¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

viernes, 27 de abril de 2018

DISPOSICIONES DE LA VOLUNTAD: LOS TRES BINARIOS

"Señor, concédeme conocerte íntimamente. 
Que todo mi ser y proceder 
sea siempre orientado a tu alabanza y servicio".


San Ignacio, en la parábola de las "Dos Banderas", nos muestra el modo de obrar de Jesús y las artimañas de que se vale el enemigo, planteándonos una prueba de sabiduría para medir nuestra aptitud y disposición para seguir a Cristo, exigente en renuncias y sacrificios, mientras que seguir a Satanás es fácil y cómodo.

Con la parábola de los "Tres Binarios", nos plantea una prueba de voluntad, para medir nuestra capacidad de corregir el rumbo que llevamos en nuestra vida, y de renunciar a las conductas y apegos desordenados.


Este proceso de “elección y decisión” no es sólo cuestión de ideas... siempre interviene la voluntad. Un apego de la voluntad a algo, puede echar por tierra las grandes ideas y los altos conceptos, por muy buenos que sean. 

Si queremos que una decisión sea eficaz y duradera debemos tener en cuenta cómo funcionan los afectos de la voluntad: los afectos condicionan a la voluntad en sus decisiones. Si hay afectos desordenados de cualquier clase (cosas, personas, situaciones…), éstos impedirán que haya decisiones serias, eficaces y duraderas. Aunque la persona diga que “decide”, esa decisión es en vano y se engaña a sí misma.

San Ignacio, nos invita a ponernos en presencia de Dios nuestro Señor y de todos sus santos, para desear y conocer lo que es más grato a su divina bondad, y pedir la gracia de elegir lo que más gloria dé a Su Divina Majestad.

La parábola nos habla de tres clases de hombres que han adquirido un patrimonio por unos medios que, aunque lícitos, son imperfectos en sí mismos: Su afección a ellos es un impedimento para alcanzar la paz, pues están avocados a mantener ese apego o a renunciar a él, para asegurar su salvación. Cada uno de ellos toma una decisión distinta:



1º Binario: "ahora no; paso…."

Son aquellos que dejan para mañana lo que pueden hacer hoy. Dejan toda para más tarde. Aquellos que, conociendo sus apegos (materiales, personales, sociales, intelectuales), desean dejarlos pero no ponen los medios necesarios, hasta el final.

Voluntad: nula, aparente y cobarde. Son aquellos que, para hallar a Dios y poderse salvar, querrían quitar el afecto que tienen a la cosa adquirida pero, sin poner ningún medio ni acto eficaz, hasta el punto, quizás, de llegar la hora de la muerte sin haber decidido ni elegido nada. Su voluntad está anclada, paralizada e inmovilizada por sus afectos. 

Comportamiento: cómodo, perezoso y contradictorio. Quieren, pero… en general. Son aquellos que viven en contradicción entre su conciencia, que ve claro lo que han de hacer porque se lo pide Dios y su voluntad, que no quiere hacerlo. 

Actitudevasiva y dilatoria: todo lo dejan “para mañana”. En el fondo es un rechazo al llamado que les hace Dios. Todo queda en un “quisiera…querría...” Pretenden una especie de milagro: conseguir el fin sin poner los medios adecuados. Usan sólo palabras vacías.

Ejemplos bíblicos: el rico necio que se preocupaba sólo en guardar bienes para muchos años (Lucas 12, 13-21); Excusas (Lucas 14, 15-24); Niños en la plaza (Lucas 7, 31-35);Judas que no pidió perdón; El pueblo judío respecto a Jesús.

Aplicaciones: Cuando Dios nos pide cambiar algo que va mal en nuestra vida (por ejemplo: oración, servicio a los demás, austeridad, humildad…), y lo sentimos, y querríamos remediarlo… pero nunca nos resolvemos a poner los medios eficaces para ello.


2º Binario: "así no, eso no: quiero negociar…."

Son aquellos que quieren jugar a dos bandas: quieren estar "en misa y repicando". Aquellos que anhelan la posibilidad de tener dos señores: a Dios y al ídolo. Quieren tener las dos cosas a la vez, aunque saben que son irreconciliables y que eso así no funciona.

Siempre están en continua lucha interior consigo mismos, a la “defensiva” y al “resguardo”. Son personas “instaladas” que buscan la vida cómoda, una fe fácil, racionalizando todo, de tal forma, que encuentran cualquier "excusa razonada" con tal de quedarse con aquello a lo que están apegados sus afectos. 

