¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

sábado, 11 de julio de 2020

VISIONES Y REVELACIONES SOBRE EL FIN DEL MUNDO

Las visiones extáticas, las bilocaciones y las numerosas gracias reveladas que el Señor le concedió a la beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824) se encuentran registradas por Brentano (poeta y novelista del Romanticismo alemán) en una obra de más de cuarenta volúmenes, en la que detallada escenas y pasajes del Nuevo Testamento, la Pasión de Jesucristo, la vida oculta de la Virgen María, la vida de los santos y las visiones sobre el fin del mundo. 

Las visiones y revelaciones sobre el fin del mundo de Ana Catalina de Emerick (arrebatada en espíritu) se engloban, como las del apóstol San Juan, dentro del género apocalíptico y sólo pueden interpretarse desde una visión mística, nunca literal. Además, coinciden providencialmente como piezas de un puzzle, con el último libro de la Biblia y con los mensajes de la Virgen María en sus numerosas apariciones. 

De todos es sabido que una revelación privada no es dogma de fe, pero como la propia beata dice, Jesucristo le ha ordenado que las cuente para que se descubran muchas cosas ignoradas por Su Iglesia y porque nunca nadie las ha visto antes como ella las ha visto.

Particularmente, la lectura de sus revelaciones me parece muy interesante para crecer en el conocimiento espiritual y discernir los signos de los tiempos. Todas sus visiones se están cumpliendo...doscientos años después...y eso sólo puede venir del cielo.

De hecho, gracias a los datos que ella describe en sus visiones se descubrieron los restos de la ciudad de Ur de Caldea, la morada de la Virgen en Éfeso, los pasadizos bajo el Templo de Jerusalén y Mel Gibson reprodujo fielmente los datos aportados por la beata en su película La Pasión de Cristo.

El Misterio de Iniquidad

En sus visiones, Ana Catalina de Emerick describe con crudeza el "Misterio de Iniquidad": el surgimiento del nazismo en Alemania y del comunismo en Rusia, y de cómo ambas ideologías, como si de demonios sueltos se tratara, manifiestan un orgullo inusitado que conducen a Europa y al mundo a la guerra, y de cómo con su poder e influencia suprimen el culto divino y apartan a los hombres de Dios.

Ve, con tristeza, como las tinieblas se esparcen por toda la tierra, especialmente en la Iglesia, sumiendo a los hombres, incluso a sacerdotes, en la confusión tumultuosa, la apostasía, que los conduce a cometer actos culpables y abominaciones. 

Cada pecado trae como consecuencia otro: el vicio, la malicia, la ceguera, la perversidad, el engaño, las pasiones vindicativas, el orgullo, la envidia, la avaricia, la discordia, el asesinato, la lujuria y la impiedad.

Los cristianos son oprimidos, atormentados, perseguidos y martirizados, en una época en la que no hay refugio contra el mal y en la que el mundo entero vive en una densa nube de pecado. 

La demolición y el oscurecimiento de la Iglesia

La secta secreta, la Masonería, se infiltra en el Vaticano con la intención de demoler la Iglesia. Posiblemente, tras el Concilio Vaticano II. Es el humo de Satanás. Es la bestia surgida del mar de Apocalipsis 13,1-10 que lucha junto a los demoledores, los enemigos de la fe, para destruir el Cuerpo Místico de Cristo.
                    
Los demoledores son hábiles y astutos (como los demonios porque son demonios) utilizando todo tipo de estrategias, planes y maniobras sin hacer ruido, en silencio, para no ser descubiertos.

Hablan de derechos y de justicia, cambian principios por deseos, lo bueno por lo malo, lo bello por lo feo, la verdad por la mentira, la fe por la apostasía, lo santo por lo profano... y todo, ante la impasividad del Santo Padre y de muchos cardenales y obispos.

La Iglesia es interpelada por el cielo a causa de su silencio cómplice, por su laxitud, por su pasividad ante el avance del mal, por su traición a Jesucristo.

