siempre es tiempo de conversión. Cada día es una gran oportunidad de renovación personal en el amor.

Sacramento de la Unción de Enfermos
Confesión

La parábola me presenta la espera paciente de mi Padre celestial que festeja con una maravillosa reconciliación.

Es el sacramento de la alegría. Los cristianos vivimos alegres porque nos sabemos hijos de Dios, hijos muy queridos, perdonados, vestidos, sanados, restaurados y dignificados.

Es con mi alegría y mi servicio, con los que muestro, en todos los ambientes, que en es el encuentro con una persona, Jesucristo, donde se encuentran todas las respuestas a los anhelos más profundos del corazón del hombre, donde se encuentra la felicidad plena y la perfección.

Sacramento de la Penitencia o Reconciliación.
A veces, Dios me esconde sus enseñanzas para regalármelas en su preciso momento, cuando más las necesito. Por eso y por mucho más, no me canso de darle gracias.
 
Gracias Señor por tu amor,
porque yo no existía y me creaste,
porque me amaste sin amarte yo,
porque antes de nacer ya me pensaste,
Gracias, Señor.

Gracias Señor por tu misericordia,
porque yo te abandoné y Tú me buscaste,
porque yo desprecié tu amor 
y Tú no subestimaste mi miseria.
Gracias, Señor.

Gracias Señor por tu piedad,
porque te exigí mi libertad y Tú no me la negaste,
porque me fui orgulloso y ufano de tu lado 
y Tú me has estado esperando todo este tiempo.
Gracias, Señor.

Gracias Señor por tu compasión,
porque volví humillado 
y Tú restableciste mi dignidad.
Gracias, Señor.

¿Cómo devolverte tanto amor?
¿Cómo restituir tanta misericordia?
Ahora ya lo sé 
porque Tú me lo has mostrado,
Gracias, Señor, gracias.

martes, 23 de junio de 2020

EL COMBATE ESPIRITUAL: PECADOS VS. VIRTUDES

"No mancha al hombre lo que entra por la boca, 
sino lo que sale de la boca, 
eso es lo que mancha al hombre. 
Lo que sale de la boca brota del corazón; 
y esto es lo que hace impuro al hombre, 
porque del corazón salen pensamientos perversos, homicidios, 
adulterios, fornicaciones, robos, difamaciones, blasfemias. 
Estas cosas son las que hacen impuro al hombre." 
(Mateo 15,11 y 18-20)

El Enemigo, Satanás, sabedor de mi fragilidad, debilidad y falibilidad humanas, se vale de muchas tretas para minar mi moral y generar el mal en mi corazón. El mal es un fuerza que se desarrolla en el exterior pero que se origina siempre en mi interior.

En el campo de batalla del pensamiento, una de sus perversas estrategias consiste en infectar mi mente con oscuras ideas e infames pensamientos que turban y debilitan mi conciencia

Estas ideas o pensamientos generan en mí, estados de ánimo que me hacen perder la esperanza, el amor y la fe en Dios, que exteriorizo en forma de excusas y que me conducen a la tibieza, esa que tanto repugna a Dios (Apocalipsis 3,16). 
La tibieza, disfrazada de excusas, es una clara derrota en el ámbito de mi batalla interna y espiritual contra el Imperio

Amparada en mis esperanzas y temores, en mis caprichos y apegos, en mis egos, me conduce hacia lo relativo y lo indeterminado, hacia lo ambiguo y lo confuso, hacia las sombras y las tenebrosas noches oscuras, que me hacen dudar de Dios y tambalearme en mi fe.

En el campo de batalla de la voluntadSatanás se vale, además, de objetos y cosas visibles, las tentaciones, para potenciar estos pensamientos y hacer surgir así las pasiones desordenadas. 

Logismoi vs Logoi

Los Padres del Desierto consideran estos pensamientos reiterativos, persistentes y obsesivos sugeridos por el mismo Satanás y el origen de la caída del espíritu y de la traición a nuestra naturaleza primigenia creada por Dios. Los denominan "pensamientos malvados y erróneos" o "logismoi" (en griego, pasión malvada).
Todos estos deseos, impulsos, pasiones, vicios son, sin duda, mis propios demonios interiores, que tienen su campo de batalla en mi propia humanidad pero que no proceden de mi naturaleza original a imagen y semejanza de Dios, aunque sí deforman la realidad de mi voluntad y me producen inquietud, ansiedad, duda y confusión.

