"El Señor es Dios, él nos ilumina"
(Sal 118,27)
Hoy hablaremos de las velas o cirios utilizados en la Iglesia, de su simbolismo litúrgico, de su lenguaje místico y de su expresión devocional.
Para algunos detractores, el uso de los cirios presentes en los templos y en las ceremonias religiosas católicas provienen de usos paganos o judíos para honrar a la divinidad.
Sin embargo, la utilización de los cirios tiene su origen en el primer siglo, en las reuniones clandestinas que celebraban las primeras comunidades cristianas durante la noche o en sitios subterráneos debido a la persecución que sufrían, y cuyo uso posterior se hizo extensivo a las iglesias construidas con escasa luz, a propósito, como símbolo de recogimiento y respeto.
Tradición
Su utilización ha pasado de una necesidad a una instrucción de la Tradición de la Iglesia (Instrucción General del Misal Romano), de tal manera que los candeleros deben colocarse de forma apropiada, sobre el altar o cerca de él, según cada acción litúrgica, como manifestación de veneración o de celebración festiva.
Según el IGMR 117, CE 125, no se encienden todas las velas en todas las celebraciones, sino de la siguiente manera:
-dos: en las ferias o memorias
-cuatro: en las fiestas (Misa cantata)
-seis: en los domingos, en las solemnidades, en los días de precepto (Misa mayor)
-siete: cuando celebra el obispo diocesano.
Las celebraciones en las que celebra el obispo se utilizan siete velas para destacar la plenitud del sacerdocio de la que participa y expresa la preeminencia episcopal. Cuando el obispo hace su entrada a la iglesia es recibido y escoltado por dos acólitos con dos velas. Asimismo cuando un obispo toma parte en algún acto eclesiástico en el santuario tiene un candelero propio, conocido como bujía (bugia), sostenida cerca de él por un capellán o clérigo.
Las rúbricas o reglas litúrgicas para el oficio divino prescriben también que dos acólitos deben ir con velas a la cabeza de la procesión al santuario, también para hacer honor al canto del Evangelio en la Misa mayor, así como para el canto del pequeño capítulo y las colectas en vísperas, etc.
Como norma, el color de las velas debe ser blanco, aunque se permiten velas doradas o pintadas bajo ciertas restricciones. Sin embargo, en las Misas de difuntos y en la Semana Santa se usa cera amarilla o no blanqueada.
Simbolismo
El número siete simboliza plenitud, perfección o totalidad: siete son los días de la semana, siete los diáconos para el servicio terrenal, siete los sacramentos, siete los dones del Espíritu.
En el Apocalipsis de San Juan, siete son los ángeles, siete los sellos, siete las trompetas, siete las copas y siete las iglesias de Asia que simbolizan a la totalidad de la Iglesia de Cristo de todos los tiempos.
En la tradición judía, estas siete iglesias de Asia se representan con un candelero de oro de siete candelas, el Menorah, y en los cánones apostólicos, redactados en los primeros siglos de la Iglesia, se habla también de las lámparas que ardían en la Iglesia.
Los cirios de cera encendidos y sustentados en candelabros simbolizan la alegría, la pureza, el amor a Dios, las oraciones y las plegarias, el sacrificio, la devoción, así como un modo de disipar las tinieblas del mal. En ocasiones y por pragmatismo, las velas de cera se sustituyen por velas cuya mecha se sumerge en aceite, que simboliza la fe.
Según la Enciclopedia Católica, “la cera pura extraída por las abejas de las flores simboliza la carne pura de Cristo recibida de Su Madre Virgen, la mecha simboliza el alma de Cristo y la llama representa Su divinidad”.
Las velas o cirios, que deben ser fabricadas, preferiblemente, con cera de abeja, fruto del trabajo en comunidad, también representan al pueblo de Dios, a los "hijos de la luz" (Juan 12,36; Lucas 16,8), y los candelabros, fabricados de metal, representan la base y firmeza de la sucesión apostólica.
La luz representa la presencia de Jesucristo en la Iglesia, la "luz del mundo", que ilumina a todo hombre en su peregrinar por el mundo: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Juan 8,12; Mateo 5, 14-16). Y por tanto, también
Utilización
Muchas son las circunstancias en las que la Iglesia enciende cirios:
-en los sacramentos del Bautismo, símbolo del comienzo de la vida sobrenatural, y de la Eucaristía (pública o privada) como símbolo de la presencia real de Cristo.
-en las procesiones para iluminar el camino.
-en el transporte de la Palabra al ambón o púlpito, desde el que el diácono la proclama, para iluminar a la asamblea.
-en la Adoración del Santísimo para simbolizar la presencia eucarística de Cristo.
-en las plegarias a los santos para simbolizar la comunión de los Santos.
-en distintos momentos del año litúrgico, como por ejemplo, en la Vigilia Pascual del Sábado Santo, donde la luz simboliza la Resurrección de Jesucristo, o en la fiesta de la Purificación de Nuestra Señora (2 de Febrero), o fiesta de la Candelaria o Misa de las velas, que simbolizan la pureza necesaria para alcanzar el amor de Dios.
-en la dedicación de una iglesia, en la bendición de cementerios, en una Misa de ordenación, en las excomuniones, en la reconciliación de los penitentes y otros actos excepcionales.