¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 20 de agosto de 2024

PEREGRINACIONES: EL CAMINO DEL ALMA

"En los días futuros estará firme 
el monte de la casa del Señor; 
en la cumbre de las montañas, 
más elevado que las colinas. 
Hacia él confluirán todas las naciones, 
caminarán pueblos numerosos y dirán:
Venid, subamos al monte del Señor" 
(Mi 4,1-2)

Desde la antigüedad, las peregrinaciones han estado muy presentes en las religiones abrahámicas como una forma de devoción popular y de cumplimiento de los deberes religiosos:
  • Para los judíos: la peregrinación anual a la ciudad Santa y al Templo de Jerusalén era obligatoria (para los hombres) para celebrar las fiestas de Pascua, Shavuot y Sukot (Ex 23,14; 34,23). Durante los trayectos, se recitaban los llamados "Salmos de la Ascensión" (Sal 120-134)
  • Para los musulmanes: la peregrinación a La Meca o "Hajj" ("dar vueltas") es obligatoria al menos una vez en la vida como símbolo de sumisión a Alá.
  • Para los cristianos: aunque la peregrinación nunca ha sido una obligatoriedad, desde los primeros siglos (IV-V d. C.), siempre ha estado asociada a visitar lugares sagrados (Tierra Santa, Roma), santuarios marianos y lugares de apariciones (Fátima, Lourdes, Medjugorje, Zaragoza, Covadonga, Guadalupe, Aparecida...), iglesias, monasterios o abadías donde existían reliquias o sepulturas de santos (Santiago de Compostela, Taizé).

Las peregrinaciones tienen una gran base bíblica: el viaje de Abraham (Gn 12-25), el Éxodo del pueblo de Israel a través del desierto (Ex 13-40), el viaje de los Magos a Belén para ver a Cristo (Mt 2,1-2), los viajes apostólicos de Jesús por Galilea, Samaria y Judea narrados en los evangelios, los viajes misioneros de San Pablo (Hch 13-28) y del resto de los apóstoles (España, India, Etiopía...). Incluso el camino del Calvario fue una peregrinación para abrir el cielo a la toda humanidad.

La primera peregrinación de la que hay constancia es la de una noble gallega (o berciana) del siglo IV d.C., llamada Egeria quien, en su obra manuscrita "Itinerarium ad Loca Sancta" o "Itinerarium Egeriae", narra sus recorridos por tierras bíblicas y lugares santos, durante mil días, entre el 381 y 384 d.C.

Atravesó el sur de Galia y el norte de Italia; cruzó en barco el mar Adriático hasta Constantinopla y de ahí partió a Jerusalén visitando Belén, Galilea, Hebrón, el monte Horeb. Viajó después a Samaria y al Monte Nebo, Jericó, Nazaret y Cafarnaúm. 

Salió de Jerusalén hacia Egipto en el 382, visitó Alejandría, Tebas, el mar Rojo y el Sinaí. Visitó después Antioquía, Edesa, Mesopotamia, el río Éufrates, Siria, Tarso, Bitinia y Constantinopla, desde donde regresó a Hispania.

Las peregrinaciones no son un "viaje turístico cultural" más, ni una simple "excursión religiosa” ni tampoco una "expedición mágica" donde conseguir indulgencias, sino el camino espiritual del alma que busca a Dios y que "evoca nuestro camino en la tierra hacia el cielo"(CIC 2691). 
Nuestra meta como cristianos es la plenitud de la vida en Dios, la comunión con Dios en nuestra patria definitiva, el cielo. Por eso, los creyentes peregrinamos  "buscando los bienes de allá arriba” (Col 3,1).

Peregrinar es realizar un itinerario de:
  • penitencia y conversión
  • expiación y de acción de gracias
  • purificación y renovación espiritual
  • profundización y crecimiento en la fe 
  • relación con Dios y con su gracia
  • humildad y desprendimiento
  • paz y ordenamiento vital
  • oración y escucha
  • piedad y recogimiento
  • comunión y fraternidad
Peregrinar es "salir de mí mismo" y recorrer, con un corazón humilde y quebrantado (Sal 51,17), las huellas de la santidad, los lugares donde la gracia de Dios se ha manifestado con especial esplendor y donde ha producido abundantes frutos de conversión.

Peregrinar es caminar por la geografía de la fe dejando atrás mis ataduras y miedos, mis seguridades y comodidades, mis dudas y desconfianzas...porque el Señor guía mis pasos. 

Peregrinar es convertirme en un viajero incansable pero con equipaje ligero, conocedor de que el camino es importante pero lo que vale realmente es la meta; sabedor de que dar el primer paso es siempre difícil pero dar el último será eternamente gozoso.