¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

jueves, 9 de marzo de 2017

SI PEDRO CAYÓ...


El apóstol Pedro fue elegido por Jesús como líder de los discípulos y de su Iglesia. Humano, generoso, confiado, lleno de fe  y sin embargo, cayó de manera dramática (Lucas 22, 31-62).

Su caída está llena de señales de advertencia para los sacerdotes de hoy y también para todos nosotros. Aunque estos signos no siempre ocurren de manera lineal, cada sacerdote y, en general cada cristiano, debería evaluarlos en su vida.

Confiar en uno mismo

Jesús le dijo a Pedro que el diablo le haría caer, pero Pedro le aseguró su fidelidad y le afirmó con firmeza su compromiso de ir a la cárcel o incluso morir por Él. Seguramente Pedro tenía intención de cumplir esas palabras, como lo demuestra su voluntad posterior de defender a Jesús en el Jardín de Getsemaní. Sin embargo, pocas horas después, negaría conocer a Jesús. 
Pedro confiaba demasiado en sí mismo, en sus fuerzas, y no era consciente de que sin la ayuda de Dios la fe se desvanece. Ese es el peligro del exceso de confianza de algunos sacerdotes: creer que "no me sucederá". Es una señal de advertencia enorme.

Jesús les dijo a los apóstoles: "Orad para que no caigáis en tentación" (Lucas 22,40).  Sin embargo, ellos se durmieron. Gracias a la oración, nos ponemos en manos de Dios, en cuya compañía no hemos de sentir temor y en cuya confianza, nada fallará.

Sufrir cansancio emocional y físico

Los discípulos debían vigilar y orar en el huerto, pero en cambio, dormían. La fatiga emocional de la oposición creciente hacia Jesús había hecho mella en ellos. El agotamiento aumentó su vulnerabilidad a las acechanzas del enemigo. 
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Bajo la cansada tensión de las responsabilidades de un sacerdote dentro de una parroquia, también ellos, a veces, bajan la guardia. Y se duermen "en los laureles". 

Llevar demasiadas cargas y descansar poco puede llevar a consecuencias graves. Creerse por encima del bien y el mal (que es una forma de dormirse), también.

Dejar de orar

"Orad", les dijo Jesús a sus discípulos en Getsemaní. Incluso aunque hubieran querido rezar, el sueño era más apetecible y fuerte que la oración. El problema es muy simple: la falta de oración refleja una auto-dependencia, pensar que "yo puedo", en lugar de la dependencia de Dios. 

Cada vez que no estamos orando, somos susceptibles a caer. De hecho, la falta de oración generalmente se correlaciona con actuar primero y seguir a Dios en segundo lugar, como lo hizo Pedro cuando primero defendió a Jesús con una espada.

Distanciarse de Jesús 

Pedro siguió a Jesús después de su arresto, pero lo hizo de lejos. Esa distancia era obviamente geográfica, pero su corazón también se alejaba rápidamente de Jesús. Él, que había estado muy cerca de Jesús y que dijo que moriría por Él, no le defendió cuando lo arrestaron. Y cuando le preguntaron y le reconocieron como discípulo de Jesús, Pedro lo negó.

Nuestra distancia de Jesús puede ser no tanto negarle públicamente, pero quizás por una menor asistencia a los sacramentos, menos espacio de oración, menos cercanía con Jesús...y eso nos lleva irremediablemente a caer.

Ocultarse en público

Pedro no se escondió completamente, por supuesto, pero eso no significa que no lo intentara. Se calentó con el mismo fuego que se calentaban los enemigos de Jesús. 

Estuvo con los que acusaron a Jesús y sin embargo, su única preocupación era pasar desapercibido. 

Esta es otra señal de advertencia: Si te sientes tentado a esconder que eres cristiano, o sacerdote (incluso mientras sirves públicamente), te estás moviendo en la dirección equivocada. 

No vale eso de "mimetizarse". 

Mentir o relativizar

Una sirvienta miró atentamente a Pedro y lo acusó de ser un seguidor de Jesús. De hecho, el texto dice que ella miró fijamente al discípulo. Cara a cara. A los ojos. Sin embargo, Pedro mintió. Ella lo desafió a decir quién era, y él lo negó. 
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Cuando mientes (aunque sea por un buen fin), tu caída se produce a toda velocidad. Jesús nos dice que nuestro sí, sea sí y nuestro no, no. No valen "medias tintas".

Otro peligro actual es el relativismo. Relativizar es un terreno peligroso, porque nos arrastra a intentar "quitar hierro" a ciertas cuestiones importantes. 

El mensaje del evangelio es claro y rotundo, No es para nada relativista.

Reiteración en las negaciones

Por tres veces, varias personas relacionaron a Pedro con Jesús y tres veces, el primer discípulo lo negó. Admitir que era un seguidor de Cristo habría sido arriesgar su propia vida, y Pedro no llegaría hasta ahí. 

De hecho, sus negaciones aumentaron hasta el punto de que llegó a enfadarse, jurando que no tenía relación con Jesús. 

Los sacerdotes, cuando caen, a menudo tratan de auto-convencerse de que las continuas negaciones, de alguna manera, cambian la realidad. 

Aquí está el auténtico peligro. Para Pedro, el proceso de su caída ocurrió rápidamente. Era como si corriera hacia la desobediencia. Sin embargo, la mayoría de los sacerdotes o cristianos con responsabilidad no se meten en problemas; Se deslizan hacia allí. A veces el proceso sucede tan imperceptiblemente que se ven inmersos en un desastre antes de que sean conscientes de ello.

Si Pedro, que convivió de cerca con Jesús, vio sus milagros y, sin embargo, cayó...¿Qué hay de nosotros?

Es por eso que debemos estar muy atentos a las señales de advertencia que Jesús, a través de Pedro, nos muestra y guardarlas en nuestros corazones.

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