fundamentada en la oración
y dependiente de nuestra voluntad para comprometernos con Dios
y de nuestra capacidad para estar cerca de Él."
(Cardenal Robert Sarah)
Evangelizar es una cooperación en la obra salvífica de Dios. Es una misión y una función propia de los cristianos, por la cual compartimos nuestra fe y damos testimonio de la presencia de Dios en nuestras vidas.
Evangelizar es anunciar a Jesús pero, además, es vivir y obrar como Él. Es hacer nuestra la Palabra de Dios.
El papa Francisco dice que evangelizar es “estar en salida, partir de una situación, no de una teoría” y demostrar cercanía a la gente, para “observar qué es lo que sucede”.
Sin embargo, en ocasiones, nos preguntamos cuáles son las claves de la evangelización, cómo llegar a otros, cómo evangelizar.
La mejor manera para saber cómo evangelizar es mirar a Jesús. Cristo es a la vez el mensaje y el mensajero. Jesús evangeliza uno a uno y a las muchedumbres:
A veces, haciéndose el encontradizo y escuchando, mientras camina hacia Emaús.
Otras veces, con una sola mirada, mientras Pedro le niega.
Otras veces predicando, mientras proclama las Bienaventuranzas.
Otras, sanando y curando a enfermos, mientras perdona sus pecados.
Otras, incluso, durmiendo, mientras la barca con los apóstoles parece zozobrar en la tempestad.
Un evangelizador es un mendigo indicándole a otro mendigo donde conseguir pan.
Entonces, ¿cómo puedo yo decirle a otro donde encontrar alimento? ¿cómo puedo evangelizar? He aquí algunas sugerencias:
Con amor
La evangelización no es activismo, ni marketing, ni proselitismo, ni hablar intelectualmente sobre temas espirituales.
Evangelizar es amar sinceramente a las personas.
Es un mandamiento directo de Jesús: "Amaos unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15, 12-13).
Evangelizar es amar sinceramente a las personas.
Es un mandamiento directo de Jesús: "Amaos unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15, 12-13).
Sin embargo, no podemos hablar del Amor sin estar enamorados. Un evangelizador ama, ante todo, a Dios.
Es porque amamos a Dios y a los demás, que somos discípulos de Cristo, que queremos comunicar y compartir con los demás el Amor más grande.
Es porque amamos a Dios y a los demás, que somos discípulos de Cristo, que queremos comunicar y compartir con los demás el Amor más grande.
en que os amáis unos a otros"
(Juan 13, 35).
Con fe
La evangelización no trata de sentimientos, sensaciones o experiencias conmovedoras. Tampoco de compartir valores o principios.
La evangelización está sustentada por la gracia. Es el Espíritu santo quien nos otorga el don de la fe y nos lleva a caminar incluso cuando no sentimos ni vemos nada.
El apostolado nace del encuentro con Jesucristo, que incendia nuestro corazón, que no puede guardar para sí la noticia de que Está vivo, y que necesita comunicarla imperiosamente.
La evangelización está sustentada por la gracia. Es el Espíritu santo quien nos otorga el don de la fe y nos lleva a caminar incluso cuando no sentimos ni vemos nada.
El apostolado nace del encuentro con Jesucristo, que incendia nuestro corazón, que no puede guardar para sí la noticia de que Está vivo, y que necesita comunicarla imperiosamente.
"Sin la fe es imposible agradar a Dios;
porque aquel que se acerca a Dios debe creer que existe
y que recompensará a aquellos que lo buscan."
(Hebreos 11, 6)
Con oración
Vivimos en un mundo agitado, ruidoso y convulso. Necesitamos silencio.
Un silencio de dos enamorados, de miradas cómplices, de paz y recogimiento. Un silencio orante.
Sólo es posible evangelizar mediante la oración. Sólo en oración estamos cerca de nuestro Señor y sólo así conocemos cuál es la voluntad de Dios.
Sólo en comunicación con Dios, hallaremos respuestas a las necesidades evangelizadoras que nos surjan.
"En toda oración y plegaria presentad al Señor
vuestras necesidades con acción de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia,
guardará vuestros corazones
y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."
(Filipenses 4, 6-7)
Con visión
La visión es el objetivo hacia dónde vamos, el propósito que queremos alcanzar.
Cristo tenía muy clara su visión, su propósito en la tierra. Y lo cumplió hasta sus ultimas consecuencias.
También nosotros, debemos tener un objetivo, una visión, un sueño.
La visión exige de nosotros un compromiso y un deber para hacerlo realidad.
""El hombre proyecta muchos planes,
pero sólo se realiza el que quiere el Señor."
(Proverbios 19, 21)
Con pasión
Un apóstol es fervoroso, se apasiona y se entusiasma por la visión, para ofrecérsela al mundo, que la ha perdido.
Un evangelizador necesita reavivar continuamente la gracia del celo apostólico, de la pasión evangelizadora, pidiéndosela a Dios.
La sociedad ha perdido de vista a Dios. Incluso, muchas parroquias también han perdido la visión. En ellas, tan sólo existe la repetición de una tradición, de una rutina, de lo de siempre. Pero no hay pasión evangelizadora.
Un evangelizador necesita reavivar continuamente la gracia del celo apostólico, de la pasión evangelizadora, pidiéndosela a Dios.
La sociedad ha perdido de vista a Dios. Incluso, muchas parroquias también han perdido la visión. En ellas, tan sólo existe la repetición de una tradición, de una rutina, de lo de siempre. Pero no hay pasión evangelizadora.
"Por eso te recomiendo que reavives la gracia de Dios,
que te fue conferida por la imposición de mis manos."
