“Él te condujo por el desierto, y en esa tierra seca y sin agua
ha hecho brotar para ti un manantial de agua de la roca dura”
(Deuteronomio 8,15)
De nuevo, me encuentro vagando por el desierto.... en soledad, en silencio, en oscuridad.
Durante el día, todo es árido, inhóspito e incómodo. No hay nada, ni lo más elemental. Sólo sed, calor, cansancio y abatimiento.
Durante la noche, todo es privación, vaciedad y carencias materiales. No hay nada, ni lo más necesario. Sólo hambre, frío, silencio y soledad.
Desnudo y expuesto al calor abrasador de una sociedad materialista, camino hacia el misterio de Dios. Sólo a través de la oración y la comunión con Él, soy capaz de ser simplemente yo ante Él.
Durante el día, todo es árido, inhóspito e incómodo. No hay nada, ni lo más elemental. Sólo sed, calor, cansancio y abatimiento.
Durante la noche, todo es privación, vaciedad y carencias materiales. No hay nada, ni lo más necesario. Sólo hambre, frío, silencio y soledad.
Desnudo y expuesto al calor abrasador de una sociedad materialista, camino hacia el misterio de Dios. Sólo a través de la oración y la comunión con Él, soy capaz de ser simplemente yo ante Él.
Descalzo y abatido, camino ante la inmensa aridez que me rodea...el vacío se abre a mis pies, la arena apenas me deja caminar con paso firme. Sólo a través de mi confianza plena en la insondable voluntad de Dios puedo mantenerme en pie.
Despojado de mi propio yo y de las cosas prescindibles de mi vida, mi alma se desnuda, se desapega de lo innecesario y busca el oasis donde se halla la fuente de agua viva. Sólo a través de mi incansable búsqueda de Dios, soy capaz de resistirlo y soportarlo.
Frágil y limitado, mi fe experimenta la prueba y la purificación.Sólo a través de mi seguimiento a Cristo soy capaz de mantener el sosiego, la calma y la paz.
Vulnerable y tentado, vadeo dunas, evito escorpiones, eludo serpientes y siento como si mi mundo se viniese abajo. Sólo a través del leve soplo del Espíritu, soy capaz de entenderlo y vivirlo.
Moises, Jesús, Pablo, caminaron por el desierto de la prueba, la tentación o la purificación.
Al igual que ellos y otros muchos, sé que debo pasar por él con confianza y humildad, con desapego y pobreza, con renuncia y austeridad.
Moises, Jesús, Pablo, caminaron por el desierto de la prueba, la tentación o la purificación.
Al igual que ellos y otros muchos, sé que debo pasar por él con confianza y humildad, con desapego y pobreza, con renuncia y austeridad.
Sé que debo estar dispuesto a perderlo todo: mi seguridad, mi comodidad, mi interés, mi voluntad.
Y lo hago porque tengo la absoluta certeza de que Dios no me abandonará jamás.
Y lo hago porque tengo la absoluta certeza de que Dios no me abandonará jamás.
Aunque esté a mi lado y no pueda verle..
Aunque parezca distante y no pueda escucharle...
Sé que Dios está conmigo.
¡Gloria a Dios!
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