Se auto-justifican, defienden su postura poniendo parches a todo y tienen muchas “zonas acotadas”.  Ofrecen algo a Dios y al mismo tiempo, tratan de ocultar alguna “trampita”, como si Dios no la viera. 

Dan a condición de recibir. Buscan que Dios se acomode a su parecer y no quieren abandonarse totalmente a la voluntad divina.

Voluntad: hipócrita, tramposa y mezquina. Son aquellos dispuestos a todo con tal que no perder aquello a que están apegados. Su voluntad es débil e ineficaz.

Comportamiento: egoísta, cómodo y negociador. Desean desprenderse del afecto desordenado a la cosa adquirida, pero lo quieren hacer de tal forma que, en definitiva, se queden con la cosa adquirida.

Pretenden “que Dios vaya allí donde ellos quieren”, y no toman la determinación de abandonarla para así, tener el camino libre para ir a Dios. No se desprenden del afecto. Suelen lamentarse diciendo “esto no es fácil”, poniendo excusas y cortinas de humo porque no quieren desprenderse de algo que les pide Dios.

Actitud: contradictoria, perezosa y condicionante. "Quieren y no quieren". "Quieren pero sin renunciar". Ponen condiciones: ¡ Dejo todo, menos… lo que yo quiero! Buscan excusas para huir de lo que Dios les pide. Colocan sus gustos, preferencias y afectos por encima de todo, incluso de Dios.

Ejemplos bíblicos: el joven rico que no fue capaz de dejar sus bienes para ir en pos del Señor (Mateo 19, 16-30; Marcos 10, 17-31; Lucas 18, 18-30): Pilato que se lavó las manos (Mateo 27, 24); los seguidores a medias (Lucas 9, 57-62); los invitados a la cena (Lucas 14, 16-24); Ananías y Zafira que se guardaron ocultamente parte del dinero (Hechos 5, 1-11); Nicodemo en su visita nocturna a Jesús (Juan 3, 1-2); los tibios (Apocalipsis 3,16).

Aplicaciones: Cuando pretendemos ser comprometidos y estar disponibles pero "a nuestro modo": hacer oración sin mortificación, pobreza sin carecer de nada, castidad sin custodia de los sentidos, humildad sin humillaciones, obediencia sin disponibilidad, servicio a los demás sin sacrificio propio, etc.


3º Binario: "a todo, sí: arriesgo todo"

Son aquellos que están dispuestos a renunciar a cualquier apego. Y lo quieren quitar de tal modo que tampoco están apegados a tener la cosa adquirida o a no tenerla; solamente quererla o no quererla según lo que Dios se lo haga sentir en su interior, y perciban que es para servicio y alabanza Suya.

Mientras llega el momento de la elección, en su afecto han renunciado ya a todo, poniendo toda su voluntad en no querer aquello, ni ninguna otra cosa, mientras no sea sólo aquello que sea para mayor gloria y servicio del Señor


Voluntad: comprometida, desprendida, generosa. Su voluntad se amolda a la voluntad de Dios, de manera que ésta sea lo que les mueva a tomar la cosa o dejarla. Tienen una "determinada determinación" (Santa Teresa) a tener o no cosa alguna, y no tienen apego a nada material o mundano.

Su voluntad es completamente libre y despegada del todo y de todo afecto. Libres de to
do interiormente y resueltos a desprenderse de todo: "nada, nada, nada…" (San Juan de la Cruz) para después elegir lo que Dios quiere y los medios que Dios quiere que elija

Comportamiento: libre, dispuesto e incondicional. Se liberan de todo afecto (aunque lo sigan sintiendo) y ponen todo a disposición de Dios. Son personas comprometidas, incondicionales y con total disponibilidad a lo que el Señor les pida. Aunque sienten la atracción de las cosas, están “desatadas” de todo. 

Actitud: Superan el afecto con otro afecto mayor, único y definitivo: el afecto al Señor, a su Voluntad. Un amor menor se supera con un amor mayor. Quieren lo que Dios quiere de ellos, de tal forma que antes de saber qué le pide Dios, está dispuesto a darle todo, incluso lo más difícil, en el caso de que se lo pida.

Se trata de “ser peregrinos”: el peregrino no se apega a nada del camino, sólo mira a la meta y sacrifica todo por llegar a la meta. Se trata de tener desapego y pobreza radicales.

