Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés
en la Ley y también los profetas.
Es Jesús, el hijo de José de Nazaret'.
Natanael le replicó: '¿Puede salir algo bueno de Nazaret?'
Felipe le contestó: 'Ven y verás'.
Cuando Jesús vio venir a Natanael, dijo de él:
'Ahí viene un verdadero israelita: éste no sabría engañar'.
Natanael le preguntó: '¿Cómo me conoces?.
Jesús le respondió: «'Antes de que Felipe te llamara,
cuando estabas bajo la higuera, yo te vi'.
Natanael exclamó:
Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel"
(Jn 1, 45-49)
Celebrábamos ayer, 24 de agosto, la festividad de san Bartolomé, de quien sólo sabemos su nombre (Natanael), su procedencia (Caná de Galilea) y que fue el único discípulo de familia noble, pues hay muy pocos datos de él en los textos neotestamentarios.
Aparece en las cuatro 'listas' de Apóstoles: tanto en la de los Hechos (Hch 1,13) como en las de los Evangelios Sinópticos (Mt 10,3; Mc 3,18; Lc 6,14) pero no se le menciona más en el Nuevo Testamento ni se sabe nada con certeza acerca de su vida.
Por otro lado, san Juan, que no menciona en su evangelio ninguna lista de apóstoles, tampoco lo nombra pero sí coloca a Natanael dentro del círculo íntimo de Jesús, nombrándolo en dos ocasiones, lo que puede ser un indicio de que se trate de Bartolomé:
- La primera ocasión es el pasaje que nos ocupa y en el que después de cierto escepticismo por prejuicios, Natanael, por mediación de su amigo Felipe, y ante un elogio como pocos de Jesús, lo reconoce como el Mesías y realiza una rotunda confesión de fe.
- La segunda vez es en el episodio de la pesca milagrosa en el lago Tiberíades (Jn 21,1-14), ya como discípulo, testigo de Cristo Resucitado y perteneciente al grupo de los Doce. Estuvo presente en la venida del Espíritu Santo en Pentecostés (Hch 1,12-14).
La mayoría de los biblistas llegan a la conclusión de que Bartolomé y Natanael son la misma persona porque:
- Bartolomé o “hijo de Talmay o Tolomeo" no es un nombre propio sino patronímico, como Barjona o "hijo de Jonás" para referirse a Pedro, o Barrabás, para referirse al "hijo del rabino", mientras que Natanael sí es un nombre propio que significa "don de Dios".
- Bartolomé no aparece en el evangelio de san Juan, mientras que Natanael no aparece en los Sinópticos (lo mismo que Nicodemo, que sólo aparece en san Juan).
- Bartolomé sale siempre emparejado con Felipe en las "listas de apóstoles" de los sinópticos, y según san Juan, Felipe era un viejo amigo de Natanael que le guió a Jesús.
- Natanael era de Caná de Galilea donde Jesús eligió a la mayoría de los Doce Apóstoles (excepto a Mateo).
- En la aparición de Jesús a orillas del Mar de Tiberíades, Natanael está presente junto con algunos discípulos que se nombran y otros dos, que no.
El libro apócrifo "Actas de Felipe", afirma que evangelizó en Licaonia y Frigia, y habla de su martirio en el Ponto y el Bósforo.
Sin embargo, Eusebio (s. IV d.C.) afirma que predicó en la India y que dejó una copia del Evangelio de Mateo en arameo.
Otros dicen que difundió el evangelio por Mesopotamia, Persia, Azerbaiyán y Armenia, junto a Judas Tadeo.
Unos dicen que murió degollado y decapitado, otros que desollado vivo y luego crucificado, con la cabeza hacia abajo, en Albanopolis (Armenia) por orden de Astiages, por haber convertido a su hermano Polimio, rey de Armenia.
Bartolomé es representado en el arte (El Juicio Final, de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina) desollado, sosteniendo un cuchillo y su piel con sus propias manos que muestra que un apóstol que, literalmente, "se dejó la piel" por Cristo. Sus reliquias son veneradas en la iglesia de San Bartolomeo all'Isola, a orillas del Tíber en Roma.
Algo importante para Bartolomé debió ocurrir "debajo de la higuera" para que el hombre de Caná pasase del escepticismo y los prejuicios a la completa adhesión y seguimiento a Cristo.
Lo mismo que nos ocurre a nosotros cuando albergamos ciertos prejuicios, aprensiones o escrúpulos hacia algunas personas, circunstancias o situaciones de fe. Es entonces cuando el Señor nos sorprende con "sus casualidades", que nos desmontan completamente y nos hacen caer "rostro a tierra".
La historia de Natanael nos mueve a todos los cristianos a no contentarnos sólo con escuchar a otros decir quien fue Jesús, sino a "ir y ver", a tener una experiencia viva y real del Resucitado, a implicarnos personalmente en una relación íntima y profunda con Jesús.
Sólo así podremos reconocerle y decirle: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel» (Jn 1, 49).