"El mundo entero recordará al Señor y al Señor volverá;
lo adorarán, postrados ante él, todas las familias de los pueblos.
Pues sólo del Señor es el imperio, él es el Señor de las naciones.
Los nobles de la tierra le rendirán honores,
ante él se inclinarán los moribundos y dejarán de ser."
(Salmo 22, 28-30)
Hace un siglo, el 30 de Mayo de 1919, el rey Alfonso XIII leyó la oración de Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles (Madrid), con el Santísimo Sacramento expuesto:
"España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran patria española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.
Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el reino de Dios en la paz de las almas, redimidas por Vuestra Sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley; reconocemos que tenéis por blasón de Vuestra Divinidad conceder participación de Vuestro Poder a los Príncipes de la tierra y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz.
Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna: luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia, todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.
Venga, pues, a nosotros tu Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la Ciencia y de las Letras, y en nuestras leyes e instituciones patrias.
Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que tantos pueblos ha desangrado; continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia. Desde estas alturas que para Vos hemos escogido, como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios todos para que en la pacifica armonía de todas las clases sociales, encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, mas llevadero su trabajo.
Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la Nación y defensa del Derecho. Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida, pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de Vuestro Amor y en el regalado seno de Vuestro Corazón Adorable. Así sea."
Cincuenta años después, el 30 de Junio de 1969, el jefe del Estado, Francisco Franco, renovó esta ConsagraciÓn con la presencia de los, entonces, principes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía.
Mañana, 30 de junio de 2019, en el Centenario de la Consagracion de España al Sagrado Corazon de Jesús, más de 12.000 españoles asistirán a la conmemoración de su renovación "solos". Esta vez, sin rey de España, sin jefe del Estado, sin Gobierno de España.
El rey de España, Felipe VI, nuestro rey, a quien corresponde, como jefe de Estado, renovar la Consagración, ni estará ni se le espera.
Aunque ha sido invitado (no formalmente porque ha rehusado), no ha querido hacer lo mismo que su bisabuelo hace 100 años.
Por ello, Majestad, nos consta que:
No tiene permiso del Gobierno de España (ni quizás el de la reina), que es quien autoriza todos sus actos, pero le ha venido "como anillo al dedo" para no enfurecer a la "bestia roja y atea" (cualquiera de las dos).
Por ello, Majestad, nos consta que:
No tiene permiso del Gobierno de España (ni quizás el de la reina), que es quien autoriza todos sus actos, pero le ha venido "como anillo al dedo" para no enfurecer a la "bestia roja y atea" (cualquiera de las dos).
No tiene tiempo ni agenda, porque está de viaje, preocupándose por contemporizar en "un" país que sea menos católico y más politicamente correcto. ¡Qué diferencia entre dos reyes!
No tiene fe ni compromiso con Dios, y por tanto, no reconoce la concesión del poder divino a los "Principes de la tierra", porque decide quitar el crucifijo el día de su coronación para no encomendarse a quien le permite coronarse, y por tanto, no puede usted reinar por la gracia de Dios.
No tiene sino una actitud aséptica y relativista con la que intenta impedir que Jesús reine en los corazones muchos españoles, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la Ciencia y de las Letras, en nuestras leyes e instituciones patrias.
No tiene sino una actitud aséptica y relativista con la que intenta impedir que Jesús reine en los corazones muchos españoles, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la Ciencia y de las Letras, en nuestras leyes e instituciones patrias.
No tiene otra pretensión temerosa (igual que muchos como usted) que convertir esta conmemoracion en una "Consagracion políticamente incorrecta y oculta", a la que ningún cargo público quiere asistir, a la que ningún medio quiere hacer referencia, a la que a ninguna autoridad parece importar...
No tiene la gallardía de reconocer que la Casa Real, el Gobierno y muchas autoridades civiles, militares e incluso religiosas, prefieren ladearse, desde el centro geográfico de España, hacia la ultraizquierda política, para no salir en una foto junto a Dios.
No tiene la valentía de reconocer que para usted y para muchos, es más "tolerante" hablar de feminismo que de la Virgen María, que es más "correcto" hacerse la foto con el "orgullo" que con Jesucristo, que es "preferible" asistir a una fiesta de minorías que todos los medios cubren con especial interés, que a una de mayorías de la que nadie habla...
Pero, Majestad, su pretensión de instaurar una Monarquia laica, un Reino sin Dios, un país sin fe, le llevará indefectiblemente a su perdición, ante los hombres y, mucho más importante, ante el "Rey de reyes".
Majestad, los que mañana acudiremos al Cerro de los Ángeles, rezaremos por usted. Pero, Majestad, ¡que Dios le pille confesado!
No tiene la valentía de reconocer que para usted y para muchos, es más "tolerante" hablar de feminismo que de la Virgen María, que es más "correcto" hacerse la foto con el "orgullo" que con Jesucristo, que es "preferible" asistir a una fiesta de minorías que todos los medios cubren con especial interés, que a una de mayorías de la que nadie habla...
Pero, Majestad, su pretensión de instaurar una Monarquia laica, un Reino sin Dios, un país sin fe, le llevará indefectiblemente a su perdición, ante los hombres y, mucho más importante, ante el "Rey de reyes".
Majestad, los que mañana acudiremos al Cerro de los Ángeles, rezaremos por usted. Pero, Majestad, ¡que Dios le pille confesado!