Ejemplos bíblicos: Abraham (Génesis 22, 1-18); María Lucas 1, 38); Zaqueo (Lucas 19, 1-10); Leví (Mateo 9,9); los apóstoles que lo dejaron todo (Mateo 19, 27-29; Lucas 5, 11); María Magdalena en Betania (Marcos 14, 3); el apóstol Tomás (Juan 11, 16); el apóstol Juan (Juan 19, 26); Nicodemo y José de Arimatea (Juan 19, 38-39).

Aplicaciones: Cuando elegimos oración y vida interior frente al activismo y la vida exterior, cuando elegimos la abnegación frente al egoísmo; pobreza estando dispuestos a vivir sin nada, si fuera necesario; castidad con decisión de sacrificar lo que sea; obediencia con total disponibilidad, etc.
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Los modelos perfectos de este tercer binario son nuestro Señor Jesucristo, que desposeído de todo, vivió las Bienaventuranzas y acató la voluntad de su Padre hasta la cruz, y nuestra Madre la Virgen María, que sin comprender la voluntad de Dios, se puso a su disposición hasta en lo inesperado: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra."

Conclusiones: 
El Tercer Binario es el paradigma de la “indiferencia” y la “disponibilidad”: ser y estar disponible hasta en lo inesperado.

El Tercer Binario, tomado en serio, pone “la vida en riesgo”.
 
El Tercer Binario le pide a Dios l
o contrario de aquello a lo que siente afecto, para así conseguir y mantener la “voluntad libre” y la "disponibilidad incondicional", a fin de elegir sin impedimentos ni "peros" lo que Dios le pida.

El agua hierve a los 100 grados, si me sacrifico sólo hasta los 99..., no hierve. 

El Tercer Binario cultiva la virtud de la valentía, el compromiso incondicional y la disposición de la propia libertad para dominar la voluntad y asemejarla a la de Dios, para darle gloria.

El Tercer Binario renuncia a la posesión de todoa la codicia de los ojos y de los sentidos, al deseo de los primeros puestos, para dar una respuesta generosa al amor y la voluntad de Dios, y a las necesidades del prójimo.

El Tercer Binario tiene abierto el corazón y sabe que vivir no significa simplemente "ir", significa aceptar "ser mandado y llamado"; no significa contestar a la pregunta "qué me satisface", sino amar y elegir lo que le agrada a Dios, lo que es bueno, justo y verdadero.

El Tercer Binario es consciente del riesgo de creerla fe es una prueba, una tremenda y radical prueba, que tiene como propósito la muerte misma, y nadie puede evitárnosla, ni siquiera Dios...

El Tercer Binar
io sabe que creer (y aquí está lo difícil) significa morir. Morir a todo: al propio razonamiento, a los propios planes, al pasado, a los deseos, al apego a las cosas del mundo y también, a la propia vida. Sabe que es morir; y cuando nos toca a nosotros, nadie puede sustituirnos.

Imagen relacionadaEl Tercer Binario tiene la certeza de que Dios llena todo espacio, que lo sabe todo y que anhela nuestra entrada definitiva en su reino. 

El Tercer Binario realiza el acto de amor más puro: dejar morir lo que más ama, porque sólo el amor es más fuerte que la muerte, como hizo Abraham en el monte Moria y como hizo el propio Dios en el monte Calvario: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna (Juan 3,16).

El Tercer
 Binario da un "salto al vacío" en la confianza de que Dios no dejará que nada malo le suceda.  Es un acto difícil, valiente y exclusivamente personal. Ni Dios mismo puede sustituirnos en nuestro "salto de fe". Debemos darlo nosotros mismos, como hizo nuestro Señor Jesucristo: "No hay amor más grande que el que entrega la vida por sus amigos" (Juan 15, 13).


Para meditar:

En lo más profundo de mi corazón ¿qué es aquello de lo que no quiero desprenderme y, consciente o inconscientemente, lo disimulo? 

¿Tengo problemas dominantes a mi voluntad? ¿Cuáles? 

¿Estoy libre de afectos que me impiden discernir y elegir limpiamente? 

¿Hay algún apego (ídolo) desordenado del que no quiero desprenderme y al que me agarro? 

¿Es Cristo mi único afecto absoluto? ¿ Le amo por encima de todo?

¿Estoy atrapado o paralizado en algunos de los dos primeros binarios? 

¿Dejo todo para mañana?

¿Digo "sí" pero con condiciones?

¿Busco mi gloria en lugar de la de Dios?

