¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

jueves, 28 de diciembre de 2017

PESCANDO DONDE LOS PECES PICAN

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Todo aficionado a la pesca sabe que es una pérdida de tiempo pescar en un lugar donde los peces no pican. Los buenos pescadores saben que los peces se alimentan y duermen a diferentes horas del día y en diferentes lugares.

Todo agricultor sabe que para sembrar es necesario elegir concienzudamente las semillas, el terreno, la época del año, el abono, etc. Los buenos agricultores saben que no toda semilla es válida para cualquier terreno ni en cualquier época del año.

¿Cómo se aplica esto a la evangelización y el apostolado? 

Sencillo. Al igual que los buenos pescadores y agricultores, los buenos evangelizadores tienen que centrarse en las personas más receptivas y saber percibir sus necesidades. Por eso, invitar a una persona porque sí a una actividad evangelizadora de una parroquia, a un retiro de Emaús o a una cena Alpha, no obtiene resultados. No estamos pescando en el sitio ni al pez adecuados. No estamos utilizando la semilla ni el terreno adecuados.

Este no es una estrategia de marketing sino más bien un principio básico del Nuevo Testamento. Jesús lo ilustró en su parábola del sembrador. 
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Cuando sembramos semillas, algunas caen en suelos rocosos, otras en pedregales, otras en suelos duros y otras en suelos buenos. ¿No sería genial si supiéramos dónde está el buen suelo y sembrar allí todas nuestras semillas? ¿Por qué desperdiciar semillas, tiempo, esfuerzo, energía y dinero?

Sabemos que el Espíritu Santo prepara el suelo, nosotros sembramos y Dios cosecha. Dios usa todo tipo de cosas como separaciones, enfermedades, muertes, problemas económicos, pérdidas de trabajo, etc. para que nosotros sembremos las semillas.

El hecho es que la receptividad al mensaje del Evangelio varía mucho según los diferentes momentos de la vida de las personas. A veces las personas están muy abiertas y otras, muy cerradas. La receptividad de las personas no depende exclusivamente del método que utilicemos.

Jesús sabía esto muy bien. Es por eso que cuando envió a los discípulos a evangelizar, les dijo: "Si no os reciben ni os escuchan, al salir de la casa o del pueblo sacudid el polvo de vuestros pies." (Mateo 10,14, ). Les exhortó a que abandonaran un lugar en el que no les escucharan e irse a otro. 

En el mundo, hay muchas más personas dispuestas a recibir a Cristo que las que están dispuestas a compartirlo. Como discípulos suyos, deberíamos preguntarle constantemente a Dios: ¿A quién estás preparando para que yo le hable de ti? ¿no crees que antes de ir a buscar nuevas personas deberíamos hacer volver a todos los que han abandonado nuestra iglesia? 

Ir en busca de alguien que no cree en Dios requiere 10 veces más energía, tiempo y trabajo que ir en busca de alguien que en algún momento confió en Jesús y que le abandonó, alguien que es receptivo aunque esté inactivo. 

¿Cómo saber quién está receptivo al Evangelio? 

Es una evidencia que las personas que experimentan cambios (un nuevo trabajo, el nacimiento de hijos, un matrimonio, etc.) o que están bajo algún tipo de tensión (física, emocional, financiera o relacional) suelen estar más abiertas, porque, generalmente buscan respuestas. 

Estos son los peces que pican. Estos son los terrenos fértiles.

¿Quién, en nuestra esfera de influencia, necesita escuchar el evangelio? ¿sabemos dónde está Dios trabajando en nuestro entorno? 

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