¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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lunes, 30 de agosto de 2021

NADIE NOS HA CONTRATADO

"No andéis agobiados pensando qué vais a comer,
 o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. 
Los paganos se afanan por esas cosas. 
Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. 
Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; 
y todo esto se os dará por añadidura. 
Por tanto, no os agobiéis por el mañana, 
porque el mañana traerá su propio agobio. 
A cada día le basta su desgracia"
(Mateo 6,33-34)

Muchos vivimos la experiencia de querer trabajar y no poder, porque nadie nos ha contratado (Mateo 20,7). Muchos vivimos el drama humano de no encontrar empleo aunque buscamos "como un obrero que no tiene de qué avergonzarse" (2 Timoteo 2,15) y "para servir al Señor, y no a los hombres" (Colosenses 3,23)

En una cultura del descarte como la que vivimos, llegas a pensar que nadie cuenta contigo, que no eres válido... cuando buscas y buscas durante mucho tiempo, pero no encuentras trabajo.  Vivimos en un mundo de etiquetas y de máscaras, de estereotipos y de paradigmas, de imágenes y de clichés que aceptamos de forma colectiva y que nos convierten en esclavos de esa proyección que damos al exterior.

Por ello, solemos creer que lo que nos define es nuestra posición social o laboral, el barrio en que vivimos, el coche que conducimos, la ropa que vestimos... Pero aunque el mundo diga lo contrario, tener o no tener trabajo tampoco define nuestra identidad ni nuestra valía. 

Cuando decimos "Soy abogado...médico...empresario...albañil", en realidad, nos referimos a actividades que desempeñamos en nuestras vidas gracias a los talentos que hemos recibido, pero la profesión no define quiénes somos ni lo que valemos.

San Pablo dice que nuestra identidad está unida a la de Cristo: "Dios...que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos...nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia" (Efesios 1,3-6).

Lo que verdaderamente nos define es lo que llevamos en nuestro corazón. ¡Qué alivio se siente cuando uno comprende esto! Y se llega a esa comprensión cuando somos conscientes de que todos los seres humanos poseemos un valor único, una luz primordial, un aspecto que nos define: la dignidad de hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza (Génesis 1, 26-27). 

Mi identidad no me la proporciona un trabajo sino Dios. Mi valía no me la ofrece una profesión sino mi comunión con Cristo. Mi dignidad no me la brinda un empleo sino ser hijo de Dios en Cristo. Y por eso, tengo la confianza absoluta de que Él cuida, se interesa y se preocupa profundamente por todos y cada uno de sus hijos, aunque nadie se acuerde de ellos

Mi confianza absoluta en Dios no es pasividad sino compromiso con su Voluntad; no es ociosidad sino desapego a mi comodidad; no es pereza sino abandonosu Providencia.
No obstante, reconozco que soy débil, y cuando me asalta la duda, la preocupación o la angustia en la espera, siempre acudo a Su Palabra, para reconfortarme: 

"Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré" (Mateo 11,28)

"¿Si Dios está con nosotros...quién contra nosotros?" (Romanos 8,31)

"¿No valgo yo más que los pájaros del cielo o los lirios del campo?", o "¿Quién de nosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?" (Mateo 6,26-27).

No desfallezco. Soy "pesado" y hasta "cansino". Cada día le pido a Dios que me ayude, que me guíe, que me dirija, que me señale el camino... pero nunca le pido seguridad material absoluta. Tampoco pretendo que sea el "genio de la lámpara" que esté a mi disposición para cumplir mis deseos. Y mucho menos, tentarle o recelar de su Providencia... 

Desde luego que no. Por eso, mi seguridad está puesta en Dios "porque el Señor da la gracia y la gloria; y no niega sus bienes a los de conducta intachable" (Salmo 84,12), y mi confianza "porque sabe que tengo necesidad de todo eso" (Mateo 6,32), y mi agradecimiento "porque tengo lo necesario, y me sobra...y mi Dios proveerá a todas mis necesidades con magnificencia" (Filipenses 4,18-19), y mi esperanza "porque el hombre proyecta su camino y el Señor dirige sus pasos" (Proverbios 16,9).

Sé que el Señor tiene un plan para mí. Dios tiene sus tiempos. Él sabe más... Y en ello estoy...

"Confía en el Señor con toda el alma, 
no te fíes de tu propia inteligencia; 
cuenta con él cuando actúes, 
 y él te facilitará las cosas...

El hombre tiene proyectos,
el Señor proporciona la respuesta...

Encomienda al Señor tus tareas,
y tendrán éxito tus planes."

(Proverbios 3,5-6; 16,1-4)