¿Sirvo a mis apegos o a Dios?

domingo, 22 de abril de 2018

EL TABLERO DE LA VIDA

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El Dios Creador está presente en toda la Creación, pero sin constituir ninguna de sus partes en particular, y todas en general. 

Así sucede en el ajedrez, donde el tablero, las piezas, y por supuesto los jugadores, son la expresión y la imagen del universo, y de la realidad trascendente, que se desarrolla alrededor de su figura central: Dios. 

De hecho, la razón de ser de cada uno de los elementos del ajedrez, es recordar y representar la Creación. Así, cada jugada representa cualquier acto o manifestación de nuestras vidas dentro de la lucha espiritual entre el bien y el mal, entre la voluntad de Dios o del Diablo. 

El juego del Ajedrez es la representación de una batalla entre dos bandos (el blanco y el negro), simboliza la dualidad entre la Luz y las Tinieblas, el Cielo y la Tierra, la batalla espiritual entre el Bien y el Mal que todos libramos en nuestro interior. 

El ajedrez simboliza el tablero de la vida, cuya intención no es otra más que comunicar en forma perdurable el conocimiento de las leyes que rigen nuestro universo. Cada uno de nuestros actos es una jugada, una elección. Si elegimos bien, con conocimiento y sabiduría, el resultado será bueno y alcanzaremos la meta. Si por el contrario, nuestras jugadas (elecciones) son hechas de mala fe, egoístas e inoportunas, conscientes o inconscientes, el resultado será malo y fracasaremos.

Resultado de imagen de tablero ajedrez espiritualEl ajedrez expresa alegóricamente las consecuencias de nuestra voluntad por el libre albedrío: el jugador es libre de elegir entre varias posibilidades, pero cada movimiento traerá una serie de consecuencias ineludibles, de modo que la necesidad delimita la libre elección cada vez más, apareciendo el final del juego no como fruto del azar sino como el resultado de leyes inmutables.

También, representa la dualidad libertad/conocimiento: a menos que haya una inadvertencia del adversario, el jugador salvaguarda su libertad de acción sólo en la medida en que sus decisiones coincidan con las posibilidades que el juego implica. Dicho de otro modo, la libertad de acción es directamente proporcional a la previsión y al conocimiento de las probabilidades e inversamente proporcional al impulso ciego, espontaneo e inconsciente.

La finalidad representada en el juego del ajedrez es la victoria de lo espiritual sobre lo material. Se trata de llegar a la santidad según las leyes y la voluntad de Dios, que suponen el conocimiento de las posibilidades de cada jugada y las implicaciones finales de cada elección, que aunque libres, traen siempre responsabilidades y consecuencias.

El Tablero 

Resultado de imagen de tablero ajedrezEl tablero es un cuadrado, figura geométrica que transmite armonía, orden y equilibrio, es decir, el universo. 

Simboliza la Creación, concebida como campo de acción y de batalla espiritual, que enfrenta a ángeles con demonios, a Dios con Satanás, al alma con el cuerpo humanos.

De este modo, el hombre queda inscrito dentro de los lados verticales y horizontales, limitado por las coordenadas que representan el espacio y el tiempo.

Las Casillas

El tablero está dividido en 32 casillas cuadradas blancas y 32 negras, cuya armónica alternancia de colores, nos muestra la complementariedad de los lados opuestos en el universo y representan la perspectiva con que miramos el universo.

También, nos indican que cada circunstancia tiene un tono diferente en el que debemos de actuar, según nuestra posición, nuestra percepción y nuestra elección.

Las Figuras

Resultado de imagen de piezas de ajedrez plasticoLo primero que nos llama la atención es que 16 son blancas y 16 son negras: 8 peones, 2 alfiles, 2 caballos, 2 torres, 1 Reina y 1 Rey.

Las blancas representan el ser espiritual y las negras, el ser material.

La figuras tienen una jerarquía representada en base a las diferentes funciones, movimientos e importancia que desempeñan en el juego:

Rey (Sabiduría/Poder/Esencia de Dios)


La posición del Rey al inicio del juego es central, sobre una casilla de color contrario al suyo, conjugando así los opuestos, y con la posibilidad de moverse en todas las direcciones una casilla a su alrededor, lo que le infiere un movimiento circular sobre el mismo, el Rey, el centro sobre el que gira el universo.

