"Le entró miedo y comenzó a hundirse"
(Mateo 14, 22-33)
Ayer, tras una semana agitada y convulsa, empecé a hundirme.
Te perdí de vista, Jesús, y comencé a dudar, a dejarme arrastrar por el miedo y la incertidumbre.
Hoy, Señor, me vuelves a tender la mano y, como el pasado lunes, me dices ¿por qué dudas?
Dudo porque el Tentador me lleva al terreno de las posibilidades, de lo que está por venir, del "podría ser"...y me lo pinta "negro".
Y Tú Señor, sin embargo, quieres que esté en el terreno de la confianza, del presente, en el "lo que es"...y me lo pintas "blanco".
Agarro mi presente y lo tomo como una cruz, en la confianza absoluta de que Tú, como siempre, estás a mi lado para ayudarme, aunque me dejes "faenar" y caminar sobre las olas.
Me comprometo a no mirar hacia abajo sino a mantener mis ojos fijos en Ti, mientras me dices "ven".
Y yo voy, Señor...hacia donde Tú me digas. ¡Confío en Ti!
JHR