Esa inacción cobarde produce su decadencia como consecuencia de su incuria y negligencia, de su indiferencia y dejadez, de su indolencia y desidia, de su omisión de deberes en el cuidado del rebaño y en la administración de la gracia, de apartarse de la fe cristiana, de rebelarse a Dios.
La Iglesia se oscurece tras una densa humareda: las vocaciones sacerdotales menguan y disminuyen, fruto del mal ejemplo, la impiedad y los actos abominables de muchos. Los templos son profanados y vejados, cerrados o vendidos al mejor postor. Los cristianos son acosados y perseguidos, mientras cardenales, obispos y sacerdotes permanecen mudos, impávidos y permisivos ante el Mal: "Vive y dejar vivir", dicen.

La Iglesia se encuentra sumida en un relativismo que le impide defender la Verdad, señalar el Camino y conducir a la Vida, permitiendo el pecado libre y voluntariamente y falseando la fe cristiana.

Muchos sacerdotes reniegan de la Iglesia de Cristo y la abandonan sin inquietarse o incluso, sin saberlo. Tibios e indiferentes. Apóstatas y herejes. Idólatras y falsos maestros. Lobos disfrazados de ovejas.

Pero, a pesar de esta situación tan dramática, "… eso no durará mucho tiempo…"...vi la ayuda llegar en el momento de mayor angustia..." La beata ve una Mujer llena de majestad que parecía estar embarazada, la Mujer vestida de sol de Apocalipsis 12,1, la Virgen María, que protege a la Iglesia y ahuyenta a los demoledores y a la bestia.

La Iglesia de los Apóstatas

La gran Apostasía crece dentro de la Iglesia, cometiéndose todo tipo de abominaciones, y hace que muchos la abandonen.

Los sacerdotes permiten cualquier cosa y celebran los sacramentos, en especial, la Eucaristía, con irreverencia, sin piedad ni fervor. La conducta de fieles y sacerdotes se vuelve deplorable perdiendo todo el sentido sobrenatural cristiano.

La Iglesia, infectada de humo mundano, revierte las normas y las reglas. Los ángeles son sustituidos por demonios y los santos, hombres impíos. Nada viene de "lo alto" sino de la tierra, o mejor dicho, del infierno. Todo es oscuro, confuso y sin sentido. Todo es ruina y burla.
Es una Iglesia que trabaja en balde y que lucha contra la Iglesia viva. Destila humo y vapores abominables, una oscuridad asfixiante. Todo es obra de la tierra y va a la tierra, y todo está muerto, artificial y hecho por la mano del hombre: una iglesia adecuada a la moda, heterodoxa, humana, no divina.

No hay nada santo en ella. Todo es presunción y vanidad. Todo parece tener éxito. Todo vale, cualquier material es apto para su construcción, cualquier doctrina, cualquier opinión. Todo se hace según la razón y la ciencia humanas. 

No hay ángeles ni santos. Tan sólo un pequeño resto que no ha sucumbido a la seducción. Existen muchas abominaciones, la Iglesia está oprimida y su corrupta decadencia se muestra en el interior y en el exterior.

Es una falsa iglesia, en la que el misterio es no tener misterioRegida por el hombre, sin Salvador, sin Gracia. Una Anti-Iglesia asentada sobre la malicia, el error, la mentira, la hipocresía, la laxitud, los artificios demoníacos.

Es una comunión de los profanos donde todo es malo, abominable, pernicioso y vano. Está llena de inmundicias, de vanidades, de necedad y de oscuridad

Una iglesia mundanizada, endemoniada donde todo es puro en apariencia: pero no es más que vacío. Está llena de orgullo y de presunción, y con eso destruye y conduce al mal con toda clase de buenas apariencias. Su peligro está en su inocencia aparente.  

Los que la han construido, lo han hecho con el propósito de imponer la mentira frente a la Verdad: palabras y obras fuera de Jesucristo, traición al Evangelio, rebeldía al plan de Dios y posicionándose como el Imperio de la muerte y del demonio. Son los  sepulcros blanqueados y llenos de la corrupción más espantosa de los que nos previno Cristo.