Imagen relacionadaEl Rey blanco representa el Bien Supremo, a Jesucristo, Capitán a quien hay que proteger y defender como esencia del juego, sin en el cual no tendría sentido la batalla. 

Es la sabiduría de Dios, su Esencia, su Poder eterno. La corona del Rey, tradicionalmente representada con una cruz en su parte superior, simboliza el poder espiritual y sacerdotal.

Por contra, el Rey negro representa el Mal Supremo, a Satanás.

Reina (Amor/Gracia/Presencia de Dios)

Imagen relacionadaLa Reina o Dama, el elemento femenino del tablero, es el propio Rey desdoblado en mujer, la Gracia del Rey concentrada en la Reina, la única con capacidad para expandir y transformar ese torrente de poder y fuerza en vida.. Representa a la Santísima Virgen María.

La Dama se mueve libremente. Sus movimientos son únicos, hacia cualquiera de las ocho direcciones que la rodean, con el único límite del tablero de la existencia y representan el poder temporal. La Reina se mueve como la torre y el alfil juntos.

La Reina, como amor, gracia o presencia de Dios, puede dejar de existir en el tablero. De hecho, es habitual que en nuestro tablero de la vida, a menudo, sacrifiquemos el amor, la gracia o la misma presencia de Dios. 

Sin embargo, el Rey, como Esencia de Dios, siempre debe estar en el tablero. Su muerte significa el fin del juego, el fin del universo y de todo cuanto en el existe.

En la misma fila donde se sitúan el Rey y la Reina, existen tres parejas de figuras que poseen un interesante simbolismo, ocupando cada figura de la pareja un cuadrado negro y otro blanco, y rodeando a la pareja Real que se encuentra en el centro:

Alfil (Lealtad/ Dualidad bien y mal)

El Alfil es la más próxima a ellos, no en vano en muchos lugares se le denomina también delfín, que quiere decir príncipe, motivo por el que está más cerca del rey y de la reina que ninguna otra pieza. 

Simbolizan la lealtad y el seguimiento del mismo camino siempre, ya que cada alfil se mueve por las casillas del mismo color en el que empiezan. En cierto sentido, simbolizan a la Iglesia y los sacerdotes.

Imagen relacionadaTambién representan el bien y el mal humano. El izquierdo representa las fuerzas del mal y el derecho, las fuerzas del bien.

El Alfil izquierdo (casilla negra) nunca pierde su ubicación de origen y se enfrenta al Alfil ubicado a la derecha del Padre (casilla negra) y viceversa. Es el universo dividido en dos, casillas negras para un Alfil izquierdo y uno derecho y casillas blancas para un Alfil derecho y uno izquierdo. 

Es la lucha de tú a tú, dualidad entre el bien y el mal, tanto en el universo espiritual como en el material.

Caballo (libre albedrio)

El Caballo describe un movimiento en “L”, con el que termina siempre en una casilla de color opuesto al de partida, y en una fila o columna diferente a la inicial. Es la única pieza que puede saltar por encima de otras fichas.
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Es la única pieza incierta del tablero, representa el libre albedrío que nos lleva lleva siempre a situaciones distintas y su poder radicar en el engaño, el que muchas veces utilizamos para lograr nuestras metas. 

El Caballo representa también la osadía y el valor para eliminar el miedo, la fuerza que se va adquiriendo a través del trabajo así como la inteligencia, la amistad, y el triunfo.

Torre (madurez espiritual y vida interior/gracias y dones)

El espacio donde se desarrolla el juego está enmarcado por las Torreselementos angulares que se sitúan en las cuatro esquinas del tablero, que delimitan y encierran al conjunto de las piezas del ajedrez en el espacio y en el tiempo. 

Imagen relacionadaCuatro pilares sobre los que se asienta el mundo, como un gran castillo interior, una fortaleza, tanto es así que el Rey, mediante el enroque, puede ocultarse o protegerse en alguna de ellas. Son, por tanto, la representación de la madurez espiritual y la vida interior  

En el ataque, gracias a su arrollador movimiento, la torre es una pieza letal, y junto a la dama, es una de las dos únicas piezas, con las que el Rey puede dar un jaque mate en solitario, sin necesidad de ayuda, ni apoyo, de otras figuras. 

La Torre Izquierda simboliza las Gracias de la Reina: Su lugar no está escogido al azar, sino que por estar más cerca de la Dama, recibe constantes gracias de la Madre, es decir, los medios particulares necesarios para la lucha en cada momento. 

