¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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jueves, 15 de junio de 2017

ABUSO ESPIRITUAL



"¡Ay del pastor inútil que abandona las ovejas! 
¡Espada sobre su brazo y sobre su ojo derecho; 
que su brazo se seque del todo, y del todo se oscurezca su ojo!" 
(Zacarías 11, 17) 

"¡Ay de los pastores que dejan perecer y dispersarse al rebaño de mi pasto, 
dice el Señor!" 
(Jeremías, 23, 1)

El apóstol Pablo en 1 Timoteo 3, 2-13 define magistralmente los oficios de la Iglesia de Cristo, así, como sus comportamientos: El obispo es el “supervisor” de la comunidad, el presbítero es el “anciano” de la comunidad y el diácono, el “servidor” de la comunidad. 

Los tres son conferidos para el cuidado del pueblo de Dios, para garantizar la unidad de fe y para promover el amor fraterno en la iglesia/comunidad. Nosotros, los cristianos, el pueblo de Dios, les debemos obediencia, sumisión, respeto y apoyo.

Sin embargo, y por causa de un mal endémico en la Iglesia (el clericalismo), a veces, se traspasa la delgada línea que separa la autoridad del abuso espiritual. La imposición de normas que nada tienen que ver con la voluntad de Dios ni con su Palabra, el establecimiento de posiciones descontextualizadas para hacer valer su liderazgo autoritario y la amenaza a los miembros de la comunidad a ser relegados si contrarían las opiniones de sus sacerdotes son, por desgracia, actitudes bastante comunes en algunas parroquias.

Muchas comunidades cristianas han cedido, paulatinamente, a la tentación de reducir la voluntad divina a la voz de sus sacerdotes y han cerrado filas a cualquier amenaza contra la autoridad de los mismos. A menudo, éstos se han revestido de cierto hálito de superioridad que los hace intocables, y en ocasiones, les conduce al abuso espiritual.

Abuso, según el diccionario es el "uso o aprovechamiento excesivo o indebido de algo o de alguien, en perjuicio propio o ajeno".

Vivimos en un mundo repleto de abusos: de autoridad, de confianza, económicos, escolares, sexuales... y también espirituales.

El abuso espiritual ocurre cuando una persona con autoridad religiosa o espiritual (generalmente un líder carismático,  que posee la capacidad de atraer y fascinar a las personas) hace uso de palabras y actitudes para persuadir a los demás en beneficio propio. 

En ocasiones, incluso llega a ignorar o maltratar a otra persona en nombre de Dios o por algún concepto o ministerio espiritual, utilizando su mayor rango como ventaja, al poner a la víctima en un estado de obediencia incuestionable a la autoridad.



La tiranía espiritual empieza entonces a brotar en el líder y en sus seguidores. A menudo se forma una estructura piramidal de autoridad en la cual, mientras más cerca se encuentran los seguidores de su líder mayor beneplácito posee. 

A menudo se desarrolla un doble cariz en la persona: hacia el superior demuestra una absoluta sumisión y pleitesía, mientras que hacia los inferiores, desarrolla una actitud despótica que atribuye al “espíritu profético” que posee.



La visión de Dios se ve distorsionada por este modo de asumir el liderazgo. Si nuestro líder es un tirano que abusa, controla y dirige (siguiendo su propio interés), los designios del pueblo de Dios, podríamos pensar que Dios también es así. Y Dios no es un tirano ni un dictador: Dios es amor.


Los modelos de liderazgo abusivos terminan convirtiéndose en paradigmas de parroquias clericalizadas, que sobrevaloran la figura del líder carismático y desprecian a aquellos que son ajenos a su imposición.

El modelo bíblico que nos explica San Pablo, lejos de enfatizar la autoridad de la persona, revaloriza a la persona y la inserta en una comunidad de amor, y no en un ejército sumiso a determinadas normas estipuladas por el líder.

También, la comunidad descrita en el libro de los Hechos 2, 42-47 es armónica con la voluntad de Dios y aún teniendo determinadas autoridades, éstas no asumen el control absoluto de la comunidad. Así por ejemplo, frente a la necesidad de nuevas personas en el ministerio de la diaconía (una labor de autoridad), éstas no son impuestas por los apóstoles; al contrario, éstos encomiendan a la misma comunidad la selección de estas personas (liderazgo). 

De igual manera vemos, en el concilio de Jerusalén, que la toma de decisiones de parte de la Iglesia, lejos de ser una responsabilidad exclusiva de los apóstoles, es presentada a la congregación para su conocimiento, oración y decisión.

