¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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jueves, 31 de agosto de 2017

"AMOR EN ACCIÓN"




Hoy, un fuerza interior me llama a compartir con todos, a gritar al mundo, la inmensa alegría y el gran gozo que desborda mi corazón, después de haber estado sirviendo a Nuestra Señora la Santísima Virgen, en la misión mariana que los Heraldos del Evangelio hemos realizado en Guijo de Galisteo (Cáceres).

Como dice una gran amiga y hermana mía, "una misión que ha quedado impresa y tatuada en nuestros corazones"; una inolvidable vivencia del "amor en acción"; una hermosa y maternal experiencia de María; una sobrenatural primicia del cielo y una profunda presencia de Jesucristo.

Creo, sinceramente, que los que allí estuvimos, hemos experimentado un "cachito de cielo" a través de las múltiples sensaciones, de los imborrables sentimientos y de las innumerables y abundantes gracias que la "Bella Señora" ha derramado sobre quienes la hemos portado y sobre quienes la han recibido en sus casas y corazones.

Unas Gracias que nos han elevado a las alturas, de la mano de la Virgen Santísima, la "Llena de Gracia". No en vano, Ella es conquistadora de corazones, también en esa tierra extrema y dura de conquistadores.

Aún me emociono recordando los rostros iluminados de las personas que han abierto de par en par sus casas y sus corazones, para que María pasara a ser coronada como Reina y Señora. Rostros llenos de alegría, fe, paz, y emoción.... Rostros impresionados por la visión de María y ojos por los que escapaban lágrimas de puro amor...

Quiero agradecer desde lo más profundo de mi corazón, en primer lugar, a nuestros queridos hermanos de la Orden 1a. de los Heraldos del Evangelio, por la confianza depositada en nosotros, por la oportunidad de ser partícipes de esta experiencia de María, por el regalo de dejarnos portar a Nuestra Señora como esclavos suyos y, desde luego, por su total y absoluta entrega a la Virgen. 

También, gracias por enseñarnos a entregarnos a Ella en cuerpo y alma, a ser mejores seguidores de Cristo. Gracias por su infinita paciencia con nosotros, por ese amor que transmiten en cada minuto, en cada palabra, en cada paso...


En segundo lugar, quiero dar gracias por la impresionante atención y la calurosa acogida de todas esas humildes gentes de Guijo de Galisteo, por cómo se han volcado con la Virgen y con todos nosotros, por cómo han estado en todo momento pendientes de nuestras necesidades, por cómo se han desbordado como un río de amor por las estrechas calles del pueblo. 
Gracias por su firme fe y su profunda devoción mariana, que ha convertido esa bendita población en una huella indeleble del paso de María. 

Por supuesto, quiero agradecer y hacer mención especial a su párroco, D. Raúl, por su entrega y cariño hacia todos nosotros. Un joven sacerdote entregado por completo a su vocación, a su servicio a Dios y a su pueblo. 

Cura y tamborilero, "pastor con olor a oveja", es un hombre que contagia entusiasmo, que transmite la alegría del Evangelio y que demuestra su amor por Dios y por la Virgen... regalando caridad, fe y esperanza por cada rincón de su pueblo natal.

Finalmente y lo más importante, quiero agradecer a Jesús y a la Virgen, la oportunidad que nos conceden de ser instrumentos de Dios, de ser herramientas de Su infinito amor, de ser esclavos suyos al servicio del Reino.

Realmente, esta misión mariana ha sido una maravillosa vivencia del "amor en acción", como dijo Santa Teresa de Calcuta. Un amor que ha sobrevolado todo el pueblo, cada casa, cada tienda, cada establecimiento, cada rincón.

Una gran fiesta donde "no sé si el cielo bajó o el pueblo subió, pero los ángeles volaban en ese lugar, en medio de todos y sobre el altar, trayendo las manos llenas de bendiciones. Yo sé que estaba lleno de ángeles, sí y que el mismo Dios estaba allí. Y que si los ángeles vuelan, la iglesia se alegra, todos cantan y lloran, las almas se elevan y se asusta el infierno, se aleja el mal".


Una bendición sobrenatural de un pueblo, desconocido para mí pero que, desde ahora, llevaré en mi corazón el resto de mi vida.

Mi corazón es de María y también, un poco de ese pueblo tan entrañable, Guijo de Galisteo.

GRACIAS