Words like violence
Break the silence
Come crashing in
Into my little world.
Painful to me
Pierce right through me
Can't you understand
All I ever wanted
All I ever needed
Is here in my arms
Words are very unnecessary
Vows are spoken
To be broken
Words are trivial
Pleasures remain
So does the pain
Words are meaningless
And forgettable
(Enjoy the silence, Depeche Mode 1990)
El pasado fin de semana estuve en un retiro en silencio. Es una de las experiencias espirituales que realizo varias veces al año y que aconsejo a todo el mundo.
En el silencio (exterior e interior), dispongo mi espíritu a la Gracia divina abriendo cuerpo, alma y corazón a la acción silenciosa del Espíritu Santo, que me transporta y me hace avanzar hacia el amor de Dios. Yo, guardo silencio y Dios, hace el resto.
Dios me trae al silencio para hablarme en lo más profundo de mi ser y así, llegar al entusiasmo (del griego enthousiasmós, que significa "lleno de Dios"). Es Dios, quien desde mi silencio interior, se manifiesta y se desborda.
Es entonces cuando, uno es capaz de ver "flashes", "gotas de cielo", "cachitos de cielo", es decir, gracias sensibles e inmediatas de la acción de Dios, que le hacen entender y descubrir que para encontrar a Dios, no tengo que buscarlo en el exterior, donde sólo hay ruido y distracción, sino en mí.
Encontrar a Dios requiere silencio y recogimiento; requiere concentración y conocimiento de mi mismo; ahondamiento en mi corazón, discernimiento en mi mente y examen en mi conciencia.
El silencio no es simplemente la ausencia de ruido o palabras sino una profunda comunión con Dios que no necesita sonidos. El silencio no habla, siente; es callar y contemplar su Amor.
Una de las clásicas tentaciones de Satanás es el excesivo y narcisista uso de palabras con el cual "hacer ruido" para no escuchar a Dios. Por eso, igual de necesario es un "silencio de labios", que un "silencio de pensamientos" con el que poder escuchar a Dios estando alerta, y vigilante.
La voz de Dios es una luz íntima que resplandece silenciosamente, y que jamás se impone. El fruto del silencio es distinguir la sutil, delicada y respetuosa voz de Dios que nunca se abalanza, ni presiona; una voz discreta y sosegada que nunca obliga a nuestra libertad y que nunca abusa de nuestra debilidad.
El silencio es un camino que comienza del esfuerzo, continúa en el deseo y termina en una necesidad. Eso es el verdadero encuentro con el Amor: a solas, en silencio y en intimidad, yo le miro y Él me mira.
El silencio es un lenguaje puesto que Dios no se encuentra en el ruido ni habla mediante sonidos que debemos aprender a reconocer. Un lenguaje de amor, bellamente descrito por San Agustín:
"una luz que brilla desbordando el espacio
un sonido que suena más allá del tiempo
un olor que no se disipa en el aire
un sabor que no causa hastío
un abrazo que nunca se separa"
El silencio es un espacio de prueba y examen ante las distracciones, los pensamientos, los deseos y las emociones. En silencio, el hombre encuentra a Dios, evitando ceder a la fascinación y seducción de lo externo y volviéndose a lo interno, evitando salir de sí mismo, dejándose atraer por su amor y sumergirse en él... porque lo esencial lo pone Dios.
El silencio es un ascensor hacia el cielo que permite encontrarse con Dios subiendo piso a piso, rellano a rellano, sin prisa pero sin pausa. El hombre quiere "todo"deprisa; quiere ver, sentir y oír a Dios pero no le busca en la dirección correcta; pretende subir en el ascensor desde el bajo directamente al ático, sin parar, sin detenerse, sin dejar de hablar...
El silencio es un ascensor hacia el cielo que permite encontrarse con Dios subiendo piso a piso, rellano a rellano, sin prisa pero sin pausa. El hombre quiere "todo"deprisa; quiere ver, sentir y oír a Dios pero no le busca en la dirección correcta; pretende subir en el ascensor desde el bajo directamente al ático, sin parar, sin detenerse, sin dejar de hablar...
El silencio es una trascendencia del amor humano para conocer el amor divino. No podemos encontrar ni entender a Dios sin la perspectiva de la vida eterna. El hombre es impaciente y ruidoso por causa de su compulsiva relación con el tiempo. Sin embargo, Dios es paciente y silencioso porque es eterno, porque no es esclavo del tiempo.
Dios es "palabra sin voz", "comunión silenciosa"y por tanto, no debemos buscar el silencio por el silencio, sino la intimidad de Dios por medio del silencio.
El silencio es una escuela de mansedumbre, de humildad, de sabiduría y de confiado abandono en los brazos de Dios. Una escuela donde aprendemos a perder el miedo y la angustia ante lo que no hace ruido porque no estamos solos.
En el silencio: Estamos con Dios. Estamos en Dios. Somos para Dios.
¡Que todo enmudezca para que Dios se haga oír!
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