La Torre Derecha simboliza los Dones del Padre: Su lugar está más cercano al Rey, de quien recibe los dones y talentos heredados (donados) por el Rey, medios generales necesarios para avanzar en la vida interior y vencer en la batalla.

Peones (sacrificio)

El Peón está en la primera línea de combate contemplando heroicamente, con valor y con resignación, a un poderoso ejército que se antoja indestructible. Los ocho peones tienen tras de sí, a cada una de las figuras-símbolos en particular, que le conferirá una serie de cualidades, un equipaje de viaje singular, en su lento, pero sin retorno ni posibilidad de vuelta atrás, camino hacia el frente de batalla, hacia la Victoria.
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El peón representa el sacrificio, ya que es la pieza que generalmente es sacrificada en pos de la victoria final. Su peregrinaje está lleno de verdaderos actos heroicos, por los cuales muchos de ellos perecerán, en virtud de un fin común, de una empresa superior, estando realmente al orden con el Espíritu. 

Está sujeto a reglas muy rígidas que sólo le permiten avanzar (nunca retroceder) y simboliza al ser humano, en general y al pueblo de Dios (blancas) en particular, que desea llegar al otro lado del tablero. Si lo alcanza, vuelve al juego purificado y más poderoso.  Al regresar al juego “coronado” (al llegar a la santidad, es decir, a Dios), se libera de las ataduras que tenía al inicio (pecado original) y se convierte en un "alma nueva".

Conclusión

El ajedrez, por su disposición y su simbología, donde una serie de elementos, opuestos y complementarios, libran una gran batalla, es una forma de manifestación del camino hacia el conocimiento, en el viaje hacia la identidad con Dios, hacia la santidad.

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En la batalla de la vida como en el ajedrez, necesitamos realizar muchos sacrificios para derrotar al hombre viejo y dar espacio al hombre nuevo, para vencer lo que nos aleja de la santidad, nuestra verdadera identidad. 

La esencia del ajedrez es que no se adapta a los caprichos de nuestro pensamiento, de nuestra forma de ser o querer... sino que nos exige el cumplimiento de unas normas determinadas que no podemos saltarnos, la aplicación de soluciones concretas en momentos determinados, y la vigilancia a los movimientos del contrario que, de no ser así, nos volverán a plantear una y otra vez esas situaciones que rehusamos afrontar en el pasado y en último caso, a la pérdida del juego.


sábado, 21 de abril de 2018

LAS DOS BANDERAS: HORA DE ELEGIR


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"Nadie puede servir a dos amos, 
porque odiará a uno y amará al otro, 
o se apegará a uno y despreciará al otro." 
(Lucas 16,13)

El Evangelio nos implica en una guerra espiritual, una lucha contra el mal (Satanás), contra nosotros mismos (Carne) y contra lo que nos rodea (Mundo). 

Una lucha espiritual que sólo es visible en su dimensión sobrenatural, pero es absolutamente real. Es una imagen que muchos prefieren obviar y rechazar. Sin embargo, los cristianos debemos estar firmes, vigilantes y adecuadamente preparados para esta batalla tan real. 

El apóstol San Pablo nos habla de ella: "Porque nuestra lucha no es contra gente de carne y hueso, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que moran en los espacios celestes."(Efesios 6,12). 

San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, también nos presenta el mundo como un gran campo de batalla donde se enfrentan dos ejércitos, dos banderas… 

Una batalla espiritual que nos incumbe y compete a todos...el cristiano no puede permanecer indiferente ante esta lucha…no puede ser neutral... debe saber escoger cuál es su lugar… en qué ejército luchará... bajo qué bandera combatirá… la de Cristo o la de Satanás…

El desafío

El Hombre se haya ante un desafío en el que probar su valía y demostrar su compromiso a un propósito superior, en lugar de a su propia comodidad.
Y así lo hacen los "Hijos de la Luz", no a pesar de ser difícil, sino exactamente porque es difícil... porque confían plenamente en las promesas de su Señor. 

Hombres llamados a "alabar, reverenciar y servir a Dios y así alcanzar la santidad y la salvación de su alma" .

Hombres consagrados a la Santísima Virgen María, que jamás caen en el desánimo, que no se dejan vencer por la dificultad, ni por el miedo ni el dolor, pues su Señora está con ellos. 

Hombres inasequibles al desaliento que anuncian a Cristo Rey, y con su ejemplo, atraen a otros a Dios: son los "Apóstoles de los últimos tiempos".

