¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

lunes, 16 de enero de 2017

PROMISCUIDAD ESPIRITUAL: BUSCANDO A DIOS DESESPERADAMENTE

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"Pues vendrá el tiempo en que los hombres 
no soportarán la sana doctrina, 
sino que, llevados de sus caprichos, 
buscarán maestros que les halaguen el oído;
se apartarán de la verdad 
y harán caso de los cuentos."
2 Timoteo 4, 3-4

Todos somos susceptibles de caer en la tentación y por ello le pedimos a Dios en el Padre Nuestro que no nos deje caer en ella. Pero Satanás actúa de forma sibilina y nos presenta sus productos falsificados como si fueran artículos genuinos. 

Muchos cristianos sucumben a la insana tentación de "buscar desesperadamente a Dios" por todas partes, cayendo en la oscuridad de lo que podríamos llamar promiscuidad espiritual

Según el diccionario, promiscuidad significa un comportamiento confundido, desordenado y cambiante que sólo busca la propia satisfacción o placer. Es una conducta egoísta e infiel. Por tanto, no puede venir de Dios ni tampoco ser de su agrado.

El Diablo sigue actuando de la misma forma y usando las mismas tácticas desde que fue arrojado a la tierra, de la misma manera que hizo con Adán y Eva. Muchas veces, ni siquiera nos damos cuenta de que son mentiras porque las envuelve de una espiritualidad tan creíble, que parecen la "Verdad". 

En efecto, se disfraza de luz para extraviar nuestra mente hacia la promiscuidad. Para que nunca pare, para que cambia constantemente, para que ni espera ni persevere, para que se impaciente y se precipite, para que busque resultados inmediatos y placenteros, para que se aburra y se canse, hasta dispersarla y apartarla del camino. Y así, nuestra mente no es capaz de estabilizarse ni de obtener el jugo de la madurez espiritual de manera paciente y reposada dentro de una comunidad.

Actúa de la misma forma que una abeja, manteniéndose en el aire cerca de la flor, agitando sus alas con movimientos rápidos y continuados 
pero nunca posándose. Y una vez ha libado su dulce néctar, se marcha a otra flor. 

Por desgracia, algunos cristianos ansiosos y golosos, tienden a perderse en la búsqueda de su propio desarrollo personal y auto-formación espiritual, yendo de aquí para allá, probando muchos carismas, tomando lo complementario por esencial.

Tratan de convencerse de que pueden vivir la fe de forma individual, de que pueden ir "por libre", sin pertenecer a ninguna comunidad y que cada cual puede y debe buscar una fe a su medida, algunos sin Dios mismo, otros buscándole desesperadamente, saltando de flor en flor, cual "abejas cristianas".

Pero la fe no es ir saltando de parroquia en parroquia, de método en método, de movimiento en movimiento, de carisma en carisma, de sacerdote en sacerdote o de congregación en congregación. No es ir de tienda en tienda buscando el vestido ideal.

La fe es una relación de amor con Dios y con el prójimo. Requiere un trabajo interior y produce una consecuencia exterior. Dios actúa dentro de nosotros para que nosotros actuemos fuera, en el mundo. Y por tanto, sólo puede vivirse y desarrollarse en comunidad. Debemos "pertenecer", no sólo "creer".

Cuando tratamos de vivir nuestra fe buscando a Dios en distintos sitios, no hacemos sino un intento desesperado de descubrir fuera lo que tenemos dentro. La falta de responsabilidad, de compromiso y de relación cuando no tenemos una identidad comunitaria nos empuja y nos aleja de Dios. 
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Algunos cristianos esgrimen el tópico de que "Dios está en todas partes" y lo utilizan como coartada para seguir buscando "una fe a su medida". Es cierto que Dios es omnipresente, que está presente en todas las cosas y en todas partes, pero eso no significa que se revele en todas ellas. Aquí está el punto clave.


Algunas personas utilizan esta verdad de la omnipresencia para escabullir su responsabilidad de encontrar a Dios en la Iglesia que Él estableció y no formar parte de ella. 

Otros, buscan equivocadamente a Dios en otros lugares, de acuerdo a sus instintos humanos o gustos personales. No tanto por que no esté sino porque esgrimen esta excusa para "trocear a Dios" y así poder sentirse mejor y más cómodos, enarbolando la bandera de una cierta madurez espiritual que les lleva a buscarle por muchos lugares.

Ignorar que Dios tiene un plan y un orden para todo es el error más grande que los cristianos podemos cometer. Nuestras propias ideas y creencias humanas jamás sustituirán las verdades que Dios ya estableció en su Iglesia. 

Por mucho que busquemos, incluso con sinceridad, esfuerzo y sacrificio, si no seguimos la voluntad de Dios de pertenecer a una comunidad parroquial, de nada sirve lo que hagamos. 

Si no fundamentamos nuestros actos o búsquedas en lo que Dios (y por tanto, la Iglesia) nos dice,  ni siquiera nuestra propia opinión cuenta, por muy maduros que creamos ser.

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