(2 Timoteo 1, 6)
Con cercanía
Jesús, durante su vida pública, estuvo tres años acompañando, acogiendo y escuchando. No sólo a sus discípulos sino a todo el que se le acercaba.
Un evangelizador ha de acoger, acompañar, escuchar... en un mundo individualista y egoísta.
Crear espacios de encuentro con las personas donde se sientan queridos.
Acompañar a otros con bondad, amabilidad y empatía.
Un evangelizador ha de acoger, acompañar, escuchar... en un mundo individualista y egoísta.
Crear espacios de encuentro con las personas donde se sientan queridos.
Acompañar a otros con bondad, amabilidad y empatía.
"Es nuestro deber acoger a estos hombres,
para ser así cooperadores de la verdad."
(3 Juan 1,8)
Con humildad
La evangelización es una obra de Dios y no depende de nosotros. Somos siervos inútiles. Sin Cristo, nada podemos.
Evangelizar no es la búsqueda de un reconocimiento público de nuestra fe. Es dejar la soberbia, la vanidad y orgullo a un lado.
Cuando afrontamos nuestro servicio a Dios con humildad, el Espíritu Santo se encarga de transformarnos y de convertirnos.
Es entonces cuando nuestro humilde ejemplo se convertirá en la evangelización que Dios desea que realicemos.
"Así también vosotros,
cuando hayáis hecho lo que se os haya ordenado, decid:
Somos siervos inútiles;
hemos hecho lo que debíamos hacer".
(Lucas 17,10)
Con la comunidad
Jesús formó una comunidad de discípulos. Fundó una Iglesia para proclamar el mensaje hasta los confines de la tierra.
Es su autenticidad, su fraternidad y su unidad las que transmiten el mensaje, provocando que las personas quieran adherirse a esa comunidad.
"Todos los creyentes vivían unidos
y lo tenían todo en común;
Todos los días acudían juntos al templo,
partían el pan en las casas,
comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo.
El Señor añadía cada día al grupo
a todos los que entraban por el camino de la salvación."
(Hechos 2, 44-47)
Con coherencia
La luz de Cristo se irradia al mundo si nuestra vida es ejemplar, si nuestra existencia es coherente.
Un cristiano "vive lo que dice", como Jesús vivió lo que decía, hasta la muerte.
Un cristiano "vive lo que dice", como Jesús vivió lo que decía, hasta la muerte.
Nuestra vida debe ser un lenguaje testimonial, vivencial.
La evangelización debe ser nuestra propia experiencia de Jesucristo y de cómo Él actúa en nuestra vida.
La evangelización debe ser nuestra propia experiencia de Jesucristo y de cómo Él actúa en nuestra vida.
"No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor,
ni de mí, su prisionero.
Al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el evangelio,
con la ayuda del poder de Dios."
(2 Timoteo 1,8)
Con talentos
Dios nos regala dones y talentos propios a cada uno para evangelizar. Nadie puede ampararse en decir que "no puede".
El Espíritu Santo no elige a los capacitados sino que capacita a los elegidos.
Y, a la vez, suscita ese deseo de comunicar la nueva noticia y nos descubre los carismas propios de cada uno.
Dios nos regala dones y talentos propios a cada uno para evangelizar. Nadie puede ampararse en decir que "no puede".
El Espíritu Santo no elige a los capacitados sino que capacita a los elegidos.
Y, a la vez, suscita ese deseo de comunicar la nueva noticia y nos descubre los carismas propios de cada uno.
"Todo don excelente y todo don perfecto viene de lo alto,
del Padre de las luces,
en el que no hay cambio ni sombra de variación."
(Santiago 1, 17)
Con alegría
Dice el Papa Francisco que "La tristeza no es una actitud cristiana. Un cristiano no puede tener cara de pepinillo en vinagre."
Un cristiano es un evangelizador alegre. Proclama la alegría del Evangelio con alegría, como un don de Dios que nos colma y nos da la seguridad de que está con nosotros, aún en las dificultades y las adversidades.
"Alegraos en el Señor siempre;
lo repito: alegraos."
(Filipenses 4,4)
Jesús nos dijo que seguirle no sería fácil, que nos insultarían y nos perseguirían por causa de su nombre: "El criado no es más que su amo. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; y si han rechazado mi doctrina, también rechazarán la vuestra" (Juan 15, 20).
Hablar de Cristo no siempre es fácil. Anunciar su amor no es sencillo en un mundo egoísta.
Un evangelizador es consciente de que no siempre tendrá respuestas satisfactorias. Aún así, debe ser irreprochable an su obrar, constante ante los retos y perseverante en las pruebas.
Un evangelizador es consciente de que no siempre tendrá respuestas satisfactorias. Aún así, debe ser irreprochable an su obrar, constante ante los retos y perseverante en las pruebas.
"Tened como suprema alegría
las diversas pruebas a que podéis ser sometidos,
sabiendo que la fe probada produce la constancia.
Pero que la constancia vaya acompañada de obras perfectas,
para que seáis perfectos, irreprochables, sin dejar nada que desear."
(Santiago 1, 2-4)
La valentía no surge de la confianza en uno mismo, sino de las mismas palabras de Cristo, que nos invita a no tener miedo, a confiar, a salir al mundo a proclamar la buena nueva.
Jesús nos invita a tener audacia y valentía para ir a periferias, donde se encuentran las personas con problemas.
Evangelizamos con ánimo y con coraje, porque Dios está de nuestro lado.
Evangelizamos con ánimo y con coraje, porque Dios está de nuestro lado.
"Sé fuerte y ten ánimo.
No temas ni te asustes,
porque el Señor, tu Dios,
estará contigo dondequiera que vayas"
(Josué 1, 9)
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