Están convencidos de lo que hacen pero todo son errores, extravíos y pecados innumerables de los hombres, que con necedad y maldad actúan contra toda verdad y toda razónNo soportan la corrección. Todo está bien ante sus ojos con tal de que puedan glorificarse con el mundo. 
Pretenden unificar la fe a través de un falso ecumenismo que lleva a la religión a la decadencia completa. Protestantes, cada vez con más poder, buscan infiltrarse por toda clase de medios para desposeer al Papaque está rodeado de falsos amigos y traidores, de su autoridad espiritual y ocupar su sitio y colocar a otro que les deje "hacer"

En Alemania, eclesiásticos mundanos y protestantes "iluminados" quieren formar un plan para la fusión de las confesiones religiosas y para la supresión de la autoridad papal con el apoyo de cardenales y obispos en Roma. Su idea es una gran iglesia, extraña y extravagante, donde todos se unen para tener los mismos derechos: evangélicos, católicos, sectas e ideologías de todo tipo.

Ana Catalina lo describe textualmente: "¡Alemanes Bribones! ¡Escuchad! ¡no lo conseguiréis! ¡El pastor está en una rocalla! ¡Ustedes, sacerdotes, no se mueven! ¡Dormís y la granja arde por todos los lados! ¡no hacéis nada! ¡como lloraréis por eso un día! "

Sacerdotes sacrílegos profanan la Eucaristía, convirtiéndola en un horrible asesinato y abocándola al olvido ante el progreso de las "luces" y bajo el régimen de la libertad, de la falsa caridad y de la tolerancia.

Se cierran Iglesias y se impide la celebración de la Eucaristía. El mundo se queda sin sacerdotes santos y sin sacramentos. Los sacerdotes traidores se vuelven indiferentes a su gracia sacerdotal, no creen y se avergüenzan de la misa. La consideran una ceremonia anticuada y supersticiosa. Destruyen el sentido sagrado incluso hasta en el lenguaje. Un lenguaje inclusivo en apariencia pero exclusivo en el fondo. Todo lenguaje se desacraliza, se convierte en burla y mentira.

Han olvidado su grandeza y magnificencia, vaciando los sacramentos de toda su virtud y de su santidad inviolable. Pretenden romper las reglas del celibato, de la entrega incondicional a Cristo.

El orgullo y la anarquía impera en ellos. No comprenden el sentido de su pertenencia y servicio a la Iglesia. No tienen humildad ni obediencia. Hablan a veces de fe, de luz, de cristianismo vivo pero menosprecian y ultrajan la Santa Iglesia. Se sitúan por encima de todo poder y de toda jerarquía, y no conocen ni la sumisión ni el respeto hacia la autoridad espiritual. 

En su presunción, dicen comprenderlo todo mejor que la Tradición y el Magisterio de la Iglesia y de los santos doctores. Rechazan las buenas obras y se han apoderado de toda perfección. Con su pretendida luz, no creen necesarias la obediencia ni las reglas de disciplina ni las mortificaciones, ni la penitencia. Se alejan cada vez más de la Iglesia que Jesucristo fundó.

El orgullo, difícil de curar, les lleva a consecuencias desastrosas. Pretenden llegar a la suprema unión con Dios sin pasar por el camino del Calvario, sin practicar las virtudes cristianas, sin otra guía que el sentimiento propio y sin la luz que da al alma la certeza infalible de que Cristo opera en ella y la sostiene.

Estos "iluminados" mantienen una estrecha relación con el Anticristo, ya que por sus formas de actuar, cooperan en el cumplimiento del misterio de iniquidad. Rechazan toda autoridad legítima de la Iglesia, que sólo ella ha recibido su poder de Dios, que sólo ella tiene misión para atar y desatar en la tierra. 

Se han colocado por encima de las reglas de la fe y de los mandamientos divinos. Guardan silencio sobre la cruz, sobre el sacrificio, sobre el mérito y el pecado. Silencian el sufrimiento y sobre-valoran el poder hedonista.