El campo de batalla

Es noche cerrada...no hay luna...todo es oscuridad y tinieblas... 

Desde lo alto de una ladera, se divisa un valle en el que hay dos ejércitos formados, uno frente al otro… cada uno tiene su bandera, sus seguidores, sus armas, sus estrategias… 

Suenan los tambores de guerra...el ambiente está tan cargado que corta la respiración...
Una bandera blanca


Un ejercito fatigado y penitente espera en calma... en silencio… en oración...

Su Capitán, Jesucristo, expresa y contagia paz, felicidad y amor a todos sus hombres … 

Su bandera, blanca e inmaculada, es la de la humildad y la mansedumbre… 

Su arenga es: ¡Viva Jesús, muera el pecado!... 
Sus seguidores, desapegados de las riquezas, los honores y los placeres del mundo, aman la pobreza, la humildad y la obediencia… 

Sus armas son la confianza y la valentía... 

Sus promesas: Breve penar, eterno gozar… 

Su propósito: Vida plena, muerte buena… felicidad eterna en el cielo, viendo, amando y alabando a Dios…

Un bandera negra

El otro ejército está agitado y en movimiento… hay tumulto... griterío… confusión… sus hombres cabalgan indisciplinados y desordenados… todos quieren mandar y ninguno quiere obedecer ni dejarse dirigir…
Desde su campamento, emerge una gran columna de fuego que parece querer tocar el cielo.

Su bandera negra es la de la rebelión y el odio contra Dios...poderosa para convencer y obligar a todos... 
Su arenga: ¡Viva el pecado, muera Jesús!… 

Sus secuaces, apegados a las conductas desordenadas, los honores, las riquezas, los placeres, las comodidades que los arrastran a la perdición eterna... 

Sus armas: la burla y el escarnio... 

Sus promesas: Breve gozar, eterno penar… 

Su propósito: Vida amarga, muerte pésima, fuego eterno en el infierno, sufriendo y lamentándose, sin Dios…

De entre sus huestes, surge una figura oscura y abominable, de aspecto horrible y terrible, más grande e imponente que el resto, a quienes tiene encadenados: un gran Dragón que, alzándose sobre ellas y con una mirada fulminante, les grita y les ordena callar… 
Sus hordas, obedeciendo más por temor que por devoción, se organizan por grupos: por un lado, la soberbia, disfrazada de dignidad… por otro, la lujuria, disfrazada de libertad… más allá, la envidia, disfrazada de prosperidad… en otro, la avaricia, disfrazada de igualdad… en otro, la pereza, disfrazada de comodidad… también, la gula, disfrazada de necesidad… y por último, la ira, disfrazada de justicia… 

La mirada del Dragón es fría y penetrante... sus ojos negros y brillantes, están llenos de maldad y odio indescriptibles…su aliento hiela los huesos…  “Es Satanás", dice una voz a mi lado, “pero no te preocupes, no podrá tocarte mientras estés conmigo”… miro y veo a Jesús, junto a mí… y por primera vez me doy cuenta que no estoy solo…
Satanás se dirige hacia el otro ejército… “Aprovecha la oscuridad de la noche y el cansancio de la espera para tentar a mis guerreros”, dice Jesús… Se acerca a los guerreros de Cristo...uno por uno…escucho lo que les susurra al oído… las ilusiones que vende a sus corazones… a cada uno le embauca, según su debilidad...y a todos los que se sientes atraídos, los encadena... los esclaviza...

Muchos permanecen firmes y fieles al Señor… pero algunos (incluso, consagrados al Corazón de Jesús a través de María) se dejan seducir por las palabras del Padre de la Mentira: fama… dinero… pasiones… poder… son las tentaciones que les hacen alejarse de la luz y perderse en las tinieblas...

Satanás esboza lo que parece una sonrisa en sus labios y nos mira a Jesús y a mí…“No es una sonrisa”, dice Jesús, “ese es incapaz de sonreír o de sentir alegría o de cualquier sentimiento bueno y digno… al contrario, su sonrisa es una mueca, se burla de nosotros porque sabe que cada alma que me roba me causa un dolor indescriptible… fíjate, él no seduce las almas por el daño que les hace, en realidad desprecia a todo el género humano… pero vuelca en los hombres todo el odio que siente por mí y por mi Padre…”
Entonces, le pido a Jesús que no permita a Satanás hacer eso, y me responde: “Pídeselo a mi Padre y Él te lo concederá”… dirijo mi vista a la gran columna de fuego que subía de la montaña hasta el cielo y digo: “Padre, no permitas que esas almas puras tuyas, se pierdan… protégelas, dales la fortaleza y la perseverancia para vencer la tentación”… 

