¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

sábado, 23 de abril de 2016

LOS ÁNGELES, CRIATURAS ESPIRITUALES



¿Existen los ángeles? ¿Son un mito del pasado? ¿Hemos de pasar página sobre ellos? ¿O debemos tenerlos presentes en nuestra fe y en su vivencia? 

¿Puede la razón explicar su existencia? ¿Qué dice la revelación y qué dice la Iglesia? 

Los ángeles, por su esencia y su misión, son criaturas espirituales al servicio del Creador y de la obra de la redención. Algunos de ellos, por su rebelión contra Dios, fueron expulsados de su presencia y de su servicio, y se convirtieron en demonios, criaturas angélicas con la voluntad deformada, que existen de igual forma.

Su existencia es una verdad de fe revelada en la Sagrada Escritura, una verdad del dogma católico expresado en el Credo de los Apóstoles y por el credo Niceno-Constantinopolitano, en el Catecismo Romano y de la Iglesia Católica y en la Tradición y Magisterio de la Iglesia.


En la Biblia aparecen, por lo general, como mensajeros de Dios (en hebreo, mal'ak; en griego, ángelos y en latín, angelus que significa "mensajero", "nuncio", "enviado"), en cargados por Él para una misión o para transmitir un mensaje.

Aparecen como protectores, ejecutores de la voluntad divina, libertadores; forman parte de la corte celestial, están en presencia de Dios, son muy numerosos, omnipresentes, invisibles pero luminosos, inmortales y están dotados de un conocimiento muy superior al humano.

Pruebas de su existencia

Existen muchos tratados teológicos sobre los ángeles que señalan cuatro tipos de pruebas de su existencia:
  1. La fe. Todo católico cree en su existencia por lo anteriormente mencionado. En la Biblia existen  148 referencias a los ángeles en el Antiguo Testamento y 74 en el Nuevo. 
  2. La experiencia de los santos. Los padres del desierto y muchos santos como San Antonio Abad y San Benito han tenido vivencia y experiencia personal de los ángeles apariciones y conversaciones con ellos. Teólogos como San Ambrosio, San Agustín, Santo tomás de Aquino, etc. han tratado con profundidad el tema angélico. 
  3. La lógica racional. El orden jerárquico que observamos en la creación del mundo exige la existencia de seres espirituales entre Dios y los hombres, pues si no fuera así, la obra no sería perfecta.
  4. La historia y el consenso.  Todos los pueblos y civilizaciones han creido siempre en la existencia de espíritus puros superiores al hombre e inferiores a la divinidad, a los que se ha denominado con diversos nombres: genios, espíritus, ángeles, demonios, etc.
Origen

Los ángeles pertenecen al orden de la Creación: son criaturas creadas por Dios y por tanto, no son eternos sino creados por Él al comienzo del tiempo., en el primer día de la Creación (Genesis 1,1: "Al principio creó Dios el cielo...").

Están en la presencia de Dios y le contemplan. Tiene conocimiento de Dios pero, más bien, se asemeja al de un espejo, que reproduce la imagen de Dios.

Número

No es posible conocer el número exacto de los ángeles pero la Biblia nos habla de que es inmenso: "millares de millares, miriadas, legiones...".

Incluso, algunos autores cristianos consideran incontable su número y algunos Padres de la Iglesia han llegado a explicar (sobre la parábola de la mujer y los coros angélicos) que para que se completara el numero de los elegidos, junto a los nueve coros de ángeles, fue creado el coro de los hombres.

Aunque no se menciona que todos los coros sean  iguales o proporcionales, aún en el caso de que  el coro de los hombres fuera la décima parte, el número de ángeles sería inmenso.

Nombre y Naturaleza

El nombre "ángel" define el oficio y no la naturaleza de estos seres espirituales. Son "mensajeros", ""nuncios", "embajadores" pero no todos los coros cumplen esta misión.

Por naturaleza, son espíritus, seres celestiales que, al ser enviados, se les denomina ángeles. 

No tienen cuerpo ni materia. Son "inteligencias celestes", "seres inteligibles e inteligentes", "inmateriales", "seres cognoscitivos", dotados de razón e inteligencia que participan de la Sabiduría divina y poseen iluminación.

Un ángel es una "sustancia intelectual siempre en movimiento, incorpórea, que sirve a Dios y por la gracia, ha alcanzado la inmortalidad" (San Juan Damasceno).

Son pues, inmortales e incorruptibles, no necesitan adoptar un cuerpo por ellos, sino por nosotros, para que les podamos ver.

Algunos teólogos afirman que, por voluntad divina, cada jerarquía tiene ángeles de la misma especie; Otros, que cada coro celestial forma una especie, según sus oficios o ministerios. Para otros, como San Agustín, cada ángel es una especie diferente  por que es una esencia diferente.