Esconden los hechos, los milagros y los misterios de la historia de nuestra redención para dejar paso a "profundas teorías de la revelación", donde Cristo es tan sólo un personaje histórico, "amigo de los hombres, de los niños, de los pescadores", donde su vida no tiene valor más que como "enseñanza", donde su Pasión es sólo un"ejemplo de virtud", su muerte una acción de "caridad" sin propósito.

Reemplazan el "obsoleto" catecismo por "historias bíblicas", donde no hay doctrina sino un lenguaje infantil al alcance de todos, donde los fieles son obligados a cambiar su "arcaica" fe católica, por una actualizada y más acorde con los tiempos, donde las "viejas" fórmulas de plegaria y alabanza son sustituidas por producciones de fábrica moderna y las "anticuadas" ceremonias litúrgicas por shows anticristianos y charlas de auto-ayuda.

La Crisis Universal

Ana Catalina es transportada a varios países y ve una oscuridad generalizada en todo el mundo cuyas consecuencias son la violencia y el odio.

Viena (Alemania) arde en llamas, París (Francia) está llena de demonios y el mal campa a sus anchas. España, aunque cuenta con la ayuda de muchos santos, está ocupada por soldados rojos que la abocan a un estado espantoso. Sumida en tinieblas, los enemigos avanzan por todos los lados. Abominaciones por todo el país. Confusión como en Babel. Destrucción de todo lo sagrado. Impiedad y herejía. Irlanda es católica pero los fieles están oprimidos aunque unidos entre ellos. En Escandinavia (Suecia, Dinamarca...), todo es protestante. Rusia es toda oscuridad y maldad.

Ve todo lo que los santos han hecho por cada país, los tesoros de gracia de la Iglesia que ellos han hecho descender cada uno de los países por los méritos de Jesucristo y como ha sido todo ello aniquilado.

Por donde pasa, ve la tierra desolada y árida, herida de muerte. Los ríos, líneas delgadas y los mares, negros abismos. Toda la tierra es un fango espeso y turbio donde animales y peces enormes, atrapados, luchan contra la muerte.

La vidente profetiza que cincuenta o sesenta años antes del año 2000, Lucifer será soltado por Dios del abismo del infierno durante algún tiempo. Muchos demonios (las langostas del Apocalipsis) le seguirán para tentar a los hombre y envenenarles con sus maldades.

La Guerra Espiritual

Ana Catalina describe el combate entre los cristianos y el Imperio del Mal, la guerra espiritual entre la Iglesia Católica y Apostólica (encabezada por doce hombres), y los tenebrosos destructores, falsos profetas y gentes que trabajaban contra la Ley de Dios.

Son dos esferas opuestas, dos ejércitos antagónicos, dos descendencias enfrentadas que se preparan para la gran batalla final: 

-por un lado, la ciudad de Satanás y una mujer, la prostituta de Babilonia, con sus profetas y sus profetisas, sus ideólogos y sus falsos apóstoles (la serpiente y su descendencia). En ella, todo es rico, brillante, magnifico. Hay reyes, emperadores, sacerdotes magníficamente vestidos y subidos en carrozas, y el Diablo tiene un trono magnífico.

-por otro, la ciudad del Salvador, pobre y apenas visible sobre la tierra, sumergida en el luto y la desolación. La Iglesia se revela bajo los rasgos de la Virgen y bajo los del Salvador en la cruz (la Mujer y su descendencia) que sostienen al resto del pueblo que se mantiene fiel y perseverante hasta el final.

San Miguel, jefe de las milicias celestiales, se mantiene en lo alto de la Iglesia casi destruida, brillante de luz, vestido de rojo sangre, sosteniendo en la mano un gran estandarte de guerra. Su ejercito blanco tiene encima de ellos una espada roja y llameante. 