El mismo modelo democrático del que goza occidente en la actualidad es fruto del cristianismo primitivo. Muy a menudo se piensa en Grecia como la fuente de la democracia, sin embargo, el “pueblo” que gobernaba sólo incluía a los hombres libres de las polis griegas. Por el contrario, en el naciente cristianismo “no había judío ni griego, esclavo ni libre, varón ni mujer, pues todos eran uno en Cristo Jesús”. Todos poseían el Espíritu y por ello todos y todas tenían en la capacidad y la responsabilidad de asumir el bienestar de la comunidad de creyentes como propio. Aún los mismos profetas podían y debían ser juzgados por todos los miembros de la comunidad de fe para determinar si el mensaje transmitido era acorde con el anuncio del evangelio.

No debemos olvidar que es el Espíritu Santo quien guía y sostiene el proceso de crecimiento del cuerpo de Cristo, sin perjuicio de la necesaria existencia de la jerarquía eclesiástica para regirla y coordinar las acciones en aras de la necesidad de todos. Pero ésta no debe asumir su posición como hegemónica, sino de servicio a Dios y a su pueblo.

El abuso espiritual se caracteriza por:

1. Tener una visión distorsionada del respeto. Se olvida que el respeto se gana pero no se exige. El respeto se obtiene con el ejemplo, no con la imposición.

2. Exigir fidelidad como prueba de lealtad a Cristo. Todo es: "o a su manera o nada". Si un cristiano se desvía de la autoridad abusiva, es culpable de desviarse de Jesús.

Resultado de imagen de abuso de poder3. Utilizar un lenguaje exclusivo. Su manera de hacer las cosas, de pensar teológicamente, o dirigir la parroquia es la única manera correcta. Todos los demás están equivocados.

4. Erigirse en líder carismático al mando, que comienza bien, pero se desliza hacia la arrogancia, el proteccionismo y el orgullo. Se rodea de un grupo de adeptos y se aísla de las necesidades de los demás. Posee un culto a su personalidad y habla siempre en primera persona del singular.

5. Cultivar una dependencia del líder para la formación espiritual del resto. El discipulado no se plantea, ni se pone en práctica. Sólo el líder es capaz de formar a todos. No delega en nada ni en nadie.

6. Crear una cultura de temor y vergüenza. Si alguien no está de acuerdo con sus ideas, se le recrimina en público. No admiten sus errores, pero a menudo buscan el error en otros y utilizan su conocimiento para sostener a otros en el miedo y la esclavitud. Al ungido de Dios no se le puede ni contradecir ni corregir fraternalmente. Además, se rodean de un círculo de influencia que silencia a los críticos.

7. Exigir servidumbre a sus seguidores, justificando su modo de actuar como resultado del favor de Dios y de la aprobación de su sacerdocio. A diferencia de las instrucciones de Jesús de sentarse en el último asiento, suelen acaparar el primer asiento en los eventos.

Imagen relacionada8. Protegerse de la crítica colocando a la gente alrededor de ellos cuya única lealtad es al líder. Ve a los que plantean cuestiones como enemigos. Aquellos que antes eran amigos / aliados, rápidamente se convierten en enemigos una vez que se plantea algo que difiere de su pensamiento. A veces, estas personas son desterradas, se les dice que se callen o se las obliga a someterse.


9. Mantener una falsa y aparente espiritualidad. Pone las cargas en los seguidores para actuar de cierta manera y tener un estilo de vida aceptable. Siempre habla "espiritualmente" cuando quiere conseguir un objetivo que no es de Dios, sino suyo.

10. Utilizar la exclusividad para la lealtad. Los seguidores cercanos al líder o líderes se sienten como miembros de la institución. Todos los demás están en el exterior, aunque anhelan estar en ese círculo íntimo.


Jesucristo comenzó a sentar las bases de su Iglesia antes incluso de iniciar su magisterio. Eligiendo primero a sus doce, comenzó su liderazgo. No fue un líder que, al conseguir audiencia, decidió abusar de su autoridad y/o éxito. Él tenía claro cuál era su misión, su objetivo y el desarrollo futuro de los acontecimientos, así que aún antes de lanzar su mensaje a las muchedumbres, se ocupó de ir construyendo la estructura que permitiría vertebrar y mantener unida a su Iglesia.



¿No deberían hacer lo mismo los sacerdotes en cada comunidad cristiana? ¿No deberían seguir su ejemplo y convertirse en fieles reflejos de su rostro? ¿No deberían poner en práctica el paradigma de liderazgo que Jesús realizó?

Mi reflexión no intenta ser un ataque gratuito y cruel hacia nuestros benditos sacerdotes, a quienes quiero y respeto. Quizás sólo sea un "balido" de una oveja que teme descarriarse. Nos toca rezar mucho y constantemente por ellos, para que se abandonen a la acción del Espíritu Santo, para que nuestro Señor les muestre el camino, para que sean nuestros guías y nuestra luz en la oscuridad.