Lugar y Movimiento

Un ángel, al ser puramente espiritual, se encuentra de una manera que trasciende por completo el lugar corporal. Está en un lugar y no en otro, pero ese lugar no se puede medir o conmensurar.

Un ángel está en un lugar cuando ejerce en él una determinada acción, no tiene dimensión como los cuerpos pero virtualmente, ejerce una acción en un determinado lugar. Por ello, no puede estar en distintos lugares a la vez, aunque sí en varios puntos de un mismo lugar.

Sólo Dios  puede actuar a la vez en todos los lugares del universo. Por ello, la virtud operativa de un ángel, a diferencia de la de Dios, es finita y limitada.

Un ángel puede moverse (así lo prueba la Escritura) localmente si necesitar pasar por el medio al trasladarse de un lugar a otro, pero su movimiento no puede ser instantáneo, aunque sea rapidísimo.

Voluntad y Amor

Los ángeles, como seres inteligentes y cognoscitivos, tienen amplio entendimiento y una voluntad inmutable. Su voluntad está siempre orientada al bien, tiene una inclinación natural a la felicidad y está dotada de libre albedrío. Una vez han hecho una elección, ya no pueden arrepentirse ni volverse atrás. 

Un ángel no elige de forma discursiva o razonada sino que percibe el bien de una manera más perfecta, por lo que elige o rechaza de modo fijo e inmutable. Los ángeles buenos permanecen por siempre fieles  y los ángeles malos o demonios siempre infieles. Su elección es definitiva.

Un ángel, al igual que un hombre, se ama así mismo ya que desea su bien  y su perfección. Un ángel ama también a todos los demás ángeles en cuanto que son de la misma naturaleza angélica. Un ángel ama a Dios  más que así mismo no por su propio bien sino por Dios mismo que es el Bien supremo. En todos los casos, lo hace libremente.

Gracia y Gloria

Los ángeles son espíritus compenetrados con el Espíritu Santo, por lo que ha sido gratificados con los dones sobrenaturales que Dios les otorga.

Al principio, no fueron creados en estado de gloria o bienaventuranza ni recibir la gloria con sus propias fuerzas naturales pero sí en estado de gracia divina.

La gloria fue otorgada después del primer acto meritorio realizado con la gracia santificante: la prueba del pecado, es decir, la rebelión contra Dios o la perseverancia fiel a su lado. 

Los que permanecieron leales recibieron los dones de la gracia y el grado de bienaventuranza (gloria sobrenatural) conforme al grado de su perfección natural angélica. Por ello,  ahora son absolutamente impecables y disfrutan de todo lo que pudieran desear.

Jerarquías y Coros angélicos

Las jerarquías y coros angélicos existentes no son dogma de fe pero encuentran fundamento en las Sagradas Escrituras y en la Tradición de la Iglesia.

Los ángeles aparecen mencionados en numerosas ocasiones en la Biblia, citándoles habitualmente de forma general, aunque en ocasiones, se les da un nombre concreto: querubines, guardianes del Paraíso (Génesis 3, 24), serafines, rodeando el trono de Dios y alabando su nombre (Isaías 2, 3-6), tronos, dominaciones, principados, potestades, creados por Él y para Él (Colosenses 1, 16), arcángeles, que son siete (Tobías 12, 15) y ángeles, mensajeros del Señor.


La Tradición de la Iglesia, basándose en la Palabra, habla de la existencia de nueve coros angélicos:
  1. SERAFINES
  2. QUERUBINES
  3. TRONOS
  4. VIRTUDES
  5. DOMINACIONES
  6. POTESTADES
  7. PRINCIPADOS
  8. ARCÁNGELES
  9. ÁNGELES
La jerarquía es un orden sagrado, un saber y un actuar que imita a Dios en proporción a la luz que recibe de Él. Se distinguen tres jerarquías, cada una compuesta de tres coros, de mayor a menor, en las que los ángeles de los coros superiores están más próximos a Dios e instruyen y guían  a los menos cercanos:

- Primera jerarquía. 
Compuesta por seres totalmente puros y en constante amor de Dios. Son "contemplativos", están llenos de luz y tienen un conocimiento extraordinario de muchos misterios divinos. 
  • Serafines. Significa "Amor ardiente" y aparecen en el Profeta Isaías 6, 1-13. Arden en un amor incomparable por su proximidad al Creador. Denominados "Ardientes e inflamados" por ser espíritus abrasados por el fuego divino. Están en continuo y cercano contacto con Dios.
  • Querubines. Significa "El más alto o bendito". Aparecen en Ezequiel 1,4-5Son ángeles sobre los que se sienta Dios. Llamados "Plenitud de ciencia" porque contemplan de cerca la claridad de Dios. Son la escolta de Dios.
  • Tronos.  También conforman el trono de Dios y en los cuales, Dios omnipotente, preside el cumplimiento de sus decretos. Sobre ellos, se sienta el mismo Dios y poseen una "tranquilidad excelsa, una serenidad plácida y una paz que supera toda experiencia" (San Bernardo).

