¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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jueves, 18 de febrero de 2021

¿HAY ALGUIEN AHÍ?

"¿Por qué buscáis la felicidad, 
oh mortales, 
fuera de vosotros, 
cuando la tenéis 
dentro de vosotros mismos?"
(San Severino Boecio, filósofo y mártir católico)

El hombre, desde el principio y a lo largo de su historia, ha mirado siempre al cielo, buscando respuestasFascinado por ese infinito y oscuro manto que es el universo, y que según la ciencia, es fruto del la casualidad y del azar cósmico, ha buscado el origen y la causa de la "vida", allí donde no puede encontrarlos.

Esa búsqueda insaciable le ha llevado a asegurar que "no estamos solos". Y es cierto, no lo estamos. El ser humano se siente solo y abandonado desde que perdió de vista a Dios en el Edén y, desde entonces, "explora para encontrar" cuando debería "explorar para ser encontrado". 

Sin duda, el hombre ha desviado la búsqueda del anhelo de plenitud que Dios ha impreso en su corazón humano, hacia el ansía de encontrar "algo" distinto en el cosmos...quizás un sucedáneo del Creador, un sustituto de Dios. Busca "vida" en el espacio, la misma que ha despreciado y aniquilado en la tierra. Y continúa haciéndolo en el siglo XXI. 
Y si el hombre no es capaz de reconocer y valorar la vida en la tierra, en la creación, en la sociedad, en las leyes...¿Cómo va a ser capaz de reconocerla fuera de ellas? ¿Para qué buscar vida en el espacio? ¿Para aniquilarla? 

No cabe duda de la gran paradoja que supone lanzar al universo un "¿hay alguien ahí?", esperando encontrar una respuesta que nunca llegará si no viene de Dios. Empecinarse en explorar la posibilidad de encontrar vida fuera de la tierra, mientras se destruye y se denigra la existente en ella es un propósito absurdo e irracional. Empeñarse en buscar el origen de la "vida" en el caos mientras se niega con rotundidad la existencia del Autor de la Vida en la evidencia natural, es una contradicción en sí misma. 

En el fondo de ese "¿hay alguien ahí?" subyace una perversa y rebelde refutación de la presencia de Dios, cuya finalidad es despojarle de la autoría de la vida y otorgársela a una casualidad, a una matemática accidental, a un azar acientífico, es decir, al caos y a la nada. 

La ciencia busca insistentemente "demostrar" la no existencia de Dios, y por eso, busca desesperadamente una respuesta que "encaje hechosdentro de su premeditada y atea idea. Su escepticismo es, quizás para ella, sostenible en teoría pero insostenible en la práctica. La ciencia no puede rechazar, irracionalmente, ninguna teoría por el hecho de no gustarle o por no encajar con una idea preconcebida. Eso es, en sí misma, la antítesis del método científico.
Pero, además, es que Dios no es "científicamente demostrable" (desde un punto de vista empírico y humano) porque la ciencia es natural (depende del tiempo y del espacio), y Dios, sobrenatural (es eterno y omnipresente). Por tanto, está por encima de la ciencia, de la razón, de todo conocimiento y de todo cánon humano. En realidad, los cristianos tenemos la certeza que está por encima de todo.

Sin embargo, el hombre, creyéndose "como Dios" (Génesis 3,5), libre y autosuficiente, trata de afirmar su "endiosamiento" negando cualquier causa o autoría de la vida que provenga de Dios, es decir, que no se ajuste a la justificación de su voluntad o propósito. 

Buscamos mal, porque buscamos donde no podemos encontrar, como las mujeres del pasaje de Lucas 24,1-6: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí". Buscamos para "ver" y para "tocar"...para quedarnos convencidos con una explicación de la razón y de la lógica humanas que nos satisfaga. La Vida no está donde nosotros queremos buscarla o donde pretendemos encontrarla. Buscamos vida donde no la hay, y la destruimos donde la hay. Abrimos los horizontes y cerramos los corazones. 

Sólo podemos llegar a la Verdad cuando tomamos conciencia de nuestra propia ignorancia, de nuestra pequeñez e insignificancia; sólo podemos descubrir la Vida cuando tomamos conciencia de que nuestra propia existencia no nos pertenece; sólo podemos hallar el Camino cuando tomamos conciencia de que estamos perdidos.

¿De qué nos sirve encontrar indicios de agua o de vida en otros planetas o galaxias y, a la vez, negar al Creador de todo? ¿Vamos a encontrar allí la respuesta a la "gran pregunta" existencial? ¿Vamos a descubrir allí la "Causa" y el "Sentido" último de las cosas? ¿Qué propósito tiene buscar "agua" en lugar de buscar la "Fuente" de la que brota?

Busquemos "vida inteligente y superior", es decir, a Dios en nuestro corazón con la misma insistencia y vehemencia con las que buscamos "vida elemental" en el espacio.  Busquemos al autor de la vida, no fuera de la vida, sino en la propia vida, en la naturaleza, en la creación, en nuestro prójimo.

Si exploramos con los "ojos de Dios", en lugar de con los "ojos del hombre", le encontraremos. ¡Vive Dios que le encontraremos! ¡Porque ha resucitado y está vivo!

JHR