¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

martes, 5 de diciembre de 2017

DIOS SE REVELA A LOS PEQUEÑOS

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"En aquella hora Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo:
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, 
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, 
y las has revelado a los pequeños. 
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. 
Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, 
y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; 
ni quién es el Padre sino el Hijo 
y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar".
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! 
Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, 
y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron"
(Lucas 10, 21-24)

Este fin de semana pasado, quienes servimos a Dios y a los demás, hemos sido testigos de cómo el Espíritu Santo se derrama plenamente cuando cumplimos la misión de evangelización que Jesús nos ha encomendado. 

Lo que hemos visto y oído en los retiros de Emaús que han tenido lugar en distintas partes de España, se asemeja a lo que narra el capítulo 10 del Evangelio de Lucas: Jesús envía a sus discípulos a evangelizar y ellos vuelven eufóricos al ver tanto fruto en su exitosa misión. Jesús los recibe y parece contagiarse también de la alegría que traen. El Espíritu Santo se había derramado con fuerza.

Pero no es un triunfo humano lo que llena de gozo a Cristo. Es, ante todo, el reconocimiento del don de Dios que en aquellos hombres sencillos se ha prodigado abundantemente para transformarles en heraldos, en testigos y anunciadores de su mensaje. 
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A medida que nos acercamos más a Dios, que somos más de Dios, nuestros sentimientos coinciden con los Suyos, nuestra alegría con la Suya.

Lo que vemos y oímos no viene de nuestro talento, ni de un profundo conocimiento de la Escritura, ni de una gran formación teológica, sino de la luz de Dios. Ven los que reciben esa luz. 

Como los discípulos, sin apenas formación, nosotros también "caminamos a la luz de Dios, en su Gloria marchamos... y le vemos".

Como dice el apóstol Pablo: "Hablamos de una sabiduría de Dios misteriosa, escondida (...) desconocida de todos los príncipes de este mundo.(...) Si alguno entre vosotros se cree sabio según este mundo, hágase necio, para llegar a ser sabio (...) pues la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios" (1 Corintios 3, 18-9).

A su vez, Jesús muestra una profunda alegría porque su Padre, Señor del cielo y de la tierra, ha ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha revelado a los pequeños. 

Dios ha escondido su luz a aquellos que están demasiado llenos de sí mismos, apegados al mundo y que pretenden saberlo ya todo. Están cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios

En cambio, los “pequeños”, los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, son a los que Jesús llama “benditos”. 

No es casualidad el hecho de que, a lo largo de más de 4000 años de historia Sagrada, las personas que Dios ha escogido para anunciar a los hombres sus mensajes hayan sido, por lo general, gentes sencillas y sin instrucción: pastores como José, el hijo pequeño de Jacob, el mismo rey David, y por supuesto, cuando elige a la Virgen María. Dios escoge a las personas más sencillas para revelar sus mensajes. 

También Guadalupe, Fátima o Lourdes son ejemplos de la coherencia del plan de Dios y de cómo la sencillez conquista y "subyuga" a Dios. Él se enamora de las almas humildes y simples.

La principal riqueza que Dios quiere comunicarnos es su amor, y éste se recibe únicamente con un corazón abierto y sencillo. 

Dios ama a quienes no están apegados a las cosas materiales, a quienes se abren con docilidad a su amor y al de los demás y revela sus secretos sólo a los sencillos de corazón. Como lo hizo en María y como lo ha hecho a lo largo de todos los siglos. Y también con nosotros.

¡¡¡Gloria a Dios!!!






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