La Iglesia está completamente roja de sangre como el ángel y según transcurre el combate, el color sangrante se borra de la iglesia y se vuelve cada vez más transparente. San Miguel dirige el ejército blanco y les anima con un gran coraje golpeando a los enemigos, expulsándolos y haciéndoles huir. Por encima del campo de batalla, tropas de santos aparecen en el aire indicando lo que hacer, mediante signos con las manos.

La Purificación y reconstrucción de la Iglesia

Como siempre, el mensaje final es de esperanza. El cielo nos muestra las consecuencias del pecado pero nos abre una puerta a la salvación. Ana Catalina parece tener la misma visión mística que San Juan: "vi una mujer majestuosamente vestida con un manto azul cielo que se situaba a lo lejos, portando una corona de estrellas sobre la cabeza".

La Mujer es atacada y perseguida. Llora (como en la Salette) por toda la sangre que vierte, lleva una vestimenta azul cielo, pide oración por los pecadores y por los sacerdotes desviados que seducen a muchas personas y crean una gran confusión.

La ayuda llega del cielo en el momento de más desolación. Su protagonista es la Virgen María. Su gran manto, que se amplía constantemente, abraza a toda la Iglesia protegiéndola de los demoledores. Los nuevos apóstoles se reúnen todos en la luz de María como si de un nuevo Pentecostés se tratara.

Los enemigos de Dios tienen un odio muy especial a la Virgen por la enemistad narrada en el Génesis, y por tanto, detestan la devoción del Rosario porque son hijos del Dragón. Por eso, el Rosario es el arma del Combate Escatológico.

Los Ave María son estrellas formadas por cientos de piedras preciosas sobre las cuales los patriarcas y los profetas nos recuerdan la Encarnación y la Redención de Jesucristo. Los Padrenuestro son profesiones de fe dirigidas a Dios Padre que fortalecen y aumentan nuestra fe. Los Gloria son alabanzas a la Trinidad.

De esta forma, el Rosario abraza al cielo y la tierra, Dios, la naturaleza, la historia, la restauración de todas las cosas y del hombre por el Redentor que ha nacido de María. Es el arma para luchar contra los que quieren destruir la fe.

La armadura de la hija del rey de reyes se compone de una multitud de personas que aportan oraciones, buenas obras, victorias sobre sí mismas y trabajos de toda clase que suben de mano en mano hasta el cielo y allí, cada obra, tras pasar por un trabajo particular, se convierte en una pieza que ajusta a la perfección en la armadura de la que se reviste la Mujer. 

Los enemigos son infinitamente más numerosos pero la pequeña tropa fiel de la Virgen abate a filas enteras. Durante el combate, la Virgen está sobre una colina y su armadura se compone de casco, escudo y coraza (Efesios 6, 14-18). Es una guerra terrible pero "al final, mi Inmaculado Corazón, triunfará." 

La beata describe el triunfo del Sagrado corazón de María: "vi planear sobre la superficie del cielo, un corazón brillando con una luz roja, del cual partía una vía de rayos blancos que conducían a la llaga del costado... y otra vía que se extendía sobre la Iglesia y sobre muchos países…estos rayos atraían hacia ellos un gran número de almas que, por el corazón y la vía luminosa, entraban en el costado de Jesús. Se me dijo que el corazón era María".

Ana Catalina ve la segunda venida de Cristo con su ejército de santos y mártires: "vi a un hombre montado sobre un caballo blanco". Los cautivos y oprimidos son liberados y se unen a la Iglesia. Todos los demoledores y los conjurados son expulsados de todas partes y son reunidos en una única masa confusa y cubierta de una bruma. 

Todo vuelve a florecer. Un nuevo Papa surge, firme con los malos sacerdotes pero suave con los buenos. El negro abismo se retrae cada vez más. Es un nuevo resurgir de iglesias y conventos. Todo es renovado y la Iglesia se eleva hasta el cielo reconstruida rápidamente y con más magnificencia que nunca. Sobre ella, está el Cordero de Dios rodeado de todas las cohortes celestiales y terrenales: la Nueva Jerusalén.

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