"No temas, porque yo estoy contigo;
no te angusties, porque yo soy tu Dios.
Te fortalezco, te auxilio,
te sostengo con mi diestra victoriosa"
(Isaías 41, 10)
El mundo actual nos ofrece un gran abanico de falsas alternativas al plan divino que, unificadas en una ideología relativista, materialista y globalista, se concretan en un pensamiento único y autoritario que afirma, no tanto que Dios sea una opción irrelevante para el hombre, sino que es una idea totalmente desechable.
El hombre de hoy, como el de ayer, ha sucumbido a las mentiras de la serpiente antigua (Apocalipsis 12,9). Ha negado y expulsado a Dios de su "Edén artificial", construido como venganza a las consecuencias ocasionadas por el pecado de nuestros primeros padres. Y engañado y manipulado, ha dado cumplimiento a las palabras de Dios: "Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón" (Génesis 3,15).
Como consecuencia de este insistente "Non serviam", nuestra sociedad se ha convertido en un territorio hostil, en un entorno adverso, en un ambiente antagónico para los cristianos. La idea de Dios ha pasado de ser un concepto "excéntrico, caduco y privado", a ser considerada como una doctrina malvada y perniciosa para el hombre "racional". El bien se convierte en mal y viceversa.
Nadie está dispuesto a que le digan lo que está mal ni cómo vivir sus vidas. Es más, ni siquiera consiente el "silencio" aletargado de los cristianos tibios de nuestro siglo ante su perversidad. El pecado no existe...el sufrimiento no está permitido. Y por tanto, vivir de una forma diferente a la suya es considerada como una afrenta, como un ataque frontal a su identidad deformada.
Un nuevo "credo", con tres grandes estándares, "Diversidad, Equidad e Inclusión" (que actualizan a los de "Libertad, Igualdad y Fraternidad"), ha perpetrado y organizado un cúmulo de códigos "reinicializados", lenguajes "inclusivos", contenidos "sensibles" y dogmas "indiscutibles" (ideología de género, transhumanismo, cientificismo, ecologismo, animalismo, eugenesia, eutanasia, abortismo, feminismo, darwinismo social...) que no permiten la duda o la discrepancia...y no digamos ya, la oposición declarada.
La "Gran Babilonia", anunciada en Apocalipsis 17 y 18, con su opulencia y magnificencia a lomos de la bestia escarlata, "ha embriagado a los reyes de la tierra con el vino de su prostitución...y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con el poder de su opulencia", es decir, con su propaganda perversa, fermento de su ideologia antidivina y de su doctrina materialista.
La "Gran Ramera", con sus "maquillajes y pinturas", con sus apariencias y fachadas globalistas, ha fascinado costumbres y mentalidades, instituciones y medios, tradiciones y leyes.
La "Gran Prostituta", con sus "joyas y riquezas", con sus vanidades y orgullos individualistas, ha corrompido poderes económicos, sociales y políticos.
La "Madre de las prostitutas", con su "copa de oro rebosante de abominaciones y blasfemias", con sus mentiras y falsedades relativistas, ha seducido la cultura, la educación y la sociedad en general, y ha enarbolado la bandera de una libertad falsa, inicua y atea: "hacer (todos incluidos) lo que os de la gana".
La "Gran Mentira", con su falaz idolatría y vergonzante apostasía, quiere hacernos creer que Dios no existe, que estamos solos y equivocados, mientras nos conduce inexorablemente a la transformación de la libertad del bien por el totalitarismo del mal y, por tanto, a la destrucción del "hombre amado por su Creador".
El "Gran Reseteo" o "Gran Reinicio", con su consigna de un Nuevo Orden Mundial, quiere intimidarnos y arrinconarnos, mientras nos encamina irremediablemente a la deconstrucción del modelo amoroso de Dios para sustituirlo por el modelo destructivo de Satanás.
La opción de la "Bestia del mar" es una dogmática incuestionable y obligatoria, que desnaturaliza y endiosa al hombre, y que minimiza y "crucifica" a Dios.
Es un pensamiento radical y fundamentalista, un ideario repensado y reinicializado, cuyas dimámicas principales son el miedo y la amenaza, la mentira y el engaño, la verguenza y la culpabilidad, el señalamiento y la discriminación, la beligerancia y el hostigamiento, la muerte y el caos... en definitiva, todas ellas... armas del Enemigo.
Estamos en guerra...¡queramos o no! Inmersos en una confrontación en la que, si para Dios no es posible que seamos neutrales porque "Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro" (Lucas 16,13), para el Diablo, que pretende ser una burda imitación de Dios, tampoco, "O estás con él o contra él".
Estamos en conflicto...¡queramos o no! Sumidos en una batalla espiritual en la que, si para un cristiano, el bien impide cualquier posibilidad de ser indiferente ante el mal, "No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien" (Romanos 12, 21), para un anticristiano, el mal niega toda oportunidad de ser compasivo con el bien.
Mientras que para el mundo, Dios...ni siquiera es una opción, para los cristianos es mucho más que una alternativa...es una necesidad. Una necesidad de amarlo y adorarlo, de buscarlo y seguirlo, de escucharlo y proclamarlo. Por eso, los cristianos "No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído" (Hechos 4,20).
Edmund Burke, pensador y escritor irlandés decía que "Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada", o dicho de otro modo: "El mal vence porque el bien no actúa".
Pero ¡No!...¡No estamos solos! Dios nos alienta: "¡Ánimo, sé valiente!......No tengas miedo ni te acobardes, que contigo está el Señor, tu Dios, en cualquier cosa que emprendas" (Josué 1,6 y 9). Jesús está con nosotros: "Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos" (Mateo 28,20).
Por eso, ¡no!...los cristianos no podemos ni debemos callar. No podemos ni debemos dejar de actuar. No podemos ni debemos mirar para otro lado...como si no fuera con nosotros...porque tarde o temprano, las consecuencias de la propaganda nos "tocarán" de cerca y seguramente, terminen por aniquilar nuestra adormecida fe.
Se trata de luchar con las armas espirituales que Dios nos proveé, con nuestra perseverancia y nuestra "resistencia activa" contra la ideología perversa del Imperio y con la denuncia inequívoca de su destructiva propaganda...sabiendo con toda certeza que... ¡No estamos solos!
"Si Dios está con nosotros,
¿quién estará contra nosotros?"
(Romanos 8,31)
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