- Segunda jerarquía
Ejército de ángeles puros, iluminados y perfectos gracias a las iluminaciones  divinas, concedidas por mediación de la primera jerarquía.
 
  • Dominaciones. Superan en poder a los principados, porque presidir es estar al frente, mientras que dominar es tener sujetos a los demás. Son espíritus libres de toda opresión, permanecen continuamente solícitos ante Dios y a su servicio, dominando a los espíritus angélicos inferiores. Sobresalen por encima de los demás, pues de ellos depende el gobierno de los principados,  la protección de las potestades, los portentos de las virtudes, las revelaciones de los arcángeles y la providencia y custodia de los ángeles.
  • Virtudes. Ordenan ejecutar los signos, prodigios y milagros para aviso de los mortales. Impiden cualquier disminución de la luz divina infusa y prestan a los ángeles inferiores la fortaleza que precisen. (San Gregorio Magno).
  • Potestades. Dentro de su orden, han recibido mayor poder para someter los poderes adversos. Jamás abusan tiránicamente de su poder, siempre invenciblemente dirigidos hacia las cosas de Dios, prestan a los demás ángeles un concurso bienhechor. "Por su fuerza queda subyugado el poder de las tinieblas, reprimiendo su malicia" (San Bernardo de Claraval).
- Tercera Jerarquía. 
Ángeles puros, protegidos y enviados por la segunda jerarquía que hacen las revelaciones y presiden a las jerarquías humanas para elevarlos a Dios. Son los que están más cerca del hombre, con quien entran en contacto cuando Dios lo ordena.

  • Principados. Con dirección y sabiduría, dirigen las obras ministeriales y disposiciones divinas que han de ejecutarse por orden de Dios y presiden a los demás ángeles. Establecen, rigen, limitan, transfieren, alteran y cambian todo poder superior de la tierra.
  • Arcángeles. Son los "Nuncios supremos", porque son enviados a la tierra para anunciar a los hombres las cosas más importantes y trascendentales
  • Ángeles. Están en continuo y cercano contacto con el ser humano. Son, junto con los arcángeles, los más cercanos al hombre. Llamados "Nuncios", porque anuncian las cosas de menor importancia y Custodios" porque protegen y custodian a las jerarquías humanas del mal.  Son espíritus asignados a cada uno de los hombres y enviados para ejercer sus misiones. 


Fuente: 

"Ángeles y Demonios, criaturas espirituales"
Santiago Cantera. 
Prior de la Abadía del Valle de los Caídos



viernes, 8 de abril de 2016

SER (VIR) O NO SER (VIR): ESA ES LA CUESTIÓN



"Quien hace lo que quiere, no hace lo que debe"

La cultura occidental, enfocada en el individualismo y su libertad, difunde fundamentalmente el valor del respeto hacia la dignidad de la persona, favoreciendo su libre desarrollo y su autonomía, en detrimento de otros valores imprescindibles en el servicio, como la obediencia o la disciplina.

Cuando sirvo a otros como cristiano que soy, mi libertad individual, que lucha contra cualquier atisbo de disciplina o dependencia, corre el peligro de transformarse en relativismo (todo vale), y éste, en soberbia (porque yo lo valgo) y ésta, en rebelión al Creador (Dios no vale).

Es entonces cuando peco, al caer en una forma de idolatría y rebeldía, que no sólo no aumenta la libertad sino que esclaviza y conduce a la muerte.

¿Sirvo con obediencia y disciplina? 


Hoy, en esta sociedad, la obediencia “no se lleva”, “no es símbolo de libertad”, y la sustituimos por rebeldía; la disciplina no tiene “buena prensa”, es “políticamente incorrecta” y la interiorizamos como falta de tolerancia, flexibilidad y complacencia. 

¿Qué es la obediencia? Del latín ob audire = el que escucha, “capacidad que conduce de la escucha atenta a la acción, mediante la subordinación de la voluntad a una autoridad, a una instrucción, al cumplimiento de una demanda o la abstención de algo que prohíbe”.

¿Qué es la disciplina? Del latín discere = "aprender", “capacidad que actúa ordenada y perseverantemente para conseguir un fin”, mediante un determinado código de conducta u orden.