Para los Padres de la Iglesia, existen 7 tipos de logismoi que dividieron en dos categorías:

-Tres vicios concupiscentes hacia el deseo de posesión:

  • gastrimargíaΓαστριμαργία (glotonería, gula, ebriedad)
  • porneíaΠορνεία  (lujuria)
  • filargyríaΦιλαργυρία (avaricia, amor al dinero)

-Cuatro carencias, privaciones o frustraciones:
  • acedíaἈκηδία (depresión, desesperanza, pereza) 
  • lypeΛύπη (tristeza)
  • orgéὈργή (cólera, ira, crueldad, violencia)
  • hyperefaníaὙπερηφανία(vanagloria, orgullo, soberbia). 

Para combatir estos logismoi (pensamientos incorrectos) y convertirlos en logoi (pensamientos correctos), nos enseñan una metodología que consiste en la confrontación de los primeros con los segundos, que podemos encontrar en la Sagrada Escritura. 

"Casualmente", los logismoi coinciden con los pecados capitales, y los logoi, con las virtudes cristianas.
San Bernardo considera que todos los logismoi tienen su origen en la avaricia (amor al dinero), la ambición (orgullo, soberbia) y la curiositas (superficialidad, dispersión), tres ideas erróneas que todos tenemos y que debemos combatir: Yo no valgo, yo no puedo o yo no sé

Estas excusas expresan el mal que se oculta detrás de la avaricia (yo no valgo y busco valer mediante el tener cosas), detrás de la ambición (yo no puedo y busco dominar todo) y de la curiositas (yo no sé y busco información fuera de mí constantemente).

Mediocridad vs Santidad

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, actualiza esta enseñanza metodológica de los Padres de la Iglesia, enumerando 14 logismoi o frases comunes de hoy, que  llama "muletillas de la mediocridad", y que contrapone con "palabras de santidad" o "palabras de vida eterna", es decir, enseñanzas de la Biblia y del pensamiento cristiano que nos ayudan a luchar contra éstas y a vencerlas: https://www.youtube.com/watch?v=wecMJgYVduo

Yo tengo algunas similares y que escucho a menudo:

1. "No hay que ser tan radical"
Para muchos "radical" es algo peyorativo. Según el diccionario, "radical" significa "de la raíz o relacionado con ella y afecta completamente. La raíz de un cristiano es Cristo. Él es la vid y nosotros los sarmientos. Si no estamos unidos a ella, no damos fruto,  nada podemos. Todo cristiano o es radical o no es cristiano.

Es, sin duda, una excusa que señala una falsa prudencia y que oculta una peligrosa acediaProvoca que muchos ejerzan una fe de "mínimos". Son como los malos estudiantes que, apelando a la ley del mínimo esfuerzo, tan solo aspiran al aprobado, y que llegada la hora, suspenden. No buscan la santidad, que es un mandato directo de Cristo. Se conforman con la mediocridad. 

La respuesta cristiana es: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mateo 5,48)

2. "Dios es misericordioso y todo lo perdona"
Este pretexto nace de un profundo desconocimiento de Dios y denota un relativismo extremo. Algunos dicen que no importa lo que hagamos porque, al final, Dios nos perdonará todo. Olvidan que Dios es, en efecto amor, pero su misericordia es inseparable de su rectitud y de su justicia. Si fuera como dicen, ¿qué sentido tienen entonces sus mandamientos? Eso no es misericordia, es "misericorditis".

La respuesta cristiana es: "Al justo le alegra la justicia; en cambio, al culpable le aterroriza" (Proverbios 21,15)

3. "Basta con ser buena persona"
Una excusa poco cristiana, porque nuestra vida no consiste en solo ser buenos y evitar las cosas malas, sino en discernir cuál es la voluntad de Dios para cada uno de nosotros y cumplirla. 

La respuesta cristiana es: "Que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto"  (Romanos 12,2)

4. "La Biblia es un libro anticuado"
Hoy, muchos están supeditados a las modas, a lo que hace o dicta la mayoría. Lo nuevo es lo que vale, lo actual es lo que interesa. 

Para algunos, la Biblia es un libro escrito hace dos mil años sin ningún valor para la sociedad actual. Incluso, la tildan de machista y homófoba. El problema es que ninguno de ellos la ha leído. Ninguno escucha a Dios.

