"Los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas,
echan alas como las águilas,
corren y no se fatigan,
caminan y no se cansan."
(Is 40,31)
Los sherpas son un pueblo originario de las montañas en Nepal que han alcanzado especial relevancia como excelentes guías y ayudantes, transportando equipo y material en las expediciones al Himalaya, gracias a su asombrosa capacidad de resistir la falta de oxígeno y de utilizarlo eficientemente.
Su metabolismo es único: su sangre es menos espesa, tiene menos hemoglobina y retiene menos oxígeno, de forma que circula con mayor facilidad por una red de capilares más rica que favorece su mejor transporte a los tejidos y provoca una menor presión sobre el corazón. Es decir, lo importante no es cuánto oxígeno obtiene, sino qué es lo que hace con él.
La eficiencia de los sherpas se basa en la limitación de grasa que queman y en la maximización del consumo de glucosa, es decir, al quemar azúcares en vez de grasa, su cuerpo obtiene más calorías por unidad de oxígeno respirado. Por ello, los sherpas producen un 30% más de energía que el resto de las personas, es decir, usan menos oxígeno para hacer el mismo trabajo.
Un cristiano, en realidad, es un sherpa que posee una "cultura de altura": conoce el terreno (fe), la ruta (Cristo) y la meta (Dios). Está bien entrenado (formación), no desfallece nunca (perseverancia) gracias al eficiente uso de su oxígeno (oración), y guía, acompaña y ayuda (discipulado) a otras personas para que alcancen la cima (santidad).
El "sherpa cristiano" posee "altura de miras": logra desprenderse de todo lo que lo ata a este mundo (desapego) y observa las cosas con objetividad (esperanza), ve desde "lo alto" como un águila (Palabra de Dios) y tiene una visión más amplia del terreno que le circunda (Tradición y Magisterio de la Iglesia).
El "sherpa cristiano" posee un "estilo" (evangelización) que establece una relación de empatía y de estrecha amistad (caridad) con su acompañante. No es sólo cortesía, sino auténtico servicio (Jn 12,26). Arriesga su vida (Jn 15,13), regala una sonrisa (Pro 15,13) y sabe escuchar activamente (Stg 1, 19), leyendo incluso los silencios.
El "sherpa cristiano" acompaña, coordina y crea equipo, estableciendo relaciones y prioridades (fraternidad). Hace más fácil y seguro el ascenso, ofreciendo ideas y sugerencias (acompañamiento espiritual), herramientas y recursos (sacramentos). Sabe por dónde pisa porque ha pasado más veces por allí, es decir, tiene experiencia.
El "sherpa cristiano" asume riesgos con cautela y con seguridad (comunidad) en un entorno cambiante (mundo). Es leal e íntegro, discreto y de vida sencilla, determinante y firme, capaz de resistir el duro clima y perseverar en situaciones muy difíciles o extremadamente adversas.
El "sherpa cristiano" tiene una afinidad intuitiva (Espíritu Santo) que le proporciona un pleno conocimiento de la ruta (don de sabiduría) y una total confianza (don de piedad) en la montaña (Dios), de la que aprende siempre.
El "sherpa cristiano", ascendiendo (vida de fe) con prudencia (don de consejo), adquiere una vista de la inmensidad y la maravilla de la creación (don de ciencia), de lo mucho que le queda por ver y aprender (don de entendimiento), y de la recompensa que le espera (don de temor de Dios) al llegar la cumbre (gloria).
Los cristianos somos sherpas que ascendemos con paso firme y seguro hacia la cumbre.
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