Entonces un rayo de Gracia inunda sus corazones con el Amor de Dios… abren los ojos y, aterrados, ven como Satanás trata de abalanzarse sobre ellos con rabia… pero San Miguel jefe de la milicia celestial, interponiéndose ante él y ellos, los protege… para que María Santísima los cubra con su manto y lo acompañe de vuelta a su posición, en la formación del ejército blanco…

Mientras Satanás se retuerce de rabia, ira y odio, viendo cómo se le escapan almas de sus afiladas garras, Jesús sigue diciéndome: “La batalla entre el bien y el mal ya está ganada… aunque Satanás quiere hacer creer lo contrario… y si lo hace, es porque mi Padre se lo permite… eso incrementa el odio en él… saber que su existencia y actuación se las debe a Aquel a quien tanto aborrece… es incapaz de amar o de sentir agradecimiento… más aún, se odia a sí mismo porque sabe que él es el único culpable de su condena…”

“Ahora mismo está impaciente y rabioso… él quisiera lanzarse contra mi ejercito con toda su furia, pero no puede… mi Padre no lo permite...así que trata de arrastrar a tantas almas como le es posible, porque sabe que la batalla final ya se luchó… y él fue el perdedor…”

Amanece y el primer rayo de luz ilumina el valle… Satanás y sus demonios se retiran a toda prisa hacia la oscuridad de su campamento... la luz deja ver su verdadero rostro y pone al descubierto sus engaños… su horrible apariencia queda revelada a todos… ya no tratan de seducir con mentiras… sino que maldicen e injurian, gritando amenazantes desde el otro lado del valle…
 
Entonces, Jesús muestra su ejercito…al que pertenezco... somos un pequeño grupo de valerosos soldados… vestidos con túnicas blancas... montados sobre caballos blancos...llevamos puesta la Armadura de Dios… el Cinturón de la Verdad… la Coraza de la Justicia… los pies calzados con el Celo por el Evangelio… el Yelmo de la Salvación… en una mano el Escudo de la Fe… y en la otra, la Espada del Espíritu
Miro a Jesús sorprendido por los pocos que somos… pero Jesús me invita a mirar de nuevo… y veo que detrás nuestro viene una gran multitud que se pierde en el horizonte… en el flanco derecho, nuestra Señoralos santos, los mártires y las almas del Purgatorio, que unen sus oraciones a las de toda la Iglesia… en el flanco izquierdo, a San Miguel Arcángel, capitaneando a todas las legiones de ángeles y coros celestiales que entonan cánticos y alabanzas a Dios…
Jesús abre su pecho y tomando una pequeña chispa del fuego inmenso que arde en su Corazón, extiende su mano y la pone en el mío, como ha hecho antes con los demás soldados… es un fuego abrasador que crece y aumenta... y que me insta a "combatir el buen combate"…

Ha llegado el momento

Jesús me mira y nos dice: “Ha llegado el momento”… entonces el Padre, desde lo alto de la Columna de Fuego, da la orden y la batalla final comienza…"

Ha llegado el momento de definir nuestra adhesión a uno de estos dos ejércitos.

Ha llegado la hora de decidir seguir a Cristo, el humilde, o a Satanás, el orgulloso.

Ha llegado el tiempo de hacer la voluntad del Padre, o la propia, como el Diablo.

No podemos...no debemos... dejarnos seducir por las artimañas del Enemigo, que nos fascina con los afanes pasajeros de este mundo, que nos tienta con los apegos a las conductas desordenadas y nos hechiza con todos los vicios que nos conducen inexorablemente hacia nuestra muerte.

¡Cuidado! Debemos estar vigilantes porque Cristo, nuestro Capitán y Señor, nos ha alertado de que el demonio, cuando le resulta difícil el combate, se disfraza de "ángel de luz", trata de engañarnos, de confundirnos, de generar la duda en nuestro corazón, desvirtuando el poder del ejército blanco, para que renunciemos a él y así, conducirnos hacia el suyo.

¡Estamos en guerra!

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Fuentes:

-Ejercicios Espirituales Ignacianos, Heraldos del Evangelio, Mota del Marqués, 2018.
-Romualdo Olazábal y Noemí Cotto, tengoseddeti.org, 2018.