Mi servicio o ministerio a Dios y al prójimo requiere la presencia de ambas capacidades, las cuales a su vez, me conducen a:

  • ESCUCHA, ATENCIÓN y DILIGENCIA a quienes tienen conocimiento, experiencia, método o sabiduría. 
  • ACCIÓN aprendida e interiorizada.
  • ORDEN para que logremos los objetivos deseados.
  • ARMONÍA, porque todo guarda su lugar, su espacio y su proporción.
  • RESPETO, porque requiere que acatemos un consenso y unas directrices pactadas.
  • LÍMITE, porque un límite es una frontera que separa, pero que a la vez une.
  • COORDINACIÓN y SINCRONIZACIÓN, porque asegura la suma de todos nuestros esfuerzos complementarios y así, conseguir nuestro objetivo común.
  • EFICIENCIA, porque produce mayores resultados con menores esfuerzos.
  • SUMISIÓN e INCONDICIONALIDAD para cumplir la voluntad de la autoridad, que es, en definitiva, Dios.
  • DETERMINACIÓN y PROYECCIÓN DE METAS para saber por qué y a quién servimos.
¿A quién busco?

De la misma forma que a los primeros discípulos quienes, inseguros y dudosos, se dispusieron a seguir a Cristo, el Señor me pregunta: “¿Qué buscas?” (Juan 1, 38) y me interpela:

¿Qué busca mi corazón? ¿En qué cosas me afano? 
¿Me busco a mi mismo o busco al Señor mi Dios? 
¿Sigo mis deseos o los del que me ha dado la vida y la quiere realizar como Él quiere y conoce? 
¿Persigo mi gloria o la de Dios? ¿Obedezco a mis propias intenciones o a las ideas perfectas de Dios?
¿Cuál es mi anhelo? ¿A quién busco?

“Tu rostro buscaré, Señor” (Salmo 26, 8): ésta es mi respuesta, pues he comprendido la infinita grandeza de Dios y la soberanía de su voluntad; pero también es la respuesta de toda criatura humana en busca de verdad y felicidad. 

Hoy muchos ven negativamente toda forma de dependencia; pero es propio e innato de todo ser vivo, depender de Otro y, en la medida en que es un ser en relación, también de los otros.

Como cristiano, busco a Dios vivo y verdadero; el Dios que no he forjado yo a mi imagen y semejanza, sino el que me ha hecho a imagen y semejanza suya; el Dios que manifiesta su voluntad y me indica el caminos para alcanzarla; el Creador de quien depende mi existencia. 

La voluntad de Dios es amiga, benévola, quiere mi felicidad y mi realización, y desea mi libre respuesta de amor a su amor, para convertirme en un privilegiado instrumento de su amor infinito y misericorde.

¿Sigo a Jesús, el Hijo obediente al Padre?

Como cristiano, mi guía y mi ejemplo es Cristo, “a quien el Padre ama y se complace” (Mt 3, 17; 17, 5). Jesucristo me ha liberado por su obediencia: en Él todo es escucha y acogida del Padre (Jn 8, 28-29); toda su vida en la tierra es expresión y continuación de obediencia y disciplina al Padre hasta el punto de no hacer nada por sí mismo (Jn 8, 28), sino hacer en todo momento lo que le agrada al Padre. 

Por su “obediencia radical hasta la muerte”, “soy constituido justo” (Rm 5, 19). El rostro y el nombre de Cristo Jesús es Obediencia, Humildad y Oración.

De la misma manera, estoy llamado a seguir al Cristo obediente en mi vida cristiana como evangelizador, como instrumento de Dios o como servidor de los demás y así, obedezco y escucho como obedece y escucha el Hijo al Padre.


¿Sirvo o me sirvo?

Sirviendo sin obediencia, trabajo el doble y rindo la mitad; me disperso, exteriorizo mi desconcierto, mi caos y provoco desunión; extravío el rumbo y mis esfuerzos no se complementan con el resto del equipo; no cumplo los objetivos ni la voluntad del Señor.

Sirviendo sin disciplina, quebranto la unidad, instigo el espíritu de discordia y división, aliento los roces con los integrantes del grupo, disparo las quejas y lamentos por cuestiones menores, rompo acuerdos y normas, busco ventajas propias, hago perder el sentido de los esfuerzos conjuntos.

Sirviendo con disciplina, me convenzo de que mis ideas y soluciones no son siempre las mejores; de que no puedo hacer mi voluntad, sino la Suya; de que no siempre tengo la razón y que no son los otros quienes deben cambiar; de que no pienso sólo en mis cosas y me intereso por las necesidades de los demás.

Sirviendo con obediencia, Cristo resucitado se hace presente en mí, sigo su modelo de amor, cumplo la voluntad del Padre, me pongo al servicio del Reino y me uno fraternalmente a la familia de Dios en la tierra.