La respuesta cristiana es: "Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo" (Salmo 119,89)

5. "No puedo"
Una frase llena de ironía que protagonizó "Chiquito de la Calzada". Fuera de bromas, es la excusa de la perezaCierto es que nuestra capacidad humana es limitada, pero muchas veces, cuando decimos "no puedo", en realidad queremos decir "no quiero"
El diablo hace todo lo posible para hacernos confundir el "no puedo" y el "no quiero". Nos convence de que no podemos, de que no somos nada y cuando nos lo creemos, nos "deja tirados".

La respuesta cristiana es: "Todo lo puedo en Aquél que me conforta"  (Filipenses 4,13)

6. "Yo no valgo"
Es una variante de la anterior que se convierte en dañina soberbia porque lucha contra la humildad. Es auto-desprecio, falsa modestia, falsa sencillez. Es un acto de ateísmo, revestido de victimismo. Es separarse de Dios, no reconocer que Dios me sostiene, me llama, tiene un plan para mi. 

Dios no llama a los capacitados, capacita a los que llama, decía San Agustín. Dios no da puntadas sin hilo, Dios no se equivoca conmigo. Él siempre me asiste con su gracia. C.S.Lewis decía: "ser humilde no es pensar menos de ti, sino pensar menos en ti"

La respuesta cristiana es: "Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad" (2 Corintios 12,9)

7. "No tengo tiempo"
Es una variante de la anterior que consiste en dar largas y posponer las respuestas y decisiones. El enemigo nos cuela ese "mañana" para que no vivamos el "hoy". Y a veces, nos lleva al pasado para lo mismo. A menudo decimos "no tengo tiempo" cuando, en realidad,  queremos decir "no tengo tiempo para eso". Es la excusa del desprecio.

La respuesta cristiana es:  "Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo"  (Hebreos 3,15)

8. "A mi me parece...creo que...no todo es blanco o negro..."
Son las respuestas de la tibieza, de lo relativo, de lo subjetivo, del "todo vale". Es  dar una opinión personal con rango de inmutabilidad y valor absoluto por el mero hecho de ser "mi parecer". 
Para el tibio, no existe el bien y el mal, el cielo y el infierno, el diablo y Dios. El gris define al tibio: "todo vale". No hay verdad ni validez universal. Todo depende de lo que cada uno opine. Todas las opiniones son válidas...todas las religiones son verdad...

La respuesta cristiana es: "Porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca" (Apocalipsis 3,16)

9. "No hay que juzgar a los demás"
Esta excusa tiene "trampa" porque, en realidad, se escudan en esto para no corregir. Es la respuesta del buenismo.

Por supuesto que un cristiano no debe juzgar a su hermano pero sí tiene obligación de corregir, en privado, con sutileza y caridad. Quien no corrige peca de omisión. El deber de un cristiano es buscar la propia salvación y la de sus hermanos. No corregir un error de otro es no amarle.

La respuesta cristiana es: "Yo, a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten, pues, celo y conviértete" (Apocalipsis 3,19)

10.  "Perdono pero no olvido"
Es el falso perdón de quien tiene un corazón endurecido, amargado y lleno de resentimiento. No podemos ser auténticos cristianos si no cumplimos lo que rezamos en el Padrenuestro: "Padreperdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden". Estaríamos mintiendo a Dios en su cara.

La respuesta cristiana es"No te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete" (Mateo 18,22)

11. "Abre tu mente y déjate llevar"
 "Déjate llevar por las emociones". Es confundir lo 'intuitivo' con cualquier ocurrencia; no tener límites, con no tener principios. Es negar la capacidad de discernimiento. Chesterton decía: "Tener la mente abierta es como tener la boca abierta, seguro que  te entran moscas".  

La respuesta de un cristiano es: "Lámpara es tu Palabra, Señor, para mis pasos"  (Salmo 118)

12. "Lo que importa es lo que sientas"
Es la falsa excusa del sentimentalismo, de la fe emocional, afectiva, sensible, propia de la cultura irreflexiva, inmadura, superficial y frívola que sólo tiene deseos  y apetencias: un día me soy cristiano y al siguiente, no; un día estoy embarazada y al siguiente, no; un día me apetece y al siguiente, no.
Ser cristiano no depende de nuestro estado emocional, ni de nuestros deseos, sentimientos o apegos, aunque sean buenos. Tampoco depende de nuestras alegrías o tristezas momentáneas, de nuestros miedos o dudas. La fe cristiana es la confianza plena y el seguimiento a una Persona: Cristo. Aunque a veces, no le veamos o no le sintamos.

La respuesta cristiana es: "La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve" (Hebreos 11,1)

13. "No quiero...no me apetece..."
Es una versión de la anterior: la excusa contra la fuerza de voluntad. Al menos, está excusa es sincera. Pero es un drama vivir atrapado en la negación, en el "no quiero", en el "no me apetece": "Señor, hoy no quiero seguirte, hoy no me apetece ir a misa".

La querencia y la apetencia esclavizan al hombre y le mantiene inmaduro. Sólo tiene deseos y apetencias. La falta de voluntad tiene un gran poder adictivo. Pensamos que todo depende de lo que queremos o de lo que nos apetece, hasta que nos damos de bruces con la realidad.

La respuesta cristiana es:  "Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo" (Mateo 16,24)

14. "Ojalá tuviera esa fe..."
Esta es la excusa que lucha contra la perseverancia. El Papa Francisco asocia santidad y paciencia. El Apocalipsis dice: "Vence el que persevera". Es la excusa del hartazgo, de la atonía, de la falta de interés, de compromiso, de paciencia.

San José María Escrivá hablaba de la mística de la 'ojalatería'... Si la cosa fuera distinta, quizás...; si estuviéramos en otro entorno, quizás... Son evasivas. El padre Mendizábal decía que "la tentación es querer cambiar de caballo, cuando lo que Dios quiere es que cambie el caballero"

La respuesta cristiana es: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lucas 1,38)

15. "Con todo lo que yo he hecho por..."
Más que una excusa, es una queja: "Con todo lo que yo he hecho y qué poco me lo han agradecido". Es una versión del rencor, de la búsqueda de reconocimiento, de aceptación, de sentirnos imprescindibles o, hasta superiores al resto. Es la queja de la vanidad y la soberbia.

Pero los cristianos no buscamos reconocimiento, aceptación o aprobación. Buscamos, reconocemos, aceptamos a Cristo y Él nos aprueba. Siempre digo que mi público es Dios: "Señor, para tu gloria hago todo". Y Él me dice: "Yo te veo".

La respuesta cristiana es: "Dios, que ve en lo escondido, te recompensará" (Mateo 6,6)

Seguro que si seguimos pensando, nos salen muchas más...pero creo que son suficientes para que "el que tenga oídos, que oiga".

domingo, 21 de junio de 2020

NO TENGÁIS MIEDO. NO ESTÁIS SOLOS

Jesus Christ y frase ilustración del vector. Ilustración de ...
"No tengáis miedo a los hombres, 
porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; 
ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. 
Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, 
y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. 
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, 
pero no pueden matar el alma. 
No; temed al que puede llevar a la perdición 
alma y cuerpo en la “gehenna”... 
A quien se declare por mí ante los hombres, 
yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. 
Y si uno me niega ante los hombres, 
yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos".
(Mateo 10, 26-33)


Dicen que "el miedo es libre", pero yo creo que si es algo, es irracional, sistémico y crónico en el hombre, y con frecuencia, se convierte en una excusa para la inacción, en lugar de un estímulo para la acción. El miedo es una inseguridad causada por la falta de confianza en quien tiene el poder sobre las cosas. El miedo es la ausencia de Verdad, la falta de Dios.

Y desde luego, no es cristiano, porque el mismísimo Jesús nos exhorta a no tener miedo a los hombres; a no estar preocupados por quienes nos persiguen y acosan; y nos anima a proclamar la Verdad sin temor, a testificar por Él delante del mundo. Tener miedo es completamente contrario a ser cristiano.

Por desgracia, el miedo está presente también en la Iglesia. Un miedo irracional, desconfiado y poco cristiano a los hombres, expresado por algunos obispos y respaldado por un gran número de sacerdotes, que ha propiciado el cierre de iglesias y de capillas de adoración perpetua, la retirada del agua de las benditeras y la invención de mil pretextos e instrucciones para no darse la paz o para no comulgar en la boca. Algo que jamás había ocurrido en la historia de la Iglesia.
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Tristemente, por falta de fe, han cedido ante el Imperio, han escondido a Dios, han negado a Cristo ante los hombres, huyendo como los discípulos...

Desgraciadamente, por falta de confianza, han aceptado ese buenismo que les pierde, han tratado de congraciarse con el mundo sin resultado, en lugar de testificar y de defender al Señor, negándole como los discípulos...

Lamentablemente, por falta de esperanza, han intentado remediar las situaciones con las armas del mundo sin conseguirlo, han intentado colocarse en lugar de Dios y le han dado la espalda, traicionándole como los discípulos...

Luctuosamente, por falta de caridad, han negado la libertad a los fieles de recibir a Cristo eucarístico, de acudir a su presencia sacramental y de descansar en Él de sus agobios y angustias, siendo desleales como los discípulos...

Yo creo que lo han hecho porque, en el fondo, no creen en las promesas de Cristo. Temen encontrarse solos ante el mundo, recelan de la ayuda divina y sospechan haber sido abandonados por Dios. ¡No creen! ¡El miedo a los hombres les impide creer y se esconden de Dios y del mundo!

Nada nuevo sobre el cielo. Es la historia del pueblo de Dios, del infiel y traicionero Israel: ¡Nosotros! 

Y sin embargo, Dios no se cansa de perdonar nuestras continuas infidelidades y traiciones. Jesús nos repite una y otra vez en su Palabra: "No tengáis miedo" y nos invita a "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré" (Mateo 11,28).  Sigue abriendo sus brazos en la cruz y clamando al cielo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23,34)
Jesucristo es el remedio a todos nuestros temores y a todos nuestros males. Pero siempre que cumplamos la regla de las tres "P": fe en su Palabra, esperanza en su Providencia y amor a su Persona.

Caminar junto a Cristo es aceptar riesgos e incomodidades. Es asumir cansancios y luchas. Es admitir insultos y persecuciones. ¡Él lo hizo! ¡Pasó por todo ello para demostrarnos que sí se puede! Si lo hacemos, Dios nos asegura que no seremos abandonados. Él está con nosotros. Siempre. Hasta el final.

En varias ocasiones nos prometió que nos enviaría al Paráclito para defendernos y protegernos. En la barca zarandeada por la tempestad nos llamó "hombres de poca fe". En el Huerto de los Olivos quiso experimentar la soledad y la angustia extremas, precisamente para redimirnos también de este aspecto. 

Y en la misma cruz nos dijo: "Ahí tienes a tu Madre." Nos dejó a la Virgen Santísima, la mejor intercesora, no sólo para ampararnos sino para llegar más rápido a Él. No desperdiciemos todas las ayudas que el cielo nos envía para aceptar las que el mundo nos ofrece.
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Y sin embargo, nosotros seguimos sin creernos sus palabras. Seguimos sospechando y recelando. Seguimos pensando en un Dios lejano o ausente. Seguimos siendo infieles...


"Señor, concédeme serenidad 
para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia".
(Reinhold Niebuhr)

sábado, 20 de junio de 2020

APOCALIPSIS 19-22: LA JERUSALÉN CELESTE Y LAS BODAS DEL CORDERO

Llegamos al punto culminante de la revelación joánica, al deselance de los acontecimientos de la historia. Y poara ello, la acción vuelve necesariamente al cielo, a la gran liturgia nupcial, donde una gran muchedumbre,en comunión y en unión total, alaba a Dios cantando a una sola voz: “Aleluya”. Es una exaltación de la misericordia de Dios

La Iglesia Triunfante

En el capítulo 19 se nos presenta el triunfo de la Iglesia con Cristo a la cabeza. Nos presenta las alabanzas de los que están en el cielo y la batalla definitiva por la que son vencidos el Anticristo, la bestia y el falso profeta.
El inmenso gentío que grita corresponde a los santos que ya estaban en el cielo al momento de producirse esta gran batalla (Ap. 6, 9-11 y 7,9). Alaban a Dios por su triunfo, se alegran porque la Iglesia ha sido preparada para las bodas del Cordero.

Aparece otra vez el caballo blanco, la Palabra de Dios, con su jinete, Jesucristo, encabezando la lucha contra las huestes del mal. Fiel y veraz, sus palabras son verdaderas y permanecen, Sus ojos son llamas de fuego, penetran hasta el fondo de los corazones, tiene muchas diademas, autoridad y poder, nombre nuevo: Rey de reyes y Señor de señores.

-Lleva un manto empapado en sangre, la derramada en su pasión. Le siguen ejércitos celestiales del cielo en caballos blancos y vestidos de lino (santos y mártires). 
-De su boca sale una espada afilada para herir a las naciones, poder del Evangelio, él las regirá con vara de hierro, justicia divina, él pisa el lagar del vino de la ardiente ira del Dios todopoderoso, castigo.

-La bestia y el falso profeta son capturados y arrojados al estanque de fuego que arde con azufre, es un símbolo negativo: el lugar del rechazo a Dios, infierno, muerte definitiva. 

-Los demás fueron exterminados por la espada del Rey de reyes, se consuma la conversión y la purificación de la humanidad.


La era de paz y la Parusía

En el capítulo 20 Satanás es encadenado, arrojado al abismo y encerrado allí por un largo período de tiempo. Luego será soltado de nuevo, por un corto período de tiempo, para tentar a los seres humanos del fin de la historia, antes de la Parusía.
San Juan ve a los apóstoles participando en la inauguración de la Era de paz (Mateo 19, 20). 

Los mártires de la época del Anticristo son devueltos a la vida por Dios (la primera resurrección)para que disfruten de esta era de paz antes de ir al cielo y se les dá el oficio de sacerdote para que su testimonio mantenga la fe de los que nazcan en esta época.

Se presenta la Parusía y el fin del mundo. Después de la era de paz. Satanás es soltado de nuevo por un corto período de tiempo, para probar la fe de los habitantes de ese tiempo.

El enemigo logra conquistar un gran número de adeptos y se desencadena la última batalla de la guerra espiritual. 

El cielo viene en su ayuda y lanza fuego que devora, destruye a todos los inicuos. Satanás es arrojado al fuego eterno,  destruido para siempre. 

La muerte, el último enemigo, es vencida (1 Corintios 15, 26) y el lugar de los muertos (purgatorio) es eliminado. Todos los que no buscaron a Dios serán enviados al lago de fuego (el infierno).

La Nueva Jerusalén

El capítulo 21 es una ampliación del versículo 4 del capítulo 20 y describe cómo será la vida en la Era de Paz, profecía tomada y descrita en Isaías 65, 17-25:
-Cielo nuevo y tierra nueva, todo es renovado como Dios lo creó al principio.

-El mar ya no existeel pecado y sus consecuencias han desaparecido: No habrá más maldad, enfermedad, ni sufrimiento, ni muerte. Dios estará presente de manera mas palpable e intensa, y hará fluir su gracia libremente y la conciencia de la relación filial con Dios será plena.

-La Nueva Jerusalén que baja del cielo, es la Iglesia triunfante que se une a la Iglesia militante en el cielo.

La Nueva Jerusalén simboliza a la ciudad santa (la morada de Dios y su pueblo) y Babilonia simboliza a la ciudad perversa (la morada de Satanás y sus seguidores).

-La novia, la esposa del Cordero es la Iglesia, que San Juan describe en analogía a Jerusalén:

-Tenía un muro grande y alto con doce puertas, en referencia a la reconstrucción de las puertas de Jerusalén del libro de Nehemías 2 y 3. Doce puertas físicas con doce significados espirituales.

-sobre las puertas, doce ángeles y nombres escritos, los de las doce tribus de Israel, la Iglesia de los patriarcas y los profetas, el "resto" fiel del pueblo de Israel.
Estudio Biblico: “El significado de las Puertas Destruidas – La ...
-Al oriente, tres puertas: puerta del juiciopor donde entran los que vienen del juicio de Dios; puerta oriental o dorada, por donde entran los santos y los iluminados por el Sol; puerta de los caballos, por donde entran los que vienen de la batalla.

-al norte, tres puertas: puerta viejapor donde entran los que han dejado atrás su pasado y han seguido a Cristo; puerta del pescado, por donde entran los cristianos conversos, los discípulos; puerta de las ovejas, por donde entran los mártires que vienen del sacrificio.

-al mediodía, tres puertas: puerta de las aguaspor donde entran los que han escuchado la Palabra; puerta de la fuentepor donde entran los que han lavado su contaminación; puerta del muladarpor donde entran los que han desechado la inmundicia).

-al occidente, tres puertas: puerta de Efraínpor donde entran los benditos de Dios; puerta del valle, por donde entran los mansos, que se han humillado y arrepentido; puerta de la cárcel, por donde entran los rescatados del pecado).
Apocalipsis - Ap. 21:2 La ciudad santa en la luz. Imágenes y ...
-El muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellos doce nombres, los doce apóstoles del cordero, la Iglesia de los apóstoles y los mártires, el nuevo pueblo de Dios.

-El que me hablaba tenía una medida de una caña de oro para medir la ciudad, sus puertas y su muralla, Dios protegerá y guiará a su pueblo para siempre.

-La ciudad es un cuadrado, y su largura es igual que su anchura, como el pectoral del sumo sacerdote.

-Midió la ciudad con la medida: 12.000 estadios, dos mil doscientos veinte kilómetros, que representa su esplendor. 

-Midió su muralla: setenta y siete metros, medida de hombre, que es también medida de ángel, que representa la convivencia de hombres y ángeles juntos.

-La estructura de su muralla es de jaspe, divinidad, presencia de Dios, y la ciudad es de oro puro, perfección, semejante al del puro cristal, pureza. 

-Los fundamentos del muro de la ciudad están adornados de toda clase de piedras preciosas, tomadas del libro de Ezequiel y del Éxodo, se refieren al sacerdocio, por las piedras del pectoral "del juicio" del sumo sacerdote y representan a las 12 tribus de Israel

el primer fundamento es de jaspe, 3ª de la 4ª fila=tribu de Benjamín. 
el segundo, de zafiro, 2ª de la 2ª fila=tribu de Isacar.
el tercero, de calcedonia, 2ª de la 3ª fila=tribu de Gad.
el cuarto, de esmeralda1ª de la 2ª fila=tribu de Leví.
el quinto, de sardónica, 2ª de la 4ª fila=tribu de Efraín.
el sexto, de sardio1ª de la 1ª fila=tribu de Simeón. 
el séptimo, de crisólito, 3ª de la 2ª fila=tribu de Zabulón. 
el octavo, de berilo1ª de la 4ª fila=tribu de Aser.
el noveno, de topacio, 2ª de la 1ª fila=tribu de Dan.
el décimo, de crisoprasa, 3ª de la 1ª fila=tribu de Rubén.
el undécimo, de jacinto, 1ª de la 3ª fila=tribu de Judá. 
el duodécimo, de amatista, 3ª de la 3ª fila=tribu de Neftalí.

-Las doce puertas son doce perlas: todas las puertas están hechas de una sola perla, la perla representa la sabiduría de Dios, o el reino de los cielos, o el Espíritu Santo.

-La plaza de la ciudad es de oro puro, perfección, como cristal transparente, pureza
El capítulo 22 concluye:

-el río de agua de la vida que brota del trono de Dios, la gracia santificante, hay árboles de la vida, sacramentos, no habrá noche, no existirá el mal.

-verán la cara de Dios, visión beatifica, llevarán su nombre en la frente, le pertenecerán.

-El Espíritu y la Esposa dicen ven, el Espíritu Santo y la Virgen tendrán una presencia activa inusitada al final de los tiempos. También la Iglesia llamará al arrepentimiento a todas las almas.

-Bienaventurado el que guarda las palabras proféticas de este libro. Bienaventurados los que lavan sus vestiduras para tener acceso al árbol de la vida y entrar por las puertas en la ciudad. Termina con dos bienaventuranzas que son exhortación a la perseverancia para alcanzar la santidad y con ello, la vida eterna.

-Yo soy un compañero de servicio tuyo y de tus hermanos los profetas y de los que guardan las palabras de este libro. Cristo nos anima diciendo que es compañero y hermano nuestro, es decir, que no estamos solos, que Él está con nosotros.

Como conclusión, el libro del Apocalipsis o las Revelaciones de San Juan no es tanto un libro de catástrofes y males sino más bien, una guía para la perseverancia en la esperanza del encuentro con Dios.

Nos muestra a Jesucristo como el centro del universo, el Señor de la Historia.

Presenta la dicotomía Cielo/Tierra, es decir, el desarrollo de los sucesos de la Iglesia Triunfante (Celestial) y de la Iglesia Militante (Terrenal). Es la liturgia celeste.

Narra las fases de la batalla espiritual: opresión del Pueblo de Dios/Castigo del Enemigo/Victoria del Pueblo de Dios. 

Y finalmente, la recompensa: la Nueva Jerusalén, el cielo. Junto a Dios para toda la eternidad.


Bibliografía:

-"El Apocalipsis" (de Adrienne Von Speyr, por Hans Urs Von Balthasar).
-"Para leer el Apocalipsis" (Jean-Pierre Prévost, Editorial Verbo Divino, 1991).
- "La Cena del Cordero" (Scott Hahnn, Editorial Patmos, 2001).
-"El Apocalipsis de San Juan" (Emilio Aliaga Girbés